Renuncia: todo de Hori, yeehaw.

n.a: uhh hola (?) decidí hacer una colección de viñetas/drabbles kacchako para desahogarme con esta estúpida ship en lo que termino cosas más largas de ellos. Básicamente serán headcanons cortos y 99% fluff (con probabilidades de 1% de angst) que actualizaré esporádicamente.. disfruten ¿? o no ¿?


o1.

Así que.

Lo primero que Uraraka nota son las cicatrices en sus manos.

Este hecho la toma por sorpresa. Tal vez. Aunque Uraraka debería haberlo figurado o por lo menos adivinado. Por supuesto que Bakugou hace estallar cosas constantemente. Por supuesto que todos los quirks tienen cierto grado de repercusión.

Sólo que— no, Uraraka nunca pensó en ello.

Porque Bakugou es tan valiente (casi tanto como Deku). Porque Bakugou no es de los que muestran debilidad y si lo hace no es por gusto. Porque Bakugou es concreto, cenizas y humo.

(tan fuerte,

tan frágil).

Uraraka no dice nada al respecto.

Él se enojaría. Algo como: Uraraka, no necesito que nadie se preocupe por mí ¿parezco un maldito niño o algo? preocúpate por ti, de hecho no, preocúpate por los estúpidos que se atrevan a menospreciarte, y patéales el rostro, joder.

Así que no, Uraraka no dice nada al respecto, nunca. Pero igual no puede evitar quedarse observando sus cicatrices de vez en cuando, esas que están hechas de telarañas, cuando Bakugou anda distraído.

Con cierta ansiedad, con cierta preocupación y un sinfín de preguntas sin respuesta.

¿Acaso no debería vendarlas o ponerles pomada?, ¿y si se llegan a infectar?

Y qué tal si

(Las quemaduras son dolorosas. Lo sabe, pero.

—Bakugou es una herida abierta).

Y arde, arde, arde.

Si Bakugou nota sus miradas permanece extrañamente callado y no le reprocha, para consternación de Uraraka. Ella frunce el ceño y lo escanea con la vista y encuentra más cicatrices, como estrellas— como estrellas que se conectan las unas con las otras en una constelación de alambre. Aquí, en el dorso de su mano y aquí, en sus dedos y aquí, cerca de su hombro y aquí—

Quemadura tras quemadura, algunas recientes y algunas más viejas.

Es el fantasma del fuego, un recordatorio.

De repente Uraraka tiene una idea.

Es como todas las ideas que involucran a Bakugou, un poco ridícula. Es como todas las ideas que involucran a Bakugou, perfecta.

Se siente valiente y decide arriesgarse.

Lo llama: Bakugou-kun, y él deja de caminar y se da la vuelta. Antes de que le pregunte qué diablos pasa Uraraka acorta las distancias, con la gracia de una bailarina de ballet, y se encuentra frente a él. Antes de que grite o intente alejarse, Uraraka toma sus manos— rasposas, tibias, de cera caliente apunto de derretirse— entre las suyas y las lleva a sus labios de manzana.

Y entonces las besa. Fugazmente. Dulcemente. (Una caricia de nada).

Por tu dolor, por tu orgullo, por mi cariño.

Bakugou se tensa y abre la boca y la vuelve a cerrar y se ruboriza y su corazón es una ruidosa balada de rock.

(quién te crees que eres, tú— — chica de caramelo que me pone ridículamente feliz, y una mierda).

Aquello dura dos minutos, y Uraraka se separa y lo suelta. Sonríe, además.

Bakugou pone una mueca indescifrable.

—... Eres jodidamente rara ¿sabías?

— De nada Bakugou-kun.

Lo que sea. Ni creas que– eso, va a volverse una costumbre. De ningún maldito modo —jura. Pero continúa sonrojado, y una semana más tarde él la busca después de un entrenamiento de clase, y sus palmas están calientes y duele mirarlas y Bakugou no la observa a la cara pero Uraraka entiende y deposita un aleteo de mariposa en su piel de nueva cuenta, una y otra y otra vez.

Bakugou nunca deja de quejarse (ni de buscarla— y encontrarla).

x

Así que.

Lo primero que Uraraka nota son las cicatrices en sus manos.

(lo primero que Bakugou nota son sus labios de lluvia que apagan sus incendios).


n.a2: los comentarios son siempre bien recibidos! :)