Tarde en la sala común de Griffindor sólo quedaban dos chicos, que sentados frente al fuego que bailaba estrepitosamente, se hallaban cada uno en su propio mundo, sumidos en silencio hasta que el más pequeño y rechoncho habló:

—Remus…

El chico pálido y con eterno aspecto cansado levanto la vista del grueso libro que llevaba en sus manos.

— ¿Si, Peter?

Peter reflexionó un momento, suspiro sonoramente y miró hacia su derecha mientras decía:

— ¿Tú crees que James y Sirius nos creen importantes para ellos?

Remus lanzo una carcajada, que ahogo inmediatamente al ver que su amigo no bromeaba, se puso serio y contestó:

—Peter, sabes que para ellos la amistad es lo más importante, y somos sus amigos ¿no?

El chico más pequeño le miro directamente.

—Claro… pero, ¿sabes? Me gustaría tener un mejor amigo algún día, algo así como la conexión especial que tienen ellos…

Remus le escruto el rostro por unos segundos, tratando de descifrar si lo que decía iba en serio o era una broma de las típicas de Peter.

— ¿Y yo estoy pintado, acaso? —Dijo, tratando de subirle el ánimo.

Peter Pettigrew le miro unos momentos, y luego volvió a mirar hacia un lado, mientras decía en tono resignado:

—Bromeas, Lupin… ¿Crees que no recuerdo nuestra primera noche como Griffindors?

Remus dirigió su vista hacia el fuego, claro que recordaba aquella noche… fue cuando conoció a los tres chicos con los cuales pasaría los siguientes seis años.

—Aquella noche —Siguió Peter — Note que eras muy independiente, solitario y algo angustioso… pero sobre todo un buen amigo — Sonrió de lado — Eres un lobo solitario…

Remus le levanto de su cómodo asiento, cerró el libro sobre encantamientos y se puso delante de Peter y poniendo una mano en el hombro de este, le dijo con voz cálida:

—Somos amigos, Peter… somos Merodeadores, siempre juntos y siempre importantes, y no te preocupes por James y Sirius… Ya sabes como son, de seguro espían a Lily.

Peter saco lentamente la mano de Remus lentamente de su hombro, le dio las gracias con una sonrisa fingida en el rostro, mientras subía las escaleras hacia el dormitorio, dejando a Remus con "su preciado libro", miró hacia atrás y siguió subiendo hasta que llego hasta la última puerta, donde suspiro de nuevo y a sus oídos llegaron las voces de James y Sirius saludando a Remus, seguramente para contarle sus últimas travesuras.

Ciervo, Perro y Lobo… ¿Dónde quedaba la escurridiza rata?

Abrió la puerta lentamente y al ver la decoración de la habitación y los nombres de cada uno en la cabecera de las camas, comprendió por primera vez, que él no era uno de ellos.

El no era un verdadero Griffindor.