Disclaimer: Axis Powers Hetalia © Hidekaz.
Advertencia: Two-shot. Juego de tiempos. NyoUSA, otras Nyos. Universo Alterno. ¡Fin de año Escolar! Muy…cursi y bobo xD
Pareja Principal: UKxFem!USA/ArthurxEmily. Lituania + NyoUsa.
Parejas Secundarias: EspañaxNyoRomano/AntonioxChiara, AlemaniaxNyoItalia/LudwigxDacia, Franciax?, Prusia + Hungría.


Se Mi Pareja de Baile

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El director de la escuela había pensado en la idea propuesta por los docentes, que no solos los del último año tuvieran su fiesta de graduación, también que se invitaran a los del penúltimo año, para que puedan sentirse asombrados y maravillados con lo que les vendrá a ellos en un año más. La idea era buena, sin embargo… ¿qué hay con las parejas? La tradición es ir al baile con pareja. Eso se mantiene. En el último y penúltimo año pueden traer a sus parejas, no importa quien sea, cabe la posibilidad de alguien de la misma clase o de otra, o de un año menor, incluso la abuela si el alumno se encuentra indeciso y deprimido al ser rechazado por todos.

Esa idea, fue fantástica para los adolescentes de todas las clases, felices en festejar en grande.

Desde ese preciso momento comenzaron a buscar sus parejas de baile. Muy ilusionados con los populares, recibiendo un no como respuesta. Obviamente los populares irían con los de su especie, no con un cualquiera, nerd, idiota, infantil, poco apreciado, pervertido como Francis, quien por milagro una chica de una clase menor le dijo que sí. Ni siquiera la conocía, pero era bonita. Se sentía feliz, no paraba de sonreír más aun al pedirle su Facebook. Arthur le tenía envidia. ¿Por qué? ¡Por que no tiene una pareja! Solo la tiene en mente, ideada para solo para él, imaginando bajo la luz de la luna y el cielo estrellado, tomando las delicadas manos de Emily Jones del penúltimo año, perteneciente al club de beisbol femenino, al fin declarándose, pero…quizás una espada perversa atreviese su corazón, hiriéndolo por el rechazo.

Le gusta Emily. Pocas veces han entablado una conversación, un miserable intercambio de palabras si no fuera por Govert al tener su hermana menor Emma como compañera de Emily.

Y con la única persona que desea ir al baile, es con ella. No quiere otra persona, no quiere a otra chica. Es su única y última oportunidad en su vida para decirle lo que siente, después no volverá a verla. No importa si es rechazado.

― ¡¿Y si me rechaza, Francis?! ―claro que no le importa…le importa demasiado lo que le vaya decir la rubia de orbes azules― ¡¿Si me dice que no quiere ser mi pareja de baile, que ya la invitaron?! ¡¿Si le soy repugnante?! ¡No podré ir a la fiesta de graduación, no quiero llevar a mi abuela, bloody hell!

― ¡Primero cálmate, Arthur! ―se levanta del césped, agarrando los hombros del desesperado para dejarlo donde estaba antes, sentado como todos en el patio de la escuela― No te va a rechazar, te doy mi palabra.

Arthur pestañea con el ceño fruncido, no convencido con las palabras de su mejor amigo-rival, quien mantiene su posición en sostenerle sus hombros en vista de Antonio y Gilbert.

―Parece una escena gay. ―menciona el albino dando un mordisco a su manzana.

El rubio de cejas gruesas reacciona alejando las manos de su compañero. No está interesado en cambiar su orientación sexual, menos con Francis. Ni Francis menos, aunque le haga bromas homosexuales. Bueno, los mejores amigos siempre crean y tienen sus momentos homosexuales. En verdad, aquellos momentos son mutuos.

Entonces Francis le vuelve a decir que Emily no lo rechazará. ¿Cómo puede estar tan seguro?

―Enserio Francis, ¿cómo me encuentras físicamente? ―Kirkland desea matarse por preguntarle tan descabellada pregunta, aturdiendo al castaño y al albino.

