"EL DIARIO DE UNA SOCIOPATA"
- Prologo -
Autora: Kaguralove
Página 1 – Mi nombre es… -
Esta es una idea absurda por parte de mi psiquiatra pero tendré que seguirla pues es obligatorio. Él me recomendó escribir un diario con mis pensamientos, mis secretos o cualquier cosa que se me venga a la mente, entonces comencemos con esta estupidez.
Mi nombre es Kagome Higurashi, soy la única hija de un matrimonio terrible. Una madre con problemas de histeria y que es bipolar. Un padre que vive atado a su trabajo y es completamente atento a su amante. Ellos son el señor y la señora, Henry y Naomy Higurashi, un matrimonio lleno de apariencias y mentiras. Sobre todo hipocresía. Por mi parte yo soy una persona con supuestos problemas mentales mi psiquiatra dice que soy una persona sociópata, ósea una persona que tiende a ser: Impulsiva, despreocupada, no siente interés por los demás ni siquiera por sí mismo, son personas mentirosas y sobre todo… Disfrutan el hacerle daño a las personas.
La mayoría del tiempo en mi colegio me burlan por ello, me han jugado demasiadas bromas pesadas igual, han escrito cosas en el pizarrón sobre mí. Nunca les he tomado importancia, pero a veces mi mente imagina que en mis manos hay un cuchillo y con el yo les matare, imagino su sangre salpicando en mi rostro, sus expresiones llenas de horror y mis risas llenas de burla…Esa parte de mi imaginación me aterra pero a su vez me gusta. Ahora que recuerdo una ve hice algo parecido pero no fue con un ser humano como en mi imaginación, fue un gato, un hermoso gato de pelaje blanco. Lo recuerdo desde ese día empezó ese comportamiento en mí.
Recuerdos
Kagome se encontraba caminando de regreso a su hogar, pues esta ya había salido de la escuela. El entorno donde ella se encontraba estaba lluvioso, el olor a tierra húmeda inundaba su olfato, el asfalto de la calle se encontraba humedecido y con algunos charcos de agua. Sus pasos se escuchaban al tocar los charcos de agua que en el suelo se hallaban, algunas gotas caían en sus calcetas mojándolas al contacto. Así continuo su camino por la vacía banqueta, ni una persona se encontraba cerca de donde ella se hallaba. El sonido de un maullido al hizo analizar el espacio donde esta se encontraba. Volteo su rostro hacia atrás y por los lados, no encontró al animal del cual provenía ese sonido.
Qué curioso no logro encontrarte… - Su voz tenía un toque misterioso.
Su vista al seguir buscando al animal se topó con una casa abandonada, sus labios lentamente curvaron una perversa sonrisa. De un paso lento comenzó a correr a la casa que yacía abandonada, sus pies quedaron plantados delante de la puerta su mano tomo la perilla de la casa y la giro, nada, la puerta parecía estar trancada, siguió insistiendo hasta que la vieja perilla no pudo soportar y se despedazó en sus manos; Una patada y la puerta callo a el suelo, nuevamente su sonrisa se avivó. La casa era grande y tenía muchos bichos pegados en las paredes, el papel tapiz desgastado, el suelo lleno de polvo y latas de cerveza, sin olvidar los graffitis que adornaban el techo, las paredes y suelo. Esa casa era un asco. Su cuerpo comenzó a avanzar por la casa, en la búsqueda de aquel animal se encontró con una tubería de cobre, la tomo con sus manos, pues al estar abandonada la casa el peligro era inminente.
Al estar explorando algunas habitaciones se encontró con lo que buscaba, un gato desnutrido y viejo, ya sin fuerzas para continuar viviendo, su corazón por primera vez sintió pena por otro ser vivo; Una de sus manos se extendió para ayudar a bajar al gato de aquel viejo ropero, lo que no se espero fue que el gato se lanzara a atacarle, araño su rostro varias veces, mordió sus dedos dejando que la sangre fluyese de ello. Una furia comenzó a florecer en su interior tiro al gato al suelo y lo golpeo repetidas veces con el tubo de cobre, golpe tras golpe el animal dejaba de moverse y el tubo se llenaba de su sangre, el rostro de kagome estaba oscurecido por su furia, un golpe más y tiro él tuvo a el suelo.
