Disclaimer: Los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, son creación de Naoko Takeuchi, yo solo los utilizo en esta historia sin fines de lucro y para entretener solamente.

Prólogo

El pasado, presente y futuro se presenta ante Serena y Darién en momentos de su vida totalmente opuestos, ella intenta ser feliz con su familia, mientras para él, su matrimonio es un completo fracaso, pero como vives una vida nueva, si no te haz desprendido de aquello que te hizo renunciar a la que tenías en el pasado. Esa pregunta se harán casi todos los personajes de la historia en busca de un presente.

¡A leer!

Capítulo 1: Nuestras vidas

En Tokio, años atrás….

Una pequeñita de 6 años, rubia y de ojos celestes se encontraba sentada en una cama de hospital, observaba temerosa toda la habitación frente a ella, acababa de despertar, sentía que había dormido mucho y aún se sentía cansada, estaba en espera de alguien que le dijera donde estaba su madre.

El sonido de unos pasos la obligaron a dirigir su vista a la puerta del lugar.

- ¿Cómo estás pequeña?- cuestionó la voz de un médico frente a ella con ternura.

- Me duele la cabeza- contestó la niña débilmente.

- ¿Recuerdas como te llamas?-.

- Serenity- susurró sonrojada al notar la intensa mirada del hombre frente a ella, noto como tomaba una silla y la colocaba al lado de su cama.

- ¿No recuerdas nada de lo que hiciste antes de despertar aquí Serenity?-.

Ella se tensó y cerró los ojos, de repente recordó luces y un fuerte impacto, así como los gritos de su madre, abrió los ojos de golpe.

- ¿Y mi madre?- gritó impaciente y tratando de levantarse de la cama.

- No pequeña, no intentes levantarte, haz estado dormida durante una semana y estás muy débil- informó el médico obligando a la pequeña a recostarse.

Ella lloraba desesperada, -necesito ver a mi mami, por favor doctor, quiero verla- suplico.

El se pasó sus manos por su abundante cabello azabache en señal de frustración - ¿Eres valiente pequeña?- preguntó en tono serio.

- Mi mamá dice que siempre debo serlo- contestó ella con cierto recelo.

- Tu madre fue muy valiente, después del choque te saco del auto y pidió auxilio, yo pasaba por ahí y las traje de inmediato al hospital- explicó.

- Llévame con ella- pidió la niña.

- No puedo- expresó frustrado –me pidió que te dijera que te amaba y que te pidiera que fueras fuerte- el tomo las manos de la pequeña entre las suyas, la pequeña apretó con fuerza la unión y las lágrimas se hicieron presentes en ella.

- Esta en el cielo- más que una pregunta, era una afirmación y el médico la corroboró asintiendo con la cabeza.

- Estoy sola- murmuró la pequeña- estoy sola –soltó las manos del médico y se recostó dando la espalda, lloró, pero en silencio, como su madre le había enseñado, guardando el dolor dentro, evitando verse frágil.

El médico la observo con tristeza, una pequeñita de esa edad con tanto sufrimiento a cuestas era algo para lo que todos sus años de labor no lo había preparado, además la madre de la pequeña lo había hecho prometer que cuidaría a la pequeña y así lo haría, como que era Mamoru Chiba, cumpliría su palabra.

Salió de la habitación, topándose con su asistente – doctor Chiba, ya traslade el cuerpo de Ikuko Tsukino a la funeraria, solo debe firmar estos papeles- informó, su jefe los tomo y tras leerlos rápidamente estampo su firma.

- Servicios infantiles acaba de llegar-.

- Que pasen a mi consultorio, hay un punto que debo aclarar con ellos-.

- Sobre la pequeña-.

- Así es Ann, sobre la pequeña, te encargo que la vigiles por favor, tomo la muerte de su madre demasiado bien para mi gusto-.

- Según la madre, solo eran ellas dos contra el mundo, quizás por eso no sea tan expresiva-.

- Lo sé, Ann, aún así, te la encargo-.

Al poco rato, la oficina del doctor Mamoru Chiba era el testigo de cómo la vida de la pequeña Serenity Tsukino daría un giro de 180 grados.

