Disclaimer: todo es propiedad de G. R. Martin.

Nota: datos obtenidos de A Wiki of Ice and Fire, los libros y las conferencias de G.R. Martin. Se sitúa antes, durante y un poco después de la rebelión Blackfyre. Todo lo he dejado lo más canon posible, intentando ser fiel a los datos que ha proporcionado Martin. Ojalá lo disfruten, hace mucho que no escribo, y de pronto esto ha encendido una pequeña chispa que me tiene emocionada :)

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"La primera Daenerys"

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Parte I

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171 AL

Daenerys Targaryen nace en una noche clara de otoño, dentro de los altos muros de la Fortaleza Roja.

Es un bebé pequeño, frágil, que llega con un suave gimoteo que pronto termina.

Una réplica de su madre, piensa el maestre, cuando la diminuta criatura en sus brazos apenas y llora. En su lugar, la futura princesa duerme plácidamente y no se molesta en conocer al mundo que la rodea.

El príncipe Aegon, su padre, el segundo heredero al trono, no está presente ni lo estará hasta la próxima luna llena, cuando regrese de su última excursión extramarital.

Pero el único hermano de Daenerys, el joven Daeron, la constante sombra de su madre, es el segundo en recibirla.

Has llegado tarde para mí- le susurra a la bebé dormida –Pero no para el reino. Serás la cura a nuestras heridas-

El Rey Baelor anunciará el compromiso en cualquier momento.

La princesa Naerys, hija de la mano del rey y sobrina del Rey, escucha desde la cama y sonríe con pesar. Los dioses acaban de dármela, y de arrebatármela también.

La familia de un rey nunca se casa por amor.

-¿Estás segura que Daenerys es un buen nombre?- pregunta Daeron a su madre, quien todavía tiene sangre entre los muslos – Estoy seguro de que el Rey Baelor preferiría una pequeña Alysanne en lugar de una Daenerys-

-Alysanne es el nombre de una reina- por primera vez en demasiado tiempo, Daeron ve la cólera colarse por las delicadas facciones de su madre –Y mi hija no será una reina-

Siempre diplomático, suspira e intenta conciliar –Sabes que el reino lo necesita, el reino precisa este matrimonio, al igual que necesitó el mío. El abuelo Viserys ya ha mandado un cuervo a Dorne-

La cólera desaparece y en su lugar, la princesa Naerys sonríe melancólica -El reino siempre necesita algo de nosotros-

El futuro rey asiente –Y un buen gobernante siempre pone a su pueblo primero-

Una semana después del alumbramiento, Naerys ya podía levantarse. Con Daeron casi muero, y en cambio, Daenerys pareciera no haber llegado nunca.

La nodriza alimentaba a la pequeña bebé cuando regresó del septon.

-Pasas mucho tiempo rezando, querida prima-

Naerys se asustó por un instante hasta que la reconoció: indómita, hermosa. Daena Targaryen había logrado escapar de nuevo. Vestida como criada, resplandecía cual reina, con su belleza dorada y el enorme dragón de oro de tres cabezas colgando por su cuello.

-No debería estar aquí, majestad- susurra Naerys mientras da una pequeña reverencia –El rey Baelor ha ordenado…-

-Sé lo que mi querido esposo ha ordenado- bufa Daena, y dando dos pasos, permite que el pequeño niño salga detrás de su falda -Pero el pequeño Daemon quería conocer a su… prima-

Con sólo casi dos años, el bastardo de la reina es más alto que su primo Baelor, el cuarto en la línea al trono. Y dorado, como un verdadero dragón, sin la sangre dorniense contaminando sus facciones, ¿quién será su padre? Un Targaryen o un Velaryon, ¿pero cuál?

Naerys siente aprehensión por ese niño. Se parece mucho a su querido hermano Aemon, el caballero dragón. Será un guerrero, y mujeres y hombres caerán rendidos a sus pies.

-Buenas noches, princesa- el pequeño Daemon ha aprendido bien, a tan corta edad y tan encantador. La reina Daena no lo deja nunca solo y Naerys no quiere ni imaginar qué ideas sembrará en su pequeña cabeza.

El trono, ¿tal vez? Daena es hija de un rey, hermana de reyes, y una reina en nombre, querrá que su único hijo tenga el mismo derecho, sin importar quién sea el padre.

