Hola a todos digimaniacos y… ¡feliz aniversario digimon!, porque hoy se cumplen 11 años desde que… "Seven young kids go to camp for the summer, Wind up livin' in the digital land…." Vale, mejor dejo de plagiar la letra de la canción "Hey Digimon" ¿no?, jeje, ya se ha entendido la idea. Pero bueno, que no solo se cumplen 11 años de Digimon sino también un año de mi fic "Digimon Adventure 2009" ¡yuuuuju! Y por eso he decidido empezar a publicar la…. ¡continuación!.- digo con voz espeluznante mientras Tentomon hace un rayo detrás de mí.

El caso, que desde que lo escribí, supe que acabaría haciendo una continuación, si, fue un final tan… triste y tan, bueno, que creo que merecía una continuación y por ello ¡aquí esta!. Un fic lleno de digimons, niños elegidos, risas, lágrimas, problemas conyugales, hospitales, emblemas, algún que otro maligno, alguna que otra profecía, algún que otro digimon sagrado, posesiones demoníacas, terapias de grupo, infidelidades, discusiones, venganzas, dosis de sorato obligatorias en mis fics, partidos de futbol, de béisbol, un coche deportivo, muertes, una ama de casa agotada, una francesa, un par de embarazos y por supuesto ¡rayos de Tentomon detrás de Gennai cuando este se flipe más de la cuenta!… jeje. Supongo que para entender mejor esto tendréis que leer el anterior fic, venga leerlo que es diver, venga, venga, venga…. ¿ya?… vale pues entonces, ya podéis leer este.

Bueno y quiero agradecer de forma especial a una escritora de esta página a la que le tengo mucho cariño, la cual me ha animado mucho a hacer este fic, no solo con palabras sino también inspirándome con su propio fic "Digimon: El Poder de los Emblemas". Por cierto que es un fic maravilloso que todos los amantes de digimon y de su esencia deberían leer. Así que Amai do, muchas gracias. Espero que disfrutes la historia, ¡que la disfruten todos queridos lectores!

Como siempre decir que:

Digimon y los personajes de digimon no me pertenecen… ni siquiera mis dos personajes favoritos (a pesar de que solo salen un par de minutos en toda la serie), evidentemente hablo de ¡los adorables hijos del sorato!

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DIGIMON ADVENTURE 2027

~ La leyenda de Baransu ~

Premonición:

Estaba oscuro, no podía ver nada, algo le llamó entre la penumbra, esa voz, le resultaba familiar, pero no pudo reconocerla, aunque había algo en esa voz que le ponía los pelos de punta, no podía ser humana. Estaba asustado, no sabía que hacía ahí, deseaba volver a casa, sentirse a salvo, pero le llamaban, necesitaban su ayuda.

A lo lejos, pudo vislumbrar algo, una figura, parecía un niño, lo reconoció, era un compañero de colegio, el hijo de una de las mejores amigas de su padre, ahí vuelto de espaldas, empapándose con la lluvia, ¿era él quien le llamaba?

Se acercó y con una voz temerosa pronunció su nombre.

-Hayashiba… ¿eres tu?… ¿te encuentras bien?

No hubo respuesta, por lo que el apoyando la mano en su hombro lo zarandeó un poco volviéndole a llamar.

-Kibou, ¿estás bien?, ¿Qué haces aquí?

Pero antes de que lo volviese, le tomó la mano, retorciéndosela, haciendo que el joven gritase de dolor mientras caía lentamente al suelo. Una vez ahí, sujetando con fuerza su mano rota preguntó asustado.

-¿Quién… quién… Quién eres?

El chico se dio la vuelta, el rostro era el de su compañero de colegio Kibou, pero había algo que le atemorizó, lo ojos, esos ojos rojos, en nada se parecían a la dulce mirada característica de Kibou, parecían de un demonio sediento de sangre y venganza. Abalanzándose hacia él gritó con una voz que solo podía provenir del infierno.

-Yo soy tú… ¡Tenshi!

Se despertó, empapado en sudor, miró hacia todos partes y respiró de alivio al reconocer el lugar donde estaba, su habitación.

-Solo… ha sido un sueño…- se dijo aún con la respiración acelerada.

Su compañero se removió, el grito de Tenshi lo había despertado y aún con síntomas de somnolencia le preguntó:

-Tenshi, ¿estás bien?

El chico se volvió hacia su digimon, se veía gracioso, puesto que aún estaba medio dormido y con una sonrisa lo tomó entre sus brazos.

-Si Tokomon, solo ha sido un mal sueño, no te preocupes.

Volviendo a acomodarse entre las sábanas, mientras miraba la hora, las 4 de la mañana, cerró los ojos, deseando que esa extraña pesadilla jamás se volviese a repetir.

Los primeros rayos del alba impactaron en la cara de la pelirroja, se revolvió incómoda, finalmente tuvo que abrir los ojos, el sol pasaba por completo del ventanal de la terraza, miró a su lado y no le sorprendió lo que vio, su marido ni se había enterado de que amanecía, seguía profundamente dormido, sonrió dulcemente al observarlo. Con cuidado para no despertarle quitó el brazo que el rubio mantenía alrededor de su cintura y se levantó, directa a la terraza, confiaba en echar la persiana y poder dormir un poco más, pero cuando estaba en ese labor, la voz de su marido la desconcentro.

-¿Qué haces?, vuelve aquí…

Sora se sorprendió, que pasa ¿Yamato tenía un radar para saber cuando ella ha dejado la cama?, porque estaba convencida de que había sido sigilosa.

-Solo voy a echar la persiana, duérmete.- dijo volteándose lo justo para verle.

Pero lo que no sabía era que Ishida se había desvelado por completo y ver a su esposa bañada con los rayos del alba, que rebotaban en sus cabellos rojizos, haciendo que pareciesen fuego, le había dado una gran idea.

-Deja eso y ven aquí.- pidió el hombre, dando con la mano en la cama y con una sonrisa provocativa en sus labios.

-Yamato, no puedo dormir con el sol dándome en la cara.- se quejó la chica, volviéndose hacia el ventanal y presionando el botón de bajado de persiana.

En menos de un segundo la oscuridad se adueñó de la habitación y la diseñadora regresó a su lecho. Palpó el lado donde hace un instante estaba su esposo, pero ahora ahí no había nadie.

-Yamato, no tiene gracia, ¿Dónde estás?.- llamó ella en tono cansado.

