WILD WIND TO THE WEST
"VERDADES OCULTAS"
2° Fic de mi autoría.
Dado que mi 1er Fic a mucha gente le gustó y me relajó bastante eh decidido continuar ahora la temática es un poco más madura y con la conservación de los carácteres de los personajes. Espero y les agrade y como siempre esperando sus comentarios.
P.D: El manga/anime Inuyasha no me pertenece ni sus personajes solo los que yo inventé.
"En esta oscura y estrepitosa noche invernal que azotaba al Japón moderno, quinientos años después de la era Sengoku. Las cosas habían cambiado drásticamente, rascacielos del tamaño de una montaña, los caminos polvosos y angostos transitados por carretas ahora eran avenidas de concreto donde autos veloces se paseaban; Algo casi imposible de imaginar que en esas mismas tierras tiempos atrás, hubieran sido escenarios de batallas sangrientas de ejércitos de hombres contra miles de demonios de toda clase, unos peleando por no ser comidos y otros por dominar en la region. Salvo por aquellos que estuvieron ahí, aunque de admitirlo son escasos los sobrevivientes.
Pero aún así, si me lo preguntan a pesar de todo ese caos que se desató en aquellos años, tal vez dirías es imposible que eso vuelva a suceder, a mí francamente me da igual, dado que yo siempre eh sido una esclava. Hijastra de un terrateniente muy rico, quien sin más agallas decidió venderme al mejor postor para asegurar su supremacía en el mundo.
A pesar de los nuevos trazos de lo que ahora se llama Tokyo aun permanecen las divisiones de las antiguas regiones: Norte, Sur, Este y Oeste. Los palacios que rigen esos territorios aun pertenecen en el completo anonimato, en las lejanías de la urbe y protegidos por campos de fuerzas poderosos que no cualquiera podría atravesar, tal vez siendo un sacerdote espiritual muy poderoso. Tal vez uno de estos llegue y me purifique, sería libre.
Es imposible no creer que aún en estos tiempos tan "modernos" sigan sucediendo ese tipo de cosas; Pues créelo. Desde el derrocamiento de los grandes señores feudales y el casi exterminio de los Youkais, no se vieron de nuevo catástrofes; Pero ahora una nueva clase de mal se está desatando ante los ojos incrédulos de los humanos y la avaricia de aquellos demonios que solo esperan, escondidos el momento justo para salir."
-"Tengo que escapar de ellos, no… no me pueden alcanzar…"-
-¡No la pierdan de vista, no debe llegar muy lejos. Su sangre aún sigue fresca!-
-Aspira la tierra- "Querida hermana, puedes correr pero no esconderte"- Ruge con ferocidad.
-¡Sepárense! Ya casi la atrapamos…- Cientos de criaturas se desplegaron para localizar a la mujer.
-¡Goshinki! Espera. No deberíamos avanzar más, estas son las tierras del Taiyoukai, si cruzamos sus límites nos hará correr como a ganado…-
-¿Acaso le tienes miedo. Muso?- Lo observa frenéticamente.
-No es eso. No hay que crear más problemas de los que podamos lidiar, ya es suficiente con que Kagura se haya escapado. – Se mofa.
-Aunque dudo mucho que sobreviva en ese territorio tan hostil, de todas maneras ya podemos dar por hecho nuestro cometido, los súbditos de Inu no Taisho nos ahorraran el trabajo de mancharnos las manos con la sangre de esa.-
-Muso siempre quieres quitarle la diversión a todo.- Le lanza una mirada de enfado.
-Allá tú, si quieres enfrentarlo, adelante no te detendré.- Se da la vuelta y se marcha.
-De su nariz brotaba vapor junto con sus gruñidas respiraciones. Se queda observando lo profundo y abismal del bosque que estaba delante sus ojos.
Un poderoso aullido de perro, los hace moverse del lugar, dándoles un sonido de advertencia, era tajante y elegante a la vez.
En lo profundo del bosque, bajo un océano de robles, apoyada en un tronco una bella doncella con su kimono desgarrado, los pies sangrando, su cabello castaño desalineado y con una respiración agitada demostraba todo el terror que sentía en ese momento.
-Parece que ya se fueron. No oigo ruidos.- La castaña de ojos rojizos trataba de agudizar su oído para cerciorarse de que no hubiera nadie más siguiéndola.
-Maldición, comienza a helar. Creo que debí haberme traído un abrigo antes de salir.- Sarcástica, frotándose los brazos, lenta y cautelosamente se dirige en busca de algún refugio que le sirviera de cobijo por esa noche que amenazaba con cubrir el valle de blanco.
-¡Ahh! Una cueva, que bien- Se dirige presurosa pues sus pies comenzaban a entumirse por el intenso frío.
-Perfecto, solo necesito hacer una fogata.- Recolecta unas cuantas ramas secas y las apila. Se queda hincada unos segundos y de su gélido aliento, brota un hilo de fuego.
-Con esto me mantendré caliente. También necesito curar mis heridas. Malditos bastardos si no hubieran destruido mis plumas voladoras, los habría dejado lejos desde hace mucho.
Desgarra un trazo de tela de su ya destrozado kimono y venda sus pies, no sin estar siempre alerta a cualquier indicio sospechoso. Ya adentrada la noche comenzaron a caer los primeros copos de nieve, un escenario bello, deleitable a sus pupilas.
