Capítulo 1: Regreso
Las gotas de lluvia caían con fuerza sobre el asfalto. La poca luz de la luna que se podía abrir camino entre las nubes se reflejaba en el suelo de manera cristalina, como si fuera un espejo. Todo estaba silencioso, extrañamente silencioso.
Dos siluetas negras se movieron en la noche con saltos y balanceos ágiles y con soltura. Una de ellas desapareció en cuanto llegó a un edificio
Ladybug había recogido su yoyo y se había apoyado en su azotea finalmente. Unos segundos después, la segunda silueta silenciosa de la noche se puso frente a ella también con elegancia.
-Parece que se ha puesto a llover de repente – Dijo ella tratando de resguardarse de la lluvia colocando una mano encima de su frente. Le parecía increíble que se hubiera puesto a llover con tanta intensidad en apenas unos minutos
-Sí... – Chat Noir miraba al cielo con las manos en las caderas, quizá haciéndose la misma pregunta que ella.
¿Cómo era posible tal lluvia?
-En fin – La voz de ella interrumpió sus pensamientos – Buenas noches – Le dijo algo cansada para darse la vuelta y entrar en su habitación
Acababan de pelear contra un akuma en plena noche. No es que no formara parte de su rutina, pero pronto se acercaban los primeros exámenes en la universidad y había que emplear el tiempo en estudiar y, sobre todo, en dormir. Y el tener que pelear contra villanos akumatizados noche sí y noche también no ayudaba mucho
-No, ¡espera! – El estiró el brazo, pudiendo agarrarla por el hombro antes de que desapareciera de su vista
Ella volvió la cabeza, extrañada. Solo quería dormir, y pensaba que él querría lo mismo, ¿no?
Hacía tiempo que ambos habían descubierto la identidad del otro, pero a veces era todo un misterio para ella lo que Adrien haría, incluso si llevaban saliendo juntos casi un año
-Llevamos un año juntos y parece ser verdad lo que dicen. – Ella puso una cara de aún más extrañeza. No entendía a qué se estaba refiriendo – El tiempo mata la magia. Ya te estás olvidando de mi – Le explicó él con un tono extraño, como si quisiera hacerse la víctima. Aunque, desgraciadamente para él, no lo logró del todo
Ella se dio la vuelta por completo haciendo que Chat Noir la soltara. Se quedó contemplando cómo él la miraba, ambos sin intercambiar ninguna palabra. Lo único que se escuchaba era cómo la lluvia se hacía incluso más intensa allá a lo lejos.
En su mirada había ¿diversión? ¿admiración? ¿amor? Supuso que una mezcla de todas esas cosas.
Ladybug sonrió con picardía
-¿Cómo puedes decir eso? No podría encontrar a alguien mejor para que me haga el trabajo sucio – Dio un paso hacia delante y le tocó el cascabel de su cuello, resonando como una alegre melodía entre la lluvia que azotaba con fuerza el suelo. Tras ver la cara perpleja de él, Ladybug se rio. Normalmente, era él el que se encargaba de hacer todo lo relacionado con insinuaciones y coqueteos
-El trabajo sucio... – Repitió él, descolocado. Aquellas palabras de la chica le habían parecido totalmente ingeniosas.
Volvió a estirar el brazo para agarrarle la mano y atraerla hacia sí, con firmeza, pero delicadamente, hasta que tan solo unos pocos centímetros se interpusieron entre ellos.
Chat Noir depositó la otra mano en la mejilla de la chica al mismo tiempo que con su mirada buscaba ansiosamente sus bonitos ojos azules, que lo miraban con expectación.
-Así que el trabajo sucio... – De nuevo pronunció esas palabras con una sonrisa, pero esa vez en un susurro, mientras se acercaba a sus labios y cerraba los ojos
La besó, buscando desesperadamente su cariño y algo de calor que le refugiara del drástico frío nocturno
No quiso parecer brusca, pero en ningún momento quiso corresponderle: tenía demasiado sueño y necesitaba dormir. Como si la hubieran electrocutado, se separó de sus labios, dejando al chico confuso. No era la primera vez que juntaban sus labios. ¿Acaso no quería besarle? ¿Acaso ella no llevaba enamorada de él desde hacía varios años? Cuando ella abrió la boca para explicarse, lo entendió todo
-Adrien... – Era lo único que pudo decir en ese momento, víctima de la impresión – No puedo. Dormir...Tengo que...