Unos días después la confundida niña llegaba a una gran casa, con un amplío jardín, lo cual hizo que por primera vez sonriera, su ahora tutor la veía esperanzado, su esposa había trabajado mucho en el y en la recámara que la pequeña ocuparía de ahora en adelante en su hogar, para Diana, su mujer, no fue difícil entender los motivos de su esposo para hacerse cargo de la pequeña y aun más para ofrecerle un hogar.

Y así fue como el hogar Chiba se transformó con esa pequeña llena de luz, vida, dulzura y ternura, logrando ganarse no solo el corazón de el matrimonio, si no también el de la servidumbre y aunque no lo admitiera también el de su único hijo.

El presente.

El fuerte golpe de una puerta al cerrarse lo sacó de sus recuerdos, ahora con 55 años a cuestas Mamoru Chiba trataba de entender que obligó a esa niña a dejarlos y salir de sus vidas como si los años de amor y dedicación hacia ella no hubieran importado o significado nada en su vida.

- Otra vez pensando en esa- escupió con desprecio un pelinegro de pelo corto azabache y ojos azul obscuros, su mirada fría y penetrante se clavó en la fotografía que tenía entre sus manos el hombre frente a él.

- Te he dicho, que en mi presencia, te dirijas a ella con respeto- respondió firme y poniéndose de pie un tanto molesto.

- Oh si claro, la pobre e inocente criatura- expresó sarcástico.

- No se porque la odias tanto, lo único que hizo siempre fue llenarte de atenciones y cuidar de ti a pesar de ser más chica que tú –dijo viéndolo fijamente –tu madre y yo soñábamos con verlos crecer enamorados y con una gran boda- añadió melancólico – en vez de eso ella nos dejo y tú te casaste con esa bruja-.

- Tú si puedes insultar a mi esposa, ¿No?-.

- No se comporta como una esposa- se defendió Mamoru.

- Y que esperabas, te la pasas explotándome, nunca estoy en casa, ¿Cómo esperas que mi matrimonio sea normal?- expresó molesto y elevando la voz.

- Es un terrible error cometido por ti- replicó – pero no estas aquí para saber mi opinión de tu matrimonio- cuestionó burlón -o para echarme a perder lo único que me queda de mi princesa, sus recuerdos con nosotros, ¿Verdad?- añadió sonriente a sabiendas del motivo de la presencia del pelinegro en su oficina.

- ¿Por qué tengo que mudarme a EUA?- cuestionó molesto.

- Ah, era eso- contesto despreocupado –tu madre se niega a viajar y tu como vicepresidente de Laboratorios Chiba debes asumir tus responsabilidades, bastante hice yo dejando de ejercer la medicina para dedicarme al negocio familiar, ahora te toca a ti-.

- Por eso debo mudarme- afirmó.

- La compra de acciones de esa compañía Americana es un gran negocio y sabes que solo confió en ti-.

- Pero Taiki es socio- comentó un tanto confuso.

- Pero él es uno de los dueños, cuando se de la gran fusión de compañías para hacer un solo corporativo, el asumirá su papel de dueño- explicó –él vera por sus intereses y tu deberás ver por los nuestros-.

- ¿Y mi vida personal?-.

- ¿Cuál vida?- en tono burlón.

- Papá…¿Acaso no piensas en mi esposa y lo que pueda opinar de esto?-.

- No creo que deba importarme eso, además no tiene porque negarse, cuando todo esto es lo que paga sus tarjetas, sus viajes y todos los caprichos que se da continuamente-.

- Pero…

- Nada Darién- elevo la voz haciendo notar su molestia –no es una posibilidad, es una realidad, en dos meses debes estar instalado en Nueva York-.

- Claro señor-.

- Igual ahí Michiru puede seguir con su libertino estilo de vida, no te preocupes- añadió con sorna.

El pelinegro frente a él rodó los ojos –la juzgas duramente-.

