Cualquiera que vea One Piece se cansa de esperar. Hay que imaginarse el futuro porque me muero y no veo el final.

Luffy miró a Hancok y apartó la mirada en cuanto notó que ella se voltearía para verlo.

—¿Ya… ya te vas Luffy?

—Ser el rey de los piratas no es fácil—dijo Nami por su capitán. Luffy no se había molestado en responderle, se había dado la vuelta y se había metido en el barco.

—Oye capitán, ¿no crees que es muy duro dejar a una dama tan hermosa así? —dijo Sanji con un cigarrillo entre los dedos. Le había crecido una barba y guardaba su cursilerías para sí mismo.

—¿Iras a ver a Kaido? —Dijo Zoro a Luffy, que apareció de repente detrás de Sanji.

Luffy se colocó su capa y su sombrero de paja.

—Necesito saber si es verdad que pretende revelarse contra mí.

—¿Y enserio crees que te lo dirá así como así?

—No—miró a Zoro por el rabillo del ojo—pero mirándolo a la cara sabré si me está mintiendo.

Luffy miró a sus camaradas. Entre ellos, Zoro, Jimbe, Sanji, Brook, Usopp, Robin, Nami, Chopper, y Franky.

—¡Chicos sé que todo tenían planes! ¡Lo siento! —Miró a Robin—Lo siento Robin, Tú boda con Law será pronto. Espero que nada de esto sea grave o…—se volteó para ver el Horizonte—tendré que matar a Kaido definitivamente.

—Luffy—habló Robin—Ahora somos la tripulació del Rey de los piratas, no podemos dejarte solo.

—Además…—Sanji se sacó el cigarrillo y sonrió— ¿qué serías sin nosotros? Sin decir de tu bella esposa—el cocinero alzó una ceja—.Llevan cinco años casados y estoy seguro que ni siquiera le has dado un beso.

—Eso no te incumbe, Sanji.

Había pasado un mes y la hermosa Hancock esperaba la llegada de su esposo con ansias. La vieja no dejaba de decirle una y otra vez que necesitaba un heredero ¡Ya estaba Loca de tanta cháchara! Además… ¿cómo tendría un heredero si Luffy ni siquiera la tocaba? Se desnudaba frente a él y la ignoraba, trataba de acercársele más en la cama y el caía rendido completamente. ¡Despertarlo? Inútil, era como intentar despertar un muerto.

Las chicas interrumpieron en su recamara.

— ¡Hebihime-sama, Hebihime-sama! ¡El barco de Luffy-sama se ya se ve a distancia!

— ¡En serio! —La cara deprimida de Hancock desapareció en milésimas de segundos.

La anciana apareció de repente acompañada de su singular "bastón".

—No sabemos cuánto tiempo Luffy permanecerá aquí, así que esta vez sí debes lograr que te embarace.

Las chicas miraron a la anciana y luego a la emperatriz. Estaban completamente avergonzadas con las palabras de la mujer.

—Pero que… pero que dices vieja, no, no, no vuelvas a decir eso—dijo Hancock tan avergonzada que tuvo que cubrirse el rostro.

—Tú prepárate. No puedo creer que en todos estos años no hayas podido llegar a nada ¿no será que ya te estás poniendo vieja?

— ¿¡Qué estás diciendo vieja!? —Dijo la emperatriz rabiosa—¡Ya verás cómo esta vez no se me escapa! O, o… o por lo menos… lo intentaré—terminó diciendo aun más avergonzada.

Hancock se acercó al muelle. Todas las chicas le abrieron paso para que recibiera a su amado. Luffy comenzó a descender del barco y mientras lo hacía estaba más serio de lo común.

—Luffy ¿ha sucedido algo? —Preguntó la emperatriz, preocupada.

—No solo Kaido, Big Mom y los seguidores de Barbanegra. Me guardan rencor por su muerte.

—Entonces, yo también lucharé.

