Tokyo Ghoul, Ishida Sui, los personajes ni técnicas me pertenecen.

SITUACIÓN

Una tarde de colores naranjas, algo azulados y con varias nubes perdiéndose en la distancia. Hacía tiempo Kaneki no miraba al cielo tan detalladamente, ni siquiera recordaba haberlo visto como lo hacía ahora en esa fría tarde que moría a la noche.

La situación había cambiado, y había cambiado en tan poco tiempo que él apenas estaba empezando a procesar todo lo que había ocurrido. ¿Cómo una conversación había desembocado en tantos sucesos? Aún no estaba seguro, pero Kaneki con timidez tomó la mano de la mujer más hermosa que había visto jamás, Touka Kirishima, quien con una media sonrisa entrelazó los dedos de ambos, mientras caminaban por el denso bosque hacia el escondite donde eran esperados por sus amigos.

La amaba, y la amaba con todas las fuerzas de su pobre y golpeado corazón, y ese mismo amor, lo sanaba y le daba nuevas fuerzas para continuar. No había sonreído así en años, pero esta sonrisa, Kaneki pensó, era auténtica, sincera, venía del corazón, y él la ofrecía a ese ser maravilloso que le había dado un chance para conocer y ser bendecido por el amor.

Disminuyendo un poco el paso y ya próximos a llegar a la guarida, decidió arrinconarla contra una de las paredes antiguas del camino, sorprendiendo a la chica. Touka no dejaba de maravillarse por lo dulce o decidido que él podía llegar a ser.

— ¿Kaneki, qué ocurre?—

—Hay algo que quiero preguntarte, Touka chan…— acarició con cuidado su rostro, que lo observaba algo confundida, ella solo hizo un ademan con la cabeza afirmativamente.

—Así que… ¿Q-quieres que todos sepan lo n-nuestro o…prefieres que se quede entre nosotros por un tiempo?— Kaneki no pudo controlar su sonrojo al referirse a su relación como "lo nuestro", era un concepto tan fresco y prácticamente no existía hace un par de días, y además, cerró por un momento los ojos con fuerza, ya que al brindar la segunda opción quizás Touka le diría algo por querer esconder lo que habían hecho.

En cambio, recibió como respuesta un suave contacto en sus labios. Dios, se había vuelto adicto a besarla desde el primer momento en que pudo hacerlo. De inmediato Kaneki le respondió, rodeando la fina cintura de Touka con uno de sus brazos, y acariciando con otro el cabello de su mujer. En cada beso aplicaba la misma intensidad y deseo que tenía por ella, lo cual resultaba en pequeños gemidos ahogados en sus bocas por parte de ambos. Podría gastarse la vida besando a Touka, a pesar de no recordarlo muy bien, su sabor era como aquel que había experimentado cuando era humano al probar la miel, o uno de los dulces que probaba en cada visita a las pastelerías con su amigo, era una sensación indescriptible que le gustaba, le gustaba arrebatarle el comando en esto y dirigir cada beso entre ellos.

—Si mantenemos esto oculto va a ser un problema, porque siempre quiero estar cerca de ti— Touka lo observó jadeante y con una sonrisa, la clásica sonrisa que siempre hacia un corto circuito en la mente de Kaneki. El rey solo atinó a darle otro beso más corto, afianzando sus brazos alrededor de ella.

— ¡Entonces está decidido, Touka chan!— Kaneki en un movimiento imprevisto, la tomó de la mano y comenzó a correr con ella hacia el escondite, ajeno de todo peligro y angustia por un breve momento, con un rayo de esperanza en un futuro junto a ella, Touka. Sujetó con fuerza el anillo que ella le había entregado, había mucho por lo cual vivir, y por lo cual luchar. Había una razón para querer despertar cada mañana.

En la distancia un ciempiés seguía su camino, entre la sedienta tierra.

No sé muy bien que pensar, creo que lo mejor es no pensar mucho para no perturbar mi pobre corazón al ver qué pasa con estos tortolitos cuando avance la historia. Es usted malvado señor Ishida, pero por eso mismo lo aprecio mucho. Con los dedos cruzados y deseándoles lo mejor, nos vemos en otra historia.

Chau.