-Shh...Lo sé - Le susurró
Esa vez, la atrajo hacía sí con fuerza y pegó sus labios a los de ella rápidamente, para que dejara de hablar.
Tenía razón. Debía dormir, y él también lo necesitaba. Pero no podía dejar pasar aquella oportunidad.
Ella cedió ante tal dulce beso. Alzó sus brazos y le rodeó el cuello al chico, dejándose llevar por las sensaciones
Ante eso, él ya no pudo parar. Su lady le deseaba, eso estaba claro. Sus brazos se movieron solos, amoldándose a la perfección a la cintura de ella.
La distancia entre sus ellos se redujo al máximo, lo que hizo el beso más excitante, pues las frías gotas de lluvia recorrían sus cuerpos estrechados el uno contra el otro
Y tan rápido como empezó, todo terminó.
El chico se apartó de ella con lentitud y abrió los ojos de nuevo. Entendía perfectamente que ella quisiera dormir, porque, claro estaba, era una de las cosas que él más deseaba en este mundo en esos momentos también, pero las ganas de besarla, de besar a Marinette, a Ladybug, a su novia-este último pensamiento hizo que se sonrojara-, también estaba entre las cosas que más quería hacer
Cuando ella abrió sus ojos, Chat Noir se encontraba frente a ella con una leve sonrisa. Las gotas caían por su pelo y por su traje dándole un toque atractivamente seductor. Así que él era todo suyo...Ella sonrió por dentro y le cogió la mano sin darse cuenta. De alguna manera tenía que asegurarse que no era una ilusión lo que estaba viendo.
Él notó aquel gesto, pero no le dio ninguna importancia
-Hasta mañana – Le dijo él con su tono de voz de siempre – Descansa, Marinette – Conluyó para darse la vuelta y dispuesto a estirar su bastón para volver a casa. Ahora que se daba cuenta, ya era bastante tarde.
Pero algo le impidió irse. Volvió la cabeza, extrañado. Cuando vio de qué se trataba sonrió con socarronería. Así que era eso...
-Me puedo quedar contigo toda la noche, si así lo prefieres...
Ella no le había soltado la mano, por lo que no pudo saltar desde la azotea para marcharse. Chat Noir la observaba, queriendo obtener alguna mueca, gesto o palabra divertida; alguna reacción por su parte
-¿Eh?...¡Oh! No – Por fin ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se sonrojó por las palabras del chico – Lo siento...
Chat Noir sonrió entrañablemente. Había veces en las que se encontraba adorable, cuando se sonrojaba o se ponía nerviosa
-Buenas noches – Le dijo esa vez con dulzura.
Le soltó la mano lentamente, como si no quisiera dejarlo ir nunca, como si el tiempo se detuviera
Una vez que se soltó, salió dando saltos por las calles de París rápidamente
Marinette se incorporó sobresaltada con algunas gotas de sudor sobre la frente cuando un gran trueno sonó. Aquella noche también estaba lloviendo.
Su respiración era acelerada y en un primer momento le costó reconocer dónde se encontraba. Cuatro paredes rosas, un techo, vigas de madera, una cama sobre la que ahora estaba sentada. Giró la cabeza y miró el reloj. Las 3 de la madrugada. No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba durmiendo. Solo tenía clara una cosa: pensar en aquello le producía escalofríos
Poco a poco, su respiración fue normalizándose.
-¿Marinette? – Con voz somnolienta, Tikki se puso al lado de la cabeza de Marinette, preocupada. Su sobresalto había despertado a la kwami, no cabía duda
La chica miro a Tikki.
-Lo siento, Tikki. Te he despertado... – Suspiró.
-Marinette, ¿estás bien?
-Bien…, claro – Sonrió, con tristeza
No. Aquello no iba nada bien. Su cara entristecida, su expresión apagada, sus ojos sin vida, indicaban que todo iba mal. Así que había soñado lo mismo otra vez...
