Esta es la primera historia que publico, no sé si está bien, tampoco creo que esté mal, solo te pido una cosa querido lector, que aguantes hasta el final, no es largo y es más, de los capítulos escritos hasta ahora este es el más corto.
Palabras: 1472
Para aclararlo, las 1472 palabras no cuentan con las notas de autor a principio y final del escrito.
Ahora para decir el disclaimer tenemos a la adorable protagonista de esta historia.
—Hola—Saluda Yugi con la mano al tiempo que se acerca a mí.
—Proceda, su alteza—Le digo con una reverencia y una sonrisa burlona en los labios.
—Valentina no es la propietaria de la serie Wakfu ni posee ningún derecho sobre sus personajes, todos estos pertenecen a Ankama y debe aclarar que lleva a cabo esta historia sin ánimo de lucro, tan solo con el afán de dar vida a este fandom que la apasiona des de que lo descubrió.
—Gracias Yugi, como se nota que eres la versión femenina de Yugo—Mis ojos se iluminan y no puedo evitar mirar con ternura a la chica frente a mí—. ¡Sois los dos unas bolas de amor con gorro!
Capítulo I: Lamentos en primavera
Si alguien sonríe no es para alegrarse a sí mismo, sino para no preocupar a los demás.
Valentina Amor
La pequeña se frotó los ojos, intentando eliminar el cansancio que los hacía cerrarse. Parpadeó un par de veces una vez la luz del amanecer le permitió observar su alrededor. A su lado los ronquidos de su hermana eran lo único que rompía el silencio de la alcoba, donde la pequeña de pelo blanco acababa de despertar.
Examinó su entorno, hasta que sus cansados orbes oscuros se posaron sobre la cama que estaba al otro extremo del cuarto.
Vacía.
Estiró sus brazos, desperezándose y dejando escapar un bostezo que la hizo despertar por completo y se permitió disfrutar unos segundos más de la calidez de las mantas que la arropaban y protegían del frio de la noche que asediaba a Emelka en aquella época del año. Se medio incorporó, quedando sentada en la cama, dejando que la sabana resbalase de su pecho hasta su regazo.
Sus ojos recorrieron la habitación en busca de la persona que debería estar durmiendo en el lecho desocupado, sin éxito.
Con su mano derecha agarró la tela que la cubría y se deshizo de ella, tapando con ella a su hermana, quien se acurrucó mejor en la nueva manta proporcionada. La peli-blanca le acarició las escamas azabaches de la cabeza antes de bajarse de la cama, estremeciéndose cuando sus pies sintieron el frio suelo de madera.
Sus pequeños pasos eran silenciosos y sus movimientos lentos y cansados por aún tener la sensación de estar en estado de reposo. Se fue acercando a la ventana, agarrando un pequeño banco de madera que se encontraba cerca, cargándolo en sus brazos lo llevó hasta la ventana, después se subió en el objeto y abrió la obertura en la pared.
Asomando tímidamente su cabeza, la chica logró ver el paisaje verde y vivo de los fértiles campos de Emelka, pero ella no estaba ahí para eso y debía evitar distraerse con la imagen de los bosques cubiertos por el velo del amanecer que los pintaba con una paleta de colores cálidos que incitaba a saltar por la ventana y dirigirse al campo para acurrucarse entre los hilos dorados que era el trigo.
Con la mirada buscó entre los árboles que circundaban su hogar algún indicio de movimiento, la brisa matutina comenzaba a helarle la nariz.
Sus orbes captaron de soslayo un destello azul, el cual robó toda su atención. Entrecerró sus ojos para intentar localizar la posición exacta de aquel gorro celeste que había avistado.
Y allí, entre las ramas de un árbol, medio escondido por las hojas perennes, descansaba el cuerpo de quien buscaba, en su rostro se formó una sonrisa cansada y sacó sus brazos fuera de la ventana, apoyándose en el marco, dejando que sus pies dejasen de estar en contacto con el taburete y quedaran colgando en el aire.
Quien estaba sentada en el árbol se dio la vuelta, observando a la pequeña que corría el riesgo de resbalar y caer por la ventana. Suspiró y pasándose su antebrazo por el rostro limpió cualquier rastro de lágrimas. Moviendo su mano derecha dibujó un circulo al tiempo que su palma se iluminaba con la luz azul que indicaba que en ella se estaba concentrando wakfu.
Frente a la de pelo blanco apareció un portal que emitía un agradable fulgor azulado. La pequeña sin pensarlo se fue deslizando por la ventana, dejando a la gravedad hacer el resto del trabajo una vez tan solo sus piernas estaban en contacto con el marco.
Cayó al portal, el cual se la tragó y desapareció, pues había cumplido su objetivo.
Mas frente a la chica que estaba en la rama del árbol había otro portal, por donde apareció la chica peli-blanca, lanzándose a los brazos de la mayor, quien la recibió con una risa y le acarició la espalda una vez la de ojos oscuros se hubo acurrucado en su pecho.
—Buenos días Chibi—Saludó en un susurro, con la voz cansada y el ánimo hundido.
La nombrada la miró con sus grandes ojos, de un marrón tan oscuro que en ocasiones costaba encontrar la pupila, pero que siempre tenían un brillo de astucia e ingenio, que la mayor sabía, eran un reflejo del genio inteligente y audaz que fue en su vida anterior.
Y que seguramente también sería en la actual.
En un futuro.
—Hola Yugi—La menor devolvió el saludo con su habitual sonrisa alegre, la cual adornaba su rostro dulce e inocente de forma que la joven parecía un ser tierno, frágil e incapaz de romper un plato.
Algo bastante alejado de la realidad, cabe señalar.