Los rayos del alba le volvieron a dar en la cara, puesto que la persiana que acababa de bajar estaba siendo subida. Y ahí lo vio, de pie al lado del ventanal, sonriendo con travesura.

-Yamato, baja eso, así no hay quien duerma.- pidió la mujer tratando de tapar con la mano el sol que le daba en los ojos.

-Pero es que aquí, ya no va a dormir nadie, cariño.- respondió este con picardía a la vez que caminaba hacia la cama.

-Yamato…- recriminó esta, pero ya era tarde, el rubio ya estaba encima suya, sembrando miles de besitos por su cuello.

En dos segundos, Sora también se había desvelado, la verdad esta era una forma de despertarse demasiado buena para desaprovecharla.

-Amor… ¿Cómo te puedes despertar tan fogoso?.- preguntó divertida, mientras le empujaba, para subirse ella encima y tomar la posición de dominio que tanto le gustaba.

-Es porque me inspiras cielo.- contestó el rubio, rodando para quedar otra vez él encima y sin dejar de besarla con pasión.

Sus traviesas manos ya se perdían por dentro del camisón de la pelirroja, para divertimento de esta, pero claro, había una cosa que le preocupaba.

-Yama… no se si es buena idea… los niños se despertarán dentro de poco y vendrán a darnos la lata…

Pero esa afirmación provocó una carcajada a su marido.

-¿Los niños?, son unos troncos, no se despertarían ni aunque les pasase el tren bala por encima.- aseguró Ishida, acariciando el muslo de su mujer, mientras sus labios se perdían por su escote.

Sora ya estaba convencida y más que dispuesta a seguir con esta labor mañanera, pero en ese momento Yamato Ishida descubrió que no conoce a sus hijos tanto como pensaba.

-¡Papá, mamá!.- gritó un pequeño pelirrojo, parado en la puerta, no hace falta decir que escuchar a su hijo hizo que los amantes se pusiesen completamente blancos y Yamato se separase de su esposa en el momento.

-¡Hijo!… que… haces… no sabes… no se molesta… vete a dormir.- balbuceó Yamato apurado, mientras Sora se adecentaba un poco el camisón.

-¡Ya es hora de levantarse!.- gritó el niño, corriendo como una bala hacia la cama y tirándose a ella como un saltador olímpico, con tal mala suerte de que…

-¡Aaahhh!.- agonizaba Yamato, en el momento en que su pequeño hijo saltó con todas sus fuerzas sobre sus partes, obviamente el pequeño no fue consciente de eso.

El chico, con total tranquilidad, fue directo a su madre, a sentarse en su regazo como hacía siempre, mientras esta le abrazaba y acariciaba su fino cabello.

-¿Qué le pasa a papá?.- preguntó con inocencia tirando la cabeza para atrás para buscar la cara de su madre.

-No le pasa nada, Yamato deja de hacer el tonto.- respondió la diseñadora, acostumbrada a las payasadas de su marido.

-¡¿Nada?.- gritó este, que ya había rodado fuera de la cama con las manos en sus partes y alguna lagrimilla que otra saliendo de sus ojos.- claro, como se nota que tu eres mujer y luego os quejáis de la regla, ¡este dolor es mucho peor que la regla!

-Yamato, ¿quieres dejar de decir tonterías delante del niño?

-No son tonterías…- se quejó este subiendo de nuevo a la cama aún con síntomas de dolor.

-¡Te duelen los cataplines!.- gritó Yuujou con alegría señalando las partes que se agarraba su padre.

-¿Dónde has aprendido esa palabra?.- preguntó Sora desconcertada, porque su pequeño e inocente niño de 5 años dijese esas cosas.

-Um… no se… - respondió el pelirrojo pensativo.

-Mis cataplines… nunca volverán al ser lo mismos.- hablaba Yamato desde su mundo mirándose a sus partes.- ¡Chibi-Yamato aguanta!

Sora rodó los ojos con desesperación y más cuando su pequeño se quedó mirando a Yamato y le preguntó con inocencia.

-¿Quién es chibi-Yamato?

Yamato abrió los ojos al máximo, mirando a su esposa, esta le miraba con cara de "Bien, y ahora como le explicas a tu hijo que le has puesto nombre a tu miembro viril"

-Eh… eh… chibi-Yamato es… es… mi pilila.- Sora se llevó la mano a la cabeza.- la tuya hijo se llamaría chibi-Yuujou, bueno de momento aún chibi-chibi-Yuujou…

Y antes de que Yamato siguiese diciendo paridas y su hijo metiese la cabeza dentro de sus pantaloncitos para iniciar su primera conversación con su miembro, Sora decidió cortar esto por lo sano.

-Hijo, ¿Por qué no vas a despertar a tu hermana?.- preguntó con alegría tomándolo de nuevo en brazos, alejándolo todo lo posible de Yamato.

-O si no que se vaya a dormir… aún es pronto.- añadió el rubio mirando a su esposa como diciendo "chibi-Yamato quiere fiesta".

Pero su hijo, era de esos que una vez que se despiertan no hay quien lo duerma.

-¡No!.- dijo este con autoridad.- dijiste que hoy íbamos al Digimundo, yo quiero ver a Tsunomon.

Y es que para el día de hoy, la familia Ishida había planificado un picnic en el mundo digital y para que fuese perfecto sus respectivos digimons ya se habían adelantado para preparar todo y les esperaban en el Digimundo desde el día anterior.

-Vale… de acuerdo, por eso vete a despertar a tu hermana mientras papá y yo nos levantamos.- habló Sora con la paciencia de una madre.

-Ai-chan no se despierta ni aunque le pase un tronco porque duerme como un tren bala.- refunfuñó el niño cruzándose de brazos, ante la incomprensión de sus padres.

-Hijo se dice que duerme como un tronco y que no se despierta ni aunque le pasa un tren por encima.- explicó Yamato haciéndose el sabio, mientras su hijo le miraba con desaprobación.

-¡Eso es lo que he dicho!.- gritó el compañero de Tsunomon con autoridad.

-No has dicho eso.- replicó su padre.

-¡Si lo he dicho!.- volvió a gritar el pequeño.

-No, no lo has dicho y no discutas cosas que no llevas razón.- dio por concluido el tema el rubio.

Yuujou no estaba dispuesto a dar la victoria tan fácil a su progenitor, por eso paso al plan b, y que por supuesto le ponía de los nervios a Yamato.

-… no discutas cosas que no llevas razón.- repitió el niño las mismas palabras y gestos que Yamato.

