No hay mucho que decir en realidad, solo que alguien me pido subir esto.
Espero les guste.
Legend of Korra y todos su personajes son © de Bryan Konietzko, Michael DiMartino y Nickelodeon
Rain.
(Delivering the Goods – Iron Savior. Cover de Judas Priest)
La canción cambio justo cuando levantaba su mano para ver su reloj, aunque no termino de ver la hora, el estridente sonido del silbato le dijo que el tren estaba por marcharse, así que sus músculos se tensaron preparándose a correr.
Los agresivos riffs de guitarra distrajeron un poco la mente de Korra, ya que el ritmo frenético de la canción le permitían no escuchar los improperios que le decían al irse abriendo paso entre la gente con su carrera, finalmente la suela de sus tenis chirrió sobre el pulido suelo de concreto cuando detuvo su acelerado trote frente a la puerta del vagón de pasajeros, salto rápidamente la escalera metálica del vagón, sintiendo el pulso acelerado y la respiración corta y agitada, trago saliva y busco su asiento con la vista.
Respiró profundamente para recuperar el aliento y volteo hacia el exterior, el tren se sacudió con un fuerte sonido, ella se aferro a los pasamanos metálicos mientras aquella mole de metal comenzaba a tomar velocidad. Y ahí, sola de nuevo, se tenía que enfrentar a sus pensamientos, y aunque no se permitía aceptarlo abiertamente, estos la atormentaban de cierta forma, tampoco podía negar que estaba realmente molesta, y muy confundida, después de todo, aun no podía entender cómo es que alguien se había metido bajo su piel, y sobre todo, ¿por qué de entre todas las personas que vivían en Ciudad Republica tenía que ser precisamente Asami Sato?
Maldito corazón veleidoso, pero es que… ¿Realmente sería posible gobernar al corazón? Difícil decirlo, difícil aceptarlo.
Pero aun por encima del barullo de su mente, y el latir de su corazón confundido la música estaba ahí. Su dedo se deslizo lentamente hacia el control de volumen, y lo subió casi al máximo, caminó por el angosto pasillo y encontró su lugar cerca de la ventanilla, se hundió en el asiento de manera desgarbada, apoyando sus pies en el asiento vacío enfrente de ella, de nuevo aquellos riffs impactaron sus oídos y su atribulada mente, por reflejo y hábito sus pies empezaron a hacer un golpeteo rítmico en la superficie de madera enchapada en metal y cerrando sus ojos se dejo llevar, imaginariamente comenzó a tocar la guitarra, sus manos se acomodaron en trastos imaginarios, mientras su otra mano rasgaba cuerdas igualmente imaginarias, la canción le gustaba, especialmente aquel solo de guitarra, incluso lo había tocado varias veces, ahora estaba en su mundo, después de todo aquel vagón estaba prácticamente vacío y así hubiera habido mas pasajeros no le importaba que la juzgaran loca y fuera de lugar, siempre se había mantenido fiel a sí misma y haría lo posible por mantenerse así.
El solo de guitarra comenzó, sus movimientos de dedos y manos se hicieron más rápidos y calculados, se imaginaba a ella misma como parte de la banda que escuchaba, frente a un público numeroso que ovacionaba y se agitaba al ritmo de aquella música rápida y dinámica, sus bíceps y antebrazos se tensaron, haciendo evidentes las invertidas en el gimnasio.
Quien quiera que dijera que tocar la guitarra eléctrica no suponía un esfuerzo físico, no tenía la menor idea de lo que estaba hablando, porque aun y cuando solo era un ejercicio imaginario, la emoción estaba ahí, en su mente, en su corazón que latía al ritmo de aquella vibrante música, y donde la voz de su pensamiento y la voz del cantante eran una sola, este era un momento soñado.
Una mano en su hombro la regreso bruscamente de regreso a su asiento, jalo rápidamente los audífonos por el cordón cuando vio que aquel hombre movía los labios pero ella no lo escuchaba.
- Su boleto por favor.- Repitió el hombre con fastidio en su voz, quien sabe cuántas veces había sido ignorado mientras la joven morena estaba en su mundo ideal.
Korra metió la mano al bolsillo de su sudadera y saco el dichoso boleto, el tipo lo tomo y rápidamente le hizo una perforación y lo regreso groseramente.
