N/A: hola a todos! Este es el primer fic que publico en este fandom, espero que les guste. La introducción de este capítulo no termina de convencerme pero no se me ocurrió nada mejor, así que los reviews con consejos son más que bienvenidos.
Vi que de Han y Leia se escribe casi siempre de los mismos temas, así que quiero escribir algunos AU como para variar, y este sería el primero. Estaba viendo Pretty Woman, esa película hermosa con Julia Roberts y Richard Gere y me puse a pensar como sería la historia adaptada a Han y Leia (aunque claro, Leia tendría que ser la rica en este caso), y esto es lo que salió.
I
No era atípico ver en un barrio bajo cómo aquel una pelea callejera entre bandas durante un sábado por la noche. Querer estar involucrado o no, era otro tema, cómo le estaba pasando a Han Solo: había bajado por media hora a terminar de arreglarle algo a su hermosa y única chica, Falcon (su camioneta, a la que la mayoría llamaría reliquia) y algunos secuaces del jefe del barrio, un tal Jabba, habían ido a adementrarlo en banda. Los muy cobardes aprovechaban para enfrentarlo de a grupo porque de a uno sería imposible: Han era alto y con la fuerza y músculos suficientes para noquear a varios de ellos. Sobre todo a los dos tarados de Greedo y Boba Fett, quienes se creían peligrosos por ir siempre armados.
Han volvió a demostrar esa tarde que de nada servía una pistola si no sabías usarla bien cuando luego de un par de puñetazos desarmó a Fett y, para defenderse de la mira de Greedo, le había disparado rápidamente en la pierna para herirlo. Sabía que aún tenía una deuda grande con el jefe de esos imbéciles, pero no soportaba tener que lidiar con estos "cazarrecompensas" todas las semanas.
A modo de festejo por su pequeña victoria, Lando y Chewbacca le habían propuesto ir a beber algo al antro del barrio, un lugar bastante mugroso con bebidas baratas y alimentos de procedencia dudosa. Han sabía hacia muchísimo tiempo que no debía probar bocado allí. Pensó que tal vez aprovecharía para llevarse alguna chica a su departamento, cosa de terminar la noche completamente saciado.
Han Solo no era famoso por relaciones largas, estables y de finales felices, y no le interesaban demasiado tampoco. No le veía el sentido estar prendado a una persona de por vida para terminar aburriéndose del otro y viviendo en medio de peleas y discusiones tontas en torno al dinero, los hijos, el hogar y blablabla. Además ¿por qué querer una novia cuando se tenía un hermoso coche? No necesitaba nada más.
El bar Mos Eisley estaba raramente poco lleno ese día, y las opciones disponibles para una noche de buen sexo eran bastante limitadas: la mayoría de las muchachas presentes no estaban en el mejor de los estados y podía asegurar que la más sobria era un travesti.
Mejor solo que mal acompañado, pensó para sí mientras salía de allí, dejando a Lando solo con dos muchachas que había conquistado. Chewbacca seguro se había vuelto ya al apartamento: el enorme y peludo extranjero era demasiado sentimental cómo para tener aventuras de una sola noche. Se rió de aquello mientras miraba curioso un lujoso deportivo importado estacionado con balizas en una esquina. Ese auto no era normal en el barrio y su ocupante seguro estaría en la mira de algún asaltante que pasara por ahí.
-Hey…-golpeó el vidrio polarizado, agachándose en la vereda. Del otro lado alguien lo bajó y por un segundo quedó algo impactado cuando unos ojos enormes color café lo miraron con algo de temor: frente a él había una… joven de cara redonda, piel blanca cómo el papel y labios carnosos. Sintió por un segundo que se quedaba sin palabras y no supo porqué-uhm, hola. Escucha, no es para asustarte, pero en este lugar un auto cómo este es prácticamente un letrero de "soy rico, tomen mi dinero". No deberías estar aquí.
-Sí, lo se, pero estoy perdida-murmuró la chica y observó que tenía un mapa desplegado en sus manos-¿sabes cómo llegar al hotel Four Seasons de Beverly Hills?
Demonios, esa chica si que debía tener dinero.
-Claro-respondió antes de empezar a explicarle mientras señalaba en el mapa. Minutos después ella lo miraba aún más confusa-¿no entendiste nada, verdad?
