Octubre, 18. 2006

New York City, Central Park, Manhattan

13:34 hrs.



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—Este cuarto huele horrible ­—la muchacha rubia se movía rápidamente, mientras hablaba con igual velocidad—. Pensé que esto cambiaría, pero al parecer me equivoqué.

—¡Vete de aquí Sharpay! —finalmente la silueta que permanecía bajo las gruesas mantas logró visualizarse­—, ya te dije; hace tiempo atrás, que no necesito tu ayuda ­—añadió con una voz apagada, aquella a la cual sus amigos se habían venido acostumbrando durante estos últimos años.

—Me parece que no sabes con quién estás hablando jovencito —Sharpay tenía sus manos en las caderas y un rostro que no lograba descifrarse—, ¡No me iré de este departamento mientras pueda hacer algo por ti!

El tapeo en el suelo, sólo lograba volverlo un tanto más desesperado. Con un ahogado gemido de frustración levantó nuevamente las mantas y tapó su rostro. Hace un largo tiempo que permanecía así y la verdad era que, no quería cambiar. Se sentía cómodo.

Sus días comenzaban alrededor de las dos de la tarde, con un tazón de café negro algo helado –por permanecer demasiado tiempo en la cafetera- luego si encontraba algo limpio que ponerse, lo pasaba por sobre sus hombros y finalmente se vestía. Unas horas más tarde se dirigía a observar cómo la ciudad marchaba sin parar a través de la ventana central de su departamento; al igual que sus pensamientos, que se impregnaban de ese suceso hace unos años atrás y que seguía atormentándolo sin tregua.

Si los días lo ameritaban, terminaba con una escultura nueva o un cuadro a medio pintar; mientras bebía algún tipo de trago alcohólico, acompañado o solo, aquello se había vuelto un hábito. Por lo que se fue convirtiendo en una persona inmune a los olores, colores, sabores o cualquier otra cosa que representara sentirse pequeñamente feliz.

—Troy, quizás no soy la primera en decirte esto, pero… ­—señaló con una extrema seriedad, que le hizo dudar al aludido de la misma—, ¡Este cuarto huele a sexo, a alcohol absurdamente costoso y créeme, no es algo bueno!

Un nuevo gemido de frustración salió de los labios del joven de 22, casi 23 años. —Mira Sharpay, hace un rato intenté advertírtelo… si no te gusta el olor de mi casa, puedes marcharte, no hay problema… en absoluto.

—Oh no —movió su cabeza con extrema lentitud—, no sé si me escuchaste, pero no me iré de aquí mientras pongas tu trasero oloroso fuera de esa cama… olorosa.

—Y yo te dije que puedes irte a la misma mierda y a mí no me importará.

—Mira Bolton, no vine aquí a lo mismo de siempre, esta vez lo harás porque para comenzar, no sé si sabes qué día es hoy… pero es tu cumpleaños número 23. Segundo, realmente tienes que dejarlo ir, tienes que superarlo, han pasado cerca de dos años y sigues siendo el mismo idiota de siempre y tercero… —suspiró quedamente y agregó—, tercero, tienes una sesión de fotos en aproximadamente una hora, por lo que te sugiero que vayas directo a la ducha… como en este momento.

—¿Huh? —al menos algo había resultado después de todo y Troy había destapado ahora la mitad de su cuerpo y se había erguido, MAYOR avance—, ¿Quién fue el que acordó eso? Lo voy a matar.

—Yo lo hice. Deberías de haberlo pensado mejor antes de darme acceso a tu calendario —la rubia se movió lo suficiente como para terminar de descubrir al muchacho, al finalizar sólo pudo dejar que una de sus manos viajara a su nariz.

—¿Y esta es una clase de venganza, al querer hacerme trabajar en el día de mi cumpleaños?

Sharpay hizo rodar sus ojos y cruzó los brazos al nivel de su pecho. —¡Boo hoo! Hace cinco minutos, ni siquiera sabías que tu madre hace 23 años casi se destruye en una labor de parto de 24 horas. Además no es mi culpa que justamente Chad y tú hayan decidido beber hasta lo que no se puede el día de ayer —su mano ahora se dirigía al brazo de Troy—, mira; es cierto cuando te digo que hueles como interior de carnicería, así que ¡Anda a la ducha, ahora mismo! —abrió la puerta del baño que, se notaba, no había sido utilizado en décadas—, me lo agradecerás más tarde —murmuró para sí.

—¿Qué dijiste?

—Nada importante —ella dijo y él pareció asentir satisfecho con su respuesta—. ¡Hey Troy!

—¿Sí? —él le dio una mirada somnolienta.

—Este será un buen cumpleaños.

—Dudo muchísimo aquello —comentó despacio y rascando su cabeza, se sumergió en el cuarto de baño.

Otro cumpleaños, otro año sin Gabriella.

El año pasado había esperado a oír aquella voz dulce y tranquilizadora en una llamada telefónica, pero eso jamás sucedió, y eso lo estaba matando. Hace más de diez meses que no sabía nada de ella, no sabía si aún le temía a las noches con relámpagos o si había encontrado a alguien a quién amar y por ende, jamás volvería a su lado.