-Marinette, sé que no ha sido nada fácil para ti superar esto, pero...debes intentar que no te afecte tanto
Ciertamente, su kwami tenía razón, debía tranquilizarse. Hacía dos años que Adrien se había marchado de su lado tras una fuerte discusión sin ninguna explicación convincente y aún no consideraba olvidarlo todo.
Le parecía estúpido que todo hubiera terminado por una simple bronca acalorada que protagonizaron tras otra pelea contra un akuma. Su última pelea.
Cuando algún akuma hacía de las suyas, Ladybug actuaba sola. No había ni rastro de su compañero. Aunque, debía reconocer que, desde hacía bastante tiempo, los ataques habían disminuido considerablemente. Pero Tikki seguía con ella, no se había ido. Eso significaba que Papillon seguía suelto por algún lado.
Lo que sí recordaba con claridad era uno de sus últimos días como amigos, compañeros y pareja. Lo soñaba una y otra vez la mayoría de las noches, como una pesadilla que la atormentaba, y aquella noche no había sido una excepción
-Deberías volver a dormir. Es tarde – Le dijo Tikki
Pero Marinette apenas le hizo caso. Sacó los pies de la cama y se calzó las zapatillas. Se levantó para bajar las escaleras y entrar a la cocina para beber un vaso de agua.
Cuando tragó por última vez, dejó el vaso en el fregadero, pensativa. La ida de Adrien no le afectaba lo más mínimo en su día a día. Vivía perfectamente, con sus estudios universitarios, sus salidas con Alya y su beca para hacer una serie de prácticas en una empresa de moda. Pero, ¿entonces? ¿Por qué se atormentaba tanto la mayoría de las noches? Ella ya lo había superado. Si Adrien la había dejado, ya era cosa del pasado.
No obstante, le costaba entender la razón, el motivo tan débil y a la vez tan mísero que le dio para todo ello. No lograba comprenderlo.
Meneó la cabeza para desechar aquellos recuerdos y subió las escaleras para volver a su habitación. Al menos, debía dormir algo más. No podía estar toda la noche pensando en algo que no la llevaría a ningún sitio.
Volvió a sentarse en la cama con Tikki flotando a su lado de nuevo.
-Deberías relajarte un poco. Buscar algún fin de semana para despejar tu mente, salir con Alya a algún lado durante el verano...
-No – Marinette se tumbó al instante, agarrando con sus dos manos el pico de la almohada. – Yo estoy perfectamente – Aseguró con rotundidad
-Tal vez salir con alguien...
-¿Qué? – De un salto, la chica volvió a sentarse, sorprendida – ¿Por qué dices eso?
-¡Tan solo tienes 20 años, Marinette! Deberías estar con alguien que te devuelva de nuevo la ilusión, que te haga ver que el amor no siempre tiene por qué terminar mal...
-¿Qué? ¿En serio estás diciendo eso? En absoluto, yo estoy perfectamente sola y podré apañármelas sola – Con energía, volvió a tumbarse, esa vez ya definitivamente
Tikki se quedó contemplando a Marinette. Tal vez se había enfadado. Las tres de la madrugada de un domingo lluvioso no era el mejor momento para hablar de ese tema.
-De acuerdo... – La pequeña kwami se tumbó al lado de Marinette, quien, con un peso en el corazón, agarró fuertemente la sábana, encogiéndose sobre sí misma con tristeza. Ni siquiera Marinette podía creerse sus propias palabras.
El sol se puso en todo lo alto. Brillaba con una gran intensidad, lo que era raro teniendo en cuenta la gran tormenta de la noche anterior. Aun así, ya estaban en primavera y hacía calor. El despertador había sonado una vez, o varias; no se acordaba. Por insistencia de Tikki, Marinette se levantó de la cama a regañadientes. No había dormido muy bien y necesitaba descansar. Quizá debía acostarse más temprano, reflexionó.
-Marinette, ¡ya es muy tarde! – Esa frase la había pronunciado Tikki una gran cantidad de veces aquella mañana, pero Marinette se quejaba con que la dejara dormir unos cinco minutos más – ¡Marinette! – Pero esa vez era la definitiva
-Ya voy, ya voy – Bostezó y se estiró un poco para desperezarse aún sentada en el borde de la cama
-Marinette, has quedado con Alya en quince minutos
-¡Ah! – Marinette se levantó de un salto – ¡Alya! Se me había olvidado – Se dio un ligero golpe en la frente – ¿En qué estaba pensando?
