Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus autoras Mizuki e Igarashi. Esta historia es de mi autoría como todas las que he escrito y lo hago sin fines de lucro, solo por entretención.


El Heredero

CAPITULO 1

Escocia 1835

Todos se encontraban reunidos en la biblioteca, para escuchar la lectura del testamento que dejó el marqués de Andrew. Un hombre muy querido y respetado en Escocia, que murió hace tres meses atrás.
En el amplio escritorio de madera, de color ciruela, estaba sentado George Johnson, el abogado del marqués y encargado de leer el testamento. Frente de él se encontraba la familia. Encabezada por Elroy Andrew, hermana del marqués. Su hijo Anthony, el único que tuvo con su esposa Antonia. Él estaba acompañado de su prometida Candice White, una hermosa joven que vive en la mansión Andrew, ya que al morir sus padres ella quedo desamparada. El marqués tubo la bondad de acógerla en su mansión, por ser la prometida de su hijo, sino también porque le tenía un especial cariño a Candice. También se encontraba presente un primo del marques, Luis Leagan Andrew, con sus dos hijos Elisa y Neil Leagan.

—Voy a comenzar a leer el testamento –dijo George mirando los papeles que tenía en sus manos –Yo William Andrew, marqués de Andrew, dejo por herencia a mi hermana Elroy la residencia que tengo en Paris. A mis sobrinos Archie y Stear Cornwell que se encuentran de viaje, les dejo una buena cantidad de dinero, para que lo utilicen en lo que necesiten. Lo mismo que a los hijos de mi primo Luis, Elisa y Neil Leagan. A Candice White la prometida de mi hijo Anthony, le dejo las joyas que pertenecieron a mi esposa Antonia. Y a mi hijo Anthony le dejo la mitad de mis bienes, porque la otra le pertenecerá a mi hijo Albert Morrison, al que nunca llegué a conocer y que heredara el título de marqués.

—¿De qué hijo está hablando mi padre? –preguntó Anthony parándose bruscamente del sillón donde estaba sentado.

—De un hijo que tuvo tu padre en su juventud –respondió Elroy, que conocía muy bien la historia de su hermano.

—¿Y por qué nunca me lo contó?

—Porque era un secreto que él tenía muy bien guardado.

—Yo tampoco sabía que mi primo tenía otro hijo –comentó Luis desconcertado.

Anthony que era un joven de veintidos años, rubio y de ojos azules, se tomó la cabeza con una de sus manos, tratando de asimilar lo que estaba pasando.

—¡No puedo creer que mi padre tenga otro hijo!

—Anthony me imagino lo difícil que debe ser para ti todo esto –le dijo Elroy –Pero tienes que aceptar que tienes un hermano y que el tomara el lugar de tu padre como marqués.

—¡No lo acepto! –expresó Anthony –Yo me he preparado todos estos años para hacerlo, es injusto que venga otra persona a tomar mi lugar.

—Anthony tiene razón, él tiene que ser el marqués de Andrew, no un desconocido –añadió Elisa que siempre ha estado enamorada de él.

—Mi amor cálmate –le pidió Candy viendo lo mal que estaba su prometido.

Ella era una joven de diecinueve años, muy bella, de cabellos rubios y unos encantadores ojos verdes que la hacían iluminar su rostro.

—Cómo quieres que me calme, después de lo que me acabo de enterar –protestó enfadado.

—Es lo que corresponde Anthony –le explicó Elroy –Albert es tu hermano mayor, por eso él es el heredero del título de marqués.

—La señora Elroy tiene razón –añadió George –Albert Morrison tiene que ser el próximo marqués de Andrew.

—¡Eso nunca lo voy a permitir! ¡Nunca! –gritó Anthony saliendo corriendo del salón.

Elisa lo miró para seguirlo, pero Candy se le adelantó, alcanzándolo en el jardín de la mansión.

—Mi amor, tranquilizate por favor –le pidió ella tomándolo por el brazo.

—Me siento tan decepcionado, porque mi padre me hiso algo así. Yo merecía ser su sucesor, porque le dejo el título a ese desconocido.

—Te entiendo Anthony, pero tienes que respetar la voluntad de tu padre. Además te guste o no tienes un hermano.

Él se apartó de ella dándole la espalda.

—No puedo aceptarlo, yo siempre he sido hijo único.

—Pero es tu hermano y lleva tu misma sangre –le dijo Candy colocándose frente de él.

—No sé qué pensar de todo esto, me tiene muy confundido.

—Me imagino, pero yo estoy aquí para estar contigo apoyándote en todo.

Anthony le sonrió tomándole el rostro con una de sus manos.

—Gracias Candy, no sé qué aria sin ti–le dijo dándole un beso en los labios.

Elisa llegó en ese momento, viendo la romántica escena entre Candy y Anthony, causandole un gran dolor en su corazón.

"Como te odio Candice White, por tu culpa Anthony no me ama, pero no voy a dejar que seas feliz con él", pensó Elisa llena de odio.