-Lo siento, no soy de aquí-se disculpó-¿qué tal si me llevas tú? Te pagaré.
Han la miró sorprendido y frunció el seño.
-Hermana, sinceramente no tengo ganas de andar de chofer esta noche y el lugar queda lejos…
-Te daré 100 dólares.
El hombre suspiró. La chica le daba algo de pena y sabía que podía ser muy malo para ella estar perdida en un lugar tan grande, y 100 dólares por algo tan sencillo no vendrían nada mal.
-De acuerdo, muévete princesa-espetó. La joven se sorprendió cuando abrió la puerta del conductor y prácticamente la empujó al lugar del copiloto. ¿Qué problema hay con que la niña rica piense que no tienes clase?
-¿Disculpa? ¿Cómo me llamaste?-la piel empezó a teñirsele de un rojo que le quedaba bastante lindo.
-Oye, vas al hotel más caro de la ciudad, bien vestida y en un auto que vale más de lo que probablemente gane yo en cinco años, ¿necesito decir más?-la vio rodar los ojos, molesta y sonrió gustoso de haberla provocado. El viaje se mantuvo silencioso la mayor parte del tiempo; Han la miraba de reojo cada tanto sin poder evitarlo, cómo si tuviera un imán. La chica hacia lo mismo con él pero cuando estaba concentrado en el camino. A unos minutos de llegar, él se dio cuenta de lo placentero que era manejar un buen auto, uno del tipo de los que están pegados en los calendarios de los talleres mecánicos (aunque nada superaba a su preciosa Falcon)-tienes un bonito auto, bastante envidiable a decir verdad.
-Gracias-respondió. Seguro que la mocosa no tenía ni idea de la joya que conducía.
-¿Cuánto le costó a tu padre?
Lo fulminó con la mirada, pareciéndole tentadoramente desafiante.
-Que mi familia tenga dinero no significa que yo no trabaje para conseguir las cosas-dijo, pero luego apartó la mirada-bueno, pero a esto sí lo compró mi padre.
Han sonrió con suficiencia mientras estacionaba en la entrada. Le dio la llave a uno de los empleados para que lo llevara al estacionamiento y los dos se bajaron. Por primera vez pudo verla entera y notó lo pequeña y delgada que era que, junto con sus rasgos, la hacían ver mucho más joven de lo que seguro era. Su pelo estaba recogido en un perfecto y tirante moño en la parte baja de su cabeza, haciéndola ver formal. Pero nada de todo eso la hacía ver menos hermosa.
-Supongo que eso es todo-dijo él con una sonrisa forzada. Ella asintió y buscó en su bolso un billete de 100 para dárselo.
-Sí, gracias…
-Han Solo-respondió, extendiéndole la mano.
-Leia Organa-sonrió levemente, relajando su expresión que hasta el momento parecía bastante tensa-fue un gusto.
-Igualmente. Adiós, princesa.
La vio sonreír por última vez antes de voltearse y empezar a caminar en dirección opuesta, tratando de sacarse de encima una pesada sensación que le estaba dando vueltas…
-¡Espera!-se giró rápidamente a mirarla-es muy tarde, no hay muchos taxis para que te vuelvas.
-No es un problema…
-Puedes quedarte en el hotel por esta noche, estoy segura de que mi cuarto tiene más de un dormitorio.
-No tienes que molestarte.
-Es mi culpa que estés del otro lado de la ciudad a esta hora.
-Me pagaste, princesa-le recordó, enseñado el billete entre los dos dedos.
-Sigue siendo más un favor. Insisto.
Han se lo pensó un momento: una lujosa cama de dos plazas y tal vez el uso de un jacuzzi no estarían mal, menos aún con barra libre…
-¿No estará queriendo que le devuelva el dinero, Alteza?-bromeó. Leia negó con la cabeza y empezaron a caminar hacia la entrada.
