Se suponía que éste era un One-Shot de regalo para el cumpleaños de AureaAspen hace ya muchos meses pero, soy muy lenta escribiendo y apenas llevo esto, que si no subo ahora nunca terminaré. Por supuesto que sigue siendo para Aurea. El estilo que empleo en este fic es un poco diferente a los otros ya que, es el resultado de la mezcla entre el estilo de García Márquez, Tolstoi y Lorca, la razón es que estaba leyendo sus libros mientras escribía.

Muchas, muchas gracias a mi sobrina Я ГРУСНАЯ que ejerció de beta, yo no sé cómo he sobrevivido tanto tiempo sin beteo.

Disclaimer: HP no es mío, todo es de la rubia. Daniel Nott es totalmente de Alega. Escrito sin fines de lucro.

Advertencias: de cualquier clase, pueden traumarse, no quiero reclamaciones luego XD

Almuerzos

"Doch alle Lust will Ewigkeit

- Will tiefe, tiefe Ewigkeit"

Mas todo goce quiere eternidad

- quiere profunda, profunda eternidad.

Nietzsche

Después de varias semanas del incidente, ahí estaba, con la usual pregunta de esa hora; tan informal… como si nada hubiera pasado, al menos no entre ellos.

La pregunta "¿Almorzamos?" pronunciada por el otro, revoloteaba en su mente y mientras asentía con la cabeza se preguntaba cómo había llegado al punto en el que esa sola palabra le dio el alivio que durante días había estado buscando.

Y es que, ahora, después de todas las cavilaciones que no lo habían dejado dormir esos días, estaba dispuesto a aceptar que tal vez, sólo tal vez no era la pregunta sino quien la pronunciaba.

La escena culpable.

Draco estaba parado junto a una mesa grande que ahora estaba en medio del jardín, mas suponía unas horas antes había estado en el comedor. Veía a muchas personas caminar de un lado a otro; sonreían y se saludaban, algunos abrazos eran intercambiados junto con una que otra exclamación de sorpresa.

Era una tarde agradable, no hacía mucho calor y el cielo estaba despejado, el pasto del jardín era verde profundo y su aroma, mezclado con el de las flores, sembradas por aquí y por allá, tales como jazmines, violetas, margaritas… era un festín para la nariz, era inevitable estar tranquilo y feliz en un lugar como ése.

Suspiró. A qué lugar había ido a dar… una fiesta de cumpleaños, pero no cualquier fiesta, a la fiesta de Albus Severus Potter (él ya hubiera demandado a sus padres por el nombre), fiesta a la cual no hubiera asistido si no hubiera sido por la mirada suplicante de Scorpius y… bueno, sobre todo la de Astoria que no admitía réplica alguna.

Y quien pensara que era por sus prejuicios de "ser un Malfoy" ó ideas de adolescente, habría estado equivocado, aquéllos pensamientos habían quedado años atrás con la guerra, la razón tampoco era incomodidad al saberse ignorado o ser mirado como si fuera vómito de gusarajo, eso ya era algo a lo que se había acostumbrado.

Más bien era ese sentimiento de extrañeza que recientemente sentía cuando se trataba de Potter, pues la formalidad fría que había planeado tener con Potter cuando empezaron a trabajar juntos y después cuando sus hijos resultaron ser los mejores amigos (ironías de la vida), había ídose mermando lentamente, dando paso a esa familiaridad que a Draco molestaba en demasía porque hacíale sonreír por cualquier cosa.

Justo en ese momento, a unos metros de él, recargado en una columna estaba Potter, platicaba con un Weasley (quien fuera a Draco no le importaba, para él todos eran iguales por ser pelirrojos), miraban a los niños y asentían felizmente; Potter sostenía un vaso, con lo que parecía ser Whisky de fuego, que se llevaba a los labios de vez en cuando para después mostrar su blanca hilera de dientes en una amplia sonrisa.

Ofuscado por estarle poniendo tanta atención a Potter, Draco decidió moverse de su lugar con la intención de encontrar a Astoria.

Encontróla platicando con la esposa de Potter, sobre lo único en común (en opinión de Draco) que podrían tener: hijos. Estaban de pie cerca de la casa, junto a una ventana bastante amplia. Se acercó hacia ella con una sonrisa Malfoy -una de esas presuntuosas que decían que quería irse- Astoria ignoró el significado de ese gesto pero, al ver a su esposo sonrió y lo tomó del brazo.

– Cariño, empieza a hacer frío ¿Podrías traer mi abrigo?

Draco alzó una ceja.

Los abrigos están en el armario del estudio de Harry, él puede indicarte el camino –dijo Ginny amablemente pero con tono cortante, ninguna de las dos tenía intención de abandonar la conversación, ni de incluir a Draco.

"Las mujeres pueden ser manipuladoras" pensó el rubio, rodó los ojos y tuvo que ir a hacer lo que había estado evitando toda la tarde: hablar con Potter.

– Potter –le dijo al acercarse por atrás, se quedó a una distancia considerable del lugar que Potter y Weasley ocupaban. El aludido dio media vuelta, en su rostro no apareció gesto alguno de sorpresa ó incomodidad, mostraba una serena calma.