- Se lo ha ganado a pulso- fijo su vista en el caro reloj de su muñeca –rayos es tarde, Diana me va matar, quedamos de cenar en casa de unos amigos- informó contrariado y antes de salir de su oficina palmeo el hombro de su hijo en señal de tregua, después de todo el ya era un adulto y aunque Mamoru fuera estricto y exigente, amaba a Darién y su hijo lo sabía, pero eso no impedía que le dijera sus opiniones sobre su vida, de vez en cuando.

Kaolinet la secretaria de toda la vida de su padre, quién lo conocía desde que era un bebé, entro abruptamente a la oficina.

- Lo siento Darién, Taiki te espera en la sala de juntas- informó presurosa.

- Dile que ahora estoy con él, solo busco los documentos que debemos firmar y voy para allá- explicó.

- No tardes- aconsejó la mujer antes de salir del despacho y cerrar la puerta.

Se acercó despacio al escritorio y tomó la fotografía que antes tuviera su padre entre sus manos.

- ¿Por qué no volviste?- cuestionó en voz alta observando detalladamente a la chica de la foto, en la cual sonreía tomando el aspecto de un ángel –Tengo seis años viviendo con un sentimiento de culpa que no merezco –murmuró.

FLASH BACK.

De espalas y con el torso desnudo un hombre trataba de normalizar su respiración.

- Darién- murmuró una voz –yo…

El volteó, con su mirada denotaba furia, sus ojos llameantes lo confirmaban y riendo socarronamente comenzó a vestirse.

- Acabo de comprobar lo que eres, una cualquiera- expresó con desprecio.

Los ojos de la chica frente a él se abrieron como platos, -lo dices por…

- Cállate desvergonzada, mis padres creen que eres inocente y pura cuando en realidad no eres más que una- un duro golpe en su mejilla interrumpió su ataque de insultos.

- No tienes derecho de insultarme, mucho menos después de lo que acaba de pasar entre nosotros – dijo con voz quebrada y con los ojos llorosos.

El sonrió –si te revuelcas con todo el que se te cruza, porque yo no voy a tomar partido por todo lo que le debes a mi familia-.

Ella agachó la mirada, cubriendo su piel desnuda –solo por eso…tú.

- ¿Qué creías?, ¿Qué había otro interés en esto?, solo fue sexo princesita estúpida- escupió furioso.

La expresión de incredulidad y de sorpresa reflejada en los orbes de la joven, lo hacía sentir victorioso, repaso con la mirada una vez más el cuerpo que momentos antes yacía bajo el suyo gimiendo de placer, esto lo lleno aún más de ira.

Ella finalmente decidió hablar -¿Por qué me tratas así?, no lo merezco-.

- No te hagas la inocente, te la haz pasado ensuciando a mi familia con tu libertinaje y con tu promiscuidad-.

- No entiendo de que hablas- dijo ella confundida y retrocediendo por la actitud amenazante del pelinegro.

El busco su saco con la mirada, una vez ubicado, saco de ahí un sobre que lanzó hacia la rubia frente a él.

- ¿Qué es esto?- le cuestionó confundida.

- Esa es la prueba de tu verdadero yo- respondió bruscamente.

- Pero yo, no, no pude…no entiendo-.

- Olvídalo, acabo de comprobar que es cierto- añadió con un tono completamente diferente a aquel que utilizó para insultarlo, parecía ¿tristeza?, no podía asegurarse, después de todo seguía viéndola como si fuera la peor persona del mundo.

- Déjame explicarte- suplico ella arrodillada –tienes que escucharme por favor-.

- No quiero escucharte, me pareces repugnante, es más me doy asco a mi mismo por haber sucumbido a la necesidad y haberte tomado- gritó.

- ¿Y porqué lo hiciste?- murmuró ella con la cabeza agachada y sin un rastro de dignidad.

Él no contestó, tomo el resto de sus ropas y la dejo ahí, confundida, desecha y llorando lastimosamente, no volvió la vista atrás y desde ese día, ella había desaparecido de su vida.

FIN DEL FLAS BACK.

- No sabes cuánto te odio Serena Tsukino, te odio porque dejaste mi piel tatuada de ti, de tu esencia y no importa que otra ocupe mi cama, tú siempre estas ocupando mi cabeza y mi corazón.

