Exención de responsabilidad: One Piece, sus personajes, historia, y sus películas, no me pertenecen, son propiedad de Eiichiro Oda y Toei. Escribo esta historia sin ánimo de lucro.

Comienza mi fic central de One Piece. Actualizo mínimo una vez a la semana, y si no estás al día (con margen de los 20 30 últimos capítulos del manga) puedes sufrir algún spoiler. Éste viaje abarcará un trayecto muy largo, con arcos nuevos, hasta llegar al punto en que la historia esté cuando llegué allí, y seguirá con las sagas futuras hasta que los Mugiwaras encuentren el One Piece… y sigan adelante para cumplir sus sueños

.

PRÓLOGO

CAPÍTULO 1

¿CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?

.

El Thounsad Sunny resplandecía bajo el sol que iluminaba el mar del Nuevo Mundo. Por fin todos los Mugiwara estaban reunidos, junto a sus aliados, listos para planear el asalto al impenetrable país de Wano. Pero nadie planeaba nada.

Roronoa Zoro, espadachín de los Mugiwara, bebía shake como si no hubiera un mañana y a su lado Jimbe competía a duras penas con él.

– Ahhhhh… no puedo esperar para cortar al Shogun. Espero que guarde buen shake en su fortaleza – decía el peli verde, mientras que el ex Shichibukai pensaba estrategias para la guerra venidera, y para ganarle la competencia de beber shake al espadachín.

Ussop contaba historias y Chopper le miraba embobado y admirado, creyéndose todas y cada una de ellas por disparatadas que llegaran a ser.

– ¿Te he contado alguna vez la historia de cómo derroté a mil ninjas usando una horquilla para el pelo? – decía el tirador de la banda.

– ¡Sugooooi! ¡Eres increíble Ussop! – contestaba el médico con los ojos brillantes.

– Fu fu fu fu fu – se rió la arqueóloga, Nico Robin, figura clave en esa guerra codiciada por todos los grandes piratas del momento, que sin embargo estaba totalmente relajada sintiéndose protegida y arropada por sus nakamas. Pobre del que intentara secuestrarla otra vez.

– En seguida te preparo algo mi dulce Robin Chwan! – dijo el cocinero mientras revoloteaba a su alrededor. Cuando se calmó, Sanji Vinsmoke siguió preparando una comida rápida en una parrilla, que con total seguridad no duraría ni un minuto una vez apareciera el capitán de la banda.

– ¡Se llamará la banda SUUUUUPER METAL! – decía un cyborg con el pelo azul.

– Yohoho ¡Se llamará la banda Soul Bones! – contestaba un esqueleto con un afro. Franky debatía animadamente con Brook sobre la posibilidad de montar un grupo de música.

Por increíble que parezca, el capitán no estaba a la vista, pese a que estaban de fiesta y había olor a niku en el aire. Y la navegante estaba apartada del grupo, mirando hacia la distancia desde el castillo de proa del Sunny, pensando en algo que la tenía totalmente distraída.

Una mujer hermosísima de pelo negro estaba apoyada en la barandilla del castillo de popa, en la parte más alta, junto a un chico de unos veintidós años de pelo plateado. Ambos estaban cogidos de la mano mientras observaban a la navegante y esperaban pacientemente a que sucediera algo.

Aparte de la tripulación de los Mugiwara, había unas cuantas figuras, famosas y no tan famosas, en el Thousand Sunny.

Por un lado, Trafalgar Law y Marco el Fénix estaban acodados en la barandilla de babor de la zona de césped del barco, mientras miraban el caos clásico que les rodeaba. El primero con resignación, ya acostumbrado a las excentricidades y locuras de sus aliados. El segundo divertido. Cada día que pasaba con ellos recuperaba un poco más la voluntad de vivir que perdió tras la Guerra de la Venganza.

También estaban rondando por el césped Pedro y Carrot, comiendo, bebiendo y charlando entre ellos o con los Mugiwara.