Yamato supo en el momento que pretendía su pequeño, ponerlo de los nervios repitiendo cada cosa que decía, pero no estaba dispuesto a que un mocoso de 5 años se riese de él.

-Yuujou…

-Yuujou…- repitió el aludido con el mismo tono.

-Sabes que no me gusta que repitas todo lo que yo digo.

-Sabes que no me gusta que repitas todo lo que yo digo.- repitió el niño con una sonrisa, por ver la cara de desesperación que ponía su padre.

-Bien, vale… no me molesta.- decidió cambiar de táctica Yamato.

-Vale, no me molesta.- repitió el niño.

Y la sicología de Yamato duró, como era de esperar, media milésima.

-¡Sora, dile algo!.- gritó desesperado.

La portadora del amor, llevaba rato aguantándose la risa, era sumamente divertido ver como un niño de 5 años ponía en jaque a un hombre hecho y derecho como Yamato.

-Venga cariño, no hagas rabiar a tu padre.- dijo Sora a su pequeño, mientras le acariciaba el pelo.

-Vale.- asintió el niño, dejándose mimar por su madre.

Eso a Yamato le molestó todavía más que cuando su hijo se ponía en plan loro, sino es por el niño, él sería ahora el que estuviese recibiendo los mimos de Sora, pero no, su esposa solo tenía ojos para el pequeño Yuujou.

-¡Eres un bebé!.- sentenció el rubio, ante el enfado de Yuujou y la sorpresa de Sora, ¿su marido tenía celos de su hijo?

-¡Yo no soy un bebé!.- se defendió el chico, poniéndose en pie.

-Claro que lo eres.- empezó Yamato con naturalidad.- mírate, todavía estas en los brazos de mamá… irás a la universidad y aún querrás que te acune mamá, ¿verdad?

El niño estalló, pero para sorpresa de todos volvió a poner en evidencia a su padre.

-¡Entonces tu también eres un bebé!.- dijo con contundencia.- porque tu también quieres estar siempre en brazos de mamá.

Sora volvió a reír para sus adentros y Yamato enrojeció en el acto.

-Vale, se acabó, ¡vete a despertar a tu hermana ahora mismo!.- ordenó señalando la puerta.

-Voy…- asintió el pequeño sin mucho convencimiento mientras bajaba de la cama, pero antes de abandonar la habitación se volvió a su padre y haciéndole la burla gritó.- ¡Bebé!

-¡Yuujou!.- gritó el rubio, dispuesto a salir corriendo detrás de él, pero fue retenido por los brazos de su mujer, que rodeándole del cuello, le tiró para atrás recostándolo sobre ella.

-Yama… no hagas el tonto.- dijo con dulzura, mientras le daba un dulce beso en la mejilla.

-No me tiene ningún respeto.- hablaba Yamato abatido, dejándose mimar por su esposa.- ¿bebé?… ¿yo un bebé?, ¡que niños más maleducados!

-Amor, no gruñas.- seguía la mujer con dulzura proporcionándole dulces besitos.- además, me encanta que seas mi bebé grande, siempre lo serás.- susurró esto, acompañándolo de un provocativo mordisco en el lóbulo de la oreja, que por supuesto a Yamato le hizo olvidar todas sus penas.

-¿Si?.- preguntó el rubio, volviéndose hacia su mujer, recostándola debajo de si, a la vez que ya se perdía entre sus labios con pasión.

-Espera.- le separó un poco Sora.-… 5, 4, 3, 2, 1...

Los dos adultos quedaron estáticos con las orejas bien abiertas y al fin se produjo lo que esperaban.

-¡YUUJOU, DÉJAME DORMIR!.- se oyó el ensordecedor grito de su hija mayor.

-Hora de levantarse.- anunció Sora con tristeza por tener que posponer la placentera labor de estar con su esposo.

-Si…- asintió este, levantándose también con desanimo.

Yamato Ishida y Sora Takenouchi-Ishida ambos con 39 años de edad, casados desde los 22 y compartiendo su vida desde las Navidades del 2002. Cuando decidieron formar una familia, se mudaron a una casita unifamiliar a las afueras de su antigua ciudad, Odaiba, y de esa forma cumplieron uno de los grandes sueños de Yamato, tener un jardín y un perrito. Yamato fue un gran astronauta, su mayor hazaña llegar a Marte, pero desde entonces y según sus propias palabras "ya estoy viejo para seguir con eso", por lo que ahora tiene un trabajo mucho más tranquilo de papeleo en las oficinas de la JAXA, para felicidad de su esposa y también de sus hijos, los cuales tuvieron mucho que ver en este retiro de Ishida. Por supuesto que Yamato ya no tiene ningún interés en volver a viajar por el espacio y conquistar planetas, porque todo su universo ahora lo tiene en su casa, es un feliz padre de familia. Sora es la dueña de una firma de moda cuyo éxito ha incrementado en los últimos años, adquiriendo fama internacional, lo que significa que cada vez debe viajar más por trabajo, pero a pesar de eso, es una mujer de su hogar. Intenta trabajar lo máximo posible desde casa, ya que esta muy apegada a sus hijos, sobretodo al pequeño, que lo sigue mimando como si se tratase de un bebé, aunque, como ella siempre dice "Aiko y yo tenemos que cuidar a 2 bebés", porque en efecto, para Sora los hombres Ishida, siempre serán sus bebés.

Aiko Ishida, la hija mayor del matrimonio, cuenta con 9 primaveras, posee la dulzura de su madre y el genio de su padre. De este también heredó, a parte del aspecto físico, su habilidad musical, aprendió a tocar el piano antes que a escribir, para orgullo de su padre y desesperación de su madre, aunque últimamente su afición es la guitarra. No es demasiado femenina, pero a pesar de eso, suele practicar ikebana con su abuela y se deja vestir con vestidos por su madre, para que ellas estén contentas, tampoco es que le tenga terror a las faldas, lo que pasa es que, como ella dice "es muy incomodo patear a Yagami en el culo con una falda" su compañero digimon es Yokomon.

