CAPITULO 1 RECONSTRUCCION DE UNA VIDA.
Era el mes de marzo y la noche ya había caído en el jardín de La Madriguera, lugar donde se estaba llevando a cabo una gran celebración pues se cumplía un año de vida de la primera nieta de los Weasley: Victoire, hija de Bill y Fleur. El señor y la señora Weasley no cabían en ellos mismos de la alegría y orgullo que sentían. Como invitados estaban algunos miembros del ministerio y la Orden del Fénix, del banco donde Bill trabajaba, familiares de Fleur, Hagrid, Luna, Neville, obviamente Hermione y Harry no podían faltar, los únicos que aún no llegaban eran la familia Lupin.
La música empezó a sonar, Ron sacó a bailar a su aun novia Hermione y Neville muy caballeroso sacó a Ginny por lo que Luna y Harry se quedaron solos en una mesa.
—Ahora si pareces feliz —dijo la rubia mirando con curiosidad a Harry. El muchacho enarcó una ceja confundido por el comentario.
—¿A qué te refieres?
—A que ya no te ves tan apachurrado como antes, si dices que estás contento es sencillo que alguien te lo crea. Ni siquiera cuando murió tu padrino te vi tan triste, vi su foto, era una chica linda, una lástima que nunca la pude conocer. Recuerda que las cosas que perdemos siempre vuelven a nosotros de un modo u otro. Sé que es imposible que la recuperes, pero deberías mantener la mente abierta, podrías llevarte una sorpresa.
Harry no sabía que contestar. ¿Tan evidente había sido su pasada depresión? ¿Por qué la chica tenía que tocar un tema que tanto le dolía? ¿Por qué Luna?...
Habían pasado ya dos años desde que Voldemort y sus mortifagos cayeron, la paz mágica se había restaurado y la gente continuaba con sus vidas normales. Dos años desde que Harry recuperó la memoria y perdió a un ser muy especial a manos de la mortifaga Bellatrix Lestrange, una pérdida que con el paso de los meses y con el apoyo de sus mejores amigos lograba sobrellevar… pero el recuerdo de Vanessa Prince, hija del también fallecido Severus Snape seguía muy latente en la memoria de Harry. Le resultaba de lo más extraño que Luna tocara aquel tema sobre todo porque nadie lo había hecho desde que sucedió la tragedia. Harry atribuía eso a que sus amigos no querían hacerlo recordar o a que nadie la conocía como él lo había hecho, ninguno de los de la Orden la habían tratado tanto, solo unas cuantas horas o incluso minutos, era complicado que alguien de ellos comprendiera su dolor. El reconstruir su vida era una tarea difícil, pero no imposible y se había prometido seguir adelante, no podía encerrarse y pasársela llorando a cada minuto, no valía la pena seguir sufriendo inútilmente pues no podía hacer nada para cambiar el pasado. Ante todos sus amigos los primeros meses se hizo el hombre fuerte, el que asimilaba todo con optimismo, disimulaba bien su tristeza. Ahora era obvio que Luna Lovegood no opinaba lo mismo. Sin embargo, tenía razón. Después de todo se sentía tranquilo y feliz, claro que no al cien por ciento, pero no podía quejarse.
—Ginny me contó que de nuevo salen juntos. —dijo Luna —Está muy contenta. Ella te quiere mucho.
—Lo sé —dijo Harry y volteó a ver a la pelirroja que justo en ese momento también lo miraba y le guiñaba un ojo mientras Neville la llevaba al compás de la música. —Estamos saliendo desde hace cuatro meses. La hice esperar demasiado para que volviéramos a ser novios.
—Conociéndola esperaría toda una vida para poder estar a tu lado.
Luna sonrió y Harry la imitó, aunque un poco avergonzado.
—Hola Harry.
El muchacho levantó la vista y vio a Remus Lupin y a Tonks que acababan de llegar a la fiesta.
—Voy a buscar a mi padre, te veo luego Harry —se despidió la rubia y se fue.
—¿Y Teddy? —les preguntó Harry a los recién llegados.
—Lo dejamos jugando con Victoire. Esos traviesos se llevan muy bien —respondió Tonks.
—¿Cómo has estado? —quiso saber el licántropo.
—Pues bien, todo normal.
—Me enteré del juicio a los Malfoy. ¿No te arrepientes de haber testificado a su favor?
—No, en realidad a mí no me hicieron nada. Tuvieron suerte de escabullirse el día de la pelea en Hogwarts y crear una coartada para que no los inculparan. Un acto de cobardía e inteligencia a la vez. Y como de costumbre se libran de todos los apuros.
—Tardaron mucho en enjuiciarlos —comentó Tonks.
—Mas bien tardaron mucho en encontrarlos.
Los tres se echaron a reír.
—Molly dice que extraña tenerlos aquí. ¿Por qué no vuelven a La Madriguera?
