Los personajes aquí mencionados son parte de la película Zootopia, propiedad de Disney.
Domingo por la tarde, el único día en el que podemos descansar de nuestras labores diarias, suerte que elegimos el mismo día libre. Acordamos reunirnos a las 16:00 horas, pero sé que estarás levemente retrasado, como de costumbre. Da la hora acordada y no veo rastro de ti entre todos los presentes.
Miro el reloj en mi muñeca por segunda vez, miro hacia el frente con la esperanza de verte. Ahí estás, seis minutos después de la hora acordada, sé que lo haces con toda la intención, pues sabes de manera perfecta que la impuntualidad es lo último en mi lista de cosas favoritas.
Te presentas usando jeans, una camisa un poco holgada de color blanco y lentes oscuros, ciertamente tu ropa refleja tu interior tan relajado, pero nada se ve mejor en ti que tu sonrisa tan confiable, esa que haces siempre que logras avistarme.
Por mi parte, llevo puesto un vestido amarillo y un sombrero para cubrirme de los rayos del sol, la tarde es hermosa pero demasiada luz solar se vuelve un tanto incómoda. Logras sacarme una sonrisa al divisarte y verte sonreír, me pregunto si sonríes por mera amabilidad o es que realmente te hace feliz verme.
El punto de encuentro para nuestra cita es el centro de Zootopia, justo al lado de la fuente principal. Te acercas a mí, nos saludamos y partimos hacia la heladería más cercana, este día es perfecto para un helado. En nuestro trayecto conversamos sobre cosas que me parecen vanas, no presto mucha atención a ellas pero pongo firmes mis orejas para poder escuchar tu voz, me fascina escucharla.
Llegamos a la heladería, pedimos dos helados de moras, uno para cada uno. Nos acercamos a una mesa pequeña, justo para dos, en la espera de recibir nuestro pedido y aprovechar para seguir conversando de forma más cómoda. Esta vez tomo la iniciativa para iniciar la conversación, te cuento sobre la última charla que tuve con mis padres el fin de semana pasado, no había tenido la oportunidad de contarte sobre ella por lo ocupada que estuvo nuestra semana.
– Ellos insisten en que debo encontrar a alguien para compartir mi vida – expreso claramente fastidiada.
– Zanahorias, puede que tengan la razón ¿Quieres esperar hasta envejecer para darte la oportunidad de estar con alguien? – afirmas bastante serio.
Me petrifico ante tus palabras, con el deseo de encontrar un atisbo de burla en tu cara, pero no veo nada más que tu expresión seria. Mi corazón comienza a latir rápido, mientras que en mi estómago nace un vacío y mis manos tiemblan un poco.
– ¿Es en serio Wilde? – pregunto con la espera de una respuesta afirmativa.
El miedo y la emoción crecen dentro de mí, emoción porque siento que es momento para confesarme al fin, tiempo para declararte lo que siento por ti. Me armo de valor, deshago el recién formado nudo en mi garganta y me dispongo a hablar.
– Nick, hay algo que… – me detengo al mirarte.
Veo como tu expresión seria se torna en risas casi incontrolables, tomas tu hocico con tus patas con el fin de no mostrar toda tu blanca dentadura, mientras continúas riendo. Siento como todo el miedo y la emoción que llegué a sentir se transforman en vergüenza y furia.
– ¡Torpe zorro! – grito a todo pulmón, asustando a algunos de los presentes en el establecimiento.
Continuará…
Hace años que no escribo algo externo al ámbito universitario. No es muy bueno, pero espero lo disfruten.
Bienvenidas todas las críticas, el punto de esto es mejorar sobre la marcha.
Tchau!