Yuujou Ishida, el benjamín de la familia, tiene 5 años, es muy inocente y bastante mimado por todos, lo que le hace un poquito cobarde. Los días de tormenta duerme en la cama de sus padres, para desesperación de Yamato, pero no solo cuando hay tormenta, también cuando ha visto una película de miedo, o cuando su hermana le cuenta una historia de miedo, o cuando Gabumon se quita la piel para darle miedo, en conclusión, se podría decir que, Sora duerme con dos hombres prácticamente todos los días, lo que eso significa que Yamato se da de cabezazos contra el lavabo casi todos los día, echando de menos los tiempos en los que tenía a su amada esposa solo para él. Siente gran adoración por su hermana mayor, aunque es un poco bocazas y le suele meter en más de un lío cuando esta quiere hacer algo que sus padres no aprueban, también quiere mucho a su primo Tenshi y no le gusta que le dejen de lado por ser pequeño. Físicamente es igual que su madre, con su carácter dulce y alegre con las personas que conoce porque con los extraños se muestra excesivamente tímido y desconfiado, en eso se parece a Yamato cuando era más pequeño. Le encanta dibujar todo lo dibujable y aunque no tiene tanto talento musical como su hermana, no se le da mal del todo y ya se ha apoderado de la armónica de su padre. Nunca se separa de su querido Tsunomon

-Ya estoy papá.- anunció un moreno con alegría, mientras se adentraba en la cocina con una mochilita en la espalda.

Taichi se volvió lo justo para mirar a su hijo y no tardó en darse cuenta de que esa mochila estaba llena de juguetes y demás tonterías innecesarias, pero bueno, ahora no tenía tiempo para educar a su hijo, estaba demasiado ocupado preparando la cajita de comida para el picnic.

-Muy bien hijo.- dijo por inercia, mientras interiormente se maldecía por haberse ofrecido muy amablemente a preparar la comida, y es que esas bolitas de arroz no se parecían en nada a las que de normal preparaba su amada esposa.

-Argh… no me gustan.- se quejó Taiyou, tras probar bocado tan desagradable.

-Hijo no molestes.

-Pero esta asqueroso, ¿Por qué no lo hace mamá?.- preguntó el niño con inocencia.

Taichi llevó la mente hasta su esposa, llevaba rato en el baño, indispuesta por lo que parece y todo hacía indicar que no iría al maravilloso picnic.

-Mira hijo, cuando lleguemos hacemos el cambiazo a la cesta de picnic de los Ishida, ¿de acuerdo?

-¡Vale!

Hay cosas que nunca cambian, como que Taichi seguía siendo un negado para la cocina y también por supuesto que aprovechaba cada ocasión para batallar con su amigo Yamato. Por su parte Akane llevaba demasiado en el baño y su esposo ya estaba empezándose a mosquear, por lo que al fin decidió ir a su encuentro.

-Amor, ¿estás bien?.- preguntó con dulzura pegando en la puerta.- oye, ¿quieres que llame a los Ishida y les decimos que nosotros tampoco vamos?

Silencio absoluto, lo que empezó a preocupar en serio al portador del valor.

-Akane, voy a entrar ¿de acuerdo?

-E… ¡espera!.- gritó la mujer, pero ya era demasiado tarde, Taichi había entrado.

Al entrar se encontró a su mujer, sentada en la tapa de la taza del inodoro y escondiendo rápidamente algo en la mano con nerviosismo.

-Cariño, ¿Qué ocurre?.- preguntó Yagami acercándose a ella.

-Eh… ah… nada… estoy bien, ¿has hecho las bolitas?.- preguntó con una adorable sonrisa.

-Si… pero, bueno, lo he intentado.- se excusó el embajador, poniendo carita de niño bueno.- entonces, ¿todo bien?

-Si, perfecto, estaba aseándome.- dijo Akane con nerviosismo, poniéndose en pie, haciendo ademán de salir para que su esposo salga primero.

El moreno salió del baño, sabía perfectamente que su mujer le ocultaba algo, pero no le obligaría a decírselo… o si…

En un rápido movimiento, se volteó y abrazó a Akane, para que sus manos se encontrasen con las de ella y poderle arrebatar lo que escondía tras de si.

-¡Taichi para!.- gritó la mujer empezando a forcejear.

-Oh, vamos amor, ¿Qué escondes?, ¿el regalo de mi cumple?.- preguntaba Yagami divertido mientras trataba de arrebatarle el pequeño objeto.

-Espera, ya te lo enseño, pero para por favor.- cedió la castaña, pero lo que no sabía es que su marido ya había agarrado el pequeño objeto.

-¡Tarde!.- anunció con una sonrisa, mientras lo cogía y se volvía para ver de que se trataba.

-No lo cojas por ese lado.- anunció la mujer en tono cansado.

-¿Por qué?.- preguntó el compañero de Agumon, que aún no se había enterado que era lo que tenía entre manos.

-Porque por ahí es donde he meado.

-¡Aaahh!.- por acto reflejo Taichi soltó el objeto y volviéndose a su esposa preguntó con repulsión.- ¿Qué clase de regalo escatológico vas a regalarme por mi cumpleaños?

La mujer negó con la cabeza con una ligera sonrisa y es que su marido siempre será un despistado que no se entera de nada. Por eso, lo recogió y se lo puso en la cara a su esposo.

-El regalo llegara dentro de 9 meses, papá.

A Taichi se le salieron los ojos de las órbitas al contemplar que era eso, en efecto, ¡un test de embarazo! y en efecto, ¡daba positivo! Quedó con la boca abierta durante varios segundos, sin reacción, por lo que la mujer se empezó a preocupar.

-Amor, ¿estás bien?

-Estas… estamos… estoy… vamos a… bebé… vamos… a… otro, ¿vamos a ser papás otra vez?.- logró al fin articular el moreno, poniéndosele un brillo especial en la mirada.

-Creo… creo que si.- asintió Akane, bajando la mirada con un ligero rubor.

Y Taichi pegó un grito de euforia que se oyó hasta el Digimundo, abrazándose a su esposa y elevándola por los aires con jubilo, en este momento era el hombre más feliz de la tierra.

-En… serio, ¿te hace ilusión?.- preguntó su esposa, ya que tenía la pequeña preocupación de que Taichi no quisiese tener más hijos.

-¿Qué si me hace ilusión?.- preguntó con una sonrisa indescriptible.- es lo mejor que me ha pasado.- dijo dándole un beso en los labios.- gracias, muchas gracias, te amo mi amor.- repitió besándola de nuevo pero esta vez con más intensidad.

-¿Qué pasa?.- preguntó Taiyou sorprendido por tantos gritos, mientras comía una de las bolitas de arroz, a pesar de que hace un segundo hubiese dicho que estaban asquerosas.

Yagami, aún sin dejar de abrazar a su mujer, miró a su hijo.