Han intentó no mostrarse muy asombrado al entrar en el lujoso lobby que estaba repleto de cuadros y adornos antiguos y clásicos que tenían pinta de ser carísimos. Los techos estaban cubiertos de apliques en dorados y lámparas colgantes enormes y cristalinas iluminaban el ambiente. La tal Leia no parecía intimidada por la impetuosidad del lugar y caminaba desenvuelta hacia el mostrador, cómo si estuviera en su propio ambiente, una actitud muy diferente a la que había mostrado al estar perdida en un barrio bajo de Los Ángeles. Cuando tuvo las llaves en la mano lo miró.
-Ven, vamos-dijo. La siguió rápidamente hasta el ascensor y se sintió un poco fuera de lugar cuando un par de empleados le dirigieron una mirada arisca, pero a la joven no parecía importarle. Un valet los acompañó en el ascensor, por lo cual el viaje fue bastante silencioso. Cuando por fin los dejaron solos en la habitación, ella se dignó a mirarlo a los ojos-lo siento por eso, suele ser bastante incómodo.
-No hay problema-dijo.
-Uhm, pasa si quieres. Por allá está la barra-dijo señalando un pasillo al fondo-ponte cómodo.
-Gracias-ella se había dado vuelta para caminar hacia la habitación-¿tú vas a querer algo para beber?
-Tal vez un vaso con agua.
Estuvo a punto de hacer un comentario pero Leia ya había desaparecido. Cuando abrió las puertas de la pequeña bodega se encontró con una colección de alcohol con el cual él seguramente solo podría haber soñado hasta ese día. Se decidió por un whisky de una famosa y costosa marca, y pensó que debería sacarle una foto a todo eso porque Lando y Chewie no le creerían. En otro vaso sirvió agua mineral y se dirigió a la sala donde había un enorme sillón antiguo y una importante televisión. Estuvo un rato largo buscando alguna película decente en los más de 500 canales que ofrecían y se detuvo cuando Leia volvió.
-Hay un pequeño problema-dijo-hicieron mal la reserva y esta habitación tiene un solo dormitorio. No tienen otra a la cual trasladarnos, así que toma la cama.
-Uh, bueno. No hay problema, yo puedo dormir en el sofá.
-Es bastante pequeño-sonrió-creo que yo estaré más cómoda que tú.
-Cómo quieras-le tendió el vaso con agua y ella se sentó en la otra punta del sillón. La vio desabrochar sus zapatos altos y quitárselos con movimientos lentos; tendió las piernas de costado y Han contuvo el aliento, viendo el gesto cómo algo altamente erótico. Una atracción creciente hacia esta chica surgía en él por alguna razón desconocida, porque no era de su tipo: siempre le habían gustado las mujeres altas y voluptuosas, y más cercanas a su edad, que generalmente eran bastante artificiales, con cirugías y demasiado maquillaje. Pero esta jovencita tenía algo más que todo eso, algo que inspiraba sensualidad de alguna manera. ¿Serían esos profundos ojos marrones? ¿Esa piel blanca que parecía suave cómo el algodón?
Demonios, estás loco, pensó. Sabía que no podría dormir con esas cosas en la cabeza teniendo a la muchacha tan cerca.
Volvió a mirarla y se le secó la boca cuando soltó su peinado y dejó fluir un largo y ondeado cabello oscuro. Parecía una película.
-¿Cuántos años tienes?-preguntó, queriendo averiguar más de ella. Leia lo miró sorprendida.
-¿Qué? ¿Piensas que me veo muy joven cómo para estar sola en esta ciudad?-respondió, seguro ya acostumbrada a que las personas le sacaran años-tengo 22. ¿Tú?
Parecía demasiado inocente para tener 22.
-37-la joven abrió los ojos-¿qué?
-Pareces más joven.
-Tú también-sonrió mordazmente-entonces, dime, ¿por qué siendo mayor de edad y teniendo semejante bodega a tu disposición tomas agua?
-Bebo muy poco-admitió-vino, champagne quizá. Pero no soy muy amiga de las bebidas fuertes.
-Entonces no has probado este whisky-siseó, ofreciéndole su vaso. Ella dudó un segundo-vamos, no voy a emborracharte.
Leia tomó un sorbo y arrugó un poco la cara con la sensación ardiente en su garaganta. Han recordó cómo se sintió la primera vez que bebió whisky y sonrió. Ella meditó un segundo el sabor.
-No es… tan malo.
-Es un camino de ida, cariño.
-¿Qué?
-Que es un camino de ida.
