¡Hola a todo el mundo!
¡Hace apenas unos días ví la peli de Moana y debo decir que me encantó! aunque siendo sincera esperaba al menos un poco de romance al final y es hasta ahora que me entero que los creadores no buscaron un interés amoroso para la protagonista, pues ella sólo estaba enfocada en encontrarse a sí misma. No estoy totalmente en contra ni totalmente de acuerdo, digamos que… el que no haya habido romance en la película es algo que no me molesta demasiado realmente, fue una historia maravillosa llena de mitología y enseñanzas muy valiosas. Todo lo que pude pensar al verla fue: ¡chicos, no dejemos que nuestras tradiciones se pierdan por nada del mundo! no importa el lugar del cual provengamos, debemos resguardar las historias de nuestros pueblos para que así no corran el riesgo de perderse.
Pero volviendo al punto, esa parte de no hay romance, no me encantó, así que voy a escribir un oneshot respecto a la situación. La verdad no sabía muy bien si debía hacerlo o no, ya que Maui se ve muy mayor para ella, aunque no lo suficiente para ser su padre y pues Moana tiene ¿qué?, ¿dieciséis años?, de alguna forma, siento que la diferencia de edad es muy grande, así que pensé, ¿por qué no mejor dejar que ella envejezca un poco?, después de todo Maui es inmortal y una vida humana corre mucho más rápido para él que la de los propios humanos.
Así que, sin más preámbulo, aquí les dejo la historia.
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Ninguno de los personajes de esta historia me pertenece, son propiedad exclusiva de Disney, yo sólo me acredito mi tiempo y mi creatividad.
Maui se despertó aquella mañana llena de sol y vida con un pésimo humor. En esos días había algo que tenía su cabeza completamente embotada y es que estaba repleta, completamente infestada de pensamientos como una colmena gigante. Y vivir en una isla solitaria, dónde no había mucho qué hacer realmente, no ayudaba en gran cosa. Sí, de vez en cuando levantaba una isla o dos, o sobrevolaba el océano en la forma de un halcón para hacer que la brisa soplara; pero eso tampoco hacía que dejara de pensar.
-Hmmm- gruñó el semidiós al tiempo que se dejaba caer cobre una roca y se restiraba la cara con ambas manos- así me convierta en tiburón y cruce el mar de principio a fin tres veces, nunca voy a poder tener la consciencia tranquila.
Mini Maui corrió hacia el tatuaje que tenía de Moana montada en un barco sobre el pecho y apuntó hacia ella con ambas manos, golpeteando el pie contra el piso bastante indignado.
-Ah no, tú no empieces, sabes que no voy a hacerlo de nuevo, ver a esa niña una sola vez después de cuatro años ha sido más que suficiente para mí- le recriminó Maui incorporándose y apuntándole a su tatuaje con un dedo.
Mini Maui se cruzó de brazos y el semidiós rodó los ojos exasperado, antes de sentarse de piernas cruzadas y recargar su rostro sobre su barbilla con aburrimiento. Simplemente no podía hacer nada; cuando levantaba una isla con su enorme anzuelo solo podía pensar en Moana y en su gente, pisando la fresca hierva y alimentándose de los frutos de las palmeras; cuando sobrevolaba el océano haciendo soplar la brisa, pensaba en Moana remontando el viento con su barca; cuando se convertía en tiburón para explorar el vasto mar, pensaba en Moana y de ahí en adelante; todo lo que hacía, imaginaba o pensaba estaba siempre relacionado a Moana, Moana y Moana… ¡era simplemente fastidioso!
Y todo gracias a que había tenido la brillante idea de darse una vuelta por Motunui hacía un par de días, para ver qué tal iban las cosas con su amiga y su gente.
Es decir, había que admitir que terminó por resultarle agradable convivir con ella por tanto tiempo en su viaje para devolver el corazón de Te Fiti a su sitio y que tal vez comenzó a gustarle un poco Pero ese sentimiento no era nada comparado a lo que había presenciado después de cuatro años…. Moana se había convertido en toda una mujer y eso para él había representado un puñetazo en las vísceras totalmente inesperado.
