Hace no mucho tiempo terminé de leer "Cincuenta sombras de Grey" y ese final tan abierto al segundo libro me tentó a querer seguirlo a mi manera, con este drabble.

Disclaimer: Cincuenta sombras de Grey y sus personajes no me pertenecen, sino a E.L. James.

Nota: Anastasia relata.

¿Y luego qué…?

¡Debes arreglar tus mierdas, Grey! -grité con furia y abandoné aquel cuarto rojo-.

Dos semanas pasaron desde que me fui, desde que di el punto final que por tanto tiempo creí necesitar; desde que no cruzo miradas con aquellas perlas grises. Dos semanas pasaron desde que abandoné a Christian; mi cincuenta tonos. Dos semanas de interminable llanto y arrepentimiento en su máximo esplendor.

¿Qué infiernos has hecho, Steele? La voz de mi consciencia recobró vida y se encuentra en un rincón apartado y oscuro, arrodillada y dolida con varios pañuelitos descartables a su alrededor.

Entonces, suspiro. ¿Por qué me siento tan mal? ¿No es esto lo que he estado buscando desde un principio? ¿Desde que me di cuenta de la realidad que me rodeaba? Soy un ser demasiado contradictorio, y me molesta demasiado. Nunca puedo saber con seguridad qué es exactamente lo que quiero. Durante mucho tiempo me quejé y reproché sobre la manera de ser de Christian, pero no me di cuenta que, por haberme quedado a su lado durante tan largo período, he terminado finalmente por convertirme en algo similar a él.

Oh Grey, ¿qué me has hecho?

Río quedo, con cierta pizca de obviedad. Sé exactamente lo que ha hecho conmigo. Me ha analizado y estudiado detalladamente desde un principio, me ha comprado con palabras y ha jugado con mi mente también. Es una persona obsesa del control, y tal control se aplicó conmigo también. Me manipuló a su antojo y me convirtió en una muñeca que sería única y exclusivamente de él. De él y de nadie más. Porque así es Christian Grey; es un maniático con fetiches poco convencionales y dolorosamente seductores, cautivadores.

Yo soy Ícaro y él es el sol, por quien yo volaba tan peligrosamente cerca, quemándome sin darme cuenta.

La diosa que llevo dentro da un vuelco y suspira pesadamente, dejando caer su cuerpo en su lecho, de manera pesada, y cierra los ojos.

Me aproximo al puf que hay en mi habitación, la que solía compartir con Kate. Es mullido y perfecto para reposar un alma en pena como la mía en este momento. Como una niña pequeña, creo que al cerrar mis ojos, desaparezco. Y conmigo, el dolor. Entonces, lo hago. Ese fondo negro con pequeñas luces multicolor es tan relajante, que podría quedarme dormida. Pero no puedo; por mucho que quiera, no puedo.

Aún pienso en Christian, y creo que lo haré por mucho tiempo más. ¿Quién dijo que olvidar a alguien es tan fácil? Me he enamorado de ti, Christian Grey. Recuerdo el horror impregnado en su cara tras mi fuerte –para él- declaración.

Por mucho tiempo he estado enamorada de alguien impreciso, de alguien a quien jamás terminé de conocer y por cada minuto que pasaba descubría una nueva faceta. En un momento te mostrabas plácido y divertido, y al segundo siguiente no sabía si tu rostro reflejaba ira o incomodidad. Te cuesta abrir tu corazón, y cuando lo haces, no dejas que te consuele. Y entonces, solo entonces, puedo llegar a una sola y nada errada conclusión: Estás conformado por cincuenta tonos, cincuenta sombras. Pero siempre serás mi cincuenta, y eso nada lo va a cambiar. Y lo sabes, Grey.

Dejo caer mis brazos hacia los costados, y de ese modo, caigo en los brazos de Morfeo. Ícaro murió.