Aclaraciones:

- Hablan

- Recuerdos

- "pensamientos"

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Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo

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No sabía cuánto tiempo llevaba en el jardín mirando el cielo, pero parecía que comenzaba a caer el atardecer sobre la ciudad, su largo y lacio cabello naranja era mecido por el viento, cerro sus ojos disfrutando de los últimos rayos del sol de esa tarde. Volvió abrir sus ojos y miro el lienzo a medio pintar frente a ella, un largo suspiro escapo de sus labios al ver aquel paisaje sombrío que había plasmado, la luna a medio pintar, los árboles secos y el lago cubierto por una pequeña neblina que apenas y lograba terminar. Dejo el pincel sobre la pequeña mesita junto a ella.

Nuevamente había iniciado algo pero la inspiración la dejaba cuando pensaba que lograría una obra nueva completa. Miro sus manos, las cuales descansaban sobre la manta verde que reposaba sobre sus piernas, observo a todos lados, pero nadie estaba cerca. Se sujetó con fuerza a la silla donde se mantenía sentada, uso todas sus fuerzas tratando de levantarse de su ella. Una pequeña sonrisa escapo de sus labios, sin embargo, la misma sonrisa desapareció al sentir sus fuerzas fallarle. Cerró sus ojos al caer de las sillas, el lienzo frente a ella cayó sobre su cuerpo, al instante que trato de sujetarse para no caer.

- Inútil. – Susurro para sí misma, golpeo con fuerza el suelo sin importarle hacerse daño en el proceso. - ¡Porque no puedo!

- No eres inútil. – Mordió su labio al escuchar la suave voz de una mujer. Sintió como los brazos de aquella mujer la rodeaban y le ayudaban a levantarse. – Orihime, porque sigues intentándolo sola, yo puedo ayudarte.

- Lo siento mamá. – Murmuro avergonzada de que nuevamente tuviera que ser ayudada. – Quiero intentarlo cada vez que puedo, pero mis piernas no tienen fuerza.

- El medico dijo que si sigues con la terapia volverás a caminar. – Sonrió sintiendo como acariciaba su mejilla. Miro a su madre, sus ojos grises un poco más oscuros que los suyos, su cabello naranja ondulado, su piel blanca, tan parecida era a su progenitora, pero al mismo tiempo tan diferente. - ¿Sucede algo?

- No mamá. – Dijo dándole una leve sonrisa. – Simplemente miraba tu parecido conmigo.

- Nos parecemos físicamente, pero tienes la fuerza de Gin. – Murmuro su madre orgullosa. Orihime rompió a reír al escuchar las palabras de su madre. –

- ¿Cuándo volverá papá?

- Lo más seguro que la próxima semana. – Asintió al oír a su madre, quien comenzó a recoger sus cosas, la menor extendió sus brazos dispuesta sujetar las cosas. – Creo que deberías volver a la escuela.

- … - Inoue apretó con fuerza su lienzo al escuchar aquello. – No quiero.

- ¿Por qué no?

Inoue permaneció en silencio simplemente sintiendo como su madre empujaba la silla de ruedas, quería ir a su instituto, mirar aquellos que se hacían llamar sus amigos, saber de todos aquellos que esperaba ver haciéndole una simple visita, pero nada de eso ocurrió desde aquel fatídico día.

- Orihime, debes continuar tu vida sin importar lo que pase. – Miro a su madre, quien observaba una fotografía sobre una pequeña mesa en la sala. – Él hubiera querido que hicieras eso mi niña.

- Sora… - Bajo la cabeza sintiendo de nuevo la culpa. – Me llevarías a mi habitación, por favor.

Rangiku asintió. Tomo las cosas de su hija dejándolas sobre unas de las mesas y como pudo la sostuvo, comenzando a subir las escaleras. Sentía que su hija sufría por la sencilla razón de volver a su vida y no tener a la persona que era su ejemplo a seguir desde niña, la tristeza la embargaba al pensar en su hijo mayor y su pequeña hija, en todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo. Sacudió su cabeza al sentir los dedos de su hija quitar las lágrimas que se derramaban de sus ojos. Miro a Orihime, quien trataba de sonreírle, sin mucho éxito.

- Estoy bien. – Susurro, aun sabiendo que su hija no confiaba en su palabra, ambas se conocían perfectamente para saber cuándo alguna de ellas estaba mintiendo sobre lo que sentía. – Estaré bien, confía en mí.