– ¿Sí? –preguntó el moreno, vio a Draco directamente a los ojos. Si Draco se turbó por esto, no dio señales de ello.

– ¿Dónde están los abrigos? –Potter lo miró sin comprender – Astoria tiene frío –explicó inmediatamente el rubio, dándole a entender que aún no se retiraban.

– Arriba, ven te enseño –dijo Potter despegándose de la pared. Draco pensó que era una descortesía de Potter el no excusarse con Weasley, porque había que tener buenos modales, aunque fuera un Weasley (eso repetía Narcissa siempre desde la guerra), cuando se fijó en el lugar donde estaba el pelirrojo notó que éste estaba vacío.

– No es necesario, sólo dime dónde está y yo iré –esto último fue pronunciado con una mueca, queriendo decir que le molestaba la idea de tener que ir él mismo, porque ese era trabajo de los elfos, no había mucho que hacer al respecto ya que, Potter no tenía elfos y Draco prefería ir solo a pasar más tiempo con el moreno.

Potter negó con la cabeza sonriendo.

– Déjate de tonterías y camina –ordenó Potter sin dejar de sonreír, caminó en dirección a la casa. Draco lo siguió.

– ¿Por qué dejaron los abrigos en el armario de tu estudio? –preguntó Draco sin aguantarse la curiosidad al pasar por la puerta que, obviamente era del armario de abrigos por estar en el vestíbulo junto a la puerta principal; Potter dirigió una mirada al armario y se llevó una mano a la nuca, desordenando un poco -más de lo que ya estaba- su cabello, fue un gesto de disculpa a interpretación de Draco.

El rubio hizo una nota mental, estaba mal interpretar los gestos de Potter y sobretodo estaba muy mal interpretarlos correctamente.

– Pues… porque… –Harry sonrió – para abrir el armario de abajo uno debe estar dispuesto a correr el riesgo de morir asfixiado bajo una avalancha de cosas –explicó el de ojos verdes. Draco rodó los ojos -eso era tan típico de Harry- pero no pudo reprimir una sonrisa.

Mientras subían las escaleras hablaban de lo desordenado que era Harry y cómo era que su esposa lo aguantaba, Draco también se cuestionaba mentalmente en qué momento empezó a llamarle por su nombre de pila. No era que nunca lo usara, siempre que estaban solos le decía Harry mas en presencia de otras personas regresaba a ser Potter. El otro por el contrario todo el tiempo decíale Draco.

– Estás distraído –dijo Harry en tono burlón. Draco hizo un aspaviento -muy fingido por cierto- de ofendido.

– Claro que no.

Lo cierto era que sí. Draco nunca se había puesto a pensar en la bizarra amistad que ahora tenía con Potter y que, además se llevaban muy bien. Nunca lo había pensado hasta ese día en el cual, asistir a la casa de Harry para celebrar el cumpleaños de su hijo (a quien Draco ya lo consideraba bastante grande como para fiestas, pero…) era lo más normal del mundo. El pensar en ello lo puso en un estado de semi-abstraccción por lo cual se veía distraído.

– Es en serio, pones esa cara de seriedad cuando piensas profundamente y das mied… -enmudeció abruptamente al abrir la puerta y ve la escena del interior.

Si no es porque la mandíbula inferior está unida al cráneo, a Draco se le hubiera caído hasta el suelo.

Era Scorpius -el inocente Scorpius- el que se encontraba acostado en el sillón debajo del cuerpo de Albus Potter -ese sinvergüenza- quien le metía su mano debajo de la camisa y devoraba su boca sin vacilación alguna. "Mejores amigos, como no"

El regalo que provocó la escena

Albus empezaba a molestarse ¡Scorpius llevaba toda la tarde con Lily! Y ese era SU cumpleaños. Suponíase que debía ponerle atención a él, así que decidió hacerle frente a la acaparadora de su hermana y rescatar a su amigo.

– ¡Hola…! ¿Divirtiéndose? – les dijo a ambos al llegar hasta ellos. Su tono de voz indicaba claramente su descontento. Lily bufó, siempre tenía que lidiar con los celos de su hermano.

– Pues sí, antes de que llegaras –replicó pero se levantó del asiento que estaba junto a Scorpius y se fue, no sin antes darle un beso en la mejilla al rubio para hacer enojar a Albus, sonrió y caminó en dirección a Rose.

Scorpius se había mantenido indiferente ante el diálogo de miradas asesinas que aconteció entre los hermanos, siempre era lo mismo.

– Gracias por salvarme –dijo en tono teatral y sarcástico, sabía que Al había ido en plan "rescate de Scorpius de las garras de la acaparadora Lily"

– Lo hice por tu bien, no sé qué hubiera pasado si no llegaba –dijo Albus sentándose en el puesto que Lily había dejado libre. Scorpius le sonrió indulgente y a Al se le olvidó su enfado al instante.