Con un nudo en la garganta, por el dolor que ella había dejado en él y en su familia, la cual nunca entendió y supo el porque de su abandono, salió del lugar para reunirse con Taiki, después de todo el tenía una vida y aunque doliera tenía que ocuparse de vivirla.

En otro lugar.

- ¿Estás bromeando no?- inquirió burlona una elegante y hermosa mujer de cabellos verdes aguamarina.

- No- replicó con firmeza una rubia de hermosos ojos verdes sentada frente a ella.

Esto sobresalto a su acompañante –ya me canse de jugar Haruka, no me gusta hacerlo y lo sabes-.

- No te gusta cuando tu sabes que no sacas ventaja- respondió seria.

- No puedes terminar, las cosas son cuando yo quiero y resulta que no se me da la gana que esto se acabe- respondió casi gritando, aún así la otra chica no se sobresaltó.

- ¿Esto?, ¿Y que es esto para ti?, si en verdad te importara, estaríamos juntas y no tendríamos que vernos clandestinamente- se defendió en tono irónico.

- Tú sabías que así debían ser las cosas, tenía que casarme y- balbuceo confundida, Haruka se sobresalto y su expresión cambio de tranquilidad a decepción.

- Basta, ese cuento ya me lo sé tengo años escuchándote decir lo mismo, primero en el colegio era el que dirán, después era la situación de tus padres y ahora la excusa es que estas casada-.

- Siempre lo aceptaste, ¿Qué cambio?- cuestionó desesperada.

- Que ya no quiero estar a sí, que me di cuenta de que valgo mucho y tengo un mundo de posibilidades alrededor, tú no eres el centro del mundo-.

- Lo único que me importa es el centro de tu vida- Michiru se acercó hasta la rubia y tomo su rostro entre sus manos, besándola apasionadamente, beso que no fue correspondido.

Derrotada, cuestionó lo único que podía lograr que Haruka la sacará de su vida -¿Hay alguien más?- cuestionó fríamente.

- Si-.

- ¿Y como es ella? ¿Te da todo lo que yo?, lo dudo- se burló.

- Nunca me haz dado nada, ahora veo que siempre fue algo físico, al menos para ti-.

- Eso no es verdad-.

- Déjalo Michiru, no te excusas, ahora te entiendo perfecto, fui una tonta al amarte como lo hice durante todos estos años- comentó con tristeza.

- Haruka- susurró débilmente.

- Te ame y mucho- volvió a decir -pero esto me sobrepaso, te importa más el dinero y el poder, eres ambiciosa y egoísta y yo solo significo para ti una pertenencia más, solo eso- añadió.

- No amor, yo también te amo, permíteme demostrártelo- suplicó mientras abrazaba a la rubia que ni se inmutaba.

- Ya es tarde, alguien más me enseño a borrarte de mi realidad, ha llevarte como un recuerdo de amor-.

- ¿La amas?- inquirió preocupada.

- Lo amo- respondió.

Michiru se soltó del cuerpo de la rubia y empezó a reír descontroladamente.

- No puedo creerlo- decía una y otra vez entre risas -¡TÚ ENAMORADA DE UN HOMBRE!- gritó.

- No se que te causa sorpresa, tú estas casada con uno-.

- No es lo mismo querida- en tono burlón –es obvio que estas disfrutando de la novedad-.

- Eso es algo que no voy a responderte, solo se que el amor que el me ofrece es único y para mí, él sabe de nosotras- esto causo alarma y temor en la chica que dejo de reír abruptamente.

- ¿Le contaste?-.

- No sabe tu nombre, descuida, sólo sabe que estuve atrapada en un juego y bajo los caprichos de una mujer como tú-.

- LÁRGATE- gritó – NO QUIERO VERTE-.

- No te preocupes, después de hoy, no volverás a verme-.

- Eso espero-.

- Adiós Michiru, espero que algún día puedas ser feliz, tal como yo pretendo serlo.