Para el tiempo que Sharpay, Taylor, Chad y Ryan habían llegado a acompañarlo para su cumpleaños, él ya había bebido más de la mitad de una botella de vodka y no lograba figurar alguna frase coherente. Incluso se remitió a decir que ella llegaría, porque era su mejor amiga y jamás habían pasado uno de sus cumpleaños separados. Sharpay lo había observado con lástima y se había acercado lo suficiente como para indicarle una pequeña caja. —Ella lo envió la semana pasada —dijo pasando uno de sus brazos por su espalda. Cuando terminó de abrirlo notó una pequeña pulsera de cuero café que tenía escrito:

"Porque eres mi otra mitad"

Había recordado que aquella cinta no se había marchado de su muñeca, y pensaba en esas palabras que tenían tanto significado para ambos, "Porque eres mi otra mitad" siempre había sido con lo que identificaban su amistad, ni por encima otorgándole un sentido romántico, sino más bien reconociendo que se completaban, que se conocían más de lo que cualquier otra persona llegaría a hacerlo.

—¿Troy, Troy estás listo? No tenemos muchos minutos. —se escuchó por la puerta de baño y el aludido se observó por última vez en el espejo empañado. Vestía sencillamente, porque en la sesión de fotos le vestirían según la historia que contaran en la revista o diario o… ni siquiera sabía para qué se sacaría aquellas fotos. Salió de allí y la rubia no pudo evitar silbar —. ¡Ves lo que hace una ducha, por Dios Santo!

Él hizo rodar sus ojos. Partieron de allí lo más rápido que pudieran y Sharpay le explicó en qué consistía la sesión de fotos, y que lo habían elegido como uno de los personajes más importantes del año. Eso ni siquiera se lo esperaba, con suerte había salido de su departamento. Al aparcar se encontró con su otro amigo de la infancia, Chad.

—¡Feliz cumpleaños hermano! —se acercó para abrazarlo y dar unas cuántas palmadas en su espalda. Una sonrisa amplia se dejaba ver. Ok, algo estaba sucediendo… hace tiempo su amigo no estaba tan feliz.

—Gracias —dijo éste y terminó de cerrar el automóvil y poner la alarma. Cuando se volvió a sus amigos, mientras caminaban rumbo al estudio, preguntó—. Bueno y, ¿Alguien conoce al fotógrafo o qué?

—Es un "ella" y por lo que he escuchado su trabajo es sensacional.

—Oh…

Cuando se sumergieron en el estudio, Troy se aproximó al catering y tomó un bagel. Después de todo había salido de su casa sin probar bocado y esto estaba haciendo estragos en su estómago, que cada vez que podía sonaba. Terminando de comer eso se volteó y severas cosas pasaron a la vez.

Escuchó un alto y ruidoso "Feliz Cumpleaños" por parte de sus amigos. Pero lo que le sorprendió fue la tercera figura que los acompañaba; y casi como si le hubieran leído sus pensamientos, Sharpay abrazó a aquella persona y dijo, quebrándose dos veces en el intento. —Éste es tu regalo Troy.

Su corazón pareció haber tomado vida propia y palpitar al menos unas cincuenta veces en el segundo en que miró el rostro pequeño y hermoso que lo enfrentaba. Su boca se volvió seca y –vergonzosamente- sintió cómo el nudo en su garganta comenzaba a aparecer.

Ella estaba de pie, con sus ondas largas cayendo alrededor de su rostro y enmarcándolo perfectamente. Llevaba un vestido largo que pasaba sus rodillas, tenía aquel color que le quedaba tan bien (y que ella ni siquiera sabía).

Un lavanda pálido hacía contraste con su piel bronceada y su cabellera oscura, notó que sus pies andaban descalzos y las uñas de éstos tenía un rosa que a penas se lograba observar. Cuando levantó la mirada, ya estaba nublada por las infames lágrimas que en tan pocos episodios de su vida había derramado; pero también se encontró con que aquella morena se había acercado lo suficiente como para que él oliera aquel perfume de vainilla que la caracterizaba. "Feliz cumpleaños Troy-boy"

Él no dijo nada y solamente pudo acercarse más a ella y observar sus ojos en señal de perdón. Su voz dulce aún resonaba en su mente y finalmente terminó con una de sus manos la mejilla de Gabriella. Al recibir tal señal de afecto, la castaña no pudo evitar cerrar los ojos y luego, depositar un pequeño beso en la palma de él.

Y así, cayó de rodillas, presionando y escondiendo su rostro en el abdomen de la muchacha que ahora tenía una mirada casi de shock en el suyo. Él se dedicó a rodearla con sus brazos, aferrándose como si se tratara de la vida misma y ella por su parte repasó con cuidado sus diminutos dedos por la cabellera suave de Troy. Cuando éste al fin pudo respirar, agregó silenciosamente, pero no por ello de manera menos significativa. —Lo siento —frase que se repitió varias veces. Y que igual cantidad de veces fue respondida.

—Lo sé.


Estoy con una nueva historia. Llamada "Wounds and scars" lo que se traduce como "Heridas y cicatrices" Obviamente de nuestros personajes favoritos *cough-no tan ficticios después de todo-cough* esta historia es un poco más seria que las otras que he hecho y tiene como punto de referencia lo imperfecto que es Troy como hombre, como amigo y lo que ello produce en la amistad que compartía con Gabriella desde que eran pequeños. Muchas de las cosas se van a ir descubriendo de a poco, por lo que tengan paciencia sí?

Espero que les guste y si pueden *saben que me ponen más feliz que perdiz* me dejen un Review para así enterarme qué se les pasa por la cabeza al leer esto, y también enterarme si le doy una oportunidad o la dejo botada :)

Cariños.