Disclaimer: Ni Death Note ni sus personajes me pertenecen. Todo es de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata.
Título: Blanco.
Autor: Enoshima Mavis.
Summary: A Shiro siempre le había gustado el color blanco. Y Near era todo blanco. Incluso aunque de pequeños, incluso cuando crecieron, e incluso cuando lo dejo de ver, a Shiro siempre le había gustado Near.
Clasificación: PG. Puede contener insinuaciones o cosas muy leves.
Fandom: Death Note.
Género: Romance y misterio (soy una escritora novata en este último, disculpad).
Advertencias: Personajes OC, y posiblemente, personajes un poco OCC. Tratare de evitar esto último. Si creéis que el personaje me está quedando algo "Mary Sue", avisarme.
Nota de la autora: Desde la primera vez que vi a Near, me ha rondado esta historia por la cabeza, pero nunca me había detenido a escribirla. Si no les gusta, favor de dejar de leer y no escribir mensajes que puedan considerarse fuera de lugar. Fuera de eso, todo tipo de comentario está permitido. Ha pasado un tiempo desde la última vez que visite esta página…
Palabras del capítulo: 1345.
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Chapter 1: Wammy House.
Miro el gran orfanato que residía ante sus ojos. Apretó con más fuerza su falda, retorciéndola. El hombre a su lado pareció notar su nerviosismo, y le sonrió gentilmente. Ante la atenta mirada de los ojos de la infanta, se encamino hacia el gran portón que rodeaba la mansión. Lo abrió lo suficiente como para que pudiera pasar una persona.
-¿Vamos? –sonrió gentilmente, invitándola a pasar.
La chica lo miro un par de segundos, para luego asentir. Tenía que estar feliz. Y, con una tierna sonrisa ensayada, cruzo la puerta.
Siguió al hombre, el cual, si bien recordaba (y sabía que así era), respondía al nombre de Watari.
Pastos bien cuidados, y un camino de piedra. Una mansión se erguía imponente frente a ellos, y la menor se sintió muy pequeña en ese momento.
Se escuchaban las risas de algunos niños cuando cruzo el umbral. Sintió el olor a madera recién pulida y la calidez de aquel lugar. Tan diferente de aquel otro…
Apresuro el paso cuando vio que Watari se alejaba, pero recupero el ritmo normal cuando quedaron a la par. Caminaron en silencio hasta que el mayor se paró frente a una puerta.
-Ahora –la menor alzo la vista hacia el adulto cuando se dirigió hacia ella–, cruza esta puerta y habla con el hombre que está allí. Su nombre es Roger. No te preocupes por lo demás, él ya te lo dirá luego.
La chica apretó con fuerza su falda y asintió. Cruzo la puerta y la cerró tras ella. Pudo escuchar los pasos del hombre adulto alejándose, antes de que desaparecieran por la distancia. Suspiro y se sentó en una silla frente a un escritorio. Allí no había absolutamente nadie.
Balanceo sus piernas, mientras esperaba la llegada de aquel hombre; Roger. Al bajar la mirada, unos mechones de su largo cabello cayeron hacia delante. Los acomodo con cuidado detrás de su oreja, y recorrió la sala con la vista.
Unas ventanas adornaban la sala, dando una vista del cielo azul que se mostraba en ese momento. En el escritorio solo había una lámpara, y detrás una silla. Pero a la joven, lo que le interesaba era otra cosa. Lo que le interesaba, eran los libros que se encontraban detrás de estos. Unos amplios estantes sostenían, con facilidad, unos cien libros. Sin embargo, la joven se decepciono al notar que no eran más que registros.
Bajo la vista, nerviosa, al oír pasos que se acercaban hacia la habitación.
La puerta se abrió, dejando ver a un anciano de cabello canoso, ojos claros y gafas redondas. Vestía una chaqueta marrón y pantalones negros. Se sentó en la otra silla frente a la chica, analizándola con la mirada.
-Tú debes ser la niña que encontró Watari, ¿verdad? –la chica asintió–. Tus resultados en el examen de acceso han sido impresionantes, comparados con los de los demás que lo tomaron. Ciento noventa y nueve respuestas correctas de doscientos.
Frunció el ceño y asintió. ¿Cómo esperaban que ella llegara a responder absolutamente todas en dos horas y media?
-¿No te gusta hablar mucho, verdad? –la chica asintió. Realmente le desagradaba entablar conversaciones con personas que no conocía–. No te preocupes. Si no lo quieres, no será demasiado necesario aquí.
Sonrió.
-Excepto por la ultima pregunta, la cual no alcanzaste a responder, el resto de tu examen estaba perfecto. Dentro de poco te tomaremos otro, junto a otros dos niños que fueron seleccionados.
-Ehh…
El silencio reino en la habitación, hasta que la chica se decidió a tomar la palabra.
-Es solo que… el hombre de antes solo me ha explicado lo esencial. Quería saber si… si me podían explicar todo, todo.
El hombre guardo silencio, y la niña se arrepintió de decir eso. Obviamente, en algún momento le explicarían bien todo el sistema, pero siempre que había cosas que no entendía se sentía frustrada. Había sido eso lo que le había hecho quebrar su mutismo.