Ahora Moana era una líder decidida a todo por su pueblo, cierto era que seguía siendo bastante terca en algunas ocasiones y que conservaba la torpeza propia de un espíritu joven, pero sabía quién era y qué era lo que hacía. Se remontaba en las olas, vivía intensamente cada instante y era cada vez más sensata. En muy poco tiempo la imagen de la niña ingenua y obstinada que conocía, había pasado a ser la de una líder fuerte, sabia y decidida.
Pero él no podía simplemente dejarse llevar por lo que el destino le presentaba en bandeja de plata y correr a decirle que había terminado por enamorarse de ella, es decir, su lado orgulloso y despreocupado se lo pedía a gritos; pero su pasado y sus experiencias le golpeaban en la cara con un panorama distinto. Ella era una humana, una mortal y él un semidiós al cual los años humanos pasaban de forma demasiado apresurada frente a sus ojos.
Bien podía renunciar a su inmortalidad, pedirle a los dioses que le dejaran vivir como un humano, aunque sólo fuera por un par de décadas, ya después podría volver a renacer como un semidiós para seguir consintiendo a las personas…. Pero había una razón mucho más poderosa para negarse a aceptar los designios de su corazón y es que en realidad tenía miedo. Tenía miedo de echarlo todo a perder, de quererla demasiado para que ella terminara por rechazarlo, o bien de descubrir que había terminado por enamorarse de alguien más, de otro mortal. Tanto sus padres como la ambición descontrolada de los humanos ya lo habían lastimado lo suficiente como para todavía agregarle una decepción amorosa y lo que era aún más, era demasiado orgulloso como para aceptar un "no" por respuesta. Eso sólo terminaría por enrollarlo aún más en la situación, y conociéndose, probablemente no descansaría hasta recibir un "sí", simplemente por amor a su ego. Había que admitirlo, aquello era caer demasiado bajo.
-¿Y por qué no simplemente lo intentas y dejas de sufrir y de comportarte como un niño mimado, deprimiéndote en lo alto de esa roca todo el día?- la voz de una anciana lo sacó del embrollo que eran sus pensamientos y Maui se giró en la dirección de la cual provenía aquella voz un tanto extrañado. Las personas no solían cruzarse por su isla muy a menudo.
-¿Nos conocemos?- preguntó Maui enarcando una ceja.
Se trataba de una vieja isleña, con el cabello completamente canoso y la piel llena de arrugas. Llevaba el cabello atado a la mitad en un pequeño moño, con una flor roja sosteniéndolo y su vestimenta era la propia de la gente de Motunui. Un vestido de fibras gruesas de color naranja y blanco de varias capas, con algunos motivos geométricos estampados en la tela. Estaba parada frente a él con un bastón de palo en la mano y lo observaba con una sonrisa cargada de serenidad.
-Humm, buena pregunta, ¿lo hacemos?- respondió la otra con una sonrisa inquisitiva en el rostro.
-Ehhh- Maui la observó con detenimiento, había conocido a tantos mortales a lo largo de su vida, que recordar a una en concreto era un tanto difícil. Pero entonces, súbitamente, un rayo de reconocimiento recorrió su rostro y como resultado de ello, abrió los ojos como platos incrédulo- ¡No puede ser, tú eres la hija del jefe Maeli!... esté cuál era tu nombre- repuso presionando ambos dedos sobre su sien.
La anciana hizo ademán de querer decir algo, pero el semidiós le puso un dedo en frente- espera, no me lo digas….. ¡Eres Tala!, cielos, la última vez que te ví eras una mocosa de éste tamaño- agregó poniendo una mano al nivel de su cintura para respaldar su punto.
Se habían conocido un par de días antes de que él tuviese la brillante idea de ir a robar el corazón de la diosa. Lo recordaba porque en ese entonces, se había fracturado una pata a medio vuelo cuando se había convertido en un insecto para sobrevolar el océano y la chiquilla había cuidado de él en ese entonces. Había que reconocer que, al igual que con Moana, le había costado bastante trabajo llevarse bien con ella. Tala era una niña de diez años demasiado enérgica e impaciente. Siempre terminaba por meterse en problemas, pero era una buena persona después de todo, pues lo había asistido rigurosamente y no le dejó irse de nuevo del bote en el cual navegaban, hasta que no se hubo restablecido por completo.