-Te presento a tu prima Daenerys- la reina usa ese tono autoritario y dulce, con el que Naerys no puede, ni quiere, competir. Ella nació una reina y yo… yo pertenezco a los dioses, yo no estoy hecha para esto. Si tan sólo Aegon fuese un poco menos cruel, me dejaría vivir en paz, recluida, sirviendo a los dioses y a la fe, pero él quiere a todos sirviéndolo a él, sólo a él…

La cara de desinterés de un niño de dos años por una bebé que babea y duerme es casi enternecedora. Pero este bastardo pareciera tener más Targaryen que los verdaderos herederos al trono, y eso no puede pasar desapercibido por nadie. Es peligroso.

Baelor con la complexión oscura de su madre, la princesa dorniense Myriah, es fuerte, pero demasiado oscuro. Y Aerys, dorado, pálido, tan delicado y enfermizo que los maestres no creen que viva mucho tiempo.

Se parece tanto, dulce madre, los mismos ojos púrpura y la vitalidad del pequeño Aemon que jugaba conmigo en los pasadizos repletos de esqueletos de dragón. Yo era su princesa y él mi caballero. Prometió protegerme siempre, pero me dejó sola en los brazos de Aegon y prefirió una capa blanca…

La nostalgia es la peor enemiga de Naerys Targaryen.

-Como ordene, majestad-

Naerys no se opondrá nunca a nada ni a nadie, ni siquiera por su propia hija, y se hace a un lado.

171

Dos meses después, el Rey Baelor, el primero de su nombre, y noveno rey Targaryen, muere.

Todos sospechan, señalan, susurran: La mano del rey, su tío Viserys, lo ha envenenado.

Pero Naerys sabe mejor: su padre puede ser calculador y un político estricto, pero ama a su familia y jamás envenenaría a su sobrino, aún si no considerase a éste digno de ser llamado Rey.

Se viste de negro, impoluta, escondiendo cada cabello, y reza… por la mañana, por la tarde y por la noche.

Las hermanas silenciosas la reciben en los ritos, el Septon Supremo la acoge con gran gusto, y aunque su padre, ahora el Rey Viserys, la observa con ojos fríos, no la detiene. Me obligó a desposar a Aegon, y lo deja engendrar bastardos, le permite ser y deshacer, la mínima justicia es dejarme a mí rezar. Es lo único que deseo hacer: rezar.

Daena, la reina viuda que nunca fue reina, se viste de blanco. No se molesta en esconder la sonrisa en su rostro.

Y las tres princesas son libres. De la bóveda pero no de mi padre. Viserys Targaryen ha arreglado ya una boda para la pequeña Elaena con el sobrino de Lord Arryn y Rhaena será la próxima, a menos que logre escapar y volverse septa. Deberíamos escapar juntas, una vez tomado el hábito, nadie podría quitárnoslo, ni siquiera mi padre ni Aegon, ni nadie. De las tres, es la bella Rhaena la única que le llora a su hermano.

-Mis condolencias por la pérdida de nuestro tío- Myriah Martell… no, Myriah Targaryen. Su voz es dulce y sincera. Mi hijo le quiere, y está de nuevo encinta.

-Te lo agradezco, hija-

El pequeño Baelor, nombrado así por el Rey que ha fallecido y que Daeron admiró durante tantos años, se muestra lo más solemne que puede mostrarse un niño tan pequeño.

-El abuelo dice que debo lucir regio-

Pero el pequeño no se refiere a su abuelo Aegon, sino a su bisabuelo Viserys. A Aegon nunca le ha importado la imagen que proyecta la familia real.

-El Rey Viserys- lo corrige con cariño Daeron –Ahora es tu rey, nuestro rey, y debes dirigirte con respeto-

El pequeño niño de cabellos oscuros y ojos azules asiente. Es fuerte, y será sabio como su padre, pero nunca será un Targaryen completo. Su sangre ya no es pura. Naerys tiene un buen corazón, pero fue criada como una Targaryen.

Fuego y sangre, es nuestro lema, pero ¿cuál sangre? Ahora está mezclada con la dorniense. ¿Cuál fuego? Ya no hay dragones que surquen los cielos.

¿Qué le impide a las grandes casas revelarse contra nosotros y despojarnos de todo?

Nada, pareciera susurrarle Daeron.

Absolutamente nada.