© Masashi Kishimoto ©


Título: ¿Soy hermoso?
Pareja: Naruto&Sasuke (NaruSasu)
Clasificación: T Con Advertencias
Género: Romance/Drama/Hurt/Confort/Supernatural
Advertencias: Muerte de personajes, algo de gore(?), OoC.
Aclaraciones: Two-Shot (TS). Esta historia es basada en la leyenda japonesa de Kuchisake-onna.

¿Soy hermoso?

By:

~ Tomato-chan NS ~

Parte I; Promiscuidad.

Hace algunos siglos


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En aquella época había nacido un hombre hermoso. Cabellos negros como el ébano, al igual que sus ojos rasgados. Piel blanca como la nieve que caía en temporada de frío. Fuerte, ágil, inteligente. Educado. Más de una persona, mujer u hombre, lo habían deseado. Pero su familia no quería que él se casara con cualquiera. Su hijo tendría que casarse con una persona importante.

Así que el día en que un legendario Samurái le pidió la mano de su hijo, se la concedieron sin pensar. Poco les importó que su hijo no estuviese enamorado de aquel hombre. Era el mejor prospecto para él. Adinerado, valiente, capaz de proteger a su hijo de cualquier mal.

Se casaron, y el chico satisfacía a su esposo en todo. La comida, en la cama, en sus labores del hogar… Pero aun estando casado los pretendientes continuaban asechándolo. Uno en particular le llamó la atención, convirtiéndose en amigos, entrenando juntos…

Pasando a ser luego… Amantes.


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Sus ojos oscuros vagaron por la pequeña habitación, iluminada solo por la tenue luz del atardecer que se colaba de entre las paredes de papel de arroz, a puerta cerrada. Se despojó de su yukata, con ayuda de unas manos traviesas que luego le tomaron de la cintura para girarlo de manera suave. Los labios ásperos, algo resecos del otro hombre besaron los suyos con pasión. Ayudó al otro a despojarse de su Hakama, haciendo que las telas negra y blanca cayesen al suelo de fina madera blanca.

Sus respiraciones comenzaron a hacerse algo pesadas mientras los besos se hacían más demandantes. Las manos rasposas del varonil hombre le acariciaron la cintura, subiendo por la curvatura de su espalda. Sus manos blancas recorrieron los pectorales del aprendiz de samurái. Estaban trabajados, tenían buena firmeza. Y que dura era su textura. Se lamió sus labios al tocar varios cortes ya cicatrizados, tomó entre sus dientes la barbilla del hombre, chupando con gula, sus uñas arañándole el pecho. Un ronco y sensual gruñido se escapó del de piel morena, quien le atrapó las piernas.

No supo cuando llegaron a tocar el suelo se madera, solo sabe que aquel hombre ya lo estaba reclamando como suyo. Sus cuerpos encajaban completamente, como sabían de antemano, sus manos se aferraron a la morena espalda mientras compartían un beso íntimo en la quietud de la, ahora, noche.

Al terminar con aquel ritmo tan vertiginoso y placentero, se derrumbaron abrazados en el suelo, sin ningún remordimiento por lo que habían hecho. La suave brisa los acurrucaba, así que su sueño fue profundo…


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El moreno de piel blanca se sintió repentinamente incómodo, había un líquido pegajoso, húmedo, que se le pegaba a la piel de su rostro, y la mitad del cuerpo. Abrió los ojos levemente, intentando enfocar algo a su alrededor. Miró hacía la única luz que había en la habitación, una vela. Una vela que él no había encendido.

Miró asustado la cara de su esposo, su cara pálida estaba llena de barro, la armadura de samurái lo hacía parecer un monstruo, pues la luz de la vela resplandecía sobre ella, haciendo ver todo de color escarlata, junto con algunas tétricas sombras debajo de sus ojos dorados. Ojos dorados que parecían llamear en furia tanto como los fuegos del jigoku.

Trató de despertar a su amante dormido aún, lo sacudió del hombro.

—¡Por kami! ¡Despierta, vete! ¡Huye!—gritó desesperado, zarandeándolo con todas sus fuerzas viendo como su marido se acercaba hacia ellos con una sonrisa diabólica en sus facciones.

—Me temo que él no podrá hacer eso—dijo el hombre mayor, tirando la vela al suelo, haciendo que varias de estas se encendieran a la vez, iluminando la habitación.

El chico de cabellos negros se ahogó en un grito al ver a su amante.

Su cabellera rubia estaba esparcida por los suelos, a unos metros de su cuerpo, la sangre que emanaba de la separación de miembros lo había bañado por completo, sus músculos ahora rígidos estaban llenos de líquido color carmín. Los ojos azules del rubio miraban sin vida a un lugar vacío en el techo, su boca estaba abierta y la lengua se le comenzaba a hinchar.

Sus ojos negros miraron la katana manchada de sangre que el hombre sostenía a su costado. Los ojos de su esposo destilaban locura.

Tembló, quiso llorar, lo que no era propio de él, pero de verdad que no le gustaba ver al rubio en ese estado. Ese hombre había sido muy importante para él. Mucho más que su esposo. Este no le llegaba al rubio ni a los talones. Su corazón se comprimió. Sus manos temblaban, viendo como la sangre de su blondo amante le bañaba el rostro, las manos… La mitad de su cuerpo desnudo.