– Por cierto ¿y el descerebrado del capitán? – preguntó Zoro al terminarse su trigésimo segunda jarra de shake. Desde que regresaron del territorio de Big Mom, Luffy se había comportado de forma un poco extraña, incluso para tratarse de él. Había pasado mucho tiempo sentado en la proa del barco, sumido en sus pensamientos. El resto de la banda le había dado algo de espacio, no entendían lo que pasaba, pero le darían tiempo para que les contara lo que sucedía.

Como por arte de magia, el capitán apareció. Pero después de dirigirles una sonrisa alegre a todos, subió las escaleras en dirección a donde se encontraba la navegante. A todos los Mugiwara le pareció un poco extraña su actitud, pero se limitaron a observarle.

– Fu fu fu… esto se pone interesante – comentó Robin, dejando el libro que estaba leyendo y observando la escena por encima de sus gafas de sol. Sanji se quedó con una hamburguesa en la espátula, observando la conducta de su capitán, pero sin comentar nada. Era muy, muy MUY extraño que no se hubiera lanzado babeando a por la carne. Su pierna pedía a gritos patear a alguien, ya que se había quedado sin patear al capitán de goma, por lo que cuando localizó a Zoro le pateó en la cabeza, iniciando una pelea entre ambos.

Luffy subió hasta colocarse junto a Nami, que le miró un poco nerviosa. El capitán no sabía bien cómo empezar, o si debía decir algo. Desde que casi la pierde en la batalla contra Big Mom, no había podido dejar de pensar en ella. Gracias a la ayuda de sus dos nakamas, que observaban semi ocultos desde el castillo de popa la escena, había logrado entender qué era lo que sentía en su corazón. Al principio pensó que era hambre, pero no fue así. Se había olvidado totalmente de lo que su compañero le había aconsejado, asique decidió ser sincero con Nami, como siempre había sido.

– Le prometí a Ace que viviría sin arrepentirme. Y no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida hasta ahora… salvo de una cosa – dijo él en voz baja, y sin saber muy bien por qué, la tomó de la mano. Actuaba más por instinto que por conocimientos reales. La navegante se puso un poco roja, pero no lo apartó de su lado.

– ¿De qué Luffy? – preguntó ella con timidez. Luffy la sostuvo la mirada y se armó de más valor que el que había tenido que juntar para enfrentarse a cualquiera de sus enemigos. Aunque ahí no había tenido que juntar tanto, su fama de inconsciente era por algo.

– De… de no haberte dicho hace tiempo lo que siento por ti– contestó Monkey D Luffy. Un capitán pirata temido por los que no lo conocían, respetado por todos sus enemigos, y querido por todos los que le conocían, con una recompensa de 700 millones por su cabeza. Alguien que había conseguido juntar en cuestión de unas semanas ejércitos con la fuerza suficiente para hacer frente a los Yonkous. El hijo del hombre más buscado del mundo, Monkey D Dragon.

Pero todo eso era algo carente de importancia para la navegante y el capitán. El corazón de la chica latió tan rápido, y sintió una alegría tan grande al escuchar las palabras del peli negro, que hasta se asustó. Reuniendo todo el autocontrol del que era capaz, entrelazó su otra mano con la suya y se quedó frente a él, sus cabezas a solo unos centímetros.

– ¿Y qué sientes por mí, capitán? – preguntó ella, coqueta. Pero la mirada de sus ojos la traicionaba totalmente. Luffy estuvo unos segundos pensando, hasta que finalmente encontró unas palabras para responderla.

– Creo que lo siento desde que le prometí al viejo del molinillo que nunca permitiría que se borrara tu sonrisa. Creo… que incluso antes. Cuando te vi en esa barca, cuando salí al mar por primera vez. Se cruzaron nuestras miradas, y sentí de pronto algo extraño. Como si por alguna razón ya te conociera. Aunque luego pensé que era hambre – añadió Luffy, soltando una breve carcajada nerviosa. Nami rodó los ojos, aunque en el fondo esa era una de las muchas cosas que le gustaban de su capitán. Pero él no había terminado de hablar – Lo que siento es que me gustas Nami. Quiero verte feliz, quiero protegerte y quiero que nunca desaparezca esa sonrisa que ahora mismo estás poniendo – añadió él con súbita resolución. La navegante ya no pudo contenerse más y lo abrazó con fuerza.

