Luego de mil años, vuelvo con un drabble. Esta vez, de una de mis parejas favoritas de los RPG. Garry/Ib. Espero les guste.
Los personajes no me pertenecen.
Garry permaneció en un sepulcral silencio, sumido en los pensamientos que le iban y venían como olas de mar, liberadas y salvajes, que chocaban con ávida fiereza contra las rocas. En esa ocasión, contra su cabeza... Contra su razón misma.
No podía concebir que, a partir de ciertos incidentes ocurridos meses atrás, ahora estaba comenzando a sentir atracción hacia una niña. Y no una cualquiera, para su desgracia. Era una niña extremadamente seria, silenciosa y a veces, enigmática. Garry, aunque hiciera los intentos que hiciera, no podía llegar a la mente de la niña. Ni podía, mucho menos, adivinar qué pensaba, qué era lo que deseaba y el por qué de cada una de sus acciones. En ocasiones tan dulce, en ocasiones tímida... Y la mayoría del tiempo, distante. Pero, no una distancia que le atravesara el alma como el filo de un cuchillo, no. Era una distancia que le endulzaba, que le incitaba a querer conocerla más.
¿Estaba saliéndose de sus cabales? ¿Comenzaba a afectarle la edad? ¿Y el que tuviera alrededor de cinco, o seis años sin una pareja sentimental estable? E Ib, como era, resultaba ser como una especie de esposa para él, o así lo había comenzado a ver desde hacía un par de semanas, en donde su cabeza parecía más trastornada de lo normal. Y era que, a veces, y aún con tan sólo diez años recién cumplidos, Ib solía visitarle para preparar comida en su departamento, le ayudaba a hacer los deberes y más cosas, como si tuviera en mente ser una esposa puntual y perfecta.
Y Garry sabía que en el futuro, Ib sería la envidia de muchas mujeres y el deseo prohibido de muchos hombres. Era una pequeñaja muy madura, muy adelantada para la edad que tenía; tal vez eso encantaba tanto al joven pintor sin suerte. Ella, siendo la única que conocía la mayoría de sus pinturas, ella misma resultaba ser su musa. La persona que más lo inspiraba, que le incitaba a ser mejor, que le instaba a tener la suficiente paciencia como para esperarla hasta que fuera mayor de edad para, entonces, pedirle matrimonio. Porque Garry, pese a todo, se sabía correspondido. Ib ya se lo había confesado un par de veces y él, acudiendo a su lado moralista, se detenía de abrazarla y besarla, como un novio haría con su novia.
Suspiró, aturdido. Alzó la mirada y cuando quiso caer en cuenta, ya tenía en su lienzo, el bosquejo de la niña que, ultimadamente, ocupaba todos sus pensamientos. Y contrario a sentirse como un pedófilo de lo peor, un asaltacunas, se sintió lleno de felicidad. Una vitalidad que hacía bastante no sentía por sí sólo, nada más en compañía de la fémina de hebras castañas.
—Seguro le gustará a Ib... —esbozó una sonrisa, amplia, que denotaba toda su alegría contenida. Estaba seguro que a la niña le agradaría, era un retrato de ella, a cuerpo cortado desde poco más abajo del pecho, hasta su cabeza. Y vaya que, sin tener los ánimos de hacerse ínfulas de mucho más, le había quedado exacto aquel retrato. Podría hasta quedárselo para sí mismo, nada más para recordar el precioso rostro de su amada y sin embargo, prefirió negarse el capricho y pensar que esa obra maestra, debía pertenecer a su musa. A la responsable de que tal dibujo existiese.
Sí... Se lo daría a Ib.
