1. La caída de los Malfoy

En tiempos de crisis como la que enfrentaba solía encerrarse en su despacho por largos periodos, mientras fumaba unos puros de hierba de ajenjo, mezclado con cantidades poco recomendables de licor que lo dejaban aún más deprimido, borracho , en el mejor de los casos dormido, al grado de la inconsciencia: en el peor de los casos era capaz de lastimarse; aunque más al estilo dramático, fingiendo un posible suicidio, lanzando amenazas al aire. Largos sermones a un ser que no le escuchaba, simplemente porque no se encontraba allí. Lo maldijo, lo odio, y luego lloró preguntándose qué había hecho mal, ¿acaso pagaba una deuda divina?

De su impecable y altivo aspecto no quedaba ni la sombra; no había una fina levita, ni unos zapatos lustrosos, o su memorable varita empotrada en una especie de cetro. Les había reemplazado por una bata hecha harapos, pies desnudos y una varita que le servía de agitador para sus tragos. Tan triste escena era presenciada por su fiel esposa que se encargaba de mantenerle en la medida de lo posible: sano, cuerdo, aseado; lejos de la vida pública y del escándalo, después de esa terrible visita a la casa de los Greengrass, esa era la causa del estado de Lucius Malfoy; inmediatamente rememoró esos instantes, buscando una respuesta.

Recibieron el pergamino durante la comida, la cual apenas y probaban, pues todo era amargo, claro que ella como madre y protectora de ciertos "secretos" de su hijo, estaba acostumbrada a permanecer en silencio, y aquel sabor no le era ajeno, era un módico precio a pagar por su complicidad.

-Una carta de la familia Greengrass- anunció con bastante miedo el elfo doméstico, temiendo que el amo se disgustará y lo golpeará. La mujer tomó la nota de la charola y con un gesto despidió al ser que se sintió aliviado al ver que se había librado del castigo y es que desde que el joven amo se fugara con la "sangre sucia Granger" mencionar su nombre o el de cualquier involucrado valían gritos, golpes, maltratos , amenazas; así que en ese momento el pequeñín se retiró con un brillos de cictoria en los grandes ojos color esmeralda.

-Ya se estaban tardando- comento Narcisa que leyó para ambos.

Señor y señora Malfoy:

Consideramos que es tiempo de poner solución a nuestro "asunto", por lo tanto es necesario y urgente reunirnos a la brevedad. Confiamos en que al recibir nuestra misiva enviaran su respuesta. Saludos cordiales, y deseando que su salud sea óptima. Familia Greengrass

-Concisos, directos e imperiosos…el escándalo les ha afectado. A los ojos de la sociedad su hija ha sido deshonrada, necesitan remediarlo, ¿qué opinas, cariño?

-Que tienen un plan. Su apellido es poderoso, tienen fortuna, no dependen de nadie, nosotros si, la pregunta es ¿qué vamos a hacer nosotros?

-¿sugieres que nos humillemos?- comentó indignada, como si pudiera leer sus pensamientos y supiera que no sería nada agradable.

-Podemos empezar por ello, pero no es suficiente. Tu hijo nos ha hundido por un momento de lujuria.

Ella permaneció callada, tenía las palabras en la mente, las llevó a los labios y de pronto se atrevió a decir aquellos que de antemano ya temió y se convirtió en realidad.

-¿Y si fuera amor?- lo miró rápidamente, esquivando su mirada.

-¿Amor?, ¿por "esa"?- le sonó tan ridículo, pero no dejo de tener una respuesta amenazante ante tal perspectiva-. Dejaría de ser un Malfoy por deshonrarnos, negaría que compartimos la misma sangre, y por su propio bien no debería acercarse a nosotros o a la propiedad. Aunque antes de llegar a ese punto más le valdría desechar ese ¿amor, lo llamaste?, no es más que un capricho juvenil.

El mensaje fue claro para Narcisa, su hijo corría peligro, no le dejarían ser feliz con Hermione, si esa había sido su decisión, pero tampoco podría hacer nada para evitarlo.

Astoria contemplaba con desgano el diseño de su vestido de novia, el anillo de compromiso que estaba colocado sobre su tocador, las elaboradas invitaciones que no pudieron ser enviadas; antes las veía con anhelo, ahora lo hacía con desprecio, más como si se hubiera tratado de una pesadilla y no de amor, un matrimonio arreglado, por esa parte sabía que el que no se hubiera consumado era lo mejor, ya que Draco Malfoy no la amaba, quizá nunca lo había hecho; lo cual ahora tenía sentido. Después de tanto berrinche, lágrimas y soledad se daba cuenta de ello, tranquilamente lo reconocía y ya casi no le afectaba.