...

Londres.

Al sur de Londres vive Albert Morrison, un hombre sencillo que no ha tenido una vida fácil, ya que su madre murió cuando él era un niño y a su padre nunca lo conoció. Sin embargo ha sabido a salir adelante con mucho esfuerzo y trabajo, que lo ha trasformado en un hombre con un carácter fuerte y luchador.

Él se encuentra trabajando en una granja, junto a su amigo Tom Steven, que es como un hermano para él, ya que se conocen desde niños y han pasado muchas aventuras juntos.

—Albert que te parece si por la tarde vamos al bar a tomar una copa –le sugirió Tom que estaba limpiando con una escoba uno de los graneros de la granja.

—Claro vamos –contestó Albert que estaba ordenando unos sacos de trigo –Nos hace falta distraernos un poco.

Albert era un hombre alto, de ancha espalda y brazos fuertes. Tenía el cabello rubio un poco largo y unos cautivadores ojos celestes. El siempre vestía sencillamente, como en esta ocasión que lucía una camisa vaquera entre abierta y acompañado de unos pantalones negros y botas cafés.

—Espero que tu novia no se moleste.

—¡Dorothy! No, a ella no le molesta cuando salgo contigo.

—Va muy bien su relación, ¿verdad?

—Si –sonrió Albert –Ella es una mujer maravillosa.

—¿Y cuándo se van a casar?

—¿Casarnos?

—Sí. ¿Acaso no deseas casarte con Dorothy?

—Claro que quiero casarme con ella –contestó dejando un saco encima de otro –Pero todavía no tengo dinero para eso.

—Tienes razón, para casarse hay que tener dinero, después vienen los hijos y hay que tener con que mantenerlos.

—Así es amigo.

—Lo peor de todo que he escuchado que el patrón quiere vender la granja.

—Yo también lo escuchado y eso me preocupa, porque nos podríamos quedar sin trabajo.

Tom dejó de barrer.

—Pero no es la primera vez que nos pasa ¿verdad?

—Si Tom, muchas veces nos hemos quedado sin trabajo, pero siempre terminamos consiguiendo algo.

Dorothy la novia de Albert llegó en ese momento. Ella es una joven sencilla y de buenos sentimientos, que también trabaja en la granja como sirvienta.

—¿Dorothy que haces aquí? –le preguntó Albert acercándose a ella.

—Mira te traje un rico jugo de naranja, lo acabo de preparar –contestó pasándole la copa.

Albert la bebió con ansiedad.

—Gracias mi amor, tenía mucha sed.

—Yo también tengo sed –se quejó Tom en tono de broma.

—Lo siento Tom, pensé que Albert estaba solo –se disculpó Dorothy –Pero en la cocina quedo un jarró con jugo si quieres tomar.

—Bueno voy a la cocina, así los dejo solo –dijo Tom caminando hasta la salida del granero.

Cuando Tom se fue Albert tomó a su novia por la cintura y la besó apasionadamente.

—Moría por besarte –le dijo Albert al romper el beso.

—Y yo moría por sentir tus labios. ¡Te amo Albert!

—Y yo a ti. ¿Dorothy te gustaría por la tarde acompañarme al pueblo a comprar unas cosas?

—¡Me encantaría! Pero no puedo, tengo que preparar una cena especial para el patrón, tiene invitados.

—No me gusta que trabajes tanto –le dijo Albert mirándole las manos que las tenía muy maltratadas –Como quisiera tener dinero para tenerte como una reina.

—Con tu amor me es suficiente –le dijo ella abrazándolo –Bueno te dejo, tengo muchas cosas que hacer. A se me olvidaba decirte que te llegó una carta.

—¡Una carta! –repitió Albert extrañado.

—Sí, te la dejé en tu cuarto.

—¿Y de quien es la carta?

—El cartero me dijo que era de un señor llamado George Johnson.

—No conozco a nadie con ese nombre.

—Podrías leerla para saber de qué se trata.

—No me interesa…

—Bueno haya tú. Nos vemos después.

—Si mi amor –dijo Albert dándole un beso de despedida.

...

Escocia.

Candy se encontraba en su bonita habitación, recostada en su cama, mientras leía un libro. Sin embargo no se podía concentrar. No dejaba de pensar en el testamento que dejo el marqués y en la reacción que había tenido su prometido al enterarse que tenía un hermano y que este tomaría el lugar de su padre. Eso a ella no le sorprendió, porque días antes de la muerte del marqués él se lo había confesado.

Flashback.

—¿Tío William como se siente? –le preguntó Candy al marqués, que era como ella lo llamaba.

—Mal, sé que pronto voy a morir –contestó el con la voz entre cortada.

—No diga eso. Tiene que ponerse bien. Anthony lo necesita, todos lo necesitamos.

—Anthony, mi hijo, lo voy a extrañar mucho –dijo el marqués con tristeza - Pero ya no tengo las fuerzas para seguir adelante. Candice tienes que apoyar mucho a Anthony, se vendrán cosas difíciles para él.