-Pues Taiyou, vas a tener un her… au.- paró al sentir un codazo de su esposa.- ¿Qué?

-Prefiero estar segura antes de decirlo.- susurró Akane.- he pedido cita con el ginecólogo para que lo confirme y diga que todo va bien.

-De acuerdo.- asintió el moreno con felicidad.- voy a llamar a los Ishida para decirle que no vamos.

-Eres un amor.- le dijo la mujer, al ver lo atento que era su esposo.

Taichi Yagami, ahora un ejemplar padre de familia de 39 años. Embajador de la Tierra en el Digimundo, viaja mucho a New York por su trabajo en la ONU pero su residencia habitual se encuentra en Tokio. Casado con Akane Yagami, prima de su amigo Iori. Iniciaron su relación en el verano del 2009 y desde entonces jamás se han separado. Estudió derecho al igual que su primo y siempre ayuda a su esposo con los discursos, aunque desde que nació su hijo trabaja de ama de casa, su compañero digimon es Kapurimon.

Taiyou Yagami de 9 años, posee la terquedad de su padre y su peinado también. Adicto al futbol, leal, amigo de sus amigos, decidido, un poco temerario y sin demasiado tacto, sobre todo para tratar con su mejor amiga Aiko. Mantiene una relación de amor odio con ella, lo que hace que a Yamato no le caiga nada bien y se refiera a él como el "maldito Tarzán". Siente tremenda admiración por su primo mayor Kibou, su digimon es un Koromon.

Instantes después en la residencia de los Ishida-Takenouchi, estos ya estaban preparados para su maravilloso día de picnic.

-Cielito, te vas a caer dentro del plato.- hablaba Yamato divertido al ver como a su hija se le cerraban los parpados solos.

-Es muy pronto, para que me has hecho levantar tan pronto.- dijo la chica recostándose encima de la mesa de la cocina.

Su desanimo, nada tenía que ver con la alegría que mostraba su hermanito menor, que se paseaba por toda la casa tocando un pequeño tamborcito de juguete, con el perro detrás ladrando y él gritando:

-¡Picnic, picnic, picnic, picnic…!

-Yuujou cállate ya.- bufó la chica, tapándose los oídos.

Ajena a estas aventuras, Sora que ultimaba los preparativos de la cesta de comida, había recibido una llamada de su mejor amigo.

-… ¿pero es grave?.- preguntaba la pelirroja con preocupación.-… vale, si… no me lo quieres decir, vale, si lo entiendo… oye, ¿quieres que nos llevemos al niño de picnic?

Al escuchar eso, Yamato abrió los ojos apurado y se dirigió hacia su esposa mientras negaba con la cabeza.

-… no es molestia, Yamato pasa a buscarlo que no le cuesta nada.- seguía Sora, mientras el rubio se desesperaba.- si… vale, venga, nos vemos luego.

Y nada más colgar el teléfono, Yamato estalló.

-¡Pero como se te ocurre decir que nos llevamos al Tarzán!

-Yamato, ve a buscarlo y se amable.- ordenó Takenouchi ignorando a su esposo.

Ishida bajó la cabeza abatido, debería ocuparse del hijo de Taichi, mientras este se escaqueaba con su mujer, este picnic ya empezaba a dejar de ser tan maravilloso.

-¿Seguro qué estás bien?.- preguntó nuevamente el pequeño Tokomon.

Tenshi, que seguía preparando su bolsa de deporte para su inminente partido le miró extrañado.

-¿Por qué lo dices?

-Por… bueno, te despertaste a mitad de la noche apurado.- dijo el pequeño Tokomon.

El niño puso cara de no saber de lo que hablaba y con su característica alegría prosiguió organizando su bolsa.

-No se, habré tenido un mal sueño, pero no me acuerdo… estoy perfectamente.- contestó, mientras miraba hacia todos lados pensativo.- ¿has visto mi bate?

-Debajo de la cama.- contestó el digimon con naturalidad.

-Ah, si.- sonrió al tenerlo de nuevo entre sus manos.- hoy voy a hacer mínimo tres home run.- anunció con felicidad mientras bateaba al aire.

-¡Hijo!, ¿estás ya?.- se oyó a su padre llamándolo.

-Si, voy.

El joven hijo de Takeru se puso su gorra de béisbol, dejo que Tokomon se subiese en su cabeza y tras coger su bolsa de deporte salió de la habitación.

Nunca se imaginó la sorpresa que le esperaba al llegar al salón. No se lo podía creer, hacía ya más de un año que no la veía. Dejando caer la bolsa de deporte al suelo de la impresión, corrió a los brazos de la persona que estaba ahí.

-¡Mamá!.- gritó eufórico abrazándose a su progenitora, que le esperaba con los brazos abiertos.

-Oh, mon Ange!.- decía su madre abrazándolo amorosamente.

Todo esta escena era contemplada por Takeru con una radiante sonrisa, porque a pesar de que su hijo no pudiese ver demasiado a menudo a su madre, él se encargaba de hacer que le mandase cartas o le llamase por teléfono para conservar una buena relación.

Tras la euforia inicial, Tenshi al fin dejó respirar un poco a su madre.

-Mamá, que guapa estás.- hablaba con adoración, observándola detenidamente.- leí tu ultimo articulo, es genial, ¿me contarás todo lo que has visto?

-Claro que si, mon amour.- respondió abrazándole por el hombro.- pero ahora creo que tienes un partido.

-¿Vas a venir a verme?.- preguntó completamente ilusionado.

-Claro, para eso he venido.- dijo dándole un beso en la frente.- oh Tokomon veo que no pierdes la costumbre de ir en la cabeza de mi Ange.- dijo divertida al ver al digimon.

-Supongo que es cosa de familia.- respondió este señalando a Patamon que ya se había subido en la cabeza de Takeru.

-Venga vamos, que al final vas a llegar tarde.- puso un poco de orden Takaishi, tomando la bolsa de deporte de su hijo.

Takeru Takaishi, guapísimo y adorable escritor de 36 años, es padre soltero y vive en Tokio con su hijo. Cuando estuvo en Francia estudiando, después de la última batalla del verano de 2009, tuvo un romance con una compañera de universidad, Nicolette Dubois. Ella es periodista vocacional, conocida desde la universidad como "Lois Lane", porque su prioridad siempre ha sido su trabajo y buscar la noticia. Takeru y ella nunca llegaron a casarse, pero su apasionada relación dio como fruto a Tenshi, el hijo de ambos. Mantiene muy buena relación con Takeru, aunque no siempre fue así, ahora por el bien de Tenshi, más que ex son grandes amigos, su digimon es Gazimon.