Ella le dedico un gesto de mano mucho más grosero aun con el dedo medio y una mirada del más puro desdén, suspiro airadamente y se coloco de nuevo los audífonos, aquel viaje en tren desde Ciudad República hasta la Provincia de los Templos llevaría algunas horas, tiempo en el cual podría relajarse, y quizás podría dejar de pensar en Asami…
Maldición…
Bueno… habían pasado por lo menos tres minutos desde la última vez que pensó en su nombre, en su rostro, en toda ella. Sacudió su cabeza, llevo el volumen de su reproductor de música hasta el tope y furiosamente se incrustó en su asiento cruzando los brazos, necesitaba urgentemente hablar con Tenzin. Los últimos acordes de la canción acompañaron su vista mientras se perdía en el paisaje. Aun estaba dentro de la ciudad, así que los altos edificios prodigaban una sombra artificial al tren donde viajaba y también a los que ya casi arribaban a la ciudad en dirección contraria y eso contrastaba con el incipiente verde que unos kilómetros después se volvería dominante en el paisaje.
(Comptine D'un Autre – Yann Tiersen. Amelie OST)
La canción termino y la guitarra dio paso al ritmo acompasado de un piano, desconoció la melodía en su playlist, así que saco el reproductor del bolsillo de su sudadera, no reconoció el titulo, pero conforme avanzaba la canción recordó como aquella pieza era recurrente en el playlist de Asami ya que además de que era de un compositor que a ella le gustaba, la pieza de piano era parte del soundtrack de una de sus películas favoritas, y seguramente ella la había puesto en su reproductor, en un esfuerzo por "educar" a su oído.
Volvió a poner el aparato en su bolsillo, aquella melodía era serena y armoniosa, muy contrastante con lo que usualmente escuchaba, pero sea como fuese Tonraq le había enseñado a apreciar prácticamente toda tipo de música, y esta canción, era… Muy Asami.
Tranquila como un día de otoño que aun guarda el calor del desfalleciente verano, cadenciosa y tan elegante, que era como el viento que se deslizaba, meciendo suavemente las hojas caídas.
De nuevo la imagino a ella, a Asami, con su porte y seguridad habituales, el piano era uno de sus dominios, así que la imagino interpretando aquella pieza, como si hubiera sido hecha expresamente para ella…
Quería dejar de pensar en ella, pero era inevitable, buscó de nuevo un espacio mental a donde ir, así que su vista se perdió en lo que veía por la ventana.
El color verde de los campos comenzaba a hacerse dominante, el concreto escaseaba y los edificios se hacían cada vez más bajos. Si hacia memoria ya hacía poco más de seis meses que había visto aquel paisaje por primera vez.
¿Seis meses ya? Se pregunto mentalmente, mientras contaba con los dedos, y en efecto ese tiempo había pasado desde que había dejado su casa en el lejano sur para ir a vivir en la cosmopolita Ciudad República.
Recordó como sus padres y su fiel mascota se despidieron de ella, aquella pequeña ciudad donde había nacido era muy pequeña para el tamaño de sus sueños, únicamente armada con su guitarra y un poco de equipaje haría primero una escala en la provincia de Los Templos, donde entregaría una carta de su padre Tonraq a su viejo amigo Tenzin, y este la ayudaría a llegar hasta Ciudad República y ahí ciertos contactos de confianza le facilitarían alojamiento y tal vez un trabajo temporal en lo que conseguía edificar su sueño más preciado:
Tocar en la Arena de Ciudad República, más específicamente, participar de la guerra de Bandas que se llevaba a cabo cada cierto tiempo.
Tenzin resulto ser más que un amigo, en el poco tiempo que estuvo con él y su familia, conoció el apoyo de alguien ajeno a su sangre, pero igualmente incondicional, los pequeños hijos de Tenzin la adoptaron como hermana mayor, y ella hizo lo mismo. Casi lamento tener que dejar la Provincia, pero su sueño le aguardaba, y muchas cosas más que jamás hubiera imaginado.
LA ensoñación y el sopor la rodearon, en sus recuerdos era una memoria vivida, su primer día en la ciudad había sido, a falta de otra palabra: Perfecto.