– ¿Te gustó tu regalo? –Preguntó Scorpius, le había regalado una capa invisible (cuando Draco se enteró de la fortuna que gastó en ella puso el grito en el cielo) porque Albus siempre se quejaba de la injusticia que James tuviera la capa de su padre y él no.

– ¿Bromeas? –Dijo Al entusiasmado - ¡Es fantástica! Ni el cinturón anti-aves que me regaló Daniel se compara.

Ante este comentario el rubio estuvo a punto de darse de topes contra la pared, Albus Potter y su fobia a las aves.

– ¡Una capa! No puedo creerlo –seguía diciendo Al fascinado – ¿Dónde la conseguiste?

– Es un secreto –dijo Scorpius altaneramente y luego alzó una ceja – Pero ese no es todo tu regalo.

Albus se había perdido en esa pose tan Malfoy del rubio y al escuchar el tono sugerente de Scorpius sonrió internamente.

– ¿A no? –Preguntó haciéndose el desentendido – ¿Y se puede saber que falta?

– No es algo que se pueda decir en público –respondió Scorpius mirándose las uñas como si en verdad no le importara de lo que hablaban.

– Ah, ya veo… entonces tendremos que hacer algo al respecto.

Se levantó, lo tomó de la manga de la camisa, lo jaló hacia el interior de la casa, cruzaron la sala, el vestíbulo y subieron las escaleras apresuradamente. Su madre había cerrado todos los cuartos con magia, por si alguien decidía hacer berrinche, subir a su cuarto y encerrarse en él (como había hecho Lily hacía tres años porque su pastel no era del tamaño que había pedido) por lo que la única habitación abierta era el estudio de Harry, porque tenía un armario para abrigos -Albus no entendía muy bien porqué- que sustituía el del piso de abajo el cual era una trampa mortal para cualquiera que quisiera abrirlo (culpa de James y él… desde entonces no volvieron a tomar la varita de su padre si no tenían permiso).

Así que a Albus no le quedó de otra más que empujar a Scorpius hacia adentro.

El rubio alzó una ceja y volteó hacia él.

– ¿El estudio de tu padre?

– Había pensado en el baño pero hoy está muy solicitado –respondió alzándose de hombros

Scorpius fue a sentarse al sofá cerró los ojos e hizo la cabeza hacia atrás recostándose en el respaldo del mueble.

– Vino mucha gente –le dijo a Al sin abrir los ojos.

El moreno lo había seguido y se encontraba sentado junto a él.

– Somos una familia grande.

Albus paseó un dedo por el cuello expuesto de Scorpius.

– Enorme –susurró el chico ante la caricia.

– ¿Me vas a decir cuál es la otra parte de mi regalo? –le preguntó al oído.

Scorpius abrió los ojos y ladeó la cabeza hacia él.

– ¿Acaso es necesario?

Albus atrapó los labios de Scorpius con los suyos, rodeó su cintura con un brazo y lo atrajo hacia él, el rubio profundizó el beso, una de sus manos subió hacia el cabello negro de Albus y se enredó en sus mechones. El moreno lo empujó con su cuerpo y ambos cayeron a lo largo del sofá, el rubio subió sus piernas quedando completamente bajo Albus. Con la mano libre (la que no estaba explorando la piel del torso de Scorpius) Al tomó las manos del rubio y las sostuvo por encima de la cabeza de éste. El moreno separó un instante sus labios.

– Hoy no puedes tocar –susurró, Scorpius se quejó y trató de liberar sus brazos, Albus continuó con una sonrisa –es mi cumpleaños.

Acto seguido volvió a atacar la boca del otro tocando cada rincón con la lengua. El rubio rodeó las piernas del moreno con las suyas y lo apretó más contra sí.

Fue en ese momento cuando alguien decidió entrar al estudio e interrumpirles.

Cuando Al levantó un poco la cabeza para ver de quien se trataba, su cara se puso blanca y se separó de Scorpius lentamente. El rubio, adivinando que eso no era buena señal volteó hacia la puerta y se encontró con las caras pasmadas de Harry Potter y Draco Malfoy -Oh, dios- desenredó sus piernas de las de Albus permitiéndole levantarse por completo, se puso de pie con igual lentitud y ambos se dirigieron a la salida sin decir una palabra dejando a sus padres en shock.

Sin nada que decir.

Después de un rato de silencio espectral (ambos habían olvidado a qué iban), Harry se recuperó un poco de la impresión y señaló con un dedo la puerta del armario, Draco no comprendió al principio qué quería decirle el hombre, luego de un momento recordó el abrigo y asintió con la cabeza. Ninguno de los dos se movió, Harry se quedó otro rato en silencio viendo hacia el suelo y luego se fue sin decir palabra alguna.

Draco caminó con pasos medianos hacia el armario. Abrió la puerta y gracias a que el abrigo de Astoria era el más elegante de ahí, por lo tanto inconfundible, no tomó cualquiera de los que había allí.

Fue cuando empezaron las cavilaciones de Draco Malfoy.

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N/A: Ahí está la primera parte. Tomatazos?

Un gatito muere si no dejas review y luego el fantasma del gatito te perseguirá.