Tenshi Takaishi, el alegre hijo de la pareja, tiene 11 años y se ha criado con su padre, su abuela paterna y todos los amigos de Takeru en general, ya que sin haber cumplido el año de vida, Takeru regresó con él a su antiguo hogar, Tokio. Es bastante comprensivo y entiende la postura de su madre, por lo que lejos de guardarle rencor por elegir su trabajo antes que a él, disfruta de los momentos que puede estar a su lado, aunque a pesar de su optimismo y alegría natural, siente algo de pena por no haber tenido nunca una familia estructurada, como la que tienen sus primos. Por ello, cuida de ellos y los quiere como si fuesen su hermanos. Deportista, juega al béisbol en el colegio, que por cierto va a la misma clase que el hijo de Hikari, con el que no se lleva especialmente bien, su digimon es Tokomon.

-Pásala… pásala… ¡pásala!, ¡imbécil!.- gritó Daisuke poniéndose en pie como una fiera como si se estuviese jugando el mundial de futbol.

-¡Daisuke, por favor!.- recriminó su esposa atónita.

No era para menos, ya que lo que estaban presenciando era el partido de escolares de su hijo, pero es que Daisuke llevaba unos días demasiado irritado. Otros que se quedaron un poco perplejos fueron el matrimonio Hayashiba, que también estaban viendo el partidillo, puesto que su hijo jugaba en el.

-Daisuke, relájate un poco, solo es un partido de primaria.- dijo Hikari.

-¡Otra pelota que ha perdido tu hijo!, ¡Kibou esto es futbol no ballet!, ¡nenaza!.- gritó como un desquiciado Motomiya.

Evidentemente ese comentario llegó al alma a Hikari, iba a decirle algo, pero su marido se adelantó.

-Daisuke… eh, no hagas eso.- empezó el Señor Hayashiba con excesiva educación.- es un deporte para pasar el rato, no es bueno que metas esa clase de presión a unos niños de 11 años.

El moreno bufó, tomando asiento y cruzándose de brazos.

-¡Métete en tus cosas Freud!

El hombre negó con la cabeza, para regresar su mirada a Hikari, había decidido no darle importancia a ese comentario, además por su trabajo de sicólogo ya estaba acostumbrado a que Daisuke le llamase así.

-Disculpadle.- se excusó la señora Motomiya.-… no se que le pasa, esta muy raro desde que volvió de su último viaje de EEUU.

Daisuke Motomiya, el heredero del valor no es tan tonto como parecía y consiguió de la nada crear un gran monopolio de restaurantes de comida rápida, a sus 36 años, vive en Tokio, a donde regreso después de hacer las Américas y forrarse, viaja a menudo por negocios y mantiene muy buenas relaciones con Mimi por trabajo. Casado con Keiko Motomiya, esta le ayuda con su restaurante de Tokio ya que es experta en repostería, su digimon es un Lopmon. Han pasado por varias crisis matrimoniales, pero siempre vuelven más enamorados que nunca, o eso es lo que dicen, Keiko tiene mucha paciencia y también esta profundamente enamorada de su marido, tanto que aún le sigue considerando como su héroe. Tiene un hijo, Musuko Motomiya, es el reflejo de su padre, tiene 11 años, valiente, bromista, un poco despistado pero con un gran corazón, sus goggles son su mayor tesoro, su digimon es Chibimon.

El partido terminó con una dolorosa derrota para el equipo de Odaiba, colegio al que, muy seguramente por nostalgia, la mayoría de los digielegidos llevaban a sus hijos.

-Venga hijo, lo has hecho muy bien.- dijo el señor Hayashiba, nada más reencontrarse con su hijo.

Pero el pequeño Kibou no se dejó consolar fácilmente, sabía que la derrota había sido en gran parte por su culpa. Y es que, realmente a Kibou no le gustaba demasiado al futbol, pero con un tío adicto a este deporte como Taichi, que le empezó a entrenar prácticamente desde la cuna, no era fácil plantarse y decir la verdad.

Hikari Yagami-Hayashiba profesora de jardín de infancia, 36 años, vive en Tokio y esta felizmente casada con Yuuto Hayashiba, al que conoció estudiando magisterio infantil. Comparte con él la adoración por los niños, él es psicólogo infantil lo que le hace bastante comprensivo, su digimon es Gotsumon. Su hijo se llama Kibou Hayashiba, cuenta con 11 años, es bastante reservado, no soporta a Tenshi y mucho menos a Takeru, tiene excelente relación con Taiyou, su mayor confidente es su tío Taichi, al que admira y por eso uno de sus mayores temores es decepcionarlo, su digimon es Salamon.

Al mismo tiempo que el partido de futbol se disputaba, en un campo cercano, se jugaba otro partido, esta vez de béisbol, en el que también un hijo de digielegido era protagonista.

-¡Así se hace Tenshi!.- gritó Takeru eufórico.

-Muy bien Tenshi.- le siguió Tokomon, más emocionado aún.

En el día de hoy, Tenshi parecía más motivado que nunca y muy seguramente que su madre estuviese en el campo tenía mucho que ver en eso.

-Juega genial, es increíble, ¡corre hijo!

Takeru sonrió complacido, era la primera vez que Nicolette asistía a un partido de su hijo. Tenía la esperanza de que empezase a venir más a menudo por Tokio o que Tenshi pudiese ir los veranos a Francia y mantener una relación más estrecha con su progenitora. Pero cuando la madre de su hijo le miró, dejó de fantasear en el momento, conocía muy bien esa mirada. Nicolette le iba a decir algo importante y lo más probable es que le desagradase.

-Escúpelo Lois.- pidió Takeru con seriedad.

La mujer se sorprendió pero no demasiado, en cuanto a sentimientos, a Takeru era casi imposible engañarlo.

-Verás.- empezó con nerviosismo.- no te he contado para que he venido.

-Supuse que para ver a tu hijo, pero veo que me he equivocado.- cortó el rubio en forma de reproche.

-No te has equivocado, por supuesto que he venido a ver a Ange.- se excusó la periodista, para nada le había gustado el tono recriminador de su ex novio.- y no solo a eso…

Takaishi que mantenía la mirada fija en el partido se volvió hacia la mujer, entonces se percató de que señalaba una alianza en el dedo.

