¿A quién llamas idiota, idiota?
#1- ¿Es todo lo que vas a decir?
1.
Llevaba al menos 40 minutos sentado de la misma forma, de brazos cruzados y con las piernas abiertas. Nerviosa, la anciana junto a él observaba, con un extraño gesto de simpatía, su expresión; su el semblante serio, sus ojos, que ahora eran dos estrechas rendijas y su ceño fruncido, e intentaba sin éxito descifrar los refunfuños casi inaudibles que provenían ocasionalmente de su boca desde hacía ya más de hora y media de viaje. Lo venía observando disimuladamente desde entonces. Se encontraba en esa posición incluso mucho antes de que el avión aterrizara, a lo más se irguió levemente en su asiento en cuanto escuchó la voz del piloto anunciar que, por fin, habían llegado a destino.
La pequeña luz que indicaba que ya podían desabrocharse los cinturones de seguridad se activó, acompañada por la inconfundible campanita. Ágilmente, todos los pasajeros comenzaron a levantarse de sus asientos, pero claro, no tan ágilmente como él, no. Muy rápidamente y sin abandonar nunca esa aura oscura y densa que lo acompañaba desde hacía ya la mitad del viaje, sacó su equipaje del compartimento superior y caminó por el pasillo hacia la salida. Apenas se detuvo a responderle a la anciana con un "Sí, gracias, abuela", sin si quiera cambiar el monocorde tono de su voz, cuando ésta le deseó un afectuoso "Buena suerte, joven"
Bajó del avión. Un teléfono. Necesitaba encontrar un teléfono cuanto antes. Por otra parte, la necesidad de ir al baño se había vuelto también apremiante. Durante las últimas horas de viaje estuvo tan ocupado pensando que no se le ocurrió si quiera levantarse a usar el baño. Ahora que se había puesto de pie, sus intestinos de pronto sufrían la inevitable modificación de la gravedad. Ok, ok. Un baño. Un baño y luego el teléfono.
2.
Tampoco era tan distinto. Hasta donde ella recordaba, los domingos siempre eran aburridos. Sin escuela, sin actividades del club. Ahora, más aburrido era un domingo de vacaciones. Y claro, más aburrido aún puede resultar un domingo de vacaciones luego del fin de tu último año escolar.
Trató de convencerse de que era eso. De que la nostalgia y la extrañeza de no ser más una estudiante de Kaimei, de no asistir más a clases, ni de participar en las actividades del club, era lo que la había puesto de pronto tan afligida. Hoy mismo, de hecho, ni si quiera quiso ir al cine con su familia, actividad que siempre disfrutaba hacer. Optó por quedarse como estaba ahora, sentada en el sillón de la sala, comiendo un pelocan, viendo una repetición del capítulo especial de Futari wa Nervous, con una cara de extremo disgusto, y gritando tsukkomis que sólo la pantalla podía escuchar. ¡¿Qué rayos?! ¿¡Que acaso esa mujer no está embarazada?! ¿¡Qué hace peleando contra un monstruo?! ¡Ah! ¡Eso es peligroso! ¿¡Qué tipo de mensaje quieren dar?! ¡Programa para niños mi culo! ¡Ah, vomitó!
Suspiró. "Honestamente, qué hago viendo esta idiotez. Switch ni si quiera está aquí". Optó por apagar la tele y se quedó sentada en silencio.
Switch no estaba ahí.
Había pensado en llamarlo, decirle que se juntaran, incluso estaba dispuesta a acompañarlo mientras veía sus animes basura, maldita sea.
Pero no lo había hecho.
La verdad, su miedo casi irracional a estar sola que había brotado desde sus años de Onihime siempre había estado ahí, con el tiempo había aprendido a convivir con él. De a poco se había convertido en un gracioso rasgo de carácter que la llevaba a seguir a ese par de idiotas a todas partes, sin importar la estupidez que estuvieran haciendo. "De verdad que odias estar sola", decía Bossun, como si en verdad no fuera algo importante.
No lo era, ya no estaba sola. Podía llamar a cualquiera de sus amigos cuando quisiera. Podía llamar a Switch…
Pero no quería hacerlo.
Por alguna razón, se sentía incorrecto juntarse con Switch en este momento. Ellos solos. Ellos dos. DOS.
Y NO TRES.
Ah…
Así que era eso lo que la tenía de ese humor este domingo.