Se sentía casi liberada, más madura, ahora comprendía de qué se trataba la vida, deseaba una vida un tanto más normal, tomar sus propias decisiones, por esa parte aplaudía la decisión de Draco, por mucho que le dañará, era mejor eso a vivir engañada, a continuar con la farsa a la que se le sometía.

Para su desgracia su padre, no era de la misma idea, y no olvidaría el asunto, porque tenía mucho invertido en ese matrimonio. Haría cumplir a los Malfoy, y la joven no podía hacer nada más que aceptar tal disposición, a pesar de ir en contra de sus nuevos deseos. Se lo hicieron saber en la víspera de su reunión con los susodichos.

-No tiene caso mentirte- comentó el jefe de familia con su habitual calma-. Será un tanto un tanto tardado, pero te prometo que Draco Malfoy te honrará tal y como mereces.

-Padre- se atrevió a interrumpirle para aclararle sus sentimientos respecto al rubio- de nada me sirve eso, si no me ama como ha demostrado, por otra parte, después , después de este tiempo no tengo más afecto por él, no le odio…-no la dejó terminar, incluso pareció que le restaba importancia.

-Mucho mejor, así la segunda oportunidad les permitirá valorarse y afianzar su relación. Es mi última palabra, ya puedes retirarte, mi tesoro. Sólo quería que estuvieras informada.

Desde antes de entrar a la mansión, ya se encontraba nervioso, de esa reunión dependía su futuro. Narcisa le tomó de la mano para infundirle confianza, pero necesitaba más que eso para disuadir a los Greengrass que los recibió con unas palabras que no auguraban nada bueno.

-Narcisa, Lucius, de entrada deben saber que no es una reunión social. No pretendo fingir que me intereso por mantenernos actualizados. Estamos aquí por negocios, porque su bien amado hijo se atrevió a romper nuestro acuerdo. Y yo no lo voy a permitir. Debido a nuestra amistad que ha caracterizado a nuestras familias en el pasado es que voy a pasar por alto el inconveniente.

-Eres muy generoso, amigo- lo halagó el rubio con un toque de hipocresía- ¿Cuáles son las condiciones?

-Me conoces bien, eso me agrada, que estés consciente del precio. Es todo muy simple, se tiene que concretar ese matrimonio.

Inocente, Narcisa se atrevió a intervenir, lo cual alteró al hombre al grado de darles una especie de ultimátum.

-Hay al menos dos problemas en lo que nos pides. No sabemos dónde se encuentra Draco, y de encontrarlo difícilmente cederá.

-Si mal no recuerdo, son una familia con contactos, de renombre, ¿verdad Lucius?- se dirigió directamente al jerarca, aunque las opciones se pueden agotar- le lanzó una mirada amenazante. En ese momento la mujer supo con precisión que había mucho en juego y lo comprobó con las últimas palabras-. Eres un hombre de honor, según recuerdo, haz valer tus promesas.

Mientras caminaban de regreso a casa, porque él se había negado a usar su transporte, ella pensaba cuál sería la mejor manera de sacarle la verdad a su marido, pero no tenía ganas de jugar a la seductora o interesante, así que optó por lo habitual: preguntar.

-¿Qué le prometiste?, está muy seguro de que cumplirás el acuerdo- él la ignoró en un primer momento, pero después decidió darle una respuesta que si bien no era satisfactoria, la dejaría tranquila por un tiempo.

-Cissy, mi amor, yo me encargo. Es un asunto de hombres, te garantizo que todo saldrá bien, no hay de qué preocuparse- le dio un beso en la mejilla y la abrazó.

Sin embargo, el tiempo transcurrió, sin que él se hiciera cargo, parecía complicarse realidad era que ignoraba el paradero de su hijo, esa realidad en la que su esposo estaba sumido en una depresión de la cual no lograba arrancarle ni una palabra del trato con Greengrass. Allí escondida, tras la puerta del despacho se puso a llorar, estaba cansada de ser la fuerte, ya no podía seguir con esa situación. No toleraba fallarle a su familia, no soportaba la idea de verse derrotada, de que esa época oscura que enfrentaban se tratará de "la caída de los Malfoy", podía leerlo en los titulares del Profeta, la sola idea, le daba nauseas.