-Eh… ah… uh, ¿te has casado?.- acertó a preguntar incrédulo.

-Si.- asintió Nicolette con un leve sonrojamiento.- no te dije nada, porque fue todo muy rápido, pero le amo, me ama y soy muy feliz.

Takeru no sabía que pensar, esta era una noticia completamente inesperada, daba por hecho que su ex novia era un alma libre, que jamás se casaría porque para ella lo más importante siempre fue su trabajo. Por un lado se alegraba enormemente, ya que a pesar del hijo que tenían en común, nunca la amo lo suficiente como para que un matrimonio funcionase y deseaba que encontrase el amor. Pero por otro lado también era bastante desolador, porque él seguiría solo, enamorado de sus recuerdos, mientras todos vivían en el presente y avanzaban, él continuaba atrapado por su pasado.

Sacudió la cabeza para desterrar esos desmoralizadores pensamientos, ahora debía ser feliz por su amiga.

-Enhorabuena.- le dijo con una sincera sonrisa, mientras la abrazaba.- me alegro mucho aunque no se como se lo va a tomar Tenshi.- finalizó con una sonrisa.

-Hay más.- añadió la mujer con nerviosismo.

Takeru la miró con expectación.

-Estoy embarazada.- dijo rápidamente.

Esta vez Takeru no respondió, se había quedado de piedra, con la boca abierta hasta el suelo, sin ni siquiera pestañear. Al no escuchar nada por su parte, la mujer se volvió hacia el rubio.

-Takeru.- llamó tímidamente.

El hombre al fin reaccionó, eso si, ignorando por completo a su amiga.

-Patamon ¿me traes un refresco?.- pidió con tranquilidad. Evidentemente, el digimon que se encontraba ajeno a todo esto, mirando con Tokomon el partido, ignoró a su compañero.

-Takeru, ¿me has escuchado?

-¿Eh?, si claro, ¿tu de que lo quieres?, ¿limón o naranja?.- siguió el rubio a lo suyo.

-Quiero llevarme a Ange.

-Si, por supuesto, yo de limón, es más refrescante.

-Tenemos una casa en Niza preciosa y he conseguido un trabajo en el periódico local mucho más estable, voy a dejar de ser corresponsal.

-Naranja mejor, si… limón es demasiado ácido.

-Él es médico, lo conocí haciendo un reportaje en Somalia. Me sorprendió ver un francés ahí, es una gran persona te encantará y esta deseando conocer a Ange.

-Un té mucho mejor, donde va a parar, ¿Patamon me has escuchado?

-Hasta le hemos mirado el colegio y estoy segura de que se pondrá a saltar de alegría cuando sepa lo de su futuro hermano, será muy feliz y no te preocupes podrás verlo cuando quieras, en verano vendrá aquí y…

-¡Me tomas por imbécil!.- cortó finalmente Takeru rojo de furia.

-Vaya, por fin me escuchas…- musitó Nicolette apurada.

No era para menos, ese ensordecedor grito había sido escuchado por todo el campo, haciendo que hasta Tenshi dejase de jugar y se quedase mirando a la grada.

Tratando de contener su furia, Takeru esbozó una sonrisa tranquilizadora a su hijo, para que siguiese jugando. Este la aceptó, aunque conocía a su padre y sabía que llevaba un enfado monumental, tomó el bate entre sus manos para seguir el partido.

-Olvídalo, no se lo que te has tomado para venir aquí o es que el embarazo te ha afectado a las neuronas, pero nunca, ni se te ocurra pensar, que voy a dejar que te lleves a mi hijo.- masculló el escritor contundentemente.

-No olvides que también es mi hijo.- defendió la periodista.

-No me olvido que lleva 11 años siendo tu hijo, 11 años en los que nunca te has interesado por él.

-¡Eso no es verdad!.- alzó la voz esta vez la mujer, que al ser consciente de que se estaba alterando, trató de tranquilizarse.- siempre me he preocupado por él.

-Una postal en Navidad no es preocuparse por él.- dijo el rubio irónicamente.- fuiste tú la que elegiste tu trabajo antes que a tu hijo, la que rechazaste tener una familia y entonces no te pareció mal que yo me quedase con él, de hecho te pareció una gran idea. Así que, si ahora quieres jugar a las familias y compensar los errores que cometiste con Tenshi con tu nuevo hijo, me parece perfecto, pero deja en paz a mi hijo. Él es muy feliz aquí, con su padre, con su familia.- sentenció Takaishi, dando por concluido el tema.

-¿Por qué no mejor dejas que decida él?.- preguntó la chica.

Takeru murmuró alguna que otra maldición. Se estaba empezando a enfadar demasiado. Pero este tema debería ser aplazado, ya que el partido terminó y Tenshi ya corría hacia sus padres, esperando esa pizza doble que le habían prometido.

Delante del niño, ambos adultos volvieron a sonreír aparentando felicidad, no querían preocuparlo aún, a pesar de que muy pronto él tendría que tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre.

-¿Dónde están los niños?

-Por ahí…

-¿Y los digimons?

-Por ahí también, olvídalos

La mujer giró la cabeza para mirar a su esposo. Realmente sus respuestas no eran para nada tranquilizadoras, pero si algo tenía Yamato era poder de convicción, sobre todo en Sora.

La pelirroja dibujó una sonrisa por contemplar la sonrisa traviesa de su marido, simplemente la adoraba y contagiándose de su tranquilidad, dejó caer la cabeza sobre su pecho, para que estuviese complacido y pudiese comenzar a jugar son sus mechones pelirrojos.

-Cuando estoy aquí, así y contigo, siento que vuelvo a tener 15 años.- susurró, a la vez que cerraba los ojos, quería disfrutar de este agradable día de picnic.

El picnic de la familia Ishida y el acoplado Yagami estaba siendo idílico. Habían pasado la mañana jugando al futbol, al frisbee, al balón prisionero, incluso Taiyou se atrevió a meterse al lago para darse un chapuzón. Después devoraron, literalmente, la comida y ahora por fin los adultos podían disfrutar de un poquito de calma. Tumbados, relajándose mirando las nubes o simplemente acariciándose y diciéndose tonterías al oído como si en verdad fuesen adolescentes. Mientras, los niños, hacían honor a su nombre y como buenos infantes eran completamente incansables. Corrían de un lado a otro, tratando de dejar atrás a Gabumon y Piyomon, porque para que engañarse, esos dos digimons, cuando hacían de canguro, eran aún más pesados que sus compañeros humanos.