-Me alegra ver que ya no seas tan cabezota como la última vez- respondió Tala golpeándole la cabeza ligeramente con su bastón.
-¿A qué te refieres?- repuso Maui confuso.
-Hmm?, ah, no tiene importancia de todas formas- repuso la abuela al tiempo que se dirigía hacia una ladera de piedras cercana a la costa para ir a sentarse en la cima de una de ellas- de lo que estamos hablando en este momento es de Moana.
-¿Moana?- preguntó Maui aún más confundido-¿qué?, ¿tú la conoces?
-Bueno es mi nieta, tengo que conocerla ¿no es así?- rió Tala de buena gana.
-Vaya, el mundo sí que es pequeño- sonrió Maui yendo a tomar asiento junto a la mujer- tienes una nieta igual de obstinada que tú, déjame decirte.
-Ah, sí, es una chica maravillosa- concordó Tala- ¿no es difícil enamorarse de ella verdad?
-Pfft, ¿qué?- rió Maui observándola como si se hubiese vuelto loca- ¿enamorarme?, ¿de una ¿mortal?, ¿es en serio?, me parece que olvidas, que estás hablando con un semidiós querida.
-Oh, claro, tienes mucha razón, se me ha ido por completo ese detalle. ¡Eres Maui!- comenzó Tala con un exceso de dramatismo en la voz- semidiós del viento y el océano, ¡héroe de los hombres!, pero- resaltó alzando un dedo en el aire- haz nacido como un mortal, y por lo tanto, sientes como un mortal.
-Bien- rezongó Maui, pues en verdad no le gustaba que le recordaran ese aspecto de su personalidad-¿y?
-Y, tienes miedo- le recordó Tala con una sonrisa victoriosa en el rostro.
-He, si claro, como digas- se burló Maui- ¿de qué podría tener miedo? Soy Maui- dijo apuntándose a sí mismo con ambas manos- soy prácticamente indestructible, hice bajar el sol del cielo con mi anzuelo, le llevé a los humanitos el fuego desde el centro de la tierra y luché contra el temible Teka para salvar a la humanidad. No hay nada que no sea capaz de hacer.
-¿En serio?- dijo la anciana con fingido asombro.
-En serio- se jactó Maui.
-Bien, pues si eso es cierto, ¿por qué estás tan preocupado?
-¿Preocupado?, yo no estoy preocupado- Maui dejó escapar una risita nerviosa- ¿por- por qué iba a estar preocupado?
Tala se encogió de hombros- No lo sé, ¿por qué estás preocupado? Eres invencible, puedes hacer todo lo que te plazca, ¿no es eso lo que acabas de decirme?
El semidiós suspiró, cansado de darle tantas vueltas al tema- Porque no es algo que dependa de mí...el si me acepta o no, es decir, ¿qué si me rechaza?
-Exacto- concordó Tala apuntándole con el bastón- ¿qué si te rechaza?, habrá valido la pena al menos ¿no te parece?- repuso levantándose de la roca para ir a refrescar sus pies en el agua de la costa y comenzar a bailar al ritmo de las olas.
-Pero, no puedo predecir qué es lo que va a suceder entonces- insistió Maui, levantándose también de su asiento para ir a hablar con la anciana.
-Sí, en eso tienes razón- apuntó Tala con toda calma, sin dejar de bailar- cualquiera está preocupado por lo que va a suceder, pero, mis ancestros solían decir: "El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Pero para los valientes, es la oportunidad" tú decides en quién de los tres te quieres convertir- y dicho esto, volvió a sonreírle, para después adentrarse en las olas y desaparecer como una enorme mantarraya de luz azul luminiscente junto al mar.
Maui la observó marcharse con una mirada cargada de impotencia,
"¿Tú decides en quién de los tres te quieres convertir?" pensó y después de algunas horas de profunda reflexión, decidió tomar una resolución de una vez por todas. Así pues, al caer la tarde, se convirtió en halcón y partió en dirección a Motunui.
Pero en fin, me parece que ya hemos hablado demasiado de Maui por el momento, vayamos con Moana.