A quién crees que engañas, Himeko, ya lo tenías bien claro. Desde ayer al medio día, cuando viste el avión de ese idiota despegar en el aeropuerto y este sentimiento te golpeó en el pecho como un bastón de hockey.
Suspiró
¿Iba a ser siempre así? ¿Qué acaso esta extraña sensación no la iba a abandonar nunca?
Parpadeó un par de veces. ¿El timbre de su celular acababa de empezar a sonar? ¿O es que acaso ya llevaba un buen rato sonando y ella no lo había escuchado? Se levantó del sillón en un acto casi autómata, se dirigió a la mesa y tomó su teléfono. Era un número desconocido. Usualmente no contestaba números desconocidos, pero su estado actual no era el usual. En estos momentos la mente de Himeko era una gran nebulosa color pelocan-queso-azul, y era escasamente consciente de cualquier tipo de acción que el resto de su cuerpo estuviera realizando.
"¿Si?"
"Oi, Himeko"
Durante los próximos años, Himeko se contaría esta historia a sí misma y juraría por lo más sagrado que, en ese preciso momento, su corazón dejó literalmente de latir por varios segundos.
No contestó. Al menos no de inmediato.
"¡Oi! ¿Estás ahí?". La voz del otro lado de la línea sonó más enfadada.
Pasaron un par de segundos.
"Sí", contestó.
"Soy yo"
De nuevo no hubo respuesta.
"¡Soy yo, Bossun!", Volvió a decir la voz, cada vez más cabreada.
"Sí", volvió a decir Himeko, y fue como si hubiera copiado y pegado su "sí" anterior.
"¡Maldición! ¿Es todo lo que vas a decir? Estoy pagando por esta llamada, ¿sabes?"
Y de pronto, ahí estaban de nuevo. Los latidos del corazón de Himeko.
"Ah, ¡Perdón, perdón, Bossun!" exclamó con su típica sonrisa conciliadora, y fue como si nada nunca hubiera ocurrido en el mundo. "Pero estoy sorprendida. ¿No deberías estar en un avión?". De pronto su semblante se llenó de alarma. "O… no me digas… ¿Hubo algún problema? ¿Se tuvieron que devolver? ¿La azafata te sacó del avión porque estabas llorando mucho e importunabas a los pasajeros? ¿¡Bossun, te tiraron sin paracaídas en medio del mar?!"
"¡¿Qué soy, un espía Norteamericano?!" Gritó el chico desde el otro lado de la línea "¿Qué clase de imaginación torcida tienes? ¿Y qué es esa parte en donde me sacan por estar llorando? No soy un niño, ¿Sabes?"
Himeko no pudo si no reír. ¿De verdad las cosas habían cambiado tan poco? "Vale, perdón"
Pero el otro lado de la línea ya no gritaba. Ahora la voz de Bossun había vuelto a su seriedad inicial. "Me acabo de bajar del avión" dijo.
"¡Wow!" Exclamó ella "Así que de verdad lo hiciste. Tengo que admitirlo, una parte de mí no creyó que fueras capaz, Bossun. ¿Estás seguro de que no te bajaste luego de que yo me fui? Apuesto a que ahora estás comiendo papas en el sillón de tu casa." Dijo, con el puro y simple fin de irritarlo. Esperó la inmediata réplica indignada de su interlocutor, pero sólo obtuvo silencio.
"Vamos, Bossun, era una broma" Dijo, preocupada. "No estás llorando ahora, ¿o sí?" Quiso seguir hablando. ¿De verdad se había enojado? Antes de que pudiera decir nada más, la voz en el teléfono la interrumpió.
"Oi", fue todo lo que le escuchó decir, en un tono serio como muy pocas veces le había escuchado.
"H… ¿Hm?"
"¿Fue una confesión?"
"¿Ah?" fue todo lo que atinó a decir, y por el otro lado escuchó un gruñido cabreado. Pudo percibir que Bossun hacía lo posible por no alterarse.
"Lo que me dijiste ayer en el aeropuerto"
Nuevamente, los latidos en el corazón de Himeko brillaban por su ausencia.
"¿Te estabas confesando?"
Pudo sentir su cara volverse roja, tan roja como el gorro de Popman. Creyó querer gritar. Creyó querer colgar el teléfono y arrojarlo por la ventana. ¿De verdad no le daba vergüenza hacerle esa pregunta tan directamente? Se imaginó la cara de Bossun al otro lado de la línea. Sus labios salidos hacia afuera, abriéndose y cerrándose levemente, sus fosas nasales abiertas, sus ojos brillosos, sus cejas levantadas…. Pero no. La voz de Bossun en este momento no reflejaba un sólo gramo de nerviosismo. Era decidida. Ahora que lo pensaba, ella tampoco estaba alterada. Era como si hubiera estado esperando este momento desde hacía tiempo. Como si siempre hubiera sabido que así debía ser.
Decidió responderle con la misma determinación.
"Sí", fue todo lo que dijo.
Hubo un silencio.
"¿Bossun?"
Nadie contestó
"Boss…", pero no pudo terminar de articular ese nombre.
"¡TONTA!", la interrumpió la voz al otro lado del auricular.
"…¿Qué?"
"¿Eres idiota? ¡Qué se supone que tenga que entender de una declaración como esa! ¿¡Qué acaso soy psíquico?! ¿¡Soy uno de esos tipos que leen la mente en el canal de lo oculto?! ¿¡No podías ser más clara?! Maldición, uno necesita enterarse apropiadamente de cosas como esa, Tonta. ¡Tonta!"
Eso fue suficiente. Ya había tenido bastante. No pudo si no dar un fuerte grito al teléfono que de hecho logró que Bossun se callara.
"¡¿Qué estás diciendo, idiota?! ¡¿Qué parte de mi declaración no fue lo suficientemente clara para ti?! Maldita sea, hasta un niño habría entendido una confesión como esa. ¿Qué acaso eres un bebé? Te jactas de ser tan listo con tu modo de concentración y tus gogles, ¿Y no eres capaz de entender cuando una chica se te declara? ¡No me hagas reír! ¡Estúpida oruga cornuda roja!"
"¿¡Qué dijiste?! ¡Por supuesto que no es fácil de entender, maldición! ¡Aparentas haber dejado atrás tu pasado de Onihime, pero en el fondo sigues siendo una mujer salvaje y nada femenina! ¡Oh, ahora lo entiendo! Cualquier tipo al que te le declarases malentendería la situación. Con esa mirada de gorila y esos modales horribles que tienes, cualquiera pensaría que lo vas a desafiar a un duelo a muerte. ¡La verdad, tengo suerte de seguir vivo! ¡Tal vez debería ser conocido como el increíble Fujisaki que sobrevivió a una confesión de la Onihime!" Y dicho, esto, comenzó a reír sarcástica y estrepitosamente.
"¡Suficiente! No voy a seguir recibiendo insultos de un estúpido. ¡Estúpido, Bossun, estúpido! ¿Qué ya no eres un niño, dijiste? ¡Por favor! ¿Tienes idea de lo difícil que fue confesarle mis sentimientos a un idiota sin tacto? ¡Te en cuenta un poco mis sentimientos, maldita sea! Y encima, te tardaste todo este tiempo en entender. ¡Ya me imagino tu cara de idiota en el avión, tratando de darte cuenta!"
"¿Darme cuenta? ¡¿Con tu ridícula confesión al pedo?! ¡Por favor! ¡Por supuesto que necesité ayuda para descifrarlo, ¡Tonta!"
"¿Uh?"
3.
"Joven…"
Como si hubiera sido recién despertado de un trance, levantó la vista. A su derecha, una anciana le extendía amablemente un pañuelo. Sólo entonces notó el par de gotas que manchaban lo que llevaba en las manos, una foto enmarcada de un grupo de estudiantes de secundaria, rayada encima con varias frases y garabatos escritos a mano. Se tocó los ojos, otro par de lágrimas se asomaba por la comisura de éstos, intentando salir.
"Ah… que mal" Dijo, intentando quitarle importancia. "Ellos me la acaban de regalar. Si se enteran de que estuve ensuciándola las cosas se pondrán feas" Agregó, mientras pasaba su manga por la zona mojada, justo entre el escrito que decía "¡No es que te vaya a echar de menos ni nada!", firmado por Saaya, y la serie de emoticones de texto inconexos dibujados por Switch. Acto seguido, se secó los ojos con el pañuelo y se lo devolvió a la mujer, quien lo recibió con una cálida sonrisa.
"Tienes muchos amigos, joven"
"Si" y tras decir esto volvió a quedarse callado.
"Estoy segura de que volverás a verlos pronto, se ve que son buenos amigos."
"¡Si!" Ahora la voz de Bossun había regresado por completo a la normalidad. "Pero, ¿sabe? La verdad, son súper crueles." Agregó. Para la pobre mujer, que no estaba familiarizada con los súbitos cambios de estado del chico, su repentina cara de bebé regañado resultó demasiado sorpresiva. Hizo lo posible por no reír mientras Bossun continuaba hablando. "Por ejemplo, hoy vine a tomar este avión, ¿Bien? Y ellos ni si quiera vinieron a despedirme, ¿Sabe? A excepción de Himeko, son todos unos malagradecidos ¿Sabe?"
"¿Himeko?"
"Ah, es una de mis amigas"
La anciana señalo a la chica rubia que aparecía junto a él en la foto. "¿Se trata acaso de ella?"
"¡Si!" Respondió, sorprendido. "¡Sorprendente, abuela! ¿Acaso eres una detective o algo por el estilo? ¿Acaso tienes habilidades de deducción súper geniales igual que yo? "
Por toda respuesta, la mujer sólo rió. "Se ve que es una joven encantadora"
"¿Ah?" Bossun no pudo si no poner una cara de extremo escepticismo. "¡Nada de eso, abuela! ¿Sabes? Por fuera puede verse bien pero en el fondo es una amazonas salvaje. Siempre se pasea con un bastón de hockey ¿Sabes? Además su gusto en dulces es de lo peor. La noche anterior, por ejemplo, me golpeó muy fuerte en la cabeza sólo porque rompí una taza en su casa ¿Sabes? No fue mi culpa que me emocionara cantando karaoke y me subiera arriba del kotatsu. ¡Nadie le pidió que pusiera su casa para hacer mi fiesta de despedida de todos modos! Francamente, abuela, esa mujer es de lo peor."
Pero la mujer seguía riendo suavemente. "Ara, ara, que jovencita más enérgica". Por toda respuesta, Bossun asintió repetidamente, como si con "enérgica", la mujer hubiera querido decir "violenta". "Sin embargo fue ella quien te acompañó hasta el aeropuerto."
"Sí" Respondió él, y su tono volvió a adquirir seriedad. "Es una mujer idiota y violenta, pero es una buena amiga". La sonrisa satisfecha de la anciana no duró mucho, pues nuevamente Bossun fruncía sus labios y ponía una de sus melosas caras. – "¿Sabes? Hoy fue muy amable conmigo y hasta me dijo 'Me gustas, Bossun, vuelve pronto'" Dicho esto, comenzó a reír "Supongo que hasta una mujer sin tacto como ella es capaz de ser amable una vez cada mil años. Después de todo, es el respeto que merezco como líder." Volvió a ver a la mujer, pero ésta ya no reía. Lo miraba con un semblante serio.
"¿Qué acaso eso no es una confesión?" Le preguntó ella, levemente preocupada.
"¿Uh?" Esa era una frase que su cerebro no fue capaz de procesar.
"'Me gustas, Bossun'…" Continuó ella. "Suena como a que Himeko-chan te estaba confesando sus sentimientos, ¿No?"
"…."
No respondió. Su rostro quedó estático en el estado en que estaba antes de las palabras de la abuela
"…."
En esos momentos, cualquiera habría podido decir que Bossun era una de esos muñecos de prueba para autos. Inmóvil y con un rostro carente del más mínimo atisbo de expresión.
"¿UUUUUUH?"
4.
"Y eso fue lo que pasó ¿Entiendes?" Bossun ya llevaba más de cinco minutos narrando (o más bien gritando) su historia a Himeko desde el otro lado del teléfono. "¿Tienes idea de lo sorprendido que estaba? ¡Tonta! Apenas pude pegar un ojo en el avión. ¡Uno no puede recibir noticias como esa sin estar preparado, ¡Tonta! ¡Después estuve todo el viaje pensando, pero estaba muy confundido y comencé a marearme! ¡Casi vomité! ¿Sabes? ¡Además, cuando el avión aterrizó me bajé muy apurado y fui muy maleducado con la abuela! ¿Entiendes? ¡Deberías responsabilizarte por tus actos! ¡Tonta! Hasta donde sé, la abuela podría estar llorando ahora por mis malos modales. Luego fui al baño, ¿Sabes? Pero estaba en mantención y tuve que recorrer todo el aeropuerto en busca de uno. ¡Casi me detuvo la seguridad del aeropuerto porque caminaba sospechoso por aguantarme! Luego por fin pude ir y me puse a preguntar por un teléfono, ¡Pero todos hablaban en un idioma extraño y no entendía lo que decían! ¿Tienes idea de cuánto me demoré en encontrar uno? ¡Y además los yenes que traía en el bolsillo no servían y tuve que conseguir monedas con un sujeto extraño! ¡Temí por mi vida! ¿Entiendes? ¿Qué acaso no piensas disculparte conmigo? ¡Tonta! ¡Tonta! ¡De verdad eres tonta!"
Himeko se había esforzado hasta lo más profundo de su ser por escuchar pacientemente los últimos minutos. De verdad, lo había hecho.
De verdad, trató de controlarse.
Ella en serio, en serio trató.
"¡YA CÁLLATE!" La voz terrorífica de la Onihime sonó desde la ultratumba, interrumpiendo el monólogo de Bossun, que aún continuaba. "¡¿Cómo demonios es todo eso mi culpa?! En serio. ¡¿Qué edad tienes?! ¿De verdad llamaste sólo para decir esta sarta de estupideces? ¡Voy a colgar! ¡Voy a colgar el teléfono ahora!"
"¡Bien! ¡Cuelga! ¡Quién necesita hablar con una bestia idiota de todos modos! De hecho, yo también voy a colgar el teléfono. ¡Puedes esperar sentada que me digne a llamarte de nuevo alguna vez!"
"¡Bien!"
"¡Bien!"
Ninguno colgó. Ambos esperaron escuchar el tono de llamada terminada al otro lado de la línea. En su lugar, sólo había un extraño silencio, que se extendió por un ridículo período de tiempo. Himeko suspiró. Esto era estúpido. Ellos eran estúpidos. Se rehusaba a seguir prestándose a esta situación. Decidió romper el hielo.
"Oye…" dijo, y su voz había vuelto a ser suave y tranquila.
"¿Hm?" Respondió desde el otro lado, y su voz también había vuelto a la normalidad.
"¿Y bien?"
"¿Y bien qué?"
La chica suspiró de nuevo. ¿De verdad se lo iba a poner tan difícil?
"Me gustas" Dijo. Y fue como si pudiera escuchar cómo el chico al otro lado de la línea se ponía rojo.
"H…Hm"
"¿¡Es todo lo que vas a decir?!"
"¡¿Y qué quieres que diga?! ¡No sé cómo reaccionar con estas cosas! ¿Qué se supone que deba decir?"
"Olvídalo" Ya bastaba. No se iba a seguir prestando a esta humillación absurda. Estaba comenzando a decir "Bueno, adiós, Bossun", cuando su interlocutor la interrumpió.
"Dame un poco de tiempo"
"¿Qué?"
"La verdad, ahora no sé qué responderte. Tampoco es que nunca haya pensado en el tema. Si tuviera que decir si te veo como a algo más que una amiga, supongo que la respuesta sería sí. Aún así… Parece que todo lo que he hecho este tiempo ha sido estar evitando preguntarme algunas cosas. Pero ahora como estoy, al otro lado del mundo y todo, tal vez esto es mucho para digerir ahora mismo."
Himeko esbozó una sonrisa que, por supuesto, Bossun no podía ver.
"Supongo que aún soy un niño después de todo."
"Bossun…" hizo una pausa, sin saber muy bien qué decir. ¿En qué momento este idiota había madurado tanto? El aludido permaneció en silencio esperando que continuara. "De verdad que eres tonto"
"¡¿Ah?! ¿Qué dijiste?"
"¿Acaso la altura te afectó el cerebro? Lo mejor sería que vayas al hospital"
"¡Qué te pasa! ¿Quieres pelear?"
Por toda respuesta, Himeko soltó una risita afable, y pudo sentir el desconcierto de Bossun a través del teléfono. "Gracias."
"Hm." Escuchó por respuesta.
"No voy a esperarte por siempre"
"Ya sé"
"Bossun…"
"Hm."
"Buena suerte"
"Sí. Tu también."
"Voy a colgar ahora"
"Sí."
"Adiós" fue lo último que dijo Himeko antes de colgar.
Se estiró enérgicamente. "Ese idiota". Murmuró antes de abrir la puerta de calle y salir a recibir los rayos del sol.
5.
"Adiós", respondió Bossun al tono de comunicación cortada del teléfono. Tardó un par de segundos en colgar el auricular. Se tomó otro par de segundos en quedarse mirando el aparato. Acto seguido, se dio pequeños golpes en la cara repetidamente con ambas palmas de la mano. "Yosh!" exclamó, tomando nuevamente su mochila y disponiéndose a caminar.