- Mamá, ¿me odias?

Aquella simple pregunta la sorprendió, no comprendía porque su pequeña hija le hacia esa pregunta. Dejo a Inoue en su cama con cuidado.

- No te odio, ¿Por qué debería odiarte?

- Sora murió por mi culpa.

Rangiku al oír su frase, su expresión paso de la sorpresa a volverse serio, tomo asiento en la cama de su hija y tomando su mano, apretándola levemente.

- Orihime, tú no tienes la culpa de nada, lo que ocurrió fue un accidente, pudo pasar estando tu hermano conmigo o con tu padre.

Inoue giro el rostro a un lado negándose a mirar a su madre a los ojos.

- Deja de culparte por eso, nadie lo hace, solo tú te culpas y te castigas negándote a vivir de nuevo tu vida.

- Lo sé, pensare si vuelvo a clases, lo prometo.

Rangiku asintió. Beso la frente de su hija y salió de la habitación dejándola descansar. Por su parte, Inoue solo cerro los ojos recordando aquella noche, recordando el daño que le había causado a todos por su imprudencia, por no haber sido más sensata y obedecer a su hermano mayor.

Observo nuevamente el reloj, faltaba poco para las nueve de la noche y ella seguía en una pequeña banca del parque esperando que sus amigas fueran por ella para ir a ese concierto que tanto la emocionaba, sus padres nunca la abrían dejado ir, pero esa noche pudo burlarse de ellos y escaparse. Dudo varias veces de hacerlo, pero al final su mejor amiga; Rukia, la había convencido de que lo hiciera, sería la primera vez que aquel grupo de rock tocaría en su ciudad y tendría la oportunidad de verlos, ni siquiera había sido sincera con su hermano. Suspiro cansada, el concierto iniciaría en 30 min., aun Rukia no aparecía con las entradas, se levantó de la banca y comenzó a caminar de un lado al otro, hacia frio y se sentía temerosa al estar en ese sitio completamente sola.

- Orihime. – Un escalofrió recorrió su cuerpo al oír la voz de un hombre justo tras suyo. Se giró lentamente para enfrentarse con él. – Eres tan predecible.

- ¡Sora no te enojes! Yo solo quería…deseaba… ¡Te juro que iba a regresar temprano!

La risa de su hermano logro confundirla.

- Regresemos a casa hermanita, si nuestros padres se enteran estarás en problemas.

- ¡No! ¡Quiero ir al concierto! Por favor Sora.

- Orihime, mañana hay escuelas y sabes que esos sitios se vuelven peligrosos para niñas como tú.

- Pero… - Bajo la mirada entristecida. – Sora, si me llevas limpiare tu habitación por dos meses.

- No, mejor regresemos a casa.

- ¡Un año! – Grito, deseaba que aquello funcionara. – Por favor, solo un año, vamos solo una hora y volvemos a casa.

- Esta bien, pero no te separaras de mí, ¿De acuerdo?

- Lo prometo. – Se abrazó a su hermano. Ambos iniciaron su camino hacia el estadio donde se realizaría el evento, Inoue se apartó de su hermano y comenzó a correr, el tictac del reloj la desesperaba, su hermano la seguía de cerca lo sabía. Miro a los lados fijándose de que no hubiera carros cerca, dio un paso aventurándose a cruzar la calle, pero en ese instante unos faros se encendieron y el rechinar de unos neumáticos en la carretera la sorprendió, cerro sus ojos esperando el impacto, en ese momento solo sintió alguien abrazándola y como su cuerpo se precipitaba contra el suelo.

Abrió sus ojos llenos de lágrimas al recordar aquel momento, había perdido a su hermano por un simple capricho, además de eso la posibilidad de caminar nuevamente. Abrazo fuertemente su osito contra su pecho, sentía que el dolor la asfixiaba impidiéndole respirar con normalidad. El simple hecho de recordar cada detalle sobre esa noche la destruía, pero lo que más le destruía era el recordar la pérdida de su hermano mayor.

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Bien, hola jeje

Esta es la segunda historia que me atrevo a escribir sobre bleach y dejarla en esta página.

Como ya dije los personas de Bleach son propiedad de Tite Kubo, pero la historia es 100% mia.

Espero les guste, nos leemos pronto.