Moana, por otra parte, tenía la cabeza más en su sitio. Los años la habían transformado en una hermosa mujer de cabellera abundante y sedosa. Sus facciones se habían afinado apenas un poco y sus ojos seguían teniendo la misma vitalidad de antes, pero eran mucho más perceptivos y serenos y aunque su vestido de princesa era en verdad bonito, prefería caminar por ahí con las mismas ropas de siempre y una aureola de flores rojas en la cabeza como único adorno.
Aunque hacía apenas un par de horas que había desembarcado en Motunui, la chica no parecía cansada en absoluto, pues contemplaba el atardecer en la playa con sobrada calma y bailaba al ritmo del océano con suma gracia y agilidad. Bailar la relajaba, le hacía recordar a su abuela y los buenos tiempos que había compartido con ella tiempo atrás y sentir el agua correr bajo sus pies le hacía sentirse segura y fuerte, más fuerte que nunca.
Entonces, súbitamente, algo duro y liso rozó contra su pie izquierdo. Moana se puso a la defensiva inmediatamente. Sin embargo, al echar su vista al suelo, tan sólo pudo comprobar que se trataba de una mantarraya gris de gran tamaño.
-Hola abuela, es bueno verte de nuevo- La chica sonrió con un tinte de melancolía apenas perceptible en sus facciones, al tiempo que hundía su mano en el agua para acariciar al animal delicadamente.
Justo en ese momento, el grito de un halcón se dejó oír atronador en el cielo y Maui aterrizó con la forma de un humano en la suave arena de la costa.
Moana sonrió de oreja a oreja al verlo llegar
- ¡Maui!- exclamó la chica corriendo a darle un gran abrazo.
-Hola Moana- la saludó el semidiós con una ligera, aunque muy honesta sonrisa en los labios-¿me extrañaste?- prosiguió con su típico acento cargado de orgullo.
-En realidad sí, los hombres de la isla se quejan mucho de que sus barcos no van lo suficientemente rápido porque no has querido hacer brisa para ellos- respondió la chica con un fingido tono de indiferencia.
-Pasé por su ruta de navegación la semana pasada, no se pueden quejar princesa- arguyó el otro siguiéndole el juego.
-Sí, después de cuatro meses de ausencia- repuso Moana.
-Es, para que sepan apreciar lo que hago- Maui comenzó a observarse las uñas con aires de aburrimiento.
-Jajajajajajajaja, sí claro- Moana puso ambas manos sobre sus caderas y le sonrió con un ápice de ironía- bueno, mi gente y yo desembarcamos hace apenas un par de horas en la bahía y mi madre y las mujeres de la isla cocinarán cerdo para la cena, tal vez quieras quedarte- continuó esperanzada. No obstante, segundos después, Pua, quien misteriosamente se encontraba cerca de aquel par, chilló de indignación.
Moana se cubrió la boca al instante y se giró hacia su mascota con nerviosismo- lo…lo lamento- sonrió incómodamente- yo, ahhh, ¡oye Maui, veamos quién llega primero!- se dirigió al semidiós en un intento por escapar del aprieto en el cual se había metido.
-Hm, estás retando a un semidiós muñeca, no creo que tú puedas…..- comenzó a fanfarronear Maui.
-¡Eres muy lento!- lo cortó la chica, quien por cierto ya iba tres metros adelantada.
-¡Oye, eso es trampa!- dijo Maui echándose a correr detrás de ella.
Claramente en aquella carrera, quién mayor desventaja tenía era Moana, pues no sólo estaba corriendo con una falda puesta y con el cabello azotándole en la cara, sino que estaba compitiendo contra un semidiós. Uno que podía transformarse en cualquier cosa que se le viniera en gana y que además era bastante tramposo.
Cualquiera habría dicho que a pesar de todos los esfuerzos que pudiera hacer la chica; quien terminaría por ganar sería Maui. Sin embargo y contra todo pronóstico, él terminó por perderse en medio de la selva y por ende perdió la carrera ¿cómo es que siendo un experto navegante y habiendo levantado todas las islas que existían del mar pudo perderse así de simple en la jungla de Motunui? La respuesta era simple; ponerse a fantasear acerca de qué le diría o no a Moana cuando el momento de declararse llegara lo había distraído lo suficiente.