¿En verdad quiere su respuesta sincera? Uhm… Francis le mira de arriba abajo con sus ojos expertos, tiene en mente dos carreras luego de salir de la escuela: estilismo o cocinero gourmet, siguiendo concentrado en cada detalle del inglés.

Nada mal. Le gusta.

Arthur entrecierra la mirada. Es enserio.

Bien.

―Si fuera una chica, viendo tu actitud, correría espantada. ―es lo más sincero tratando de no ser agresivo.

Arthur quiere desaparecer, está perdido ante la estadounidense, todo se perdió.

No es así. Gilbert se acerca dándole palmaditas en la espalda, con entusiasmo. Debe seguir, aun queda tiempo, una semana, pero queda tiempo.

Debió haberse declarado antes, mucho antes, no estaría pasando por este problema del baile, sobre todo al haber tenido tantas oportunidades, tantos momentos indicados para declararse. ¿Y qué pasaba? Arthur se ponía nervioso y sonrojado, parecía un idiota y un hámster con problemas cardiacos, sin poder hablar, aburriendo a la pobre chica. Es tímido con ella.

Kirkland quiere matar a Antonio por decir todo eso. ¡Pero es la verdad! Excusa. También quiere ser sincero y ayudar, a pesar de no ser su gran amigo. Gilbert le da la razón en perder las millones de oportunidades, debió hacerlo como él al pedirle a Elizaveta ser su pareja de baile. ¿Bromea? Es imposible que la húngara le haya aceptado.

Sonríe. Principiantes, el grandioso maestro les explicará el secreto ante las chicas. Arthur alza una ceja, pensando que lo que hizo fue una tontería.

―Fue muy sencillo ―comienza el germano―. Todos los días le pedí a Eli ser mi pareja de baile, diciéndome que no. El grandioso yo siguió sin decaer ante sus retundas negaciones y patadas mortales. Todos los días le preguntaba hasta cansarla. La irrité un poco, pero funcionó. Keseseseseseseses.

―…

Los tres silencian, no opinan.

―Ese es el secreto con las chicas. Insistir hasta cansarlas, dándose cuenta que la única manera de detener a uno, es aceptando. Soy un genio grandioso. ―jura ante esto que Einstein es pequeño a su lado.

―No entiendes el concepto de la sensibilidad con las mujeres, ¿verdad? ―dice el británico, confirmando por enésima vez conociendo a Gilbert, que es un idiota. Éste se desentiende.

―Como sea ―pronuncia el francés hacia el aproblemado―, hoy le vas a pedir a Emily ser tu pareja.

― ¿Qué? ―se bloquea.

―Nosotros te apoyaremos. ―confirma el español, empuñando las manos a la altura de su cuello, para el ataque "Sé mi paraje de baile"

― ¡Así es! ―luego sigue Gilbert, uniéndose. Los tres se unen dando su apoyo de amistad a Arthur, quien se siente extraño e incómodo. Francis siente lo mismo.

―Siento que nos estamos comportando como niñas. ―lo único que les faltaba son las revistas de los artistas de moda, conversar y gritar por Justin Bieber.

(…)

Arthur se encuentra nervioso esperando detrás de una pared que da con el pasillo de los casilleros de la escuela, siendo acompañado por sus tres grandes, muy grandes amigos. Amigos como esos, para qué tener enemigos.

Esperan que pase Emily. Siempre va buscar sus pertenencias en el casillero para la próxima clase. Conocen su rutina. Parecen espías, y al inglés le da miedo esa actitud.

Se asoman a mirar…

― ¡Ahí viene! ―Antonio grita en susurro. Francis lo hace silenciar― Perdón.

―Bien mon ami, ahora respira profundo ―le dice al británico, enseñándole calmar los impulsos y el descontrol de perderse ante la mirada azulina de la americana―. Tú puedes, ve por ella, galán.

―Yo puedo ―repite confiado sin tomar atención a su tensión―. Soy Arthur Kirkland, soy inglés, soy inglés, soy inglés…los ingleses son románticos… ―y así va hablando consigo mismo, alejándose de los demás en caminar hacia Emily.

― ¿Crees que lo logre? ―cuestiona Beilschmidt mirando al hispano.

―Se me perdió la fe.

