Advertencia: Spoilers del último libro.
Palabras: 515.

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No todo esta perdido
Hija

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Harry sentía que aquella miraba lo traspasaba, rogándole sin palabras que dijera que todo era mentira, que lo que acababa de contarle solamente era una broma –una muy cruel broma-. Pero él sólo bajó la mirada al suelo y fue lo único que necesito Andromeda Tonks para derrumbarse. Molly, presurosa, la tomó en brazos, dejando que se desahogara e, inconscientemente, ella también empezó a llorar, porque comprendía el dolor que le embargaba, ambas compartían el dolor de haber perdido a un hijo.

El joven salvador del mundo apretó sus puños y cerró sus ojos, sintiéndose impotente al escuchar a esas dos señoras lloran con una tristeza que le estremecía el corazón. Hermione, a su lado, le estrechó la mano, conteniendo las lágrimas a duras penas. Ron, del otro lado, estrechaba la otra mano de su mejor amiga y actual novia, mientras que colocaba su mano libre sobre el hombro de Harry. Ambos le estaban dando todo su apoyo, porque sabían que se sentía culpable y, aún así, no podían evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

Esa guerra les había quitado, a todos, un ser querido.

Harry salió, sin que nadie lo detuviera, de aquella casa. Andromeda lo miró de reojo, intentando decirle que no lo culpaba, pero de su boca sólo salían sollozos. Ahora estaba sola. Su amado esposo y su querida hija ya no estaban con ella. Ya no tenía a nadie. Y, de manera inconsciente, se preguntó porque no murió ella también.

Pero su respuesta llegó en brazos de Harry Potter. Al ver lo que traía, cuando volvió a entrar a la casa, hizo que dejara de sollozar, que se soltará de la señora Weasley y caminara, confundida, hacia aquel chico de tan sólo 17 años. Miró al bebe que traía en brazos y después a quien lo cargaba.

Harry simplemente sonrió, con algo de timidez al parecer.

―Me pidieron ser su padrino y que lo cuidara pero... creo que estará mucho mejor con su abuela ¿No cree?

Andromeda tomó al pequeño en brazos, y sonrió al verlo. Estaba profundamente dormido, ajeno a todo el sufrimiento que había pasado, ajeno a la realidad que le esperaba. Lo estrechó contra su pecho, dispuesta a darle la mejor de las vidas, a que nunca se sintiera triste por no tener a sus padres.

Miró a Harry y le sonrió, con una nueva luz en sus ojos.

―Muchas gracias ―murmuró, para después besarle en la frente.

Harry se sonrojó, avergonzado, logrando hacer reír a los demás. Hizo un gesto, como si no quisiera darle mucha importancia al asunto. Sabía que Teddy no estaría en mejores manos que en las de ella. Andromeda observó con adoración a su nieto, sabiendo que no todo estaba perdido para ella. Ese pequeño en sus brazos era la razón por la que no había muerto. Ella lo cuidaría y, estaba segura, Teddy sería el chico más feliz del mundo. No sólo porque la tuviera a ella, sino porque tenía a un gran padrino.

No al chico que salvó al mundo mágico, sino al joven que la salvó a ella.

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Fin de la historia.