—Ron, Hermione, Ginny y yo estamos muy bien en Grimmauld Place y lo sabes Lupin. En todo caso los que deberían volver son Ron o Ginny, pero se decidieron a seguirme allá, no es mi culpa… Me gusta estar en la Madriguera, para pasar las vacaciones es perfecta, pero yo no quiero ser un estorbo para la señora Weasley.
—Nunca serás un estorbo, cariño —dijo otra voz, la señora Weasley se había acercado. —Vuelvan a La Madriguera, hay suficiente espacio para todos.
—Gracias señora Weasley, pero no.
Harry trataba de no sonar grosero y es que esa era una discusión no de un día, una semana o un mes, sino de muchos meses atrás. Después de la muerte de Vanessa, Harry tuvo que volver a la casa de Cambridge por sus pertenencias y como le dolía mucho estar ahí, decidió no regresar jamás, aunque le ordenó a Kreacher que cada tres meses volviera para asearla y se mantuviera todo impecable, no podía dejar que la casa se deteriorara. Luego pasó cerca de dos semanas en La Madriguera hasta que Ginny volvió al colegio y todos regresaron a sus actividades normales. Hermione que ya llevaba tiempo sin ver a sus padres se fue de vacaciones con ellos por algunos meses, lo que dejó solos a Ron y Harry. Consiguieron trabajo como aurores en el Ministerio de Magia y ambos muchachos decidieron que había llegado el momento de empezar a vivir como los adultos responsables que eran así que terminaron mudándose a la antigua casa de los Black. Harry aun extrañaba a Vanessa y Ron extrañaba a Hermione quien sólo había mandado un par de cartas diciendo que le iba bien y volvería pronto de sus vacaciones, pero pasaba el tiempo y ella no regresaba.
Harry se divertía mucho recordando el día en que Hermione se les había vuelto a unir….
Aquel día Harry y Ron habían vuelto del trabajo, estaban aburridos y por ello se les ocurrió irse a tomar una copa de whisky de fuego. Al principio todo fueron bromas y chistes, pero luego terminaron como los patéticos borrachos que se ponen a llorar contándose sus penas de amor. Ya muy entrada la noche decidieron volver a Grimmauld Place utilizando la chimenea, terminaron de girar sobre si mismos y como no podían mantenerse mucho en pie se cayeron al suelo mareados.
—¡Jijiji! —se empezó a reír Ron como tonto teniendo a Harry a un lado de él.
—Hay que hacer esto hip… más seguido —dijo Harry entre risas.
—¡Ronald Weasley!
—¡Shhh! ¡Shh! —dijo Ron agitando las manos en el aire.
—¿Y ahora qué? —preguntó Harry.
—Escucho voces. —los dos se empezaron a carcajear.
—¡Ronald!
—Y—yo no digo nada amigo… e—estás alucinando.
—Escucho a Hermione… ¡Jajaja! Oye Harry ¿Tu nunca has escuchado a Vanessa en tu cabeza?
—¡Jajaja!… Un… un par de voces, digo veces, ¡jajaja!… ¡anda párate ya! —le soltó un codazo.
—¿Qué crees que intento hacer? —dijo Ron que como pudo se puso de rodillas y se colgó de una silla para poder ponerse en pie.
Al fin su cabeza quedó por encima de la mesa y al otro lado vio unos enfurecidos ojos marrones bastante familiares. Hermione estaba de pie con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¡Jijiji! ¿Harry? Creo que ya me volví loco… Estoy viendo a Hermione y enojada como tanto me gusta.
—¡Ronald Weasley! —volvió a exclamar la chica rechinando los dientes.
Harry apoyándose de su amigo observó a donde le señalaba y abrió mucho los ojos.
—Yo también la veo —susurró el ojiverde.
—¡Jijiji! Entonces es una alucinación conjunta. Hola preciosa —dijo riéndose como tonto.
—¡Par de…! —Hermione no se atrevió a decir lo que pensaba —¡No soy una alucinación!
Al fin se acercó a ellos, los tomó de las orejas y los obligó a que se sentaran en una de las sillas, obviamente Ron y Harry se quejaron. Luego empezó a caminar de un lado al otro por el estrecho pasillo de la cocina.
—¡Son increíbles! ¡Es que no lo puedo creer! Los dejo solos por un par de meses y miren con lo que me encuentro. ¡Mínimo tengan la decencia de ponerme atención! —les gritó al verlos con la cabeza apoyada sobre la mesa —¡AGUAMENTI!
—¡AHH! —exclamaron los chicos en cuanto les cayó el agua encima de la cabeza.
—¡Se van a bañar ahora mismo y no me rezonguen!
—No eres mamá.