—Sasuke…—gruñó el otro, molesto—. Creíste que no me iba a enterar de que eras infiel, ¿verdad mocoso insolente?—dijo apretando los dientes, el puño su katana.

El nombrado se encogió en su lugar, trató de levantarse y salir de esa habitación, pero la sangre lo hizo resbalarse, cayendo de bruces al piso. Su pecho se manchó, sintió como su esposo le tiraba una gran cantidad de cera caliente en la espalda. Jadeó de dolor.

—Ven acá maldito promiscuo—lo jaló de los cabellos, tirándolo contra una mesa de tronco—. ¡Que ingenuo fuiste al creerte que llegaría pasado mañana! ¡Me diste la oportunidad perfecta para confirmar tu infidelidad!—lo giró para que le diera la cara, con la fuerza le había arrancado varios mechones de sus cabellos.

—O-Orochimaru y-yo…— pero una bofetada le cruzó la cara, haciendo que su labio le sangrara.

—¡Cierra la jodida boca, idiota!—gritó golpeándolo con el mango de la katana en el rostro, cerca del ojo. Comenzó a sangrar, y un grito se le escapó de la boca—. Así es, grita. ¡Grita todo lo que quieras!—le haló más del cabello enterrando con fuerza sus uñas en el brazo de Sasuke, apretando sus músculos, desgarrando su piel.

—¡Suéltame maldito!—gruñó Sasuke, apretando su mandíbula para no soltar ningún sonido, no quería darle el placer de verlo sufrir, pero su esposo lo asustó más cuando le puso de frente la katana para que viera su reflejo en ella.

—¡Mírate bastardo! ¡Mírate!—lo empujó hacia la doble hoja, para reafirmar su orden—. ¡¿Crees acaso que todos te quieren por cómo eres, bastardo arrogante?! ¡¿Huh?! ¡Pues no! ¡Tienes el cuerpo de una arpía, por eso ese se acostó contigo! ¡A nadie le interesas tú! ¡Solo es tu cuerpo! ¡Nadie te ama!

Lo volteó aún por los cabellos, para que vira el cuerpo mutilado de Naruto en el suelo, Sasuke apretó los labios, de su cabeza comenzaba a emanar sangre, los jalones en su cabello le arrancaban la piel. Sus ojos comenzaron a lagrimear por las heridas, pero más por las duras palabras de su esposo. En verdad le dolía todo, pero aún no iba a doblegarse, volvió a intentar zafarse del agarre del horrible hombre, pero este lo tiró repentinamente al suelo, haciendo que se chocara contra la pequeña mesa de té que había al otro lado de la pequeña habitación. Se quedó aturdido por el golpe, lo que aprovechó su marido para tomarlo de nuevo del cabello y mirarlo con los ojos destilando locura y rabia.

—Ahora veremos quién se querrá acostar contigo de nuevo... ¡¿Cuántos te dirán que eres hermoso luego de esto?!—y con horror vio como acercaba la katana a su rostro.

''¡NO!'', quiso gritar, pero ya era demasiado tarde.

—¡AHHH!—se escuchó el desgarrador grito rompiendo la quietud de la noche.

La hoja de la espada había atravesado de un lado a otro su boca, cortando de forma irregular sus mejillas. La carne dejaba ver sus dientes, pues ahora se estiraba hacia abajo, sin soporte alguno. El suelo y su cuerpo comenzaron a mancharse de la espesa sangre que manaba de su grave herida. Se tapó la boca con ambas manos, mirando con horror y con algo de mareo a su esposo. Ya casi no aguantaba la pérdida de sangre hacía que sus parpados pesaran. Su cabeza se estrelló contra el suelo en un impacto sordo, sus ojos fueron perdiendo vida, mientras miraba la cara hinchada y pálida del que había sido el amor de su vida.

—Naruto…—susurró con su último aliento, pero sonó más como un siseo. Estiró un poco su mano, tratando de alcanzar algún rastro del rubio, pero ya no pudo más, cuando estaba cerca de tocar la fina nariz, su alma se separó de su cuerpo. Su corazón dejó de latir.

—¿Acaso eres hermoso ahora Sasuke?

Lo único que se escuchó esa noche en aquella pequeña casa de bambú, papel de arroz, y madera, era la risa desquiciada de un fuerte samurái. Mientras que, en el frío del bosque, un aura oscura se apoderaba del viento.

—Malditos hombres…


Nota de Tomato-Chan NS: ¡Hola! Estrenando cuenta con mi pareja favorita. n.n Espero que les guste esta mini-historia medio gore NaruSasu. Ya está acabada. Pero no sé cuando pondré el segundo capítulo, tal vez en una semana. O dentro de unos pocos días. Pero bueno. Nos vemos... ¡Besos a todos! ¡Ah! ¡Antes de que me valla! XD Se me había olvidado decirles que aunque este capítulo es corto, el que le sigue, - que es el último -, es más largo. Bueno, ahora sí. ¡Bye! ¡Los amo! n.n


¿Me dejarían un Review?
^u^


¡Viva en NS!