Nada es mío, todo es de una rubia que mató a la mitad de un solo ser.


Pesadilla

Estaba frente a un espejo. Su reflejo le sonreía, ausente y frío, como él se sentía. Pero algo estaba mal con él, algo…un no-sé-qué.

Se movió hacia un lado, pero el reflejo lo hizo hacia el otro. Frunció el seño, pero la imagen frente a él siguió sonriendo, como si así fuese su rostro, para siempre.

Se percató que los ojos del reflejo no brillaban; transparentes, trataba de reflejar lo que había a su alrededor, pero nunca por propia voluntad. Eran como la luna, que brillaba por la fuerza del sol. ¿Serían así sus ojos, en ese momento? ¿Vacíos y esperando el sol, para poder brillar? No entendía.

Empezó a moverse; su cabeza, sus brazos, sus piernas, pero el reflejo siempre hacia lo contrario; lo incorrecto, lo que no debía ser. Se dirigía siempre hacia el otro lado. Ni la magia podría lograrlo, ¿por qué un espejo común sí?

Y, de repente, como si el sol se hubiera dignado a iluminar su ignorancia, se dio cuenta de ese algo que no iba. Sus ojos se anegaron en lágrimas y al fin entendía.

El reflejo tenía dos orejas, mientras seguía sonriendo, a pesar de estar frío y quieto.


Sufrí mucho con la muerte de Fred. Necesitaba escribir algo de él.

Gracias por leer.