Ah…Ah… Ya me canse. – Su voz se escuchó agitada. Lentamente paso su mano por su mejilla para quitar los restos de la sangre del animal. – Me voy de aquí…-
Kagome al salir se percató de que ya había oscurecido ¿Cuánto tiempo había permanecido allí? Ni siquiera había sentido el paso del tiempo, era extraordinario su mente se había perdido en ella misma. En vez de caminar comenzó a correr, ya sabía ella como eran los castigos de sus padres, algún día ella los mataría.
Fin del recuerdo
Ese día sí que fue interesante pues esa sensación se me hizo algo adictiva, mi cuerpo algunas veces me reclama nuevamente sentirla y así fue le obedecí a mi cuerpo, volví a cometer actos iguales a ese pero con distintos métodos, cada uno era una nueva experiencia. Lo malo de eso fue que mi madre un día llego temprano de su trabajo a casa y me descubrió con aquel conejo que recogí en el bosque.
Recuerdos
Ese día era una bella tarde lluviosa, Kagome se encontraba caminando por el bosque que se encontraba un poco cerca de su casa, sus padres a esa hora no estaban en su hogar si no que se encontraban en sus respectivos trabajos. Para kagome esa hora, era la hora feliz, la hora en que ella podía realizar los actos más perversos y oscuros que su mente le dictaba. Siempre solía ir al bosque porque la mayoría del tiempo allí se encontraban los animales callejeros o los que se perdían. Era divertido para ella escoger a uno de todos sus posibles candidatos para realizar ese sucio fetiche que su podrido corazón adoraba.
Mira cuantos bellos animales me presenta la naturaleza… ¿Cuál de todos estos será nuestro elegido? – Pensó con diversión kagome, su perversa sonrisa no se hizo esperar. – Obviamente ese esponjoso conejo… - Esta vez hablo en voz alta.
Los pasos de kagome eran lentos para no alertar al conejo, sus manos llevaban una rama un poco gruesa que momentos antes había recogido del suelo, un leve golpe en su cabeza y el animal seria suyo. Y así fue como pensó, al estar ya cerca del animal golpeo con suma delicadeza su cabeza, el animal se desmayó. No tuvo tiempo de huir de la rama de kagome.
Lo logre…- Sus ojos parecían oscurecidos por su maldad, su voz se escuchaba levemente ronca.
Esta tiro la rama al suelo y camino hacia aquel conejo de pelaje blanco, se agacho y lo metió en su mochila sería uno nuevo para su colección.
Camino hacia su bicicleta y subió en ella, y así lentamente se fue. Al llegar a su casa fue a la cocina y tomo el cuchillo más grande y filoso que sus ojos pudieron apreciar. Sus ojos quedaron detenidos viendo uno de sus cuchillos favoritos desde que era niña, pues era el más grande y su rostro se podía reflejar en él. No se hizo del rogar y lo tomo, corriendo camino hasta su patio donde se hallaba una mesa en la cual podría reposar libremente el cuerpo del adormecido conejo.
Dicho y hecho reposo al desmayado conejo sobre la mesa de piedra y comenzó con su carnicería. Kagome sabía que lo que ella hacia no era bueno, pero que culpa tenia ella si su mente le decía lo contrario y de encontrarle un placer a dichos actos. Al estar ya terminando su placentera tarea una voz femenina se escuchó, su ceño se frunció molesto pues le estaba arruinando su hora feliz. Cuando volteo observo el horrorizado rostro de su madre, esa expresión que ella tenía la hizo sentir ¿Feliz? Pues a ella le pareció de lo más hermoso el rostro horrorizado de su madre. Su cabeza dolió cuando la escucho gritar y caer al suelo de aquel patio, se acercó lentamente a su madre y coloco el cuchillo en su garganta, y susurrándole le dijo.
