Antes de comenzar me gustaría hacer una pequeña aclaración: Los personajes de Hetalia no me pertenecen a mí, sino a Hidekazy Himaruya. Yo simplemente he querido hacer esta historia sin ánimo de lucro y con el único fin de entretener.

Los personajes empleados son:

Male!Belarus: Nikolai

Fem!Lithuania: Helena.


Consuelo bajo la Luna

Era de noche y las ventanas estaban abiertas. Los rayos de la Luna se colaban entre las cortinas de seda blanca. La habitación no necesitaba más luz. Ellos no necesitaban más luz.

Las sábanas revueltas habían adquirido una tonalidad rojiza. El tono de la sangre.

Múltiples rubíes salpicaban el colchón aquella noche... como otras tantas noches.

Tumbados en el lecho guardaban silencio, escuchaban sus respiraciones y se admiraban el uno al otro.

_ Mira, si pongo mi mano sobre tu pecho se enfría... ¿Sabes por qué es?

_ No.

_ Porque tienes el corazón congelado.

La lituana colocó su mano sobre el torso de Nikolai y la dejó reposando allí largo rato mientras miraba al chico directamente a los ojos. Así lo hizo hasta que su mano se tornó fría.

En cambio, su cuerpo desnudo, posicionado justo sobre el de él, sentía calor.

_ Ya veo... Tú eres cálida. ¿Sabes por qué?

_ ... Sí.

El bielorruso entonces llevó su mano hasta la espalda de Helena y la recorrió con su dedo índice delicadamente. Aún siendo tan sutil como lo había sido, Helena no pudo evitar cerrar los ojos y morder ligeramente su labio inferior, mostrando de esta forma una expresión de dolor en su rostro.

El chico detuvo su tacto y quitó su mano de la espalda de la lituana. Luego le mostró su dedo índice: estaba manchado con sangre.

_ Está caliente... Duele. ¿verdad?

_ S-sí, duele.

_ Todo lo que hace сястра(*) duele. A ti te golpea hasta hacerte sangrar y a mí...

_ A ti también te hace daño... en el corazón... y te lo congela cada vez más y más.

Dijo Helena mientras pasaba a señalar con su dedo índice el lugar en el que se situaba el corazón del chico.

_ Pero eso se puede arreglar. Yo te voy a arreglar.

En esto, la chica quitó un poco de la sangre que tenía Nikolai, manchándose así su propio dedo índice. Luego, lo dirigió de nuevo hacia el pecho del chico y allí dibujo con su sangre un corazón. Finalmente depositó un suave beso sobre el dibujo que acababa de realizar y le sonrió tiernamente.

_ Eres idiota, Helena...

_ Lo sé.

Nikolai dijo estas palabras mientras acariciaba una de las mejillas de la lituana y sonreía casi imperceptiblemente.

¿Por qué? ¿Por qué siempre acababan de esta forma?

Tan heridos, tan dañados, tan solos... Un dolor tan fuerte, ya fuera físico o mental y propiciado por la misma persona, les había unido sin saber cómo.

El uno era el consuelo para el otro y viceversa.

Siempre había sido, desde el principio, y eso... eso no cambiaría jamás.

Fin


Notas de la autora:

сястра: Hermana