-FLASHBACK-
-Que piensas hacer con ella Naraku. Pronto cumplirá los veintidós años y como heredera legítima podrá tomar posesión de este palacio y de todo lo que le corresponde.- Dos caballeros con cabello castaño oscuro conversaban en el gran despacho del palacio del Este. Mientras bebían sus copas de Sake en las rocas ideaban un plan que pusiera fin a todas sus inquietudes…
-Es muy pronto para hablar de la edad de Kagura, Muso. Mientras ella no se entere de lo que posee, su edad no será tema de conversación. De todas maneras ya resolví eso. Planeo deshacerme de ella, si la mantengo aquí solo me estorbará y terminará descubriendo todo. La ofrecí en "matrimonio".-
-Muso lanza una risa irónica:
-¿A quién se la vendiste?-
-Al Señor del Oeste, está desesperado porque su hijo se haga cargo de las responsabilidades que le conciernen… Tal vez está consciente de que pronto morirá.-
-¡Huh!- Arquea las cejas en sorpresa. –El hijo es un bastardo sin escrúpulos-
-En efecto, tiene un carácter… difícil-
-¡Difícil! ¡Ha! Es el cabrón menos insensible que jamás haya conocido, parece un maldito bloque de hielo. Solo sirve para ordenar y qué decir de su pomposa arrogancia, la primera y última vez que puse un pie en su palacio, solo con la mirada me pudo matar… en fin. Pobre hermana mía-
-¿Pobre? Vivirá como una reina, el es el heredero próximo al territorio enemigo. No se puede quejar le conseguí un marido muy rico. Además necesito cesar hostilidades con ellos, esta guerra me está costando demasiado y necesito poner punto final a esto, no puedo llevar a cabo mis futuros planes con esos bastardos jodiendo a cada rato.-
-Eso sí. En fin ¿Cuándo planeas decirle lo de su "boda"… inesperada?-
Observa de reojo la puerta –Creo que ya lo sabe- Gruñe.
Se levantan de golpe de sus asientos
-¡Qué esperas! ¡Ve por ella!-
END FLASHBACK
-¿Cómo pudieron hacerme esto? Debí haberlos corrido de mi palacio, sí claro con todos los sirvientes a las órdenes de Naraku eso hubiera sido imposible.-
El cansancio ya comenzaba a vencerla, de la nada cerró sus ojos y se sumergió en un profundo sueño.
Un gran rayo acompañado de un gran rugido cayó sobre el bosque ocultándose sobre las copas de los robles. La tierra comenzó a temblar estrepitosamente provocando que los no-invitados se marcharan inmediatamente si querían seguir con vida.
A lo lejos sobre un risco un figura gigantesca en forma de lobo blanco observaba a los demonios que habían traspasado su territorio esperando a que por su propia voluntad abandonaran sus tierras; Y así lo hicieron. La gran bestia se cuestionaba el porqué de esta intromisión, de repente una brisa de aire frío le llevó a su nariz un olor a sangre. Con gran velocidad y agilidad bajó el risco transformándose en su forma humanoide, un demonio varón bastante alto, gallardo, con los cabellos plateados como la luna, fornido, y con una mirada tan fría que el mismo diablo se hincaría ante él.
-"Demonios no… no logro calentarme, hace demasiado frío y con estas garras menos podré cubrirme"- Kagura se incorporó y juntó sus rodillas con su pecho abrazándose a sí misma para tratar de mantener el calor pero era inútil los gélidos vientos entraban en la cueva rebotando entre el techo y las paredes haciendo más brusca la ventisca.
-¿Qué será peor, caer en las garras de Naraku o morir de frío? Probablemente la primera hubiera sido más dolorosa…hmmm. Aunque morir de frío tampoco me agrada.- Tiritaba excesivamente.
-Maldito… si no hubiera sido por su culpa yo no estaría aquí. ¿Qué fue lo hice para merecer esto? ¡Dios que hice dime qué!- Gritaba con desesperación.
-¡Agggrrhh Púdrete!- Para su muy mala suerte (o tal vez castigo por su blasfemia) una ventisca apagó la pequeña fogata que medio la consolaba. Ya sin fuerzas para adular otra brisa de fuego comenzó a resignarse que sería su fin, lágrimas de rabia amenazaban con salir de sus rojizos ojos.
-"No, no voy a llorar, aún me queda un poco de dignidad. Ese perro… no le daré el gusto". ¡Un buen Sake me sacaría del apuro ha!-
Pasaron las horas ya en la profundidad de la noche. El frío ya era insoportable, el viento incesante alzaba la nieve y la lanzaba como cuchillas que golpeaban todo a su paso. En la cueva donde Kagura se encontraba la nieve comenzaba a meterse, estalactitas de hielo se formaban en la parte superior del recinto, algunas empezaban a desprenderse haciendo que la chica corriera de un lado a otro para evitar que la atravesaran. Un bloque de hielo bastante grande se rompe. Agotada, cansada y entumida por el frío, no logra esquivarlo del todo y la golpea dejándola inconsciente, tal vez muerta.
El gran señor Inu no Taisho sobrevolaba el bosque, cuando el olor a sangre fresca inundó su sentido olfativo. Descendió justo enfrente de una cueva, caminó hacia ella, y se percató que había algo o más bien alguien tendido en el suelo y con una gran roca de hielo encima.
-Hmm una mujer- Sin esfuerzo alguno retiró la pesada losa de la chica, y pudo observar las terribles heridas que tenía, sus vestimentas deshechas y llenas de sangre. Realmente un desastre.
-"Este olor. Fue el mismo de hace rato. Así que era ella lo que estaban buscando."- Pensativo el Youkai se quedó unos instantes.
-"Aún sigue con vida".- La alza en sus brazos y salen de la cueva.
La luna comenzaba a dar unos pequeños rayos de luz que lo iluminaban, dirigió su mirada al cielo, la tormenta ya se había disipado. Regresó su mirada a la mujer inconsciente en sus brazos, y por inercia la cubrió con su estola. Se elevó y se perdieron en la noche.