-Me llamaste "cariño".
-¿Prefieres Princesa, linda?-Leia se puso roja cómo un tomate ante todos esos sobrenombres y su tono de coqueteo. Han le sonrió y acercó un poco su cara a ella-¿qué pasa? ¿Nunca coquetearon contigo?
-Por supuesto que sí, Solo.
-Tal vez es la primera vez que un hombre tan guapo cómo te coquetea.
-Es la primera vez que un sinvergüenza cómo tú coquetea conmigo-respondió ella. Han sonrió ante el apodo que le habían dado y se acercó un poco más, y Leia lo miró con timidez pero no se apartó. El desafío se plasmó en sus ojos marrones, tentándolo a hacer un avance: extendió su mano hasta apenas rozar su delgado cuello y ella se estremeció ante el contacto. Sintió la piel de gallina asomando contra la yema de sus dedos y continuó con la caricia.
-¿Estuviste alguna vez con un hombre?-preguntó. Leia bajó la mirada y suspiró por el hormigueo que le estaba provocando.
-Sí-asintió-con uno, mi novio de la secundaria.
Han sonrió.
-¿Y siguen juntos?-cómo si eso fuera a detenerlo.
-Nos separamos al ir a distintas universidades.
-Entonces… ¿no tuviste sexo desde que saliste de la secundaria?-era probablemente la cosa más extraña que había oído. Su caricia continuaba y ya la sentía más relajada contra su mano.
-Estoy muy ocupada para eso-siseó-no lo necesito.
Le levantó la barbilla con el dedo sin esfuerzo y acercó sus labios al cuello. Leia casi podía sentirlo sonreír contra su piel y supo que su fuerza de voluntad para detenerlo se había reducido a 0; no entendía que le sucedía, porque ella no hubiera cedido así a ningún hombre, pero este desconocido tenía algo muy masculino, sensual, experimentado…
-Ese noviecito tuyo no habrá hecho las cosas bien para que pienses así-dijo Han antes de besarla en un punto muy sensible. Ella soltó un gemido que no sabía que estaba conteniendo y cerró los ojos cuando los besos se volvieron más intensos, con chupones y algunas mordidas.
-Mmh-se quejó con una particularmente fuerte-vas a marcarme.
-¿No te gusta?-sonrió él, haciéndolo de nuevo. Leia gimió a forma de respuesta y Han le corrió el cabello para tener mejor acceso y ella inclinó la cabeza hacia un costado. Sus manos fuertes y callosas le acariciaban los muslos descubiertos por la falda que llevaba de manera experta. Se sentía muy tímida frente a él, pero estaba siendo tan suave que el miedo se disipaba poco a poco-¿vamos a la cama o sigues queriendo el sofá, princesa?
-Cama-respondió, poniéndose de pie. Han le sonrió de lado y la condujo de la mano hasta la habitación. Al cerrar la puerta la acercó a él por la cintura y, al mirarse a los ojos, Leia sintió el impulso de querer besarlo. Después de todo, sabía que el sexo solía empezar así.
Pero Han Solo, lleno de sorpresas, la detuvo colocándole un dedo en los labios.
-Yo no beso, cariño-le dijo al oído. Se sintió desilusionada, pero la sensación desapareció cuando retomó los besos en el cuello.
La llevó a la cama y empezó a desvestirla desbrochándole la camisa para luego descender con la boca hacia sus pechos. Leia estaba inundada en el placer al que se vio sometida: no podía concentrarse en nada más que disfrutar y dejarse llevar mientras él le arrancaba el delicado sostén casi salvajemente y empezaba a jugar con sus pechos. Primero lamió y masajeó uno lentamente, y cuando ella respondió ante su contacto empezó a mordisquear con un poco de fuerza provocándole un dolor casi placentero que creía imposible. Las enormes manos de Han volvieron a vagar por sus piernas, subiendo cada vez un poco más arriba hasta llegar al ápice de sus muslos en donde ya sentía una creciente y excitante humedad. Se separó de su pecho mirándola sonriente y le quitó la falda, recorriendo con los dedos la longitud de sus piernas provocándole cosquillas que la hicieron ahogar una risita, e hizo lo mismo con lo que quedaba de su sencilla ropa interior. De haber sabido que iba a pasar esto, Leia definitivamente se hubiera puesto otra cosa, aunque Han parecía divertido. Cubrió de besos y marcas de dientes su abdomen de manera dominante, y su boca iba cada vez más abajo…
-¿Qué haces?-jadeó Leia, mientras se apoyaba en sus antebrazos para mirarlo. El hombre le sonrió con travesura desde entre sus muslos.