—¡Soy tu novia! ¡Vayan ahora mismo antes de que me enoje más! —los tomó por los hombros y los fue empujando hasta que los vio subir tropezando por las escaleras…
Después de eso fue imposible que Hermione se fuera de la casa bajo el pretexto de "alguien tiene que cuidarlos, parecen niños chiquitos" y para Ron fue la felicidad absoluta, aunque le costó casi una semana que la castaña lo perdonara por la borrachera que se habían puesto
Cuando Ginny terminó el colegio se sentía muy sola en La Madriguera así que al final los cuatro terminaron viviendo bajo el mismo techo y se acoplaban muy bien pues estaban acostumbrados a vivir juntos desde sus años en Hogwarts, con lo que ganaban les alcanzaba y les sobraba con sus gastos y Kreacher se encargaba de todas las labores domésticas. Era mejor dejar las cosas como estaban.
—Oye Harry ¿Nos acompañas por una cerveza de mantequilla? —dijo Ron acercándose a la mesa.
—Si, claro —respondió el ojiverde parándose de un salto para acompañar a su amigo.
—¿Por qué tan tenso? —le preguntó Ron.
—Gracias por sacarme de ahí —dijo Harry en voz baja. —Es tu madre que vuelve a la misma discusión de siempre.
—¡Uy! —fue todo lo que pudo murmurar el pelirrojo y pareció que ambos corrían para alejarse lo más rápido posible. Sus respectivas novias ya los esperaban en otra mesa. Harry abrazó a Ginny por los hombros, ella parecía contenta.
—Chicos, a Fred y a mí se nos acaba de ocurrir una genial idea para divertirnos un rato —dijo George con su gemelo a un lado.
—Así es —dijo Fred —Una competencia para ver quien arroja más lejos a un gnomo.
—Su madre se va a molestar. —advirtió Hermione.
—Que va—dijo Ron con una radiante sonrisa. —Mamá está tan fascinada con los bebés que ni cuenta se dará.
Todos se rieron y se dirigieron a la parte trasera de la casa. En plena oscuridad era difícil encontrar a los gnomos y mucho más difícil el poder atraparlos, se reían cada vez que a alguno tropezaba y caía, era realmente divertido. Participaron todos en el juego, incluso Hermione y el torpe de Neville. Al final el resultado fue sorprendente pues ganó la tranquila y serena Luna Lovegood. Cuando regresaron a la casa llenos de barro la mayoría de los invitados ya se habían marchado. La señora Weasley sólo les lanzó una mirada severa, pero no les dijo nada. Se quedaron un rato más platicando y luego cada quien se marchó a sus respectivos hogares.
A la mañana siguiente en Grimmauld Place, los chicos desayunaban como de costumbre.
—¿Qué les parece si salimos a caminar al parque? Hace un bonito día. —preguntó Ginny a sus amigos.
—Estoy de acuerdo.
—Yo también.
—¿Y tu Harry? —preguntó la pelirroja mientras daba una cucharada a su cereal —Así vamos los cuatro.
—Eh… no gracias, yo me quedó, no tengo ganas de salir.
—¿Piensas quedarte toda la mañana acompañado por Kreacher?
—No seas así, Harry. Vamos, sólo es un pequeño paseo.
—Es que tengo que hacer algo.
—Si no quieres ir no importa —dijo Ginny con tristeza. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Hermione puso los ojos en blanco ante la terquedad de su amigo.
—Miren —Harry se rindió — Ustedes adelántense mientras yo hago lo que tengo que hacer y luego los alcanzo ¿de acuerdo?
—Gracias —Ginny lo abrazó y le dio un beso en la boca.
Pasados unos minutos sus amigos se fueron, la verdad era que el ojiverde no tenía nada que hacer, simplemente no quería salir. Por un rato estuvo hojeando "El Profeta", pero realmente no lo leía, no parecía tener algo interesante, sólo las mismas trivialidades de costumbre. Después de meditarlo un poco se decidió a salir e ir en busca de sus amigos. Con la recién entrada de la primavera el día era soleado, el parque no quedaba lejos así que no tardó mucho en llegar.
Como era domingo el parque estaba lleno de familias muggles, niños corriendo y jugando y parejas de novios comprando helados o charlando bajo los árboles, lo que trajo recuerdos tristes a su mente. Pasó junto a un puesto ambulante donde vendían flores y compró una rosa blanca como la que ponía en la tumba de Vanessa cada que iba al cementerio. Después miró a todas direcciones buscando a sus amigos, pero no los vio por ningún lado así que se sentó en una banca desocupada bajo la sombra de un árbol para esperarlos. Se quedó admirando la rosa y confirmó que eran más bellas las flores naturales que las que podían aparecer con magia.
Alguien se sentó a su lado, pero no le tomó importancia, la gente podía sentarse donde quisiera. Al fin y al cabo, era un lugar público, ¿no?
—¿Una flor para tu novia? —le preguntó la otra persona desde la esquina de la banca.