El sonido de la puerta al cerrarse trajo a Michiru a la realidad, aquella en que la única que persona que había amado la había dejado, ¿Cómo había pasado esto?, en todos estos años Haruka había sido fiel a ella y de repente algún imbécil se la había arrebatado, no lo aceptaba, eso no se iba a quedar así, pero ahora lo único que necesitaba era un bálsamo para su dolor y quien se lo aplicará tal como a ella le gustaba, la persona ideal para eso era su nueva adquisición, alguien que le daba placer y a quien no le importaban los compromisos y solo buscaba diversión igual que a ella.

Subsidiaria Kou.

- Me estas escuchando Yaten- el gritó de una voz molesta se dejo escuchar en una oficina.

- Si, la comida con los Fujimori- contestó, denotando fastidio.

- Es importante-.

- Ya lo sé, pero si tu vas sola harías un excelente trabajo ¿no se para que me necesitas?-.

- Eres el dueño, tu presencia le da el valor al acto-.

- Soy uno de los dueños- replicó arrogante, mientras lanzaba una significativa mirada a la rubia frente a él, ella ya se conocía esas miradas y aunque el chico era guapo, sabia como lidiar con él.

- No quiero entrar en dilemas de tu complicada familia, sólo digo que…- el oportuno timbre del celular del joven la interrumpió.

El sonido del celular interrumpió a la joven, las respuestas del chico fueron breves y entonces la joven rubia lo supo, era su nueva amiguita, aunque se notaba que esta era diferente, los ojos de Yaten lo revelaban, quizás él no lo había descubierto aún, pero quien fuera la dueña de la voz al otro lado de la línea tenía al arrogante Yaten Kou a sus pies.

Yaten era de estatura mediana, de cuerpo atlético de cabello rubio, casi plateado, con unos hermosos y grandes ojos verdes, y una piel aceitunada, era un arrogante pecado para cualquier mujer deseosa de una aventura.

Lo que ella daría por ser la que ocupará los pensamientos de él, de ese portento de hombre que sólo una vez había traspasado la línea de su amistad llevándola a la cama, recuerdo que tenía grabado a fuego en el piel, pero que para él no había significado nada.

Cuando el finalizó la llamada, ella ya estaba reuniendo los papeles para la comida en la que se cerraría un convenio que sería beneficioso para algunos empleados de la subsidiaria que cerraría para dar paso a la segunda etapa del proyecto de la empresa, la fusión con Laboratorios Kou.

- Lo siento Mina, tengo un compromiso y ya debo irme a solucionarlo-.

- Cancélalo, te necesito en el restaurante a mi lado-.

- Lo siento preciosa, de verás es muy importante-.

Ella suspiró con resignación –promete que harás lo posible por alcanzarme-.

- Lo prometo-.

Antes de salir de su oficina echo un vistazo a la mujer que dejaba dentro, Mina Aino era su mejor amiga y mano derecha en la compañía, su hermano el cual viajaba continuamente lo dejo a cargo de la presidencia de la subsidiaria, pero Mina era la que hacía el trabajo y él la respetaba por su gran capacidad, e inteligencia aunque siendo sinceros también le gustaba, era alta, blanca, hermosa, de ojos azules y de un pelo rubio que olía a jazmines, una vez tuvo la oportunidad comprobarlo, de oler su pelo, de tocar esa piel, de besarla completamente y de sucumbir al éxtasis junto con ella, pero él era un mujeriego y Mina merecía algo más por eso después de aquella vez, él había dejado las cosas claras y ella parecía haber entendido, su amistad seguía igual y él no tenía porque preocuparse.

- Te quiero Mina- dijo al salir.

- Yo también amigo- contestó ella sin mirarle.

Una hora después la rubia cerraba el trato con amplias ventajas para la empresa de Yaten.

Mientras el peliplateado yacía desnudo bajo el cuerpo de su nueva amiga, sudando y gimiendo sonoramente, libre de ataduras pero con un solo propósito, disfrutar al máximo.

De vuelta en los laboratorios Chiba.

- Comprometido- exclamó Darién sorprendido.

- ¿De veras es tan sorprendente?- preguntó burlón, un joven castaño mientras bebía agua.