Mientras tanto con Arthur, la figura de la rubia se mantiene ordenando el casillero, haciéndose más cerca a sus verdes ilusionados. Cada avance con sus piernas, hace su corazón latir con fuerza.

Traga.

Se detiene frente a ella, intentando no perder la fuerza de la confianza y la personalidad en pedirle ser su pareja de baile.

La joven Jones se percata de su visita, juntando la puerta del casillero para verlo mejor y no ser descortés.

―Hola Arthur. ―surca los labios… ¡Se ve tan linda, demonios!

―Ho-Hola. ―se da cuenta de su saludo estúpido. Ya debe pensar lo tonto que es, sobre todo al no decir nada más.

La rubia mira a los lados. ¿Qué le debe decir?

― ¿Necesitas algo? ―accede a despertarlo, no obstante el muchacho se está perdiendo en la tonalidad de sus dos par de luceros causando sensaciones enamoradizas en su interior, sintiendo los pómulos calentarse al tenerla tan cerca, y esa maldita timidez que no le deja hablar le va ganando con supremacía.

Vamos Arthur, puedes intentarlo, no importa que sea tartamudeando, ¡pero se lo tienes que pedir!

¡Tú puedes, Arthur!, gritan mentalmente Antonio, Francis y Gilbert, asomados, viendo la espalda tiesa de su amigo.

―Te-Te-Te gu-gu-gusta-ta-ta… ―le complica. Su corazón late más y más, puede llegar a su garganta de esta manera. No se está sintiendo bien, para nada. El calor sigue subiendo. Sus sentidos se van perdiendo, esas malditas y condenadas mariposas en su estómago desordenándolo completamente.

No puede.

Es demasiado. Todos sus sentidos llegan al límite hasta escapar humo por su cabeza, donde su rostro es un tomate, que Antonio podría confundir.

Y se desmaya.

― ¡Dios, Arthur! ―Emily se espanta agachándose en ayudarlo, enseguida siendo interrumpida gracias a Francis y Gilbert, quienes toman el cuerpo del desmayado.

―Tranquila, le sucede a menudo, jajajaja… ―esfuerza una risa para no preocuparla, llevando a Arthur de la cabeza, mientras Gilbert lo toma de las piernas.

―Sufre de…de…desmayifargarforis. ―aporta Gilbert recibiendo la mirada confusa de Bonnefoy. ¿Qué cosa era esa enfermedad? Y justamente Emily pregunta sobre la rara enfermedad que no conocía ni por televisión, ni en clases de biología.

― ¿Desmayis…qué?

―La desmayifargoforis ―continua Francis, actuando muy bien―, ha estado de moda esa enfermedad.

―Le dijimos que se tomara los medicamentos ―niega con la cabeza lo testarudo que es Arthur con sus medicamentos supuestamente, ya sin saber que más agregar, reaccionando en estar dejando en ridículo al inglés―. Em… ¡Lo llevaremos a la enfermería para darle los medicamentos! ¡Cuídate!

Se esfuman a toda velocidad con Antonio guiándoles el camino a la enfermería. Dejan a Arthur sobre la camilla recibiendo las palabras de la joven enfermera de la escuela, solo fue un simple desmayo al tener todas las emociones conectadas en un solo punto, aumentando el ritmo cardiaco. Con ese exceso, su cuerpo no pudo resistir y se desmayó.

Comprenden. Bueno, Arthur tendrá que quedar unas buenas horas en la enfermería, vienen las clases y no pueden perderlas.

Luego de treinta minutos, Kirkland va despertando con molestia de la luz y por el dolor de cabeza. Abrir y cerrar los parpados varias veces le ayuda a mantenerse despierto, mascullando en silencio, preguntándose que le pasó para llegar a la camilla de la enfermería.

La enfermera le hace recordar que se desmayó sin decir frente a Emily. Y lo trajeron sus amigos quienes se fueron a clases.

Gracias, que gran amigos son…por lo menos debió uno quedarse si le interesaba su salud. Vale soñar.

Suspira cansado sin saber que hacer, sin saber cómo enfrentarse a la estadounidense, más ahora que sufrió un accidente bochornoso frente a ella.

