Sanseiu no Oniitomakiei

Por Aomine Daiki.


Feliz cumpleaños, Haruka-senpai

I


El cielo nocturno está a sus pies, las estrellas centellean bajo la suela de sus zapatos y una nebulosa se abre a unos cuantos pasos de donde se encuentra. Rin observa detenidamente, con esa melancolía que humedece el bermejo de sus ojos, aquel paisaje. Es una mirada entrecerrada, los párpados le pesan pero sus débiles deseos por contemplar el firmamento a ras de suelo son lo suficientemente tercos como para sostenerlos. La oleada azulada, que fluye envolviéndole el cuerpo, oscurece el trayecto y sobre su cabeza el mar flota con lentitud.

Una mantarraya vuela agitando sus aletas a lo alto. Es un movimiento majestuoso, equilibrado, y la sombra que la sigue cobija a Rin lo suficiente para sumergirlo en una oscuridad poco comparable.

Cuando las chispas de la estrellas se desvanecen, Rin cierra los ojos, irguiéndose y alzando la frente. Inhala y exhala un par de veces a mitad de aquel túnel de dimensiones considerables y paisaje inimaginable.

"Rin"

Matsuoka suspira, girando hacia atrás desde la cintura, al llamado que le nombra en un timbre aparentemente indiferente.

"Oh, Haru. ¿Qué te parece?, increíble ¿no?"

Haruka avanza hasta él, mirándolo en todo momento hasta que se detiene frente a un conjunto de simpáticos hipocampos que cabalgan frente a ellos.

"Verlo en vivo es mucho mejor. En el sitio web luce atractivo pero no da la sensación de que el mundo se ha invert-"

Los labios se enmudecen, y el entusiasmo como explicación que entonan se desvanece de inmediato al ver a Nanase hacer aquello.

"Oi, ¿qué diablos estás haciendo?"

Haruka no responde, está lo suficientemente entretenido desvistiéndose que no tiene tiempo para contestarle. Y ante ello Rin siente las sienes palpitarle de coraje. Pronto se le acerca, sujetándolo del hombro de la camisa que se está quitando, sacudiéndolo enérgico, poco amable.

"Detente"

En efecto, su tono es amargo, fúrico, al que Nanase responde con una mirada fría y el ceño fruncido. Ambos se observan detenidamente, peleando en silencio, y es Haruka el primero en darse por vencido. Tronando la lengua en un gesto parecido a los que Rin suele darle.

"Tsk"

"Este sujeto"

Y que enciende a Matsuoka que solo aprieta los puños mientras lo suelta como si se arrepintiera de haberlo tocado siquiera. Haruka se agacha, llevando esa cara inexpresiva, para levantar el saco que llevara puesto y que tirara hace nada. Rin no se da cuenta de aquel acto porque está entretenido observando algo en el estante. Tiene que ser interesante o importante si de la nada ha cerrado la boca y olvidado regañarle.

Haruka permanece de pie a unos cuantos pasos de él, sacudiéndose las ropas y mirándole de reojo. Despertando su curiosidad en el instante en que un suceso raro, extraño, se suscita allí ante Matsuoka que extiende la mano frente a la gran mantarraya que se ha detenido justo en su cara.

Los ojos escarlatas se mojan y Nanase cree que Rin llorará, por eso separa los labios y prueba llamarlo.

"Ri-"

Pero se queda callado cuando Matsuoka lo interrumpe diciendo: "¿Qué diablos hay dentro de esa cabeza tuya?"; Rin enarca la ceja, con una expresión entre cansada y melancólica que le reseca la garganta a Haruka. Permaneciendo estático, con los ojos fijos en Matsuoka que realza su cara confundida. Pronto Nanase se da cuenta de lo que está haciendo, desviando la mirada y deshaciéndose de su confusión.

"Qué te importa"

Su respuesta sorprende a Rin quien pronto se enciende, chirriando los dientes y soltando, ahora, un: "Tch", que denote su molestia.

Un silencio se les viene, y ambos fijan la vista en el agua. El vidrio del acuario no se nota y pareciera que el agua es detenida por una fuerza rara. Por una pared armada de gases. Es una maravilla, un encanto hechizante. La mantarraya vuelve después de volar sobre sus cabezas y Rin siente una tristeza fluctuar. Haruka la siente, aquella melancolía que se apodera de Matsuoka y le amarga el día.

"¿Por qué?"

Nanase de repente cuestiona, y Rin no aparta la mirada del animal.

"¿No te agrada?, hay agua por todos lados"

No es sarcasmo aunque se escuche así, no hay malicia, solo una amabilidad inusual y herida que confunde a Haruka y que Matsuoka ni siquiera nota.

El silencio regresa, más intenso, y Haru arruga la frente lo suficiente para mostrar su inexplicable enfado.

Los peces, ese tiburón leopardo, los caracoles y medusas, pasan ante ellos, pero Rin solo mira a la mantarraya y Haruka se pierde entre todas las demás figuras de colores, sintiendo hambre al ver un par de salmones cruzarse frente al azul de sus ojos.

La frente de Rin se rompe, Nanase lo sabe pese a no estarlo viendo. Un duele se le viene a Matsuoka, deshaciéndose con trabas de este.

"Haru"

No le replica pero está atento.

"Feliz cumpleaños"

Cuando Rin termina de decirlo éste gira la cabeza para verle y Haruka, asombrado, voltea por igual. La sonrisa dulce, sincera y apenada lo desarman, y aunque no es el caso Nanase siente como la barrera que existe entre el agua y ellos se desvanece, mojándole los pies y ahogándolos con ello.

Rompiendo el cielo a sus pies y sintiendo las aletas del tiburón y las pequeña coles de los peces acariciarle la piel.

"Rin"

Nanase endereza el cuerpo en dirección a Matsuoka.

"Gracias"

Y sonreírle sincero.

Matsuoka explota, corriendo hasta él para abrazarlo sin pensarlo. En un acto precipitado al que Haruka se adapta de inmediato.

Es un sentimiento de reconciliación, de alivio muy extraño. Que se percibe tras ese abrazo dado. Y que se sella cuando Haruka toma entre sus manos el rostro de Rin para atacarlo con los dientes al morderle los labios y beber ávidamente de su garganta sin importarle nada, ni los gruñidos o las uñas clavadas de Matsuoka en sus brazos.

El tiempo pasa, Rin y Haruka se divierten a lo largo del acuario. Mirando, aprendiendo y peleando espontáneos. Haruka lo nota, Rin no, que aquella mantarraya los sigue rondando, ese animal que pone triste a Matsuoka y a él inseguro.

El túnel se termina, el paseo también, pero Haruka se encuentra con que la mantarraya se ha salido del estanque cuando las palabras de Matsuoka se cortan.

"No puedes negarlo, ha sido excelente, ¿no?"

Y le dice: "No has cambiado nada desde la última vez que te vi, Rin"

"¿Hah?, ¿quién diablos er-"

Sonriendo la manta ante la confusión de éste.

"¡Sousuke!"

Arruinándolo todo, otra vez, en el instante en que Rin, reconociéndole, se aleja de él para por fin tocarla y sonreírle como sí se tratara de esa primera vez con la que se suele conocer el verdadero significado de la palabra querer.


つつく...