—No, no será necesario— Luffy miró a Hancock a los ojos y sonrió—.No me convertí en el rey de los piratas para someter a nadie o para ser el más poderoso, solo quiero ser libre. Necesito hacerles entender eso o…

—O tendremos que destruirlos a todos—dijo Zoro y sujetó la empuñadura de sus espadas.

La tarde fue exageradamente extensa. Se celebró una gran cena por el regreso de los Muguiwuaras y se cantó y bailó por largas horas.

Luffy tomó un baño tras hartarse de carne y continuó hacia la habitación.

"Estoy muerto de cansancio"

En cuanto abrió la puerta notó una figura sobre la cama. Se acercó más y logró ver a Hancock con una juego de dormir, bien corto y bien sexy.

—Creí que aun estabas con los demás—dijo Luffy.

Hancock bajó el rostro ensombrecido.

— ¿Y por eso viniste para acá?

—No, vine para acá porque estoy muerto de cansancio.

— ¿Luffy? —Hancock trató de mirarlo pero estaba en un short que dejaba al descubierto todo su pecho y abdomen. Se había convertido en todo un hombre, musculoso y sensual.

— ¿Sucede algo?

Hancock quería evitar hacer esa pregunta a toda costa, pero cada vez que la miraba con la misma indiferencia algo le gritaba que la hiciera, aunque la respuesta fuese un golpe bien certero en el corazón.

—Necesito que me digas… dímelo, por favor ¿por qué… por qué aceptaste casarte conmigo?

Luffy frunció los ojos hacia ella.

—Ni yo lo sé bien, Hancock.

—Entonces… te casaste conmigo porque te aburría pidiéndote matrimonio cada día, es eso ¿verdad? Estoy segura que solo no quieres decírmelo.

—No, no es por eso.

Hancock lo miró, no muy convencida.

— ¿Entonces por qué no me has dado siquiera un beso?

—Por favor Hancock…

— ¿O por qué ni siquiera me has dado la mano?

—Hancock…

—O por lo menos una sonrisa de afecto.

—Ya, por favor…

—Desde que te convertiste en el Rey de los piratas ni siquiera has sido el mismo.

—Hancock…

— ¡No sé, si fue porque te hartaste de mis peticiones, no sé, si solo te casaste porque sí, pero… pero… ahora debes tomar la responsabilidad!

— ¿De qué hablas Hancock?

Hancock comenzó a llorar, no solo por el dolor, sino por la vergüenza de tener que decir aquello, porque al parecer Luffy ni siquiera se lo imaginaba.

—¡Quiero que me beses, Luffy! ¡Quiero que me acaricies, que me abraces, que me hagas el amor! ¡Y si no es amor lo que sientes por mi, entonces, solo hazme tuya! ¡O por lo menos… por lo menos dame algo!

Luffy la miró sorprendido. Él seguía siendo el mismo pero a la vez había cambiado, Ya no tenía 19 o 20 años, ya tenía 28. Aunque quisiera, no podía ver las cosas de una misma manera.

—Solo dime… ¿Qué quieres que te dé?

—Cuando te alejas, cuando te vas por meses y a veces ni siquiera sé sí regresarás…. tengo miedo… terror a perderte. Quiero tener una parte de ti, algo que solo tú me puedas dar. Dame… Dame un hijo, Luffy. —Estas últimas fuera como escupir espinas para Hancock. Fueron las palabras más difíciles que había dicho en toda su vida.

Luffy se acercó a la cama miró, a Hancock a los ojos y luego exploró su cuerpo. La mujer se enrojeció aun más y recogió sus manos sobre el pecho. Luffy se subió encima de ella y se acomodó sobre su cuerpo, luego le sujetó las manos y las atrapó a ambos lados del colchón.

—Lu…Luf—tartamudeó ella pero antes de seguir, él le dio un beso.

Al Luffy besarla, lo hizo apasionadamente ejerciendo poder contra su cuerpo. La emperatriz gimió.

— ¿Estás segura de que quieres esto?

Hancock asintió levemente.

Un Luffy adulto, tiene que cambiar ¿verdad?