-Bah, esto es imposible- soltó Maui en medio de su exasperación, al tiempo que se dejaba caer en un viejo tronco caído que había por el camino- es decir, mírame, esto es un completo desastre. No puedo pensar, no puedo correr, no puedo volar…. ¡A este paso, terminaré por olvidar cómo respirar!, ¡MUCHAS GRACIAS LAKA!- finalizó, llevando su mirada al cielo con marcada indignación.
(Investigué un poco y tengo entendido que Laka es considerada como la diosa del amor en Hawaii, que a final de cuentas, es una isla que está incluida dentro de las islas del pacífico, así que supongo que no hay gran problema con eso)
Pua lo observó inexpresivo, al tiempo que lanzaba otro de sus chillidos para hacerle notar al semidiós que se había perdido junto con él y que sus gritos le molestaban.
-¿Qué?, es su culpa- argumentó Maui intentando pasar como un inocente en medio de aquel caos.
-¿Culpa de quién?
A Maui casi le dió un infarto al escuchar la voz de Moana tan cerca de él a sus espaldas. Al instante, se incorporó como un resorte y lanzó un grito de pánico en medio de la solitaria jungla.
-¡Moana!, ¿qué….qué haces aquí?- repuso nervioso al verla aparecer así de súbito.
-Eso es lo que yo quería preguntarte, llevo horas buscándote- respondió la otra un tanto confundida por la reacción de su amigo- ¿de qué estabas hablando de todas formas? Has estado comportándote de una manera un tanto extraña últimamente.
-Ah, yo- dijo Maui alargando las vocales de las palabras sin poder pensar en qué responder- tengo un problema, bueno, más bien es un "amigo" mío quien tiene un problema.
-Te escucho- dijo Moana sentándose en la arena.
-Bueno- comenzó Maui rascándose la nuca un tanto inseguro por la clase de cosas que iba a decirle- tengo un amigo que tiene un amigo al que le gusta una chica y quiere decirle qué es lo que siente por ella pero tiene miedo de que lo rechacen y no sabe qué decirle.
-¿Qué amigo es?- inquirió Moana bastante interesada en el tema.
-¿Qué amigo? Ah…er… mira- respondió el semidiós comenzando a contar con sus dedos- el primer amigo tiene al segundo amigo y luego…no, espera, el segundo amigo….no, a ver, el quinto amigo de mi segundo amigo, espera, creo que era el octavo…¡argh!, ¡olvídalo!, ¡esto es un desastre!- soltó Maui poniendo ambas manos sobre su rostro, estando ya bastante desesperado.
Moana no pudo evitar echarse a reír en ese mismo momento- sólo háblame del asunto en cuestión bobo- obvió una vez hubo terminado.
Maui se sentó en el suelo bastante frustrado y tras levantar su mirada al cielo, buscando algo de serenidad, dijo- ¿alguna vez te has enamorado?
-Hmm- pensó la chica- sí, una vez lo hice.
-¿Enserio?- Maui se giró al instante para encararla- no es que me importe de todos modos, pero ¿cómo era?
Moana se encogió de hombros- un cretino, solía ir por ahí fanfarroneando de él mismo con todo el mundo, diciendo que era un héroe y todo eso.
-Hmmm, vaya sujeto- se burló Maui.
-Se, se creía un semidiós- continuó Moana.
-Pfft!, ¡qué patético!
-Supongo- sonrió ella- pero, a pesar de eso tenía un corazón muy generoso ¿sabes?, no le importaba cuán difícil fuera la prueba, él siempre intentaba sobresalir para que el resto de las personas lo quisieran y aunque era un poco testarudo, terminamos por hacernos buenos amigos.
-¿Y qué paso?, comenzaron a salir o algo así- preguntó Maui ya sin mucho interés y con una sombra de aburrimiento invadiéndole el rostro.
Moana suspiró apesadumbrada- No, él nunca tuvo el valor de decirme lo que sentía.
-¿Ah no?- Maui se giró hacia ella, un tanto aliviado por esa respuesta
-Nop- negó Moana con la cabeza- es por eso que pienso decírselo yo de una vez por todas.