– Tú también me gustas, Luffy. Muchísimo. Y me da miedo perderte por las locuras que haces una y otra vez… quiero que estés a mi lado para siempre, asique prométemelo. Promete que estarás a mi lado para siempre – pidió ella susurrándole las palabras en su oído.

– Te lo prometo, Nami. No permitiré que nadie nos separe – respondió él, rompiendo el abrazo para volver a mirarla a los ojos. Nami sonrió y bajó la mirada con timidez. A Luffy le ocurrió más o menos lo mismo. Ambos estaban muy rojos, pero lentamente y con mucha timidez se intentaron animar a dar el paso. Nami fue la que tomó la iniciativa, pues no estaba segura de si su capitán sabría o no lo que había que hacer después de declararse. Cerró los ojos y acercó sus labios a los de su capitán y los unió, por primera vez. Era apenas un roce, pero ambos sintieron cómo el corazón les iba a explotar. Luffy se quedó muy sorprendido, pero en seguida se recompuso y correspondió al beso de su navegante, mientras alzaba lentamente una de sus manos y acariciaba la mejilla de la chica. Nami profundizó el beso, y ya sin poder controlarse saltó sobre él y enredó las piernas entorno a la cintura del peli negro. Después de un tiempo, que a ambos les pareció maravillosamente largo, se separaron y se quedaron mirándose a los ojos. Escucharon un fuerte golpe, y se giraron para ver lo que había pasado.

El cocinero había caído al suelo en una extraña postura, y su alma iba flotando lentamente hacia el cielo.

– Yohohoho. Tú no vas a ninguna parte – dijo Brook, y usó su poder para que el alma de Sanji volviera a su sitio. Robin les miraba mientras se reía con suavidad, y Ussop, Chopper y Franky tenían las mandíbulas desencajadas. Zoro alzó su copa de shake y brindó a la salud de la nueva pareja, aunque interiormente lamentaba que su respetado capitán se hubiera condenado a una vida de deudas y sufrimiento con la bruja. Pedro tapaba los ojos de Carrot, que intentaba zafárselo para ver lo que pasaba.

– No es tan tonto como había pensado – dijeron a la vez Jimbei y Law. Marco sólo sonrió, y levantó el pulgar en dirección al hermano de su viejo amigo.

Desde lo alto del castillo de popa, la peli negra y su compañero sonrieron con alegría, y chocaron las palmas de sus manos. No necesitaban decirles nada, estaban felices porque por fin ambos se hubieran aventurado a dar el paso con la ayuda de sus empujoncitos.

Nami estaba roja como un tomate, pero Luffy sólo sonreía como un grandísimo idiota. Se giró y extendió su brazo para aterrizar con la navegante pegada a él en la cabeza de león del Sunny. Ambos se quedaron mirando la inmensidad del mar, ella entre los brazos de él, y se hizo la pregunta que todos nos estamos haciendo.

– ¿Cómo hemos llegado a esto? – preguntó cerrando los ojos. Luffy sólo sonrió, sin contestarla, disfrutando del momento de tenerla por fin entre sus brazos.

Para saber cómo hemos llegado hasta esta situación, tenemos que remontarnos más de dos años atrás. Concretamente, al momento en que los Mugiwaras viajaban por el mar después de su victoria contra el Shichibukai Moria. Fue allí donde comienza ésta historia. Historia que comenzará a ser contada en el capítulo 2

.

.

.

Bueno ¿qué os ha parecido? Un comienzo un poco distinto a los dos que he hecho hasta ahora. Los que ya me conocéis por mis one shoots de One Piece, sed bienvenidos de nuevo. Prometí empezar en febrero un fic largo de la apasionante historia de los Mugiwara, y así ha sido. Por otro lado, los que me conocéis por mis dos fics de Fairy Tail, ya conocéis mi estilo, y sabéis que éste viaje va a ser largo, lleno de sorpresas, nuevos personajes, incluyendo algunos de mi invención, y un mundo por difícil que parezca aún más vasto que el que ha creado el gran Oda. Y los que no me conocéis, ¡Bienvenidos!

Como siempre, espero vuestras reviews. Un saludo y feliz finde a todos!