Si vuelves a insultarme, golpearme u obligarme a hacer algo que no quiero, esto te pasara a ti…- Su voz se escuchaba ronca, la garganta de la mujer temblaba con el roce del cuchillo.
Si…- Dijo la madre con su voz temblorosa, lentamente sintió que la hoja fría de aquel cuchillo se despegó de su garganta dejando una mancha de sangre.
¿Entonces qué esperas para dejarme sola? – Kagome se dio la vuelta y comenzó a caminar lentamente. Luego de eso todo fue negro para ella.
La madre de kagome asustada de que su hija la llegase a matar, recogió una piedra un poco grande y pesada del suelo golpeo la cabeza de su hija haciéndola soltar el cuchillo y desmayarse, luego de eso le llamo a su esposo, eso no podía quedar así tenían que solucionar ese problema. Al Llegar el esposo abrumado a su hogar entro directamente por la puerta del jardín, no creía lo que sus ojos estaban viendo, su hija desmayada en el suelo llena de sangre, su esposa con una roca en las manos, una mesa con un animal descuartizado, sin olvidar el brillo de la hoja del cuchillo; Su mano fue hasta su boca y corrió hacia su esposa para saber lo que estaba sucediendo.
¡¿Qué paso aquí?¡ - El hombre grito en vez de hablar.
Nuestra hija…Ella está lastimando apropósito animales… ¡Intento matarme! – Exclamo la mujer, algunas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
El hombre rápidamente abrazo el cuerpo de la mujer y hablo en voz baja. – Tenemos que hacer algo para ayudarle, no permitiré ese comportamiento…- El hombre acaricio la espalda de su esposa.
¿Qué haremos? – La mujer poco a poco se estaba tranquilizando.
Lo mejor que podemos hacer mandarla con un especialista… No tenemos otra opción. – Este dejo de abrazarle y se levantó, kagome estaba despertando.
"Mi cabeza…" - Pensó la azabache mientras se levantaba, el dolor que sentía en su cabeza era inmenso.
Veo que ya estas levantándote... – El padre de kagome camino hasta donde se ubicaba el cuchillo y lo recogió del suelo. En lo que su hija se reincorporaba este le dio una fuerte patada en el estómago.
¡Ah! Hijo de… - Esta exclamo de sus ojos se escaparon unas cuantas lágrimas, se levanto con sus pocas fuerzas y se le aventó encima. - ¡¿Por qué?! ¿Por qué siempre me golpeas? – Sus manos se hicieron puños y le comenzó a golpear.
¡Ah! – Callo directo al suelo y sintió el peso de su hija encima de él, al sentir los golpes de su hija impactar en su cuerpo comenzó a empujarla.
¡Quítate de encima de él! – La madre grito desde donde se encontraba, observo n palo y lo tomo, lentamente comenzó a acercarse a su enfurecida hija.
Por favor… ¡Hija detente! – El señor seguía removiéndose en el suelo.
Lo mereces, lo mereces…- Un golpe una frase ese era su ritmo. Pero el ritmo termino cuando un fuerte golpe en su cabeza la dejo otra vuelta inconsciente en el suelo.
Lo- lo logre…- La mujer tiro el palo al suelo y suspiro profundo.
El hombre retiro a su adormecida hija de arriba suyo, la cargo en sus brazos y la dejo recostada en la cama de su habitación. Estaba cansado, estaba asustado y sobre todo ello abrumado sobre la terrible situación de su hija. Al salir de la habitación la cerró con llave temiendo a que su hija saliera de su habitación para atacarlos. Tenía miedo de su hija, ¿Quién iba a pensarlo? Su hija tenía la misma conducta que su fallecida madre, al parecer esas conductas se podían transmitir en los genes, camino a la sala de su casa y observo a su esposa llamando al especialista en psiquiatría para que ayudara al tratamiento de su hija. Él lo sabia esa conducta no tenía cura, pero podía ser controlada con la ayuda de terapias y algunas medicinas.