Se desvistió a toda prisa para ponerse su ropa aún a una mayor velocidad. La camiseta, los pantalones, la chaqueta y los zapatos, lamentándose por haberse hecho la remolona toda la mañana en la cama. Por supuesto, Tikki se metió en el pequeño bolso antes de que Marinette saliera disparada bajando las escaleras que la llevarían hasta el salón.
Bajó armando un buen jaleo, por lo que sus padres se alarmaron y se miraron tratando de comprender qué sucedía. ¿Qué le pasaba a su hija tan de repente?
Marinette se metió en la cocina buscando algo que comer rápidamente por el camino
-Bueno días, mamá – Le dio un beso apresurado en la mejilla para seguir zambulléndose en la cocina
-Marinette, ¿estás bien? – Se atrevió a preguntar su madre
-Oh, sí, sí. Es solo que llego tarde – Abrió la nevera – Buenos días, papá – Al final, agarró algo que le convenció y la cerró de golpe
-Espera, Marinette, ¿no te quedas a desayunar?
-No puedo, Alya me está esperando y...
Su madre suspiró cuando terminó de pegar un sorbo de la taza de té que tenía en las manos
-Marinette, tal vez deberías descansar un poco. Últimamente no haces otra cosa que estudiar y salir corriendo a los sitios... – Miró a su hija con gesto de desaprobación. No le gustaba cómo su hija no pensaba en ella misma, sino en los demás, hasta el punto de no disponer de tiempo para ella
-Sí, sí – Marinette abrió la puerta de su casa y salió por ella – En cuanto pueda, lo prometo. ¡Hasta luego! – Se despidió rápidamente y cerró la puerta, dejando a sus padres algo descolocados. Su hija tenía tanta energía...
Bajó las escaleras a toda prisa para salir a la calle. Sus padres tenían toda la razón, tenía que descansar más a menudo, y por querer permanecer en la cama durante más tiempo, llegaba tarde
-No voy a llegar a tiempo, no voy a llegar a tiempo – Se susurró a sí misma con preocupación al mismo tiempo que corría
Tikki asomó la cabeza por el bolso en que se encontraba metida
-Marinette, deberías hacer caso a tus padres, creo que tienen razón...
-Lo sé, lo sé – Marinette frenó en seco cuando estuvo a punto de que la atropellara un camión – Quizá cuando deje de estar tan ocupada. Tan solo... – Respiró hondo para recuperar la respiración normal después de haber estado corriendo – Tan solo debo de hacer todas las cosas que tengo que hacer
Pasaban los segundos que a Marinette se le hicieron una eternidad y el semáforo no cambiaba al color que indicaba que los peatones podían cruzar a la otra acera. Miró su teléfono impaciente: le quedaban solamente siete minutos y el aeropuerto estaba en la otra punta de la ciudad
Jagged Stone volvía de su gira internacional y Alya había decidido estar allí en cuanto su avión aterrizase y, como una buena estudiante de periodismo, estar allí como un clavo para informar de su llegada. Sabiendo que era el cantante favorito de Marinette, la invitó a acompañarla para más tarde tomar algo juntas y ponerse al día
Como veía que aquello iba para largo, Marinette retrocedió unos pasos hasta adentrarse en una estrecha callejuela. Miró a Tikki, y esta supo muy bien lo que quería decir.
Segundos después, Ladybug recorría las calles de tejado en tejado con su yoyo en dirección al aeropuerto.
Alya se intentaba abrir paso entre la multitud. Había personas de todas las edades, lo que era sorprendente, pues Jagged Stone solamente solía gustar a los jóvenes. Con su teléfono en la mano, trataba de grabar todo lo que sucedía, desde cómo se abrían las puertas hasta cualquier grito por encima del ruido normal que indicara que el famoso cantante ya había llegado
Marinette se había detransformado en la esquina del edificio, resguardada, y corrió unos metros hasta que vio a su amiga
-Alya – Le puso la mano en el hombro y se encogió sobre sí misma, tratando de dejar de jadear
-¡Marinette! ¿Dónde te habías metido? Pensaba que no llegabas...
-Ya, yo tampