Disclaimer: He aquí la receta que utilicé para crear este fic: Poner en el caldero personajes de JKR, incluir un toque de El cazador de sueños (Stephen King) y La hija del Presidente (Iris Johansen) y por último, robarse el título de una poco conocida serie de Fox (Sentidos Ocultos). Aderezar a gusto con Los Expedientes Secretos X, ¡y voila! Tienen el fic más raro que escribí en mi vida.

Pasen y lean, ¡y ya que están dejen review, que no cuesta nada!

Nota: Este fic fue escrito antes de OdF, así que algunas cosas son bastante AU.

Sentidos ocultos

Algunas personas tenemos cinco sentidos. Otras, poseen varios más. Y Justin Finch-Fletchley, muy a su pesar, descubrirá que es una de ellas…

Prólogo: Conexión

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, 10:16 AM.

Miró por encima de su hombro, una vez más, para asegurarse que eran imaginaciones suyas. Estás paranoico, se dijo, sólo es el viento. Pero con eso no iba a evitar que sintiera escalofríos cada vez que escuchaba un ruido a sus espaldas.

Por Dios, nadie iba estar siguiéndolo. ¿O sí? Lo que había pasado la noche anterior… era como para ponerle los pelos de punta a cualquiera y él nunca se había jactado de ser muy valiente. Resopló. Tendría que estar en la Sala Común, no allí, en un pasillo en penumbras, con el frío entrando a través de un vidrio flojo.

- Buenos días, joven Justin- dijo una voz ronca a sus espaldas.

Justin Finch-Fletchley dio un respingo, con el corazón a la altura de los colmillos, y al girarse se encontró frente a Nick Casi Decapitado, el fantasma de Gryffindor.

- Ah, hola, Nick- tartamudeó. Lindo susto le había dado.

- Pareces preocupado.

Por no decir aterrorizado, pensó Justin. Esa mala costumbre de los fantasmas de aparecerse de improviso. Se notaba que no tenían nervios.

- He oído lo que sucedió anoche- continuó el fantasma.

Genial, justo lo que quería, hablar de eso con un espectro. Sí que tenía suerte. Bueno, al menos no era el Barón Sangriento. No le habría caído muy simpático estar cerca del fantasma de Slytherin… o cualquier cosa cercana a esa casa.

- Disculpe, Nick, pero es que tengo prisa- respondió, tratando de no parecer maleducado, mientras volvía a caminar. Para su fastidio, Nick lo siguió.

- Sólo quería decirle que el joven Potter no pudo haber tenido nada que ver.

- Ah, ¿no? A lo mejor me lo imaginé- respondió el chico, sarcástico.

- A veces- dijo Nick, todavía con amabilidad- las cosas no son lo que parecen.

Justin no contestó y siguió caminando, tratando de ignorar al fantasma que lo seguía como una sombra. Aunque estaba algo molesto, resultaba reconfortante tener a alguien (por lo menos un muerto) cerca. Estando solo se le destrozaban los nervios.

Tan sólo para romper el silencio, preguntó a Nick cómo podía estar seguro de que Potter era inocente, si todos lo habían visto. Pasaron las puertas de varias aulas antes de que éste le respondiera.

- Porque es un buen chico. Además, la noche del primer ataque, estuvo con sus amigos en mi fiesta de aniversario de muerte instantes antes de que encontraran a la gata. No pudo tener tiempo de petrificarla.

Al escuchar lo del aniversario de muerte, Justin frunció el entrecejo. Se preguntó quién podía estar tan loco de ir por voluntad propia a una fiesta así.

- Y es de Gryffindor- agregó el fantasma- Es imposible que sea… bueno, ya sabes. Tiene que ser alguien de Slytherin.

Tenía su lógica, desde luego. Pero eso no quitaba a Justin el recuerdo de Potter hablando con la serpiente. Sin embargo, no respondió. ¿Qué había sido eso? No un ruido, no un olor, ni siquiera una ráfaga de aire helado. Sólo una sensación extraña en la nuca. Como de ahogo. Como un mal presentimiento. Algo no iba bien. Sintió que se le erizaban los cabellos. No entendía porqué, pero de repente comprendió que estaba en peligro. Sí, claro, él había creído que estaba en peligro desde la noche anterior, pero ahora era muy diferente. Ahora estaba en verdadero peligro.

Nick al parecer no notó nada, ya que siguió hablando tranquilamente, pero Justin no le prestó atención. Estaba aguzando el oído, tratando de escuchar algo por encima de la voz del fantasma o el eco de los profesores dando clase. Algo anormal.

Como el sonido de una serpiente deslizándose, por ejemplo.

Esta vez, Nick sí lo notó.

- ¿Qué fue eso?- Comenzó a darse la vuelta.

Justin trató de decirle que no girara, que algo horrible iba a sucederle si lo hacía, pero ningún sonido salió de su garganta. Lo que es más extraño, su propio cuerpo empezó a moverse, sin que él pudiera hacer nada por evitarlo. Como si algo lo obligara a voltearse, aunque sabía que no tenía que hacerlo.

Una niña, más o menos de su edad, fue lo primero que vio. Tenía un llameante cabello rojo y pecas en la cara (le recordaba a alguien), pero lo que llamó su atención fueron sus ojos. No el color, sino la expresión. O mejor dicho, la falta de ella. Estaban vacíos, sin brillo ni emoción. Pero algo se movía dentro de ellos. Algo enjaulado, que intentaba escapar de esa cárcel de fría indiferencia. De no haber sido por eso, la chica habría estado muerta. O algo peor.

Sostenía un libro negro en las manos, como si se tratara de un escudo… o un arma. Justin no se fijó mucho en el tamaño del libro, ni en qué estado se encontraba. Sólo en el color. Sólo en la fuerza que parecía desprender. Y en la maldad.

Gira la cabeza a la derecha.

Justin se quedó de piedra. No, por cierto que no lo haría.

Hazlo.

Miró con fijeza la cubierta del diario (¿cómo sabía que era un diario? ¿Y a quién le importaba?) durante una fracción de segundo, antes de que su cabeza comenzara a girarse hacia la derecha. Trató de evitarlo, de pedir ayuda a la chica- que no podía ayudarlo, porque ella también estaba poseída por T.M Riddle, pero mucho, mucho peor- en vano, porque ningún músculo se movió en la dirección que él deseaba.

Todo esto sucedió en menos de un segundo. Antes de darse cuenta, estaba mirando a través de Nick Casi Decapitado a una enorme serpiente verde. Cuando ésta levantó la cabeza, Justin alcanzó a oír el grito ahogado del fantasma. Después, los ojos amarillos ocuparon su campo de visión.

Y luego, ya no vio nada más.

Instituto Secundario Redmond, 10:16 AM.

- Lynn, apúrate. La de Historia se va a poner histérica si llegamos tarde.

- ¿Quieres decir más histérica de lo habitual? Imposible.

Sin embargo, Carolyn empezó a caminar más rápido, mientras encajaba como podía el montón de libros en su estrecha mochila. La señora Crichton tenía muy mala fama, nadie la aguantaba y ella trataba mal a todo el mundo. En especial a Carolyn, que nunca se contenía de protestar cuando la irritable profesora empezaba a poner unos a diestro y siniestro, su hobby predilecto.

Así que Carolyn se apresuró para alcanzar a Jean Webster, su mejor amiga, además de tratar poner atención a lo que le contaba Ricky Parsons sobre el próximo partido del torneo intercolegial de fútbol. A ella le gustaba el fútbol, sobre todo cuando se trataba de pisotear a los del Colegio St.Laurence, pero ese día tenía la cabeza en otra parte. Andaba con aire distraído, sin poder concentrarse en nada. También sentía un incipiente dolor de cabeza, a causa, probablemente, de escuchar los alaridos del profesor de Producción de la Comunicación en Distintos Lenguajes (o P.C.O, para abreviar) durante dos horas.

Ya estaban a dos pasos del aula de Historia cuando sintió el primer mareo, que la hizo detenerse. Se le nubló la vista.

- … entonces le dije a Gordon que… ¿Lynn?- preguntó Ricky, al darse cuenta que ella no avanzaba- ¿Te pasa algo? Estás muy pálida.

- Creo… creo que estoy bien- Su voz sonó débil y temblorosa aun a sus propios oídos.

- Tal vez deberías ir a la enfermería…

- Estoy bien. Tú sigue, yo te alcanzo.

- Pero vas a llegar tarde a Historia…

- Te dije que después te alcanzo.

Ricky comprendió finalmente que más le valía irse y eso hizo, aunque con ciertas reticencias. El rostro de su amiga estaba verde.

Carolyn trató de caminar, pero cada vez que lo hacía la invadían nuevas oleadas de mareos. Lo peor de todo era que no escuchaba nada, absolutamente nada aparte de su respiración irregular, y su campo de visión se había reducido a una mancha color rojo, que cambiaba a negro y luego de nuevo a rojo. Se apoyó en la pared, sabiendo que perdería el equilibrio, sentía las piernas como de gelatina. Trató de pedir ayuda, pero tenía los labios pegados. Luego, escuchó (o mejor dicho sintió) una voz dentro de su cabeza:

Gira la cabeza hacia la derecha.

Carolyn iba a hacerlo, cuando escuchó otra voz, extrañamente parecida a la de su hermano, advirtiéndole que no lo hiciera.

Hazlo.

Lentamente y sin resistencia, su cabeza se dio vuelta hacia la derecha. Pero en lugar de ver a sus amigos, que estaban un poco más adelante, o el pasillo, o cualquier cosa familiar, se descubrió mirando a través de una neblina color gris perlado, alguna cosa verde y grande que estaba en el suelo. Era una serpiente. Antes de que pudiera sorprenderse por lo que había visto, ésta levantó la cabeza. Carolyn alcanzó ver un instante aquellos ojos amarillos. Después, todo se volvió negro.