¡Se quiere morir!

La rubia ño puede encontrar patético ahora…

―Vino una chica llamada…Emily, preguntó por ti. ―informa la joven enfermera llevando un dedo bajo sus labios, intentando hacer memoria de la visita rubia, que no pudo dejar entrar, ya que el paciente necesitaba reposo.

Oh Dios mío… ¡entonces en este mundo nada está perdido! ¡Emily se preocupó por él!

―Le dije que solo fue un desmayo y que necesitabas descansar ―sigue emocionando de ilusiones no perdidas del inglés―. Veo que ya te sientes mejor, puedes retirarte, pero ve con cuidado. ―le da las últimas instrucciones despertándolo.

Arthur tenía la mirada perdida en sus sueños, imaginar la reacción de la menor correr a verlo a la enfermería. Debió pasar un susto, que de seguro esos idiotas no fueron capaces de explicarle lo de su repentino desmayo. Apuesta que le dijeron algo estúpido y vergonzoso.

No esperaba más de ellos tres.

Al terminar las clases, no pudo volver a ver a Emily. Por ninguna parte la veía, por ningún pasillo ni en su casillero. No quería tratar de nuevo en pedirle ser su pareja de baile, solo quería verla y decirle que no se preocupara, que ya estaba bien, recuperado.

Se sintió un poco triste, sus hombros decayeron siendo empujado por el albino y por el rubio. El hispano se marchó antes, vivía a una cuadra de la escuela.

―Bien ―Francis carga su bolso acomodándolo en su hombro―, solo hay una semana para que se confirmen los que irán al baile. Y mañana Arthur, lo vas hacer ou oui. No habrá más oportunidades.

El muchacho de cejas gruesas continúa caminando, mirando de reojo al que habló, no convencido en volver preguntarle correctamente a Emily, sin equivocarse. ¿Qué caso tiene? Si lo hace, se desmayará, no puede controlarse. Ella le succiona hasta el alma.

Francis lo quiere hacer entender que si sigue actuando como niñito de primaria enamorado, no conseguirá nada, la perderá para siempre, y con el tiempo no se puede jugar para retrocederlo. De acuerdo, todo el mundo se coloca nervioso frente a la persona que le gusta, pero no se exagera en la perdida de la conciencia.

No hay caso.

Es turno de Gilbert abrazándolo sin cariño por el cuello, de esos abrazos "¿Somos amigos o no somos amigos?".

―El grandioso yo te dirá un truco para no sentirte nervioso frente a Jones ―hay va con sus datos secretos que no todos lo pueden saber de su boca, solo los cercanos. Ayudará a Arthur―. Come un poco de chocolate antes de hablarle, te sentirás bien.

― ¿Chocolate? ―pregunta el británico, sintiendo que es una broma.

―Claro ―Francis exclama emocionado haciendo girar el rostro del anterior―, el chocolate es excelente para las emociones. Eso puede servir.

―Pero…

―Nada de pero ―le corta el germano alejándose del él, con mirada seria―. ¿Lo harás o no? O bailarás con tu abuelita.

A Arthur le da un escalofrío a la mención de su abuelita. No es que la odiara, la adora con todo su ser, mas jamás la llevaría a un baile de adolescentes graduados de la escuela. Y él desea estar con Emily, no con su abuelita que la ve prácticamente todos los años.

Entonces decide hacerlo una vez más. Mañana por fin le pedirá la mano para ir al baile. Suena a matrimonio…

―Excelente, el grandioso yo se encargará de traerte el chocolate. ―se ponen de acuerdo, llegando al final del camino. Se deben separar a seguir los propios a sus hogares. Se despiden y se marchan.

Ojalá mañana resulte, o acabaría colgándose de un séptimo piso.

Ese chocolate le tiene que ser útil, maldita sea.

