Hiperventilación

Pareja: Craig Tucker x Tweek Tweak

Número de Capítulos: Seis

Fanfic corto

Capítulo Uno.

—Okay, ahora todos juntos, ¡SALUD!

Tweek estaba sentado en un pequeño sillón rozando la boca de la puerta del bar de Skeeter. Mirando incrédulo, sin explicarse aquello ¿Cómo después de tantos años el temor volvió a florecer en su piel? Seis míseros años plagados de estadios dolorosos, bajo el cómodo seno de su familia incluso a sus veintitrés años, visitando consultorios semanalmente para tener un registro de su tratamiento y tan esperada mejora. Todo ese esfuerzo se fue a la basura y lo odiaba, oh, de verdad lo ODIABA. Y con tan solo volver a sentir esa opresión en el pecho para saber, que debía huir o acabaría enloqueciendo. Sus piernas flaqueaban insistentemente siendo víctimas de su ya vieja amiga, la ansiedad. El corazón desbocado y deseoso por salir brincando de su pecho.

—¿Qué te pasó, hombre? ¡Te ves tan viejo!— Vio a Clyde pasar su brazo por detrás de la ancha espalda de Craig, palmeando amistosamente su hombro.

—¡Vete a la mierda Clyde! Sigues actuando como un mocoso, como siempre— Craig jugaba con el anillo de su dedo anular izquierdo, lanzando miradas furtivas a sus colegas.

—¿Qué dices?— Dijo fingiendo un poco creíble tono de indignación y añadió—, ah pues tu sigues siendo el mismo Craig agresivo, ya comenzaba a preocuparme.

El estridente sonido de una carcajada colectiva se oye desde la barra. Craig se endereza, sus manos aún ocupadas en el anillo, que parece desconcertar a Tweek, Clyde lo imita deteniendo sus palmadas amistosas.

—Ella es realmente bonita, dale una oportunidad— Clyde sonríe con ganas, demostrando toda su aprobación.

—¿Bonita?— Craig ladea la cabeza hacia un lado sonriendo con la ironía brillando imperceptiblemente entre sus dientes.

Y Tweek sabe que es hora de marcharse, había oído suficiente. Se incorpora deprisa, recogiendo su abrigo —Saldré a fumar.

Camina hacia la salida, extiende los brazos dentro de las mangas de la chaqueta para resguardarse del frío. Dedica un segundo para oír otra charla, más pequeña e irrelevante, entre Craig y Clyde.

—¿Huh? ¿A dónde vas, Craig?—

—Es hora de fumar, ya regreso—

—¿Fumas?— Tweek se apresura en salir apretando el cuello doblado de su chaqueta.

—¡Vaya! Nuestro presidente se volvió un fumador.

Craig instintivamente volteó su mirada hacia las puertas de vidrio, perezosamente, sus pies trazan el mismo camino de las huellas pequeñas e invisibles del chico rubio. Se detiene abruptamente cuando lo encuentra sentado, fumando sobre la acera bajo la sombra de un árbol cercano a la entrada del bar.

—¿Qué estás haciendo ahí?—Dice mirándolo con su expresión aburrida, sin embargo, Tweek ya estaba acostumbrado a ella, pero seguía sin descifrarla realmente.

El pelinegro sonríe con sorna al contemplar el tonto intento de imitar su gesto.—Qué patético. Bueno, muévete.

Desliza descaradamente su mano hacia el y lo empuja con fuerza, haciéndose un espacio junto a Tweek. Quien no se guarda de mirarlo sorprendido por su acto repentino de acercamiento, pero era otra de las cosas que ya había enfrentado antes, y sin duda, lo extrañaba

—¿Me das un cigarrillo?— La voz que brota de sus labios era solemne y baja, su mirada se sentía pesada, en comparación.

—Toma... —Dice muy bajito, imitando a Craig mientras le extiende un cigarrillo que guardaba en su bolsillo.

Craig lo apoya entre sus labios, aferrándolo a sus dientes frontales. Se inclina hacia el rubio—¿Y fuego?

Tweek lo enfrenta, algo desorientado.

—Fuego— Repite el mayor, balanceando el cigarrillo que llevaba en la boca para hacerse entender, Tweek era un tonto en ocasiones, y de eso no se olvidaría nunca.

—Si...—Enciende el mechero, acariciando con la pequeña llama furiosa y bailarina la boca circular del cigarro y finalmente logra encenderlo.

El humo tóxico brota y se desliza ondulante sobre sus cabezas, ellos se mantienen callados por unos largos minutos.

—No sabía que ahora fumabas— Dice Craig, pero no de forma pre-juiciosa.—Sin embargo, no has cambiado del todo —Se dedica a mirarlo de soslayo, con su brillante ojo verde sauce.

Tweek se permite, como siempre siendo tan inoportuno, viajar en esa mirada picante.

Se recuerda a sí mismo, sentado de igual manera, con la mirada perdida en el extenso patio de piedra lisa de la escuela secundaria, en la misma cómoda pose; con las piernas cerradas apretando amorosamente hacia su corazón, bajo la refrescante sombra de las enormes hojas de un árbol.

Y también a Craig, corriendo las cotidianas vueltas en la cancha que, por culpa del insoportable calor, se convertía en un pedazo de infierna sobre la tierra.

¡Ah maldito calor!