Uno, dos, tres… volteas disimuladamente hacia su dirección a la vez que finges escuchar el parloteo que hay en tu mesa. Ves nuevamente las ojeras marcadas en su rostro, tomando con desgano el desayuno que la sabelotodo ha puesto delante de él.

¿Qué habrás soñado esta noche, Griffyndor? ¿Pesadillas oscuras con el Señor Tenebroso? ¿Muerte o victoria? La guerra se acerca cada vez más y ya es inevitable detenerla; te sorprende que el Qué-no-debe-ser-Nombrado no te haya mandado a llamar, pero sabes que el hombre que está sentado tranquilamente en la mesa de los profesores tuvo que ver mucho en ello. Solo alguien como Severus Snape podría lograr algo así.

Vuelves tu rostro hacia la dirección del Elegido, solo para ver como se levanta de la mesa seguido por aquellos amigos que más que eso parecen guardaespaldas. Entonces sabes que es la hora de partir hacia la primera clase del día, donde una Minerva Mcgonagall está esperando puntualmente como cada lunes, a los estudiantes que se dirigen ahí.

Odias los lunes; porque es el día de la semana en que te tocan profesores que no tienen muchos privilegios con los de tu casa, porque los jodidos elfos sirven no sirven tu jodida comida preferida, porque te llegan cartas de tu madre diciendo como los malditos parásitos del Lord se han instalado cómodamente en tu casa, como si fueran dueños y señores de lo que por derecho es solo de los Malfoy.

Sonríes. Porque aquellas son excusas banales que forma tu mente para esconder la verdadera razón de tu odio hacia ese día en específico, "Tu sabes porque lo haces, anda acéptalo ¿Por qué realmente odias los lunes, Draco?"

Y como si el Universo conspirara, puedes ver a unos metros de ti, el motivo por el cual ese día te resulta aberrante.

El estudiante –imbécil sin remedio, pensó- toma suavemente la mano delicada de la chica y posa delicadamente un beso en la misma –idiota que se sonroja estúpidamente-, mientras la atrae, con vergüenza, para abrazarla y acariciar su largo cabello rojo.

Ríen y acercan sus rostros hasta darse un beso casto y puro lleno de amor, "que solo demuestra porque están en esa patética casa" si se le pide su opinión.

El es astuto y lo sabe, no por nada ha sido y es un espía más del Señor Tenebroso. Sabe porque su querido ahijado odia ese día en especial y no lo culpa; a el le dan arcadas solo de ver ese acaramelado – que le dan ganas de sacarse los ojos, claro que si- cuadro que se muestra precisamente ese día de la semana.

Ese día en el que Ginny Weasley tiene un espacio libre después de los asfixiantes deberes y demás menesteres, que le impiden estar cerca de su amado héroe.

Comprende –y no se puede evitar sorprender, "De verdad Draco ¿Un Griffyndor?"- los sentimientos que se albergan dentro del corazón de su ahijado que por un instante se ha quedado petrificado, viendo aquella escena que le parte un poquito cada lunes más, su corazón.

Observando.

Anhelando…

Le ve caminar lentamente hacia el aula, recomponiendo su expresión, sacando la casta Malfoy que ha llegado a conocer a la perfección.

Y solo entonces, puede ver como aquel muchacho, "imbécil, idiota, tarado, eso le va mejor", desvía los ojos hacia el estudiante que por estar distraído, no ha notado que la pareja se separa y no por falta de ganas de ella.

Porque él es astuto y lo sabe, no por nada ha sido y es un espía más del Señor Tenebroso; sabe que también aquel estudiante de casa detestable alberga sentimientos que ni se imagina que hay en su interior.

"Y además, Potter jamás ha sido bueno en Oclumancia", piensa mientras sonríe con malicia, entrando a otra aula diferente.