Advertencia: si no te gusta como escribo o que escribo en mis fanfics te recomiendo que no leas , y no publiques este fanfic en otros lugares sin mi consentimiento, aceptare criticas que no provengan de una persecución absurda y casi obsesiva , si no te gusta el Junato o el kenyako tampoco leas y si eres fan de Sora tampoco lo hagas (puedes hacerlo pero no te quejes después) , esta ambientada en un mundo alterno , no necesariamente tendrán que aparecer los digimons y personajes que en la serie original estaban muertos , puede que ahora estén vivos...y por Ultimo los personajes no me pertenecen son propiedad de Akiyoshi Maita y Takeishi Hongo Y la Toei.

Prologo

-Cementerio de Odaiba 24 de abril el 2004

Un muchacho estaba arrodillado frente a una tumba y tras el, más personas con una lúgubre expresiones en sus rostros, no había color en ellos, a acepción de las pieles de sus manos y rostros, el día era frío por ende todos estaban abrigados con ropas negras, y no era para atraer más calor del escaso sol que había, estaban dando un adiós, un ultimo adiós a alguien un triste y ultimo adiós.

El Joven arrodillado lloraba desconsolado y así estuvo hasta que quedo solo y dormido al lado de la tumba, obviamente los que se habían ido a sus casas no se fueron sin darle sus últimos pésames y algunos le insistían que volviera a casa pero el se negó, el quería quedarse junto a su amada Sora Takenouchi, aún no asimilaba que ella había muerto y si así fuese el quería morir allí y acompañarla, pero no intento suicidarse, el esperaba la muerte.

Algo brillo en su rostro que lo obligo a despertar, podría haber sido el sol, pero el color de luz no era de un amarillento, era un color blanco, frío y no daba calor, así que esa idea fue descartada de su cabeza, luego sintió su cuerpo frío y que estaba recostado en algo duro como roca que le hizo entender que esa no era su confortable cama y que eso era...se le vinieron los recuerdos del funeral y su tristeza por la perdida de su amada y que se había quedado dormido en la tumba, no quería mirar la realidad, pero la luz era tan fuerte que tubo que levantar su rostro para ver de donde provenía esa luz.

El debería estar alucinando, pero una mariposa era la que brillaba, esa mariposa se posaba en la tumba de ella, que luego se poso en la boca de el y luego la figura de la mariposa tomo una forma humana muy conocida para el, Sora, su amada, quien al parecer le daba su ultimo beso luego volvió a tomar forma de de mariposa y bolo hacia atrás de la tumba.

El comenzó a seguirla, no quería que se fuera y trato de hacer un ultimo intento por alcanzarla , hasta que vio cual era el objetivo de llegada de la mariposa, y era una persona, tenía apariencia humana, no se podía distinguir su sexo, poseía una mascara que lo dificultaba aún más, sin embargo su ropaje no era para nada de la época, lucía un kimono de lo más extraño, de color negro con flores rojas intensas que combinaban con unas rayas que había en su mascara, y con su cabello de un rojo furia casi como el fuego, poseía en un paño rojo que ocupaba como cinturón una katana.

La Mariposa se poso en el dedo de esa persona, aquella saco de un bolillo un espejo que absorbió a la mariposa, todo esto antes los ojos de el joven que miraba atónito la escena, inatento detener el proceso, ya que sabía que aquella mariposa era el alma de su amada, pero no pudo, por que al rededor de el ser había una barrera invisible que impedía su ingreso.

El alma de su querida ya había sido absorbida por completo por el espejo, y la barrera invisible se abrió.

-"¿quien eres tú?"-Pregunto inquieto el muchacho.-"¿que haz hecho con ella?"-Volvió a preguntar de manera inquisidora.

-"Ella acaba de abandonar este mundo, con destino al paraíso, yo soy el encargado de que las almas puras e inocentes vayan al cielo, las almas pecadoras sin remordimientos vayan al infierno y otras almas que dejaron algo pendiente, vayan in lo resuelvan".Respondió de una manera serena.

-"Yamato Ishida, ¿ese es tu nombre?...este no es tu momento de morir, te recomiendo que abandones este lugar, no es tu turno, no es el lugar, no es el día ni el momento.-Advirtió el extraño ser.

El aludido se desmayo y cayó al suelo.

Despertó en una cama que era desconocida, y alguien que lo velaba, alguien que el no conocía, pero su cabello delataba esa presencia.

Continuara.

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