-Ya… parece que por fin se han dado por vencidos.- narró Aiko, llevándose las manos a las rodillas. Estaba bastante agotada.

-Waa… que pesados son, Agumon ni se habría molestado en seguirme, es mucho más despreocupado.- dijo Taiyou a la vez que tiraba al aire y recogía a su feliz Koromon.

-Mira Ai-chan, mariposas.- señaló Yuujou, observando unas hermosas mariposas de llamativos colores que revoloteaban a su alrededor.

-Si, genial.- medio ignoró la mayor de los Ishida. En ese lugar había cosas más interesantes que hacer que contemplar unas aburridas mariposas.

En seguida se dieron cuenta de que se habían alejado considerablemente de sus adultos, y aunque eso no les preocupaba, ya que el Digimundo era como su gran parque de juegos, si era inquietante el lugar donde se hallaban. Se podría decir que nunca habían estado ahí. Al contrario del tranquilo campo donde habían comido, este lugar estaba bastante más oscuro. Ni en un millón de años se habrían imaginado que podía haber tanta deferencia de aspecto en lugares tan cercanos en el Digimundo. Era boscoso, se parecía más a una jungla, tal vez eso explicaba la ausencia de luz, pero entonces, un destello llamó la atención de la compañera de Ishida.

-Aiko mira, he visto una luz.- dijo Yokomon, saltando a los brazos de su compañera.

Aiko y Taiyou miraron hacia la jungla, intentando vislumbrar lo que Yokomon explicaba. Todo seguía igual de oscuro, realmente ese lugar daba un poco de miedo, más que otra cosa por la ausencia de luz, mientras no se adentrasen se sentían seguros, hay donde estaban, el sol era resplandeciente. Era como si fuesen dos mundos diferentes, en un lado, donde ellos se encontraban, había mariposas de colorines, flores de colores también alegres, el cielo azul y el sol bañando todo por completo. Y si daban un paso, se adentrarían en esa jungla, oscura, de cielo grisáceo y vegetación de tristes colores, era algo completamente surrealista. Pero, justo en el momento en el que se iban a dar por vencidos e iban a volver al lago donde estaban los adultos, Aiko vio el destello.

-¿Lo has visto?.- preguntó sin dejar de mirar hacia la jungla.

-Si.- asintió el moreno tan absorto en ese misterioso paraje como su amiga.

-¿Vamos?.- preguntó con una sonrisa desafiante.

-No lo digas dos veces Ishida.- le siguió el juego Yagami, con la misma sonrisa.

Los dos chicos con sus correspondientes digimon en brazos iban a adentrarse a la zona con decisión y valor o por lo menos aparentándolo, pero Aiko no pudo dar ningún paso, ya que una manita agarrando su pantalón la detuvo.

-Ai-chan, ¿Dónde vas?, ese sitio me da miedo.- susurró el pequeño Yuujou, que mantenía a su inocente Tsunomon en sus brazos.

La chica se giró hacia su hermano, arrodillándose para estar a su altura.

-Yuujou tranquilo, no va a pasar nada, es solo una jungla.- le dijo dulcemente apoyando sus manos en los hombros de su hermano.- pero si te da miedo, quédate aquí, no pasa nada.

-Pero…

El niño bajó la cabeza con tristeza. No le gustaba ser tan cobarde y tampoco le gustaba quedarse solo en los sitios, por lo que si se quedaba ahí, iría corriendo en busca de sus padres y tendría que pasar la vergüenza de reconocer, una vez más, delante de su padre, que era un miedica.

Taiyou presenciaba sonriente la tierna escena fraternal, pero aunque Aiko fuese la mejor hermana del mundo, existía algo, a su juicio, que nunca entendería, el orgullo masculino. Por eso, el pequeño Yagami decidió echar una mano, según él claro, a su pelirrojo amigo.

-No le hagas caso a tu hermana Yuujou.- dijo de repente, haciendo que Aiko le mirase sorprendida a la par que molesta.- tu eres un valiente ¿lo oyes?, por eso, estoy seguro de que vas a entrar en ese bosque con nosotros y no te va a dar ningún miedo.- anunció cerrando los puños para abajo con efusividad.

Yuujou le miró, le gustaba cuando le llamaban valiente, pero no podía evitarlo, la selva le daba miedo.

-Pero esta muy oscuro.

-¿Y que?, ¡Eres un valiente!, no debes temerle a nada.- como el niño seguía un poco indeciso, jugó su última carta.- y sino quieres entrar, ya sabes lo que tienes que hacer, irte llorando a tu papá y que él te mire decepcionado al ver lo cobarde que es su hijo, el hijo de un astronauta…

-¡Cállate!.- le dio un empujón Aiko, para que dejase de decir tonterías.

Para ella, esto más que un estímulo, había sido un trauma para su hermano, pero Yuujou le sorprendió por completo.

-¡Yo soy un valiente!.- gritó frunciendo el ceño con rabia. Gesto totalmente inesperado, Aiko nunca le había visto con una expresión tan rabiosa.- ¡y no voy a llorar nunca!, ¡soy más valiente que papá!, ¡vamos Tsunomon!

Sin más dilación, Yuujou empezó a trotar hacia el misterioso lugar. Evidentemente, cuando Aiko lo vio, casi le da una parada al corazón y Taiyou no podía dejar de sonreír, sentía que había hecho un gran trabajo con el pequeño Ishida.

-Venga chicos será mejor seguirle para que no se pierda.- anunció Koromon, saltando también hacia la jungla.

No se lo pensaron más y los dos niños siguieron los pasos de sus amigos. Ahora no había vuelta atrás, se internarían en ese espeluznante lugar y ya de paso buscarían al responsable de ese enigmático destello que tanto les había cautivado.

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N/A: y hasta aquí este primer capítulo. No sé, creo que no hay mucho que comentar. Aclarar que el nombre de Tenshi significa ángel, y al ser francesa, su madre se lo dice en francés, Ange, pero se llama Tenshi. Nada más de momento, no ha pasado gran cosa, sorato a tope y poco más jaja, habrá capítulos más emocionantes (espero). Lo de siempre, gracias por leer, espero que os haya gustado y que, trataré de ir actualizando lo más seguido posible. Cada dos semanas o así como mucho, si veo que me voy a retrasar más lo avisaré.

¡Feliz día de digimon a todos!, cuídense, matta ne!