- ¡Lynn! Por favor, despierta.

- Señorita Finch-Fletchley… Señorita…No reacciona. Vaya a buscar a la enfermera.

Las voces sonaban muy lejanas, como desde el otro extremo de un túnel. La cabeza le daba vueltas, aun estando apoyada en el suelo, y sentía los ojos pegados con pegamento. Pasó un rato largo antes de que volviera a escuchar algo.

- Parsons, ¿qué ocurrió exactamente?- Era la voz de la señora Crichton.

- No-no estoy seguro, pro-profesora.

A Carolyn le causó gracia, porque ésa era la respuesta que Ricky solía dar cuando la de Historia le preguntaba algo en clase.

Escuchó pasos apresurados sobre la madera y luego sintió que alguien le pasaba el brazo debajo de la cabeza.

- A ver, Finch, huele esto- La voz de la enfermera, sin lugar a dudas, que le puso algo en la nariz. Al respirar, sintió que el polvo picante se le metía en las fosas nasales, haciéndole toser. La enfermera le ayudó a incorporarse lentamente. Con esfuerzo, abrió los ojos.

Primero lo vio todo borroso, pero poco a poco los contornos empezaron a definirse y ella distinguió a los que estaban a su alrededor: la profesora de Historia, la enfermera, Jean, Ricky, May Rogerson y varios curiosos.

- ¿Qué pasó, Finch?

Carolyn intentó responder, pero tenía la garganta seca. Adivinando lo que pasaba, la enfermera le ordenó a Ricky que trajera agua y algo salado, para la presión. Después de beber se sintió mucho mejor.

- ¿Qué me pasó?

- Te desmayaste. ¿Sentiste mareos?

Asintió con la cabeza, decidiendo no decir nada sobre la voz y la serpiente o lo próximo que la enfermera enviaría a buscar a Ricky sería un chaleco de fuerza.

La ayudaron a levantarse. Le preguntaron si se sentía mejor y respondió que sí. Luego le preguntaron si quería que llamaran a su casa. Carolyn se apresuró a responder que no. Lo único que le faltaba era un sermón de su madre quejándose de su mala alimentación y su costumbre de acostarse tarde.

En vista de que tampoco quería ir a la enfermería, le dieron un paquete de papas fritas (con el permiso de comer algunas en clase, inclusive) y entró al aula de Historia. Junto con Jean y May se dirigió al fondo de la clase, tratando de ignorar las miradas de curiosidad y los murmullos. Se hizo el silencio cuando entró la profesora, como de costumbre.

Un rato después, Carolyn garabateaba en su cuaderno de apuntes, fingiendo prestar atención a la Revolución Francesa. Tenía miles de preguntas en su mente.

¿Qué diablos había visto? ¿Sufría alucinaciones o algo así? Quizás tendría que consultar con un médico.

Pero, ¿y la voz de Justin? Por un momento, estuvo segura que le estaba diciendo que no girara la cabeza. ¿También se lo había imaginado? Seguramente. El colegio de su hermano quedaba muy lejos de allí. Sonrió al pensar que, mientras ella se aburría en Historia, él estaría estudiando algo divertido como Encantamientos o Pociones. Aunque ésta última materia a Justin no le gustaba nada, porque el profesor no le caía muy simpático que digamos. Mientras miraba de reojo a la señora Crichton, comprendió perfectamente a su hermano.

Sólo cuando llegó la noche Carolyn volvió a sacar el cuaderno de apuntes, para hacer la tarea de Biología. Mientras buscaba la página con la información de las células, encontró los garabatos hechos en Historia. Se sorprendió al ver que no eran los típicos dibujitos que solía hacer, sino que había escrito algo casi ilegible:

Chicapelorojoataquejustindiariotmriddlechicapelorojoataquejustindiariotmriddle…etc, etc.

Más abajo había escrito una sola palabra, subrayada:

Poseída

Se quedó mirando la hoja, desconcertada. Se acordó de Sexto Sentido, cuando el nene se pone a escribir en latín. Igual de sobrenatural.

Pero eso no era latín y con un marcador rojo, Carolyn comenzó a separar las palabras. Le quedó algo más o menos así:

Chica / pelo / rojo / ataque / justin / diario / tmriddle

¿Qué era tmriddle? Debía ser un nombre. T.M Riddle.

Sin darse cuenta, su mano comenzó escribir con rapidez. No parecía ser ella quien manejaba su brazo, sino alguien más. Ni siquiera parecía su letra, sino más bien la de…

Justin. Era su letra. No la de Carolyn.

Segundos después, cuando su mano dejó de moverse y el marcador resbaló de sus dedos, leyó lo que había escrito.

Justin fue atacado por la chica de pelo rojo, poseída por el diario de T.M Riddle.