Cariño el medico vendrá mañana pues ya es muy tarde… - Dijo la mujer mientras colocaba el teléfono en su lugar.
Está bien… La e encerrado en su habitación… Siento que aún no se ha calmado, temo a que nos haga algo querida… - Su expresión era de preocupación.
Lo último que dijeron fue eso y caminando en silencio llegaron hasta su habitación, los dos tenían miedo, los dos estaban preocupados ¿Qué harían si el comportamiento de su hija seguía de esa manera? Tal vez la mandarían a otro lado.
Ya era de mañana, el sol se colaba por la ventana de la habitación de kagome, los rayos se encontraron con su rostro haciendo que esta con la claridad se despertara, observo su alrededor y recordó todo lo que había sucedido anoche, recordó los golpes de sus padres. Otra vuelta ese dolor en su cabeza, otra vuelta esa sensación en su corazón estaba insatisfecha. Al tratar de levantarse callo a el suelo, su pie se encontraba atado por una soga, su ceño se frunció estaba furiosa ¿Cómo se atrevían a hacerle eso? Estaban locos por suerte esta tenía una navaja oculta bajo su falda, sus manos se movieron rápidamente y la tomaron; Esta se encontraba en el borde de su pantalón interior, de una sola pasada corto el débil hilo que la mantenía atada a su cama.
Estúpidos creyendo que con esto pueden detenerme…- Hablo en voz baja. Lentamente se levantó del suelo, camino hacia la perilla de su cuarto la giro y no sucedió nada estaba cerrada con llave. – Malditos… - Se apartó de la puerta. – Tengo que encontrar la manera de salir de aquí… Pero antes tendré que cambiarme de ropa…- Su uniforme escolar estaba lleno de sangre y tierra.
Y así como dijo se cambió de ropa, un sencillo vestido de color azul que llegaba hasta abajo de sus rodillas, un lazo atado en su cintura y unos zapatos de piso de color negro. Tomo la navaja de su cama y con ella trato de abrir la puerta, la metió en el hueco de la perilla y la movió de una manera brusca, nada, ese fue su resultado no podía forzarla de esa manera. Esta busco en su habitación algún tubo pero no tuvo suerte, su última opción era usar de su fuerza. Preparada para patear la puerta se abrió y pateo a la persona que había abierto la puerta.
¡Padre! – Grito al observar a su padre sobándose el estómago, ese era el lugar que había golpeado su cuerpo.
Estúpida… -El hombre se levantó del suelo y le abofeteo el rostro. Una marca rojiza apareció en sus mejillas.
La chica se quedó callada por tal acción. Era lo que el siempre hacia, siempre desquitaba su estrés, su enojo y su tristeza en ella golpeándola e insultándola haciéndola sentir una persona miserable. - ...
Sígueme alguien te espera en la sala. – Hablo con voz seca el padre de Kagome.
Kagome lo se limitó a seguirle y asentir con su cabeza. Si decía algo estaba segura de que le volvería a golpear. Al llegar a la sala una silueta masculina estaba sentada en uno de los sillones de la sala, hablando junto a su madre. Al escuchar los pasos de Kagome y su padre se levantó del sillón. Kagome al observarlo no pudo evitar pensar de que era un persona bella y elegante. Una larga cabellera del color de la plata, sus ojos eran de un bello color ámbar. Lo que este vestía era un bello traje de color blanco y una corbata de color azul celeste. Este hombre era alto, Kagome sintió que el hombre la recorría con la mirada, eso la hizo sentir desconfianza. No sabía quién era, ni porque estaba ahí, así que trataría de ser fría para evadirlo. Una de sus manos todavía sostenía aquella navaja, trato de esconderla en su ropa. Una vez escondida su navaja su padre la empujo para que se sentara en el sillón. Una vez todos sentados el extraño hombre comenzó a hablar.
