La soledad del arcoíris.


Capítulo 1


Entre los animales que incurren mayormente al suicidio se encuentran las ballenas.

Se tienen casos en los que cientos de personas presenciaron el suicidio de grande cantidades de ballenas, que llegaron a estrellarse contra las rocas de un acantilado. Algunos barcos intentaron alejarlas de dichas rocas ahuyentándolas hacia alta mar, pero ellas regresaban, movidas por un deseo más fuerte que el de vivir.

Según la mitología griega se creía que las ballenas y los delfines se suicidaban porque según ellos, habían sido expulsados del mar por Neptuno, dios de los mares. Hoy se tienen diversas teorías del porque de ese comportamiento, sin embargo a Gaara poco le importaban esas teorías. Más le interesaba el morbo que había en dichas hazañas.

Él se sentía como una de esas ballenas. Siempre chocando contra las rocas en busca de una muerte segura y siempre habiendo alguien tratando de ayudarlo. Desde muy pequeño vivía intentando morir. Solía tajar el lápiz hasta que la punta de este quedara tan puntiaguda como una aguja y luego la apretaba lentamente contra la yema de sus dedos, mientras el profesor hablaba sobre alguna guerra santa. Una vez arranco una hoja de su cuaderno y empezó a rozar el borde de esta contra su brazo, sintiendo como cortaba cada capa de piel y se iba adentrando en su carne. Ese día tuvo que ser llevado de emergencia al hospital por la cantidad de cortes que había logrado hacerse en los brazos. Luego de aquel "incidente", porque así lo llamaron todos en la escuela, los profesores lo hicieron abandonar su tan preciado asiento trasero por una de las primeras carpetas de la fila.

Sin embargo dentro de esa vida, tan carente de sentido aparentemente, no existía aun ningún predador; por lo que Gaara continuaba tratando de morir.

Los "cocteles" de pastillas ya habían perdido efecto en él. Más de una vez había terminado arrodillado frente al inodoro con Kankuro cogiéndole la cabeza mientras Temari introducía su dedo índice en su garganta para que regurgitara todas aquellas pastillas que había ingerido. También había optado por las huelgas de hambre, con la pobre dieta que llevaba le sería fácil aquello. Sin embargo a tres días de iniciada esta se enteró de que el cuerpo humano recién dejaba de funcionar con 60 o 90 días sin alimento. Casi al instante corrió hacia la cocina y comió todo lo que encontró a su paso. Opto también por la intoxicación con alcohol o mejor dicho una "Sobredosis", empero solo termino borracho, cubierto de vomito y con una placentera resaca.

Estos excesos lejos de matarlo solo le hacían apreciar el placer del castigo.

Aparte de esto, sentía atracción por las alturas. Siempre que podía subía al techo de su casa y se quedaba parado al borde de este. Mirando a las personas como pequeños muñecos de lego y sintiendo el aire rozando sus mejillas. Era una pobre manera de sentirse libre, ya que a pesar de la especial manía que tenía su familia por salvarle la vida, nadie le impedía subir al techo; sabían que él jamás se lanzaría de ahí y aunque ellos pensaran aquello por el hecho de que "si quisiera, ya lo habría hecho", sus razones no estaban lejos de la verdad. También tenía una manía por tomar el arma de su padre –la cual todos fingían no saber su existencia- , apuntar su sien e imaginar el sonido seco de esa bala atravesando su cerebro. Sin embargo estas dos solo formaban parte de su imaginario, ya que si salían mal tenía miedo de quedar postrado en una cama o sin una oreja. Y sí algo había comprobado en sus dieciséis años de vida es que para los suicidios, él tenía mala suerte.

Pero se sentía bien haciéndose daño.

Otra cosa que se sentía bien, y que se le daba bien, era masturbarse. Sí había tenido oportunidades de hacerlo con mujeres ¿Pero de dónde sacaba una cuando le daban ganas a altas horas de la madrugada? Entonces recurría a la pornografía. Ponía seguro a la puerta, prendía la computadora y en menos de cinco minutos tenia a una rubia, morocha o asiática cumpliendo sus fantasías; claro con otro hombre. Una noche fue tal su excitación, que se desnudo completamente, tomo su miembro ya erecto y comenzó a acariciarlo con violencia. Imaginando a una linda Megan Fox en todas las poses habidas y por haber. De pronto aquella figura femenina introducía su sexo en la boca y succionaba una, dos y tres veces. El pelirrojo jadeaba y mordía sus labios, mientras el roce de su mano contra su miembro se hacía cada vez más violento. Cuatro, cinco y seis. Hasta que finalmente aquel liquido espeso y blanquecino brotó de su centro, escurriéndose por sus piernas y dejando el olor a semen impregnado en su habitación.