Al bajar del tren la brisa cálida y algo seca le dio la bienvenida a la Ciudad, la estación de trenes de Ciudad República hervía en actividad, maleteros iban y venían, guardavías y demás personal se movían como las piezas de una gran maquinaria, y los andenes pululaban de pasajeros, vendedores o personas que esperaban a sus seres amados, todo esto era aderezado por los aromas del carbón para las calderas, el vapor de las maquinas y el humo a tabaco de algún cigarro o pipa, tanta gente junta, y cada una con una vida igualmente distinta e inimaginable, pero esto apenas era el comienzo, la estación de Trenes era la primera cosa que la causaría asombro de una larga lista que apenas iniciaba.
(Violín Concerto No. 3 K.216, 3er Movimiento – Mozart)
Korra caminaba por el distrito cultural de la Ciudad, cerca del parque, sostenía el mapa que le había dado Tenzin, pero aquella letra manuscrita era un poco difícil de leer para ella, sobre todo la parte donde el viejo amigo de su padre indicaba la manera más rápida de llegar al suburbio donde una mujer de nombre Suyin Beifong le proporcionaría alojamiento, se esforzaba por descifrar aquella caligrafía, pero sus dedos sucios y ansiosos habían borrado la tinta en algunas partes y eso se lo complicaba mas.
Se estaba resignando a llamar por teléfono a Tenzin para pedir nuevamente indicaciones cuando un sonido en particular llamó su atención.
Siguió la fuente de aquel sonido hasta que entro a un pequeño teatro, no había nadie que le impidiera la entrada, así que cediendo a su curiosidad se metió. Se sorprendió un poco al ver que solamente una decena de personas ocupaban aquel sitio, y principalmente ocupaban las butacas del frente.
Era una pieza conocida, o por lo menos recordaba haberla escuchado antes… Era Mozart si no se equivocaba, aunque la canción se había vuelto algo secundario cuando vio a la ejecutante de primer violín.
Quizá era un poco mayor que ella misma, piel del color del marfil, largo cabello negro y ondulado, y la cereza del pastel era un par de ojos verde esmeralda, era imposible que no llamara la atención de cualquiera, eso sin mencionar su porte y elegancia que se evidenciaban con cada calculado movimiento.
Korra escucho embelesada el resto de la pieza, y cuando termino la pieza su primer impulso fue aplaudir… Hasta que se dio cuenta que solo ella aplaudía.
- Lo siento…- Se disculpó, mientras su rostro moreno enrojecía notablemente.
- ¿Quién te dejo entrar?- Preguntó un hombre regordete y canoso.
Korra movió los ojos nerviosamente, tratando de armar una mentira convincente, pero el aspecto trajeado y serio de su interrogador no se lo hacía más fácil, así que soltó la primera barbaridad que se le vino a la mente.
- Este… Yo… Estaba buscando el baño.- Dijo, mientras sonreía de manera infantil.
Sabiendo que su respuesta era de lo más absurda se dispuso a salir de ahí tan rápido como le fuera posible, pero una voz femenina, tranquila y a la vez dominante se escucho desde detrás del hombre.
- No se preocupe Maestro Toza, ella viene conmigo.-
El hombre le dirigió una mirada despectiva a Korra, y dándose la media vuelta regreso a su lugar.
Korra quiso salir corriendo en lo que la atención no estaba sobre ella, pero algo le hizo quedarse, y espero algunos minutos mientras los músicos eran felicitados por su interpretación.
- Oye, muchas gracias por eso.- Sonrió Korra a su salvadora y reconociéndola, le hizo un cumplido.
- Por cierto que tocas muy bien ese violín.-
- Muchas Gracias.- Contesto la joven con una enorme sonrisa.
- Soy Asami Sato.- Dijo la joven de ojos verdes, dedicándole una sonrisa a la recién llegada.
La joven morena sacudió la mano y se la limpio en el pantalón antes de estrechar la mano que le fue ofrecida, no queriendo manchar la pulcritud de la otra joven.
- Mucho gusto, Soy Korra Imeq.- Contestó con cierto nerviosismo, sin saber que aquel saludo seria el inicio del verdadero viaje a Ciudad República.
Fin de la 1a parte