Hola, buenos días. Mi nombre es Sesshomaru Taisho y soy un doctor especialista en psiquiatría. Desde ahora serás mi paciente y tendrás que ir a mi consultorio para que yo pueda atenderle cada fin de semana. – Hablo el hombre mientras le entregaba una tarjeta que tenia su nombre y la dirección de su consultorio.
Kagome se sentía ofendida ¿Acaso estaban diciendo que ella estaba loca? – Discúlpeme señor "Psiquiatra" Pero yo no necesito de sus "Atenciones" Pues como usted puede notar "Yo" Estoy completamente "Sana" – Remarco algunas palabras y hablo cortantemente kagome como respuesta.
¡Kagome compórtate! – Hablo su madre alzando su voz.
No se preocupe señora, la mayoría de mis pacientes que son jóvenes actúan de esa forma. Créame nadie quiere admitir que está enfermo. – Contesto el doctor ignorando a kagome.
Oh ya veo… - Contesto el padre de kagome sentándose al lado de su amiga.
Disculpen señores pero necesito hacerle algunas preguntas a su hija y necesito que se retiren. – Hablo Sesshomaru retomando su mirada hacia Kagome.
Está bien… Vamos cariño… - La mujer tomo de la mano a su esposo y juntos se retiraron del salón.
Bueno Kagome dime ¿Cuál es tu problema? Tus padres me han contado lo que has hecho y no estoy impresionado. He tratado con muchas personas adultas, adolescentes y hasta niños con los mismos problemas que tú. Relájate y trata de contarme ¿Qué es lo que causa tus problemas? – El doctor cruzo sus piernas.
… - Kagome guardo silencio ¿Contarle o no contarle? Cuál sería su decisión. Decidió por contarle no podría quedarse callada, la tenía acorralada. – Bueno… Yo no podría explicarle como comenzó esto en mi. Pero la mayoría del tiempo que hago ese tipo de "Cosas" Siempre pienso cuando mis padres me golpean, cuando nadie quiere incluirme en sus grupos o cuando soy ignorada la mayoría del tiempo. Tal vez solo lo hago para desquitar ese rencor, ese odio que en mi interior yace. – El rostro de Kagome se oscureció.
Dime kagome ¿Cómo fue la primera vez que lo hiciste? – El hombre estaba grabando la conversación con una grabadora de sonido.
Kagome se sintió algo incomoda por ello, pero decidió ignorarlo. - La primera vez que lo hice fue en un dia lluvioso, ese día caminaba de regreso de mi escuela. Un grupo de niñas me había atacado en los baños y tiraron un bote de basura lleno de papeles usados. Me enfade mucho y quise hacerles daño, pero me mantuve tranquila y evite derramar lágrimas. Ya de regreso a casa escuche un gato maullar y lo busque hasta encontrarlo dentro de una casa abandonada. Luego de eso mi furia y mi tristeza me cegaron y mate al gato con un tubo de cobre oxidado. – Kagome no sentía nada de culpabilidad por ello.
El hombre la escucho con atención y prosiguió con su siguiente pregunta. - ¿Qué sentiste al realizar dicho acto?
¿Qué sentí? Me sentí bien. Me sentí feliz, sentí placer al hacerlo. Adore el sentir la sangre del gato salpicar en mi rostro y batir mi uniforme con ello. Imagine a esa niñas, me sentí en un lugar lleno de oscuridad, no podía observar nada de lo que había a mi alrededor, solo el cuerpo inerte de aquellas chicas. – No sintió ningún remordimiento al responder tal cosa.
Ya veo… ¿Por qué lo seguiste haciendo? ¿Te gusto realizar dichos actos? – El doctor seguía serio.