(…)

Durante el receso le comentó a Antonio, a Gilbert y a Francis que no pudo dormir bien, los nervios lo comían pensando y adelantándose a los hechos al pedirle a Emily su anhelada petición. Le dolía el cuello por la maldita almohada, que no ayudaba en nada para conciliar el sueño. Se movía para todas partes, respiraba agitado sin estar cerca de la menor de orbes azules con su sonrisa inquieta, sin dejar de recordar que estuvo preocupada por él al desmayarse. Era una divina señal de estar juntos, estaba seguro de eso, incluso el chocolate era una buena señal. ¡Dios existe! Por favor Dios, dígale a Cupido hacer un buen trabajo esta vez y que no le arruine en darle los traicioneros nervios, que por él los haría desaparecer por arte de magia.

No queda nada para una semana, tiene todos estos días para armarse de valor y preguntarle a Emily, pero no quiere dejar escapar más días. Será hoy, cruzando por su mente la estúpida idea de que a lo mejor ya encontró con quien ir al baile.

Ríe suave. Es una tontería.

Escucha a Antonio levantarse del cesped, animándolo en apurarse antes de que termine el receso. Es momento de exhalar e ir al casillero de la norteamericana.

Al llegar, Gilbert le da varios pedazos de chocolate, mientras éste los escucha conversar, escondidos como ayer, esperando esa personita especial.

―Si no resulta, tendrás que buscarte otra chica. ―dice sincero el germano, en donde el inglés no quiere pensar en ello, gracias.

―No seas así. Mon ami está enamorado ―el galo le da palmitas en le hombro del nombrado, quien no deja de disfrutar del chocolate. Es muy delicioso, jamás creyó que el albino hablara enserio―. Que lindo es el primero amor de la escuela. ―suspira romántico junto con el español. Beilschmidt se aterra. ¡Son patéticos!

―Estar enamorado es lindo, sobre todo de mi querida Chiara, aww~. ―a Antonio ya lo rodean los corazones.

Entonces, quiere decir que Antonio consiguió ser pareja de Chiara, la italiana sureña. Debió haberlo pedido con armadura medieval contra golpes y patadas.

―No en realidad ―responde forzando una sonrisa. No quería decírselo a sus amigos por pudor y por tonto―. Hubo una confusión y terminé con Dacia como pareja. ―se alegra, de alguna manera.

No habla enserio. ¿Qué clase de confusión? ¿Acaso se equivocó de gemela? ¡Estúpido Antonio, se suponía que era con la mayor, no con la menor! ¡Idiota!

―Pero no se preocupen ―explica―, Ludwig y yo nos pusimos de acuerdo en cambiarnos las gemelas en el baile. Genial, ¿no?

―Genialmente idiota. ―opina Arthur. Va por el último pedazo de chocolate.

―Con razón West se quejaba tanto, no era por Dacia, era por Chiara. ―ahora lo comprende cuando su hermano menor reclamaba sobre una chica odiosa, donde hubo una confusión.

―Entre ellas no hay muchas diferencias ―agrega Bonnefoy, sintiendo escalofríos al solo nombrar a las hermanas italianas―. La otra vez casi me matan. ―quien no intentaría matarlo, es obvio ante las observaciones de los tres.

Arthur termina con el chocolate, se siente muy bien. Relaja los hombros, Francis lo prepara ahí mismo dándole masajes como si fuera a luchar o estar un campeonato de boxeo profesional. Bueno, es algo parecido, va luchar contra viento y marea, contra sus nervios y mariposas en el estómago, para preguntarle la bendita pregunta del año.

Allá yace la joven, abriendo su casillero.

Go! Arthur, go!

Sus amigos lo apoyan incondicionalmente, gritando en susurros palabras de aliento.

Y ahí va Kirkland, impuesto al servicio de la doncella de su corazón, caminando sin aparentar estar acelerado ni entusiasmado.

Al estar frente a ella, ésta enseguida le pregunta si se encuentra bien, si el desmayo no le causó ningún daño. Todo está perfectamente bien, solo es cuestión de mirarlo y fijarse en sus facciones, en su personalidad cordial y tan caballerosa ante una dama.

Bloody hell, debió traer una rosa. Odia sus ocurrencias tardías, no obstante no es lo principal de su misión. Tiene que preguntarle ahora o callará para siempre.

Tose y carraspea la garganta mostrando su semblante serio. No siente los nervios. Los tiene controlados sin hacerles traiciones.