—No tiene por qué pedírmelo tío William, usted sabe lo mucho que quiero a su hijo.

—Por eso tienes que estar a su lado cuando yo muera, y se entere de un secreto que he guardado todos estos años.

—¿Que secreto? –le preguntó Candy.

—Candice yo tengo otro hijo. Un hijo que tuve en mi juventud, de una mujer maravillosa de la cúal me enamoré.

Candy lo miró sorprendida.

—¿Y dónde está ese hijo?

—No lo sé…Lo he buscado todos estos años, pero no logre dar con su paradero. Mi hermana Elroy y George se encargaran de seguir buscándolo, porque él tiene que tomar mi lugar.

—¿A qué se refiere tío William?

—Candice ese hijo tiene que ser el próximo marqués de Andrew.

—Eso no va ser fácil para Anthony, él siempre ha soñado con serlo.

—Lo se…por eso tú tienes que convencerlo que acepte mi última voluntad y a su hermano –le pidió el marqués tomándole una mano –Por favor Candice prométeme que será así.

—Se lo prometo tío William, are todo lo posible para que se cumpla su última voluntad.

—Gracias hija, así me moriré más tranquilo.

Fin del flashback

"Tengo que cumplir la promesa que le hice a tío William", pensó Candy en ese momento.

En eso tocaron la puerta.

—Pasen –dijo ella.

Elroy con paso lento entro a la habitación, luciendo un vestido negro de terciopelo.

—¿Candice podemos hablar?

—Por supuesto tía Elroy –contestó ella cerrando el libro que tenía en sus manos.

La anciana caminó hasta una silla, que estaba al lado de la cama de la rubia, ahí se sentó.

—Candice me tiene preocupada el comportamiento de Anthony. No quiere aceptar a su hermano.

—A mí también tía Elroy.

—Candice tu eres su prometida y pronto serás su esposa, tienes que convencerlo para que cambie de opinión.

—No se preocupe, yo me encargaré de convencerlo. ¿Pero cuénteme tía Elroy se sabe dónde está el otro hijo de tío William?

—Si, logramos encontrarlo, justo ahora que mi hermano ya no esta con nosotros –contestó Elroy con tristeza–Sin embargo eso me tiene tranquila, porque estoy cumpliendo con lo que quería William.

—¿Y dónde se encuentra el?

—Vive al sur de Londres, en una granja. George le envió una carta contándole todo.

—¿Y si no resive la carta tía Elroy? –preguntó la joven.

—No te preocupes por eso, porque hoy le pedí a George que viaje a Londres para que hable con él personalmente.

—Espero que ese joven venga pronto a tomar el lugar de tio William.

—Yo tambien, Candice -dijo Elroy pensativa.

...

Luis Leagan había llegado con sus hijos a su residencia, que estaba en las mismas tierras de los Andrew. Elisa subió a su habitación para descansar. Pero él y su hijo Neil se quedaron en el salón para conversar y beber una copa de whisky.

—¡Aun no puedo creer que William no me haya dejado nada! –expresó Luis dando unos pasos por el elegante salón.

—Pero a Elisa y a mí nos dejó una buena cantidad de dinero –le recordó Neil que estaba sentado en un sofá de color verde.

—¡Puras migajas!

—Peor es nada papá. El que salió perdiendo en todo esto fue Anthony, no podrá ser el próximo maqués de Andrew.

—Sí, lo será ese supuesto hijo que tubo William en su juventud.

—¿Papá de verdad tu no sabías nada sobré eso?

—No lo sabía–contestó Luis bebiendo whisky –Estoy tan sorprendido como tú. Lo peor de todo que ya no solo será Anthony que tengo que sacar del camino, sino también a ese bastardo.

—¿De qué hablas papá?

—De que yo tengo que ser el próximo marqués de Andrew.

—¿Tú papá?

—Sí. No olvides que soy primo de William y si él no hubiese tenido hijos yo habría sido su sucesor.

Neil sonrió.

—Ya entiendo papá, tienes que sacar del camino a Anthony y a ese otro hijo de tío William para ser tú el marqués de Andrew.

—Exacto Neil, pero para lograrlo tú me tienes que ayudar.

—Por supuesto que te voy ayudar papá –dijo Neil parándose del sofá –Nunca he soportado a Anthony y a ese bastardo ni siquiera lo conozco. Así que estoy dispuesto hacer lo que tú digas.

—Gracias hijo. Con tu ayuda será más fácil destruir a Anthony y al heredero.

Continuará...


Hola mis lindas Chicas.

Espero que todas se encuentren muy bien, las extrañe mucho. Después de un largo receso, por tiempo y por qué estuve con problemas de inspiración, no había podido subir un nuevo fic. Pero ya estoy de regreso con otra de mis historias. Espero que les guste, es de época y tiene mucho romance e intrigas.

Un fuerte abrazo para todas y muchas bendiciones.