- Cuando te fuiste a Italia eras soltero y sin compromiso y dos meses después me dices que te casas, pues discúlpame, pero si es sorprendente- contestó irónico el pelinegro.

- Te parecerá extraño, pero es única, la verdad es que tenía tiempo saliendo con ella, tú sabes como es eso- explicó –hasta hace poco formalizamos-.

- Pues si tu crees que es la indicada, en hora buena amigo-.

- Gracias, y descuida, yo se que si, es lo que estuve esperando 30 años-.

- Wow, te pego el amor Taiki-.

El castaño sonrió asintiendo con la cabeza el anterior comentario de su amigo.

- ¿Y que tal tu matrimonio?, ¿Cómo va?- le preguntó con preocupación a sabiendas que esa relación era todo menos un matrimonio.

- Pues va- respondió en un suspiro –ella por su lado y yo por el mió, como siempre- añadió con resignación.

- ¿Porqué no te divorcias?-.

- Me sentiría un desgraciado, independientemente de que las cosas no hayan resultado entre nosotros, me case con ella por decisión propia y si no soy feliz, pues es mi culpa y nada más, no puedo hacerla pagar por mis errores y estúpidas decisiones.

Taiki guardó silencio ante las revelaciones de su amigo, él bien sabía la clase de mujer que era Michiru Chiba, era todo lo que él no toleraba, trepadora y sin escrúpulos, pero el no era quién para juzgarla, después de todo Darién tenía razón, a veces el pago por nuestros actos es demasiado alto y su amigo pagaba el pecado de la soberbia al seguir con ella.

- Te apetece ir a tomar algo amigo, estoy hartó de la oficina- invitó el joven Chiba.

- Me apetece- asintió su amigo.

Un bar cercano a los laboratorios era testigo de otra borrachera de Darién Chiba y Taiki Kou, lo que el castaño no sabía era que en esta ocasión el motivo de beber era que el pelinegro deseaba borrar de su mente la imagen de cierta rubia con ojos llorosos que años atrás le había causado un gran dolor.

Muy lejos de ahí.

Contemplar la felicidad de sus hijos y esposo era algo que no tenía precio, eso según el pensamiento de una chica rubia, a sus 26 años y a pesar de un pasado doloroso no podía quejarse, su más grande sueño estaba frente a ella, su hermosa familia.

- Mami, dile a papi que eso es trampa- gritaba un niño de cabello negro azulado mientras se retorcía en el césped del jardín de su casa, víctima de un ataque de cosquillas.

- Ya déjenlo en paz, son dos contra uno- reprendió la rubia con fingido enfado, -ó se quedan sin postre en la cena- añadió.

- No es justo- se oyó al padre del pequeño y a un niño de 5 años que yacía sobre el pequeño pelinegro.

- Gracias hija- expresó con tono maternal una mujer de unos 50 años de cabello azul del cual asomaban algunas canas, la cual contemplaba la misma escena.

- No es necesario- respondió la rubia sonriendo – todos hemos ganado, además ya lo haz hecho muchas veces-.

- Y las que me faltan- expresó con júbilo –no solo trajiste luz en medio del dolor, también vida y esperanza, las cuales llegaron contigo-.

La joven bajó la vista sonrojada – no hay nada que no haría por la felicidad de todos ustedes y ahora cuando los veo así- dirigiendo la vista hacia los tres hombres de su vida- siento que todo ha valido la pena.

La mujer peliazul asintió –haz pensado en volver a Tokio- cuestionó.

La aludida bajo la cabeza –ya paso mucho tiempo, volver implicaría dar explicaciones que la verdad no me interesa dar- respondió desviando la mirada.

- Entiendo-.

El llanto de un bebé calmó la tensión creada en el ambiente por la anterior conversación.

- Sólo quería cargarla y mimarla- se justificó una pelinegra acercándose a ellas con una bebé en los brazos, con un pronunciado puchero en su rostro, causando unas estruendosas carcajadas.

La joven rubia se levantó y acudió a socorrer a la chica, tomando en sus brazos a la bebé, quién dejo de llorar al instante.

