Prefacio

En el momento que escuché latir su corazón; me enamoré. Deseé dar lo mejor de mí para que esta criatura naciera.

¿Qué de malo había en aceptar este pequeño regalo que dios me dio?

En ese momento no le tomé importancia, fue mi pequeño bribón quien me alertó y aprendí a no confiar en los vampiros de ojos dorados.