Gui: Este fic participa en el reto Pervertido del foro Draco Dormiens Nunquam Titillandus. Me ha tocado: El Bosque Prohibido, San Valentín, Bill/Fleur. Así que aquí está.

Dicslaimer: Rowling no puede poseerlo todo. Como lectora, me veo en mi derecho de robarle un poco su libro.


Sólo...

Sólo habían coincidido una vez. En un solo sitio. Ella le volvía loco. Sólo había sido una vez. Ni siquiera pensaban convertirlo en algo cotidiano. Se habían visto en esa salita al lado del Gran Comedor. Se habían fijado el uno en el otro. Luego, Bill fue a Hogsmeade a mediados de febrero y se cruzaron. Ella estaba con un tonto baboso. Pero al verle, decidió seguirle. Nadie se resistía a sus encantos. Dejó al tonto baboso. Siguió a Bill toda la tarde y cuando vio la oportunidad decidió usar la táctica de me-choco-contigo. Hablaron de cuatro chorradas. Lo sientos y miradas y sonrisas tontas. Y luego se besaron. Contra un muro de alguna calle. Es lo único que querían.

Sólo se interrumpieron un momento, cuando ella empezó a meterle mano a él (pero él llevaba un buen rato haciéndolo). Y entonces dijo: aquí no. Bill. Se apareció con ella en pleno bosque, cerca de la linde cercana a Hogsmeade. Un sitio al que Bill y sus amigos iban cuando estaban en Hogwarts. Ahora a los alumnos no les indican cómo ir, pero siempre hay un par que siguen yendo. El Bosque Prohibido sale de los terrenos de Hogwarts, pocos piensan en eso.

Fleur tiene demasiada tensión acumulada por el torneo, y le pone más un chico un poco más mayor, que esos bobos babosos de Hogwarts. Y tiene sangre de Veela. Bill no puede resistirse. Y tiene novia. Pero esto es un simple lío. Es físico. Los dos encuentran que el otro está bueno y que "necesitan un polvo". No se besan, se muerden. No se acarician, se arañan. Es animal, es pasión. Sus gemidos se confunden con los ruidos del bosque. Están en plena naturaleza actuando de forma básica y visceral.

Los dos sienten un placer acuciante, algo que va a venir y que por ahí va muy bien. Y quieren que llegue ya, que venga ya, ese algo que se anuncia como maravilloso y que les hace gritar. Han perdido la cabeza. No tienen miedo, no sienten pena ni alegría, su cerebro no funciona ya, sólo quieren más y más y más y ¡al fin!

Se va pero aquí sigue, no está claro cuándo ha pasado, ha sido un momento, ha durado mil años, ha sido perfecto. Se han quedado inmóviles, Bill dentro de Fleur. No pueden moverse, tienen que recuperar el aliento. Se aferran el uno al otro, se descubren pegados a un árbol, la ropa deshecha, el sudor pegado a la piel. Bill se desliza por Fleur, se separan. Ya pueden respirar. Se visten, cada uno por su lado. Se miran, sonríen, como para darse las gracias. Ni siquiera se dicen adiós. No vuelven a pensar en eso. Quizás durante algún sueño.

Pero quién sabe si el día de mediados de febrero, el catorce, no lleva consigo algo, algo que crea lazos fuertez, algo que atrae al punto de encuentro. Fleur se va a Francia y Bill está por el mundo, deshaciendo maldiciones, y un día se encuentran, de la nada, y se reconocen. Coinciden durante un tiempo largo juntos. Hay complicidad entre ellos. Ya no necesitan un polvo, ahora se miran, se consideran, se preguntan si se besarían después de hacer el amor, si se quedarían juntos, si se dirían hasta mañana...

¿Y cómo contarle a esta niña...? ¿Cómo saciar su curiosidad? ¿Cómo os conocisteis, papá y mamá? En el Torneo de los Tres Magos, y luego nos reconocimos cuando volvimos a coincidir. Queda pobre. Mejor decorarlo con algo (pero no con esa resolución sexual que echó chispas, no para una niña tan pequeña). ¿Se lo contarán algún día?


He decidido hacerlo en plan familia feliz. ¿Tomatazos?

Gui
SdlN