A la mañana siguiente Gaara cambio las sabanas de su cama. Más por higiene que por si alguien llegaba a verlas. Una vez hecho eso se puso sus jeans gastados y una camisa a cuadros, cogió su cajetilla de cigarros y salió de su casa. Fumó tres cigarrillos en el camino de su casa al parque y una vez aquí volvió a encender otro. Frente a él dos niños jugaban a policías y ladrones, asemejando sus manos a armas reales. Gritaban, corrían y reían a carcajadas incomodando la tranquilidad de los demás. Y él se preguntaba: ¿Alguna vez había sido feliz de niño? Sonrió de medio lado con cierta ironía. Entonces lo supo: ese sería el día.

Dio una última calada al cigarrillo y lo tiro al suelo, pisándolo con la punta del zapato.

Caminó con parsimonia a su casa. No habría nadie hasta dentro de tres horas, así que no había por qué apurarse. Llegó y fue directo a su habitación, prendió la computadora y busco "Venas importantes en el cuerpo humano". Luego de darle vueltas al asunto, se decidió por la femoral; era más rápida que las muñecas y menos traumática que la yugular.

Apagó la computadora y se dirigió al baño. Abrió el grifo. Mientras esperaba que se llenara la bañera cogió la máquina de afeitar y con suma facilidad saco la gillette de esta. Cuando verifico haber asegurado la puerta, cerró el grifo y encendió su último cigarro. Se metió a la bañera mientras seguía fumando. Sintió un poco de lastima por sus hermanos, las únicas personas que se habían preocupado por él; pensó en dejar una nota de despedida, pero la descarto inmediatamente. Si en verdad hubiera querido despedirse de ellos, lo hubiera hecho en vida y no mediante una insípida hoja de papel. Arrojó el cigarro a la bañera aun cuando iba por la mitad, alzo la pierna apoyándola en el borde de esta y empezó a introducir la Gillette en su muslo. Su respiración se acelero drásticamente. La piel se le puso como de gallina. Dolor, alegría, miedo, excitación. Su cuerpo era un mar de emociones.

Finalmente llego a la vena o eso supuso a ver la sangre aumentar, el agua de la bañera se tiño rápidamente de color carmín. Dejó caer su brazo a un lado y dejó la Gillette en el suelo. No paso mucho antes de sentir sus ojos pesados. Muy pesados. Hasta cerrarse.

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Despertó al día siguiente en una habitación blanca y con olor a pino. Estaba en una clínica o el cielo usaba Pine-sol y lo había aceptado después de todo. Luego de escuchar voces y ver las agujas del suero en su mano descarto la segunda. Al parecer tanto el cielo como el infierno rechazaban su presencia.

– Por fin despiertas – dijo Temari ásperamente entrando a la habitación.

– Ojalá nunca lo hubiera hecho – manifestó el pelirrojo sentándose en la cama.

Súbitamente la mano de Temari fue a dar a la mejilla de él, dejando esta enrojecida por el impacto. Gaara quedo helado, esperaba el ya acostumbrado sermón mas no una cachetada.

– Si querías morir no lo lograste, – empezó ella, tratando de calmar la rabia que sentía hacia el menor de sus hermanos– pero si querías enfurecer a papá ¡Felicitaciones hermanito! – se mofó – mañana sale tu vuelo. – finalizo con una sonrisa agria en los labios.

– ¿Qué vuelo? –pregunto él.

– Te vas a ir a vivir con el tío Yashamaru.

Genial, lo único que le faltaba: Seguir con vida e ir a vivir con el psicólogo de la familia.

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"Es preferible una vida breve y mejor,

que una vida más larga y peor."

-Epicteto-


Solo debo decir tres cosas:

1. Para las lectoras de "Como cortarse las venas": La eliminé. Había demasiadas trabas, demasiados horrores ortográficos, demasiados vacios. Así que decidí eliminarla y reescribirla una historia con el mismo concepto, pero diferente trama. Y salió esto.

2. Para las lectoras de "Puto": Se que deben estar maldiciéndome. "¡Ni siquiera continuas Puto y publicas otra historia!". Juró haber intentado continuarla, sí, intentado, porque mi cerebro está bloqueado con ese fic. Por lo que les pido mil disculpas si no ven continuación ahora ni dentro de un par de meses. A menos que un alma caritativa se ofrezca voluntariamente a ayudarme.

3. No hay numero tres.

Exceptuando lo de arriba: Espero que este primer capítulo-introductorio- les haya gustado. No hay mucho que decir (/)… Gracias por leer :)