Kelso caminaba entre la gélida nieve que abundaba en las inmensas montañas de la Antigua Rusia, en la búsqueda de más espectros muertos. Recientemente, su compañero inorgánico, Eros, había detectado la Luz de otro espectro. Perdido o herido. El cazador tenía que rescatar al espectro o recuperar la valiosa información que recaudó a lo largo de su viaje.
Obviamente se trataba de una misión un tanto... complicada. No se podía descartar el hecho de que esa misma Luz atraería a discípulos de la oscuridad, tales como los Caídos. A pesar de hacérseles llamar carroñeros, estos eran bastante inteligentes y organizados a la hora de atacar. Por suerte ahí estaba el Cañón de mano de Wolf, lista para utilizarse.
—Atento, Kelso —advirtió su espectro —. Detecto señales de Caídos cercas de nosotros.
—Ya era hora —replicó él y desenfundó su cañón, ansioso por usarlo —. ¿Podrías cambiar el Shader de mi armadura a uno completamente blanco? —solicitó.
Eros lo cambió de inmediato, haciendo a su guardián casi invisible entre la nieve.
Kelso echó un doble salto a las señales enemigas y buscó su primer objetivo. Nada. Aterrizó y echó otro vistazo al área, su radar indicaba perfectamente que los enemigos estaban justo sobre él.
—¿Eros? —preguntó el cazador, confundido.
El espectro se materializó sobre sus hombros, igual de confundido que su compañero.
—No sé qué pasa. Nunca nos había pasado —aclaró.
El cazador no se confió de la situación, e igualmente se dirigió a la señal del espectro. No muy lejos de ahí. Eros lo siguió hasta que encontró al espectro, carente de luz y semi sepultado en la nieve. Había muerto.
—¿Esta vez planeas volver a la Torre para informar en persona? —preguntó Eros.
Su guardián había tenido tiempo aislado de los demás guardianes y lejos de las vanguardias por propia voluntad. Después de todo, dejó de agradarle lo que los guardianes representaban para el Viajero: una protección desesperada, más para él que los ciudadanos de la Última ciudad.
—¿Para que el Orador me moleste con un sermón sobre lo que significa ser un elegido del Viajero, o que Zavala me ponga una penalización por mis actos? O ya sé, algo mucho mejor: que me manden al exilio —repuso Kelso, escarbando entre la nieve hasta tener al espectro completamente descubierto —. Yo paso de eso —respondió después varios segundos en silencio.
Revivió al espectro para que el suyo recuperara la información que contenía en los pocos segundos que disponían antes de que ese muriera de una buena vez.
—¿Ni siquiera regresarás para ver a Narah? —inquirió nuevamente su espectro, buscando cualquier forma para que retornara a la Torre.
Kelso pensó unos momentos antes de dar una respuesta, y es que tenía afecto por una guardiana Insomne que era todo lo opuesto a él. Seguía la palabra del Orador, sirviendo tan fiel como ciegamente al Viajero. No dudando de su alrededor y de las personas en él.
—No —contestó trás de meditarlo —. Si tengo suerte la encontraré patrullando el Cosmódromo —añadió.
Eros ya se daba por vencido en una nueva ocasión por devolverlo a la Torre, por lo que se enfocó en solo revisar la información e irse de ahí. Se acercó y checó lo que había ahí. La información era confusa. Fragmentada. Como si algo hubiera llegado antes que el guardián para llevarse lo más importante. En las memorias del espectro muerto sólo quedaban registros de una amenaza a los guardianes, cosa que recibían a cada día, pero no sé les podía descartar. Lo malo era que estaban inconclusas.
—¿Los caídos? —pensó Kelso en voz alta.
El cazador dudaba de un ataque a gran escala por el hecho de que las Casas de estos eran rivales, pero más desde que habían comenzado a desaparecer de la Tierra. Aunque por parte tenía sentido y llegaba a ser una buena estrategia, dejando que la humanidad se sintiera victoriosa contra los Caídos después de un siglo de lucha. Y después, atacar.
—¿Qué tal la Colmena? —sugirió su espectro.
No era nada nuevo que intentaran algo contra el Viajero y los guardianes. Sobre todo si Kelso descubrió que la sanguinaria "plaga" a la que llaman la Colmena, cometió genocidio en más de una ocasión.
Ambos compartían sus creencias y pensamientos sobre cualquier tema que se les pusiera enfrente. Algunas veces estaban de acuerdo y en otras, no tenían la misma suerte.
—Es un buen punto a comprobar con Eris —afirmó.
El único ojo brillante de Eros se centró en él cuando por fin su guardián se dispuso en pisar la Torre después de años de su ausencia, y en esa ocasión no había requerido rogarle ni nada parecido, de haber sabido, hubiera empezado desde ahí.
—. Ahora recuperemos lo que falta —indicó Kelso, y buscó entre la nieve más huellas además de las que había creado él.
Luego de un breve tiempo de una búsqueda minuciosa, encontró otras de un Caído. Después de todo, las lecturas de su radar y espectro nunca estuvieron equivocadas.
El guardián siguió colina abajo hasta encontrarse con el Vándalo caído que trataba de cruzar un largo lago congelado. El cazador tomó su rifle de precisión y apuntó a su enemigo, respiró hondo y tiró del gatillo. La bala que silbó por el aire rozó una de los cuatro brazos de esta criatura, y finalmente impactó en el hielo. Otras tres más se realizaron segundos después al mismo punto hasta que el caído cayó en las frías aguas.
—¿Sabes que los Caídos resisten a distintas temperaturas, incluyendo las frías? —preguntó su espectro, a oídos de su guardián.
Este asintió, asumiendolo por completo. Seguido de eso dio otro salto, esta vez utilizando la fugacidad para ser teletransportado cercas de su objetivo, caminó un par de pasos y se detuvo frente al hueco en el que se hundía el caído. La hostil criatura con las que luchaba día a día, se hundía en el agua por su pesada armadura.
—Bien, amigo. Podremos hacer esto más rápido y fácil... —habló el guardián.
Él sabía a la perfección que esas criaturas los entendían mucho mejor que cualquier otro. El vándalo al tenerlo a un metro de él, prefirió hundirse a escucharlo. El cazador colocó ambas manos en la cintura, claramente sorprendido.
—O podrías ahogarte de ahí... —añadió el guardián ante la osada elección.
El hielo crujió bajo sus pies, acompañado de un par de disparos sin éxito contra el cazador que rompió la superficie a sus pies y lo llevó también a hundirse bajo el agua.
Eros de inmediato hizo su presencia y permaneció en la superficie tratando de adivinar lo que pasaría ahí abajo antes de tener que reanimar a Kelso.
Mientras tanto, el cazador batallaba contra el caído que trataba de apuñalarlo ahí mismo a la vez que nadaba a la superficie antes de que su cuerpo se entumeciera por la extrema y baja temperatura a la que estaba expuesto. El guardián con poco oxígeno y tiempo para salir antes de morir, empuñó su cañón y disparó en una ocasión a su atacante en el pecho. Este dejó de atacarle por el impacto crítico que tuvo, y finalmente se dispuso a morir en las profundidades de aquel lago; más el guardián se negaba a perder la valiosa información que había tomado y lo sacó, a como pudo, de allí.
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Hola, es mi primera historia aquí y agradecería mucho que me dijeran desde este primer capítulo en delante que les va pareciendo la historia. :D