-No –vio el fruncir del ceño de la menor–. Eso es tan solo una medida de seguridad. Te lo contaremos todo si pasas el examen, superando a los otros dos. Y a eso íbamos. Dentro de una semana, será el verdadero examen de admisión. El de hace unos días fue solo una prueba. Si pasas aquel examen, entonces serás admitida permanentemente en Wammy House, y se te contara todo lo que necesites.
-Bien… –en ese momento, sentía que el examen anterior había sido solo suerte. Cuando, en aquel otro orfanato, aquel hombre de cabello blanco agradable les había hecho hacer el examen, había pensado que no era para tanto. Un simple examen. Incluso se le había hecho fácil, a pesar de la gran cantidad de preguntas. Watari le había parecido amable, pero no Roger.
-Por medidas de seguridad –carraspeo–, ahora tendrás que escoger un nuevo nombre, para así no correr riesgos en el futuro. Puedes tomarte un tiempo si…
-Shiro.
-¿Eh?
-Shiro está bien, ¿verdad? –no solo era su color favorito en japonés, sino que también fusionaba su nombre real.
Roger la analizo con la mirada. Luego, suspiro.
-Sí, está bien. De hecho, te pega –sonrió al ver el cabello de la chica–. Te mostrare el lugar en el que dormirás.
Roger la había guiado por varios pasillos hasta encontrar su recamara. Había sido en el camino a esta en el que ella lo había visto. En el camino, sus ojos verdes se habían encontrado con una linda sala de juegos. Lo supo por los muchos juguetes desparramados. Sin embargo, solo había una persona en aquella sala…
-Shiro –la llamo Roger–. No te quedes atrás.
Apuro el paso para evitar el quedarse sola.
La habitación que Roger le había mostrado era bastante simple, pero era mucho más linda si la comparaba con la que había tenido en el otro orfanato. En vez de paredes con la pintura descascarada, las paredes tenían un lindo color rosa pálido. En vez de baldosas rotas, el suelo estaba cubierto por bellas tablas de madera. La cama era una simple de madera, al igual que la mesa de luz a su lado y el pequeño armario del otro lado de la pared.
-Por ahora, dormirás aquí. Si llegas a pasar el examen de ingreso, serás trasladada a otra habitación, con una compañera de cuarto. Pero ahora, déjame explicarte las reglas…
Simples. No habría problemas en obedecerlas. Roger le dijo que dentro del armario había sabanas y una muda de ropa. Se retiró, dejando a Shiro sola.
Se sentó en la cama y aparto las cortinas, observando lo que, ella creyó, sería el patio interno. Varios chicos reían y jugaban, y otros simplemente hablaban tranquilamente. Un chico de cabello rubio comía un chocolate, sentado al lado de un chico de cabello rojo que jugaba con una PSP. Una chica de cabello marrón atado en dos coletas reía junto a otras chicas tranquilamente.
Aparto la mirada y dejo su chaqueta rosada sobre la cama. Dudo un par de segundos y se la volvió a poner.
Salió de la habitación. Roger ya no se veía por el pasillo. Recorrió los pasillos que recientemente había memorizado, llegando a la sala de juegos.
Se asomó un poco hacia la sala, escondiendo la mitad del cuerpo detrás de la puerta. Indudablemente, solo había una persona allí. Se dio cuenta de que sería descubierta muy pronto, pero lo ignoro.
Así también decidió hacerlo el chico. Seguía armando tranquilamente un puzzle de leche, ignorando a la chica que lo observaba. Llevaba el cabello desordenado y un poco largo. Era pequeño en cuanto a contextura física, y estaba sentado en el suelo, con una rodilla apoyada en el suelo, y apoyando su rostro en la otra. Vestía una camisa blanca abierta en el pecho y en los puños, al igual que un pijama. Pero lo que más le llamaba la atención…
-¡Oh! ¡Cabello blanco!
Al oír aquella exclamación, el albino levanto la mirada. Un par de segundos después volvió a concentrarse en el puzzle.
-Igual el tuyo.
Continuara en el Chapter 2.
Notas de la autora: Ha pasado un tiempo desde la última vez que escribí un fanfic. Desde mayo, si la memoria no me falla.
Esta es una idea que me ha estado rondando por la cabeza la primera vez que vi a Near. Lo ame desde el primer momento. Es más, fue gracias a él que no morí de depresión por la muerte de L. Bueno, yo simplemente quería escribir una historia en la que una linda chica de color blanco se enamorara de un lindo chico de color blanco, y tuvieran hijos blancos. ¡Ups, hice un spoiler! (En realidad no tengo nada planeado, disculpen).
Bueno, lo anterior es mentira. Yo solo quería escribir una historia de Death Note, pero como a veces no se me da muy bien escribir…
Por cierto, allí arriba dije que esto tendría misterio, pero yo no esperaría mucho. La verdad, nunca he escrito de ese género, asique no se realmente como me quedara.
¡Oh, demonios! Me tendrán para rato aquí. Ya saben cómo es Near, y si quiero sacar a relucir una emoción… Tsk.
Oh, otra cosa. Quería poner a Roger más amable, pero en la Wiki decía que odiaba a los niños. Asiqueeeeeee….
Esperare vuestras opiniones para continuar, ya que para mí es muy importante que este escrito reciba críticas. Por favor.
Gracias por haberse tomado el tiempo de leer este escrito.