-Vuelve a acostarte, cariño, que va a gustarte-respondió, empujándola hacia su posición anterior con la mano. La joven trató de tranquilizarse y perdió todo su enfoque cuando sintió la lengua de Han separando por completo sus pliegues y cayó rendida entre las almohadas con un gemido gutural. Nunca le habían hecho eso, y se sentía increíble.
A su boca le sumó los dedos, introduciendo uno dentro de ella mientras que con el pulgar frotaba su clítoris animosamente, pero no lo suficiente cómo para hacerla llegar.
-¿Más, princesa?-inquirió burlón. Se hubiera ganado una bofetada si no fuera tan bueno en lo que estaba haciendo.
-Sí por favor-rogó. Leia jamás pensó que se encontraría tan gustosamente sometida a un hombre, pero Han Solo la estaba haciendo ver las estrellas. Ahogó un profundo gemido cuando succionó su clítoris e introdujo otro dedo en ella. Cerró los ojos con fuerza, intentando concentrarse en no hacer demasiados ruidos mientras los espasmos la hacían retorcerse bajo esos fuertes brazos-ah… Han…
-¿Te gusta cariño?
-Sí… mmh, maldición-soltó. Han le dio una palmada en muslo, excitándola aún más sin saber porque.
-No digas palabrotas-bromeó mientras seguía con jugando con ella-vamos, ven para mí, encanto.
Leia llegó al orgasmo con un grito de placer que inundó la habitación. Había sido mejor que cualquier experiencia sexual previa y, por la mirada hambrienta que Han le dirigió al erguirse de rodillas entre sus piernas, supo que no habían terminado.
Aún jadeante, se sentó para ayudarlo con su camisa con algo de torpeza hasta que logró quitársela y admirar su tonificado torso y abdomen. Han se apartó para sacarse los pantalones y los boxeadores; Leia se mordió el labio al verlo ya tan o más excitado que ella. Él se posicionó entre sus piernas y lentamente la penetró, casi con cuidado. Fue un poco doloroso al principio y asumió que se debía a la… ¿falta de actividad?
-Oh, Dios-jadeó ella. Han le hizo levantar las caderas para tener un mejor acceso y se arqueó hacia arriba mientras agarraba las sábanas para sostenerse. Tardó pero logró seguirle el ritmo y se aferró a sus hombros; el placer la descontroló y pasó sus uñas por toda la espalda masculina, provocando en él jadeo de puro placer. La estimuló presionando su clítoris con la yema del dedo y la hizo correrse en medio de salvajes espasmos de placer. Minutos después la siguió, derramándose en un lujurioso jadeo.
Ambos se miraron unos segundos mientras recuperaban el aliento. Leia estaba fascinada y algo agotada por todo lo que había vivido en menos de cinco horas: un extraño la llevó al hotel y terminó dándole una noche de sexo increíble a pesar de su timidez y temores. Han, por su parte, tendido ya al costado de la cama, miró a la joven a su lado divertido. Esa chica se había estado reprimiendo, pero no dudaba que en esos ojos había un fuego pasional que tendría que encender por completo en algún momento. Incluso con su timidez y todo era ardiente.
-¿Sigues queriendo el sofá?-preguntó él.
-No-contestó aún sin aire-creo que podemos compartir la cama.
Han asintió y Leia hizo el amague de pararse.
-¿Adónde vas?
-A buscar mi pijama.
-Toma mi camisa-sonrió él, galante, tendiendole la prenda blanca. La joven se sonrojó cuando dejó al descubierto su cuerpo completamente desnudo para colocársela y Han pensó que esa era una visión extremadamente sexy y erótica.
-Gracias-sonrió la muchacha antes de cubrirse con las sábanas y cerrar los ojos. Se durmió pensando que quizá Han Solo no era tan sinvergüenza después de todo.