Había hecho falta renovar la bajilla tres veces desde que Chibi y su hermana comenzaron a ayudar en las labores domésticas.
Pero Yugi no correspondió el gesto, lo intentó, pero el resultado no fue más que el fantasma lúgubre de la risa que normalmente mostraba la joven.
Chibi la miró con ojos preocupados, mientras sus manos se agarraban con fuerza al camisón naranja de Yugi, la pequeña se había posicionado entre sus piernas y estaba de rodillas, por lo que sus rostros estaban al mismo nivel.
Algo que la mayor maldijo, así le era difícil esconder el sentimiento que hostigaba su cuerpo y la hacía querer romper en lágrimas, algo que, ni en sueños, se permitiría hacer frente a la niña.
—¿Qué te pasa?—Preguntó ladeando la cabeza y dejando que las orejeras de su sombrero se inclinasen en la misma dirección.
Yugi se sintió un monstruo por dejar que aquellas inocentes facciones se mostrasen tristes por su culpa.
—No es nada, tranquila.
Puede que Chibi fuese muy joven, pero su mente ya hacía tiempo que se adelantaba a su edad, por ello había comprendido que "nada", cuando salía de la boca de Yugi significaba "todo".
En este caso, Adameï.
Suspiró y colocó sus pequeñas manos en las levemente morenas mejillas de la mayor, acunando su femenino rostro con la dulzura característica de su edad.
—No llores…—Le dijo mientras sonreía, intentando animarla.
Lo logró, Yugi sonrió de felicidad al ver que Chibi contorsionaba su rostro en extrañas y divertidas muecas, era tan tierna, pura…
Era su Chibi.
Quien junto a su hermana llevaban intentando animarla desde que Adameï les dejó, haciendo bromas, hablando con ella de temas tan absurdos como graciosos, insistiendo en que les enseñase a cocinar y demás actividades que pudiesen sacar a Yugi de aquella burbuja de depresión en la cual se había encerrado desde la huida de su hermana.
Yugi acercó a Chibi a ella hasta que pudo apoyar su barbilla sobre el sombrero negro de selatrop que era parte de la vestimenta de la peli-blanca. La menor se acomodó en los brazos de la de ojos marrones, apoyando su cabeza en el suave pecho de Yugi, notando el botón de la camisa contra su mejilla, siempre sintió como si el busto fueran dos almohadas donde reposar si una vez se cansaba.
Porque ellas eran familia y debían apoyarse en aquellos momentos de tristeza y pena que eran parte de la vida.
—Chibi—La nombrada asintió con la cabeza, gesto que Yugi notó por la posición en la que se encontraban—. Gracias…
Chibi abrazó con más fuerza a Yugi.
—No llores ¿Vale?
Yugi apretó el abrazo. La necesitaba, necesitaba apoyo de su familia.
—Vale…
Chibi sonrió feliz, mientras sin poder evitarlo soltó una alegre risa, le encantaban esos momentos.
—¿Volvemos adentro?
—Si—Respondió la peli-blanca sin pensárselo.
Yugi se levantó, poniendo sus brazos para coger a Chibi y que esta siguiera abrazándola. La de ojos marrones levantó la mano derecha, haciendo un portal que las llevara dentro de la posada.
La del sombrero negro pasó sus pequeños brazos por el cuello de la mayor, dándole a esta permiso para hacer el siguiente movimiento.
Yugi saltó, dejando la seguridad de la tosca rama donde habían permanecido, para precipitarse al portal.
Con suerte podrían prepararle el desayuno a su madre.
OOO
—Hola.
—Hola…
—Lo lograremos.
—Deseo tanto creerte.
—Pero debemos seguir adelante, por la Reina-Diosa. Por su luz, su esperanza-
—Su bondad y su coraje.
—¿Ves cómo aún no te rindes?
—Simplemente…
—Sh… Lo entiendo.
OOO
—Ya no puedo más. Voy a hablar con ella.
—No; solo debemos intervenir en casos extremos.
—¡Este es un caso extremo! ¡No soporto verla así! Siento su dolor, su pena… No puedo ver sufrir así a una de mis hijas… No otra vez.
—¿Tú crees que yo disfruto observando su pesar? ¿Qué me regodeo en su sufrimiento? Yo tampoco soporto el saber que está así por una dragona.
—Tienes razón, arréglalo.
—¿Qué?
—Acabas de decirlo: está así por una dragona. Es decir, tu responsabilidad.
—No pienso intervenir en el reino terrenal tan solo por un pleito entre hermanas.
—De acuerdo.
—Y tú tampoco.
—…
000
En fin, si has llegado hasta aquí te felicito valiente lector, has podido superar el primer capítulo, por cierto ¿Qué te han parecido esos dos apartados? Por favor, comenta tu opinión, quiero saber qué te parece.
Vamos a hacer un reto, si esta historia recibe 5 reviews, revelaré un dato de interés, el que pongáis en los comentarios, por ahora la historia sé que no da mucha información, pero la trama es lenta y se desarrolla más adelante.
Por cierto ¡Hoy tenemos, ni más ni menos que a!
*Ruido de tambores*
¡Adamaï!
—Hola—Saluda con una mano para después volver a cruzarse de brazos.
—Hola mi querido dragón, dime ¿Te parece bien tu nombre femenino?
—No está mal—Dice al tiempo que se encoje de hombros, para después dirigirme una mirada filosa—. Pero solo has cambiado una letra, vaga.
—No quería tergiversarlo mucho, si te das cuenta ni siquiera he cambiado el nombre de Chibi—Explico mientras muevo las manos nerviosamente—, no me pareció necesario.
Por cierto lector, el siguiente chapter se publicará el lunes que viene, siempre y cuando algo no me lo impida.
