Título: Instrucciones a la hora de dormir
Claim: Estados Unidos/Lituania
Prompt: Leche caliente
Extensión: 421
Advertencia: Uso de nombres humanos (Toris para Lituania). Mención del poema «El cuervo», de Edgar Allan Poe.
Primero: se coloca el cazo en el fogón, se deja la leche encima del fuego hasta que hierva y la nata suba.
Lituania tarareaba bien flojo una de las nanas que le cantaba a Letonia cuando éste no podía dormir, contemplando el reloj de la cocina con una de aquellas expresiones que siempre muestran los que están a punto de dejarse llevar por el mundo de los sueños.
Un bostezo.
Segundo: se elige la taza preferida de Estados Unidos, aquella con fondo amarillo y flores azules —pero con el paso de los años ya se cambiarán los gustos—, y se deposita el líquido hasta la marca que deja la asa. Se huele con un poco de melancolía.
Contempló en silencio la luz de la farola que parpadeaba al otro lado del cristal, en la calle poco transitada, y se ató de nuevo el cabello con la cinta verde, en esa época, como su alma.
Tercero: se pone en un filtro cerrado dos cucharadas de valeriana y se deja durante dos minutos, para que cuando lo tome pueda dormir sin problemas.
Los lunes eran siempre un reto, llenos de las tres pe: papeleo, problemas y programas. Y de reuniones, por supuesto; Estados Unidos y él parecían vagabundos, siempre de allí para allá, comiendo en el primer rincón que veían, ocupados en continuar manteniendo ese pequeño gran país.
Cuarto: se busca en el pequeño armario de los dulces el pote de miel vieja, esa tan añeja que tiene por encima una textura parecida al azúcar, y con paciencia se añade un poco a la leche, para que mantenga un rastro bien, bien dulce.
La leche estaba ya lista; cuando la tomara, el bigote le quedaría blanco y una sonrisa sincera aparecería en su rostro, dándole las gracias en silencio.
—¡Está muy rica, Toris! —Exclamaría.
Y él no sabría qué contestarle.
Quinto: se recorre el pasillo hasta la habitación de Estados Unidos. Se contempla la lectura en silencio del libro de ese momento. Hoy es «El cuervo» y unos labios estadounidenses pronuncian quedamente «Nevermore».
Nunca más, quizás en pensando en algo distinto.
Como cada domingo por la noche, Lituania le llevaba la taza de leche caliente, tapada para que no se le escapara el hormigueo en el pecho, con una expresión de candidez; pensaba también en el segundo vaso que había dejado encima del mármol, el que se tomaría él cuando dieran las doce.
Sexto: y se repite tantos domingos como se pueda hasta que se convierta en una agradable rutina.