- No es tu culpa Ray, tiene hambre –explicó –hola Hotaru, ¿Cómo estás pequeñita?, ¿Me extrañaste?- cuestionó a la niña de dos meses de edad.

- ¿Cómo están mis mujercitas?- preguntó el pelinegro de larga coleta, abrazando por la espalda a su esposa.

- Estamos bien- respondió ella –tiene hambre- informó.

- ¿Te acompaño adentro?-.

- ¿Y los niños?- le cuestionó en tono alarmista.

- Están en la cocina, con tanto juego se les abrió el apetito-.

- Yo voy con ellos antes de que hagan un desastre- exclamó con exageración la peliazul.

- Ay Noriko, yo pensé que eras una abuela consentidora –expresó con burla Ray.

- Soy una abuela consentidora, fanática de la limpieza- aclaró solemne.

Todos rieron por el comentario, la bebita lloró haciendo notar su presencia y logrando que sus padres entraran a la casa apresuradamente.

- Hacen una linda pareja- comentó Ray tras un largo suspiro –y tienen una hermosa familia- completó.

- Así es, pero no se puede ser feliz cuando no haz borrado el pasado de tu presente-.

- Oye Noriko, porque hablas como si tú supieras algo que yo no- inquirió intrigada la pelinegra.

- Todo a su tiempo querida, todo a su tiempo-.

Más tarde.

- ¿Qué haces aquí bombón?-.

- Me gusta verlos dormir-.

- A mi me gusta tu rostro cuando los observas, te ves tan feliz-.

- Y lo soy- afirmó.

- ¿En verdad?-.

- ¿Cómo no serlo con nuestra familia?, lo único que siento es no ser la esposa que debería ser-.

- Shttt, no digas eso- dijo tomando el mentón de su esposa que había agachado la cabeza avergonzada – no puedo pedirte más, me haz dado demasiado y eso para mí, es suficiente mi dulce bombón-.

- Seiya- murmuró.

Su joven esposo le acarició el rostro con ternura –mi dulce bombón, mi Serena- susurró cerca de sus labios –gracias por entrar en mi vida-.

- Gracias por aceptarme en ella-.

- Vamos a dormir – él la tomo de la cintura y cerró la puerta de la habitación de sus hijos, para encaminarse a la suya.

- Seiya- murmuró angustiada.

- Si bombón-.

- Sabes que te quiero ¿verdad?-.

Una sonrisa se dibujo en el rostro de su esposo –lo sé-.

Ella se acercó a él y depósito un tierno beso en sus labios.

Seiya en un acto que ruborizo a su esposa, la tomo en brazos al entrar en la habitación, depositándola con delicadeza en su cama. Instantes después él yacía dormido mientras su esposa lo veía con tristeza, aún en la oscuridad, las silenciosas lágrimas de la rubia podían observarse debido a la luz de la luna que entraba por la ventana del dormitorio.

- "Gracias por darme todo lo que siempre soñé, una familia, y perdóname porque pese a todo aún lo amo a él"- eran los pensamientos que atormentaban a la chica, porque él no se lo merecía, porque se sentía una infiel traidora por sentir aún algo por aquel que años atrás le rompiera el corazón de la forma más cruel.

Continuará…

¡Hola a todas!

Les dije que había Sailor Lady para rato y estoy cumpliendo, jejeje, por lo pronto aquí esta mi nueva historia, si se dirán o preguntarán ¿Qué?, ¿Porqué?, ¿Cuándo? ¿Dónde?, bueno, saben que leyendo descubrirán todo eso y más, jiji.

De antemano agradezco sus comentarios, críticas, sugerencias, saben que todo lo escrito por ustedes con respeto es aceptado y procesado.

Este fic esta dedicado a todas aquellas personas que leen mis historias y que siempre me han mostrado su apoyo a pesar de lo que me tardo en actualizar, lo lean o no, este es un premio a sus porras chicas.

Y por las actualizaciones, bueno, espero no demorar, propósito de año nuevo, ponerme las pilas y ser más responsable en ese aspecto.

Ahora si, gracias por todo…bye