Entreabre la boca, aspirando el aire…

―Hueles a chocolate. ―el olfato de Emily capta a la distancia el aroma de la golosina en el cuerpo de Arthur, puede ser una loción, ha estado de moda ese aroma, además que le encanta el chocolate.

―Ah, bueno es que ―suelta una risilla nerviosa, sonrojándose en argumentarle porque tiene ese aroma. ¡No te desvíes, Arhtur! Es cierto, tiene que regresar a la normalidad―… Quiero hacerte una pregunta.

―Claro, dime. ―pestañea haciendo un mohín, solo de esperar la curiosidad de la pregunta del mayor.

― ¿Te…? ―le dificulta al principio, resignándose en detenerse y ganarle a todas las sensaciones que colapsaran provocándole un desmayo otra vez. Se comió un chocolate, no sabe si es verdad lo de calmar los nervios, pero vamos al frente― ¿Te gustaría ir al baile conmigo?

¡Al fin! ¡Aleluya!

¡Lo hizo! Gritaron para sus dentro los tres mosqueteros de atrás, celebrando anticipado. Es que…al fin lo dijo, tantos días esperando este momento que parece un sueño difícil de creer viniendo de Arthur. Es maravilloso, tanto que Francis está apunto de llorar de la emoción, como si estuviera viendo el final de una telenovela, donde el amor siempre triunfa.

No puede esperar más al ver la cara llena de felicidad del británico, logrando su tan ansiado cometido de tener a la chica de sus sueños, aunque…no le pidió ser novios, solo ser pareja de baile… ¡Es exactamente lo mismo! Luego del baile, si se llevan bien y se conocen profundamente, habrá algo más allá. El amour~.

Tiene que preguntarle a Arthur como le fue. Obviamente todo resultó, ni se desmayó gracias al chocolate.

Vamos Arthur, ven aquí con tus amigos y cuéntales la gran noticia para ponerse de acuerdo en la hora de juntarse para ir todos juntos a la última fiesta antes de despedirse para siempre de la escuela.

― ¿Y qué te dijo? ¿Qué sí? ―adelanta surcando los labios.

Pero…Arthur tiene la cabeza agachada, sin mirarlos. ¿Qué ocurrió? ¿Qué le dijo? ¿Lo rechazó?

Él niega. No lo rechazó.

Entonces le dijo que sí.

Tampoco le dijo que sí.

¡¿Entonces que le dijo para ponerse tan deprimente?!

―Ella ―su voz disminuye sin tener energía―…ella ya tiene con quien ir al baile.

Es mentira. No es verdad… ¡No, no, no, no! ¡No! ¡¿Pero por qué?! ¡¿Quién es ese imbécil que se le adelantó a su amigo-rival?!

―Toris.

Es una broma, una broma de pésimo gusto. ¿Cómo va ser Toris, por favor? Es solo un enclenque que solo tiene buena amistad con Emily y que… diablos.

¿Y cuándo fue que le pidió ser su pareja? Ayer, ¡justo ayer! Si Arthur no se hubiera desmayado, Tori ya estaría perdido, llorando en los pasillos de la escuela, ¡y no Arthur!

¿Qué van hacer ahora? ¿Qué va hacer Arthur? Invitar a su abuelita ni de broma. Tiene que ser Emily su pareja de baile, no importa si ya está con otro, tiene que serlo sí o sí.

Arthur maldice a Cupido. Es un bueno para nada.

...


N/A: Ouu, que mal por Arthur, se le adelantaron. ¿Podrá ir al baile con Emily? ¿Lo logrará o morirá en el intento? ¿Qué pasará con Toris? Este fic se me ocurrió al escribir el título, por aburrimiento. Entonces comencé a escribirlo bastante emocionada, me gusta como va, ya me queda poco para terminarlo. Solo son dos capis.

El próximo capitulo lo subo más tardar el viernes.

Y cuidado, la desmayifargarforis es peligrosa(?).

Y al fin escribí un UKxNyoUSA que no sea dramático. Extrañaba escribir de romance/comedia.

Saludos, nos vemos!

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