Claro que me gustan. Desarrolle un extraño placer al hacerlo desde la primera vez, desee repetirlo una y otra vez, mi mente imaginaba los sonidos que quería escuchar, pensaba en todo lo que me hacía daño y desquitaba todo eso de esa manera, me sentía poderosa al no ser la débil, ellos eran los débiles para mí. No se podían defender y eso me hacía sentir feliz. Mi cuerpo me pedía volverlo a repetir cada vez más, cada vez con más frecuencia. Yo obedecía ese deseo. – La chica puso una de sus manos en sus mejillas.
El doctor sintió un escalofrió recorrerle la espalda. – Ok. Creo que esas son todas mis preguntas por hoy. Tengo que pedirte un favor Kagome y es obligatorio que lo cumplas. Necesito que escribas en este diario tus secretos, tus deseos o cualquier cosa que pienses o sientas. Cuando las hojas de esta librillo se acaben me lo entregaras así yo podre saber sobre tu desarrollo con mi terapia. – El hombre le extendió un "Diario" Este era de un color vino y tenía una banda elástica negra para mantenerlo cerrado. Tenía una estampilla blanca en el centro de este, con el nombre de Kagome escrito con una buena cursiva.
¡Me niego! Eso es una violación a mi privacidad. – Kagome con su mano mando a volar el diario por los aires.
No lo es, tus padres firmaron un contrato y todo lo que sea grabado por esta grabadora y escrito en este diario no pasara de médico y paciente. – El hombre se levantó y recogió el libro del suelo. Lo dejo al lado de kagome.
¿Estás seguro? ¿No se lo mostrara a mis padres? – La chica tomo el diario en sus manos y lo observo detenidamente. Tenía un color muy bonito.
Solo si tú lo deseas, sino una vez que lo haya leído todo te lo entregare de regreso para que tú lo leas y veas los cambios que has tenido en el transcurso de esta terapia. Luego de ello puedes hacer lo que desees con él. – El hombre tomo su maletín y busco algo.
Oh ya veo… - Kagome abrió el diario y observo una ficha para que rellenara con sus datos personales, solo un espacio estaba lleno este decía "Numero de paciente: 17"
Rellena la informacion ahora o cuando estés en un lugar privado. – El hombre le entrego una pluma acorde al color de su diario.
Gracias…- La chica tomo la pluma y la metio en la primera pagina del diario.
Bueno con esto hecho me retiro y espero ayudarte en tu desarrollo psicosocial. – El hombre se levanto y tomo su maletín. Ya debía irse.
Adiós… - Sonó fría al hablar kagome. – Le acompañare a la puerta.
Gracias. – Los labios de Sesshomaru curvaron una sonrisa.
Kagome guio al extraño a la recepción de su casa y se despidió de él. Apago la luz de la sala y a oscuras regreso hasta su habitación. Se sentó en su escritorio y comenzó a escribir en el diario.
Fin del recuerdo
Por culpa de ese estúpido conejo estoy aquí escribiendo este estúpido diario, obligada por mi médico…Realmente no se que escribir ahora, el médico me dijo que mis pensamientos secretos, eso es estúpido pues él los tendrá que leer cuando se acaben las hojas de este diario. Desearía saber cómo será la última hoja de mi diario, pero no soy clarividente no veo el futuro. Sé que lo que yo tengo no tiene cura, a veces desearía ser normal…Pero no puedo serlo, ¿Porque me sucede esto a mí? ¿Que hice para merecer esta maldición? Tal vez viene de alguien de mi familia pues creo yo que estas conductas se heredan, más adelante…Espero lograr cambiar con ayuda de mi psiquiatra, espero el logre hacerme una mejor persona.
Creo…Que eso será todo lo que escriba por hoy, es muy tarde ya y mañana tengo que ir a otra parte donde soy juzgada, mi secundaria.
…CONTINUARA…
Fecha: XX-XX-XX