-¡¿QUÉ?!- bramó el semidiós poniéndose de pie- ¿Qué acaso no se supone que ustedes las mujeres mortales no acostumbran hacer eso?
-No, pero no pienso seguir esperando a que él tenga el valor suficiente como para venir a decírmelo- respondió la otra.
-Ah, vaya, pues si es así, tal vez sería mejor que me fuera, no quiero tener que incomodarlos- gruñó Maui al tiempo que tomaba su bastón con un movimiento brusco y se volteaba para irse de ahí.
-¡¿Qué?!, ¡e….espera, no puedes hacer eso!- Moana lo detuvo colocándose frente a él con los brazos abiertos.
-¿Por qué no?- refunfuñó el semidiós.
-Porque necesito que estés ahí
-¡Iu!, no, no tengo ganas de ver a dos mocosos empalagosos declarándosele el uno al otro con esa cara de gaviota a medio morir que suelen poner ustedes los humanos cuando se enamoran, con permiso- añadió gentilmente al tiempo que la tomaba por los hombros y la hacía a un lado para abrirse camino.
-¡No!- gritó la chica tomándolo por un tobillo, haciendo que éste cayera al piso de un sopetón.
-¿Por qué no?- gruñó el otro intentando incorporarse, aunque sin mucho éxito- ya estás lo bastante grandecita como para poder hacerlo por ti misma.
-Sí, lo sé pero necesito que te quedes.
-¿Ah sí?, pues no pienso quedarme- dijo Maui moviendo el pie de un lado al otro para zafarse del agarre de la chica.
-Tienes que- continuó la otra volviéndosele a poner en frente, una vez el semidiós se hubo incorporado.
-¡¿Por qué?, no me necesitas para nada!
-¡Por supuesto que te necesito!
-¡¿Por qué?!
-¡Por qué… por qué…. Pues porque, tú eres la persona que me gusta tonto, cómo supones que voy a declararme si te vas!
-¡Ah sí, pues yo creo que bastante he hecho por ti como para que todavía!… espera ¿qué?- Maui la miró confundido, ¿de verdad acababa de escuchar lo que creía que acababa de escuchar?
Moana lo observó ceñuda, pero tras lanzar un pequeño suspiro y cerrar sus ojos por un momento, repuso con completa seriedad- Maui, semidiós del viento y el océano, héroe de hombres y mujeres. Yo, Moana de Motunui he venido a expresarte mi a….- la chica no pudo completar su oración, pues el semidiós la abrazó de súbito con gran fuerza.
Moana sonrió y devolvió el abrazo y permanecieron así por mucho tiempo, puede que tal vez hubiesen transcurrido apenas un par de minutos, pero a ellos les parecieron horas y horas. Aunque, finalmente, Maui fue quien deshizo el abrazo, sólo para tomarla de los hombros, mirarla a los ojos y decirle- tú también me gustas mocosa- con una amplia sonrisa en el rostro.
Posteriormente, fue donde su bastón y tomándolo por el mango, añadió con nerviosismo- ¿me das un segundo?
-Adelante- acordó la chica, leyendo lo siguiente que iba a hacer en sus ojos.
Y así, Maui se transformó en halcón y sobrevoló la isla dando cientos de volteretas y gritando como un loco.
Probablemente, Moana nunca volvió a reírse con tanta fuerza como aquel día, pero no podía evitarlo, se sentía más feliz que nunca. Después de todo acababa de obtener el amor de un semidiós, aunque para ella sólo fuera un tonto sabelotodo que nada tenía mejor qué hacer con su vida que molestarla, pero la cuestión era que ella amaba a ese tonto más que a nada en el mundo.
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Gracias por leer!, honestamente, estoy indecisa entre hacer una pequeña historia de estos dos o no, díganme si les gustó o no o si tienen algunas ideas para que empiece a escribir.
No puedo prometerles nada, pues en este momento estoy comprometida con otro fic, probablemente si me decido, comience a publicar dentro de algunas semanas, pero de todos modos, sus comentarios realmente pueden servirme de inspiración.
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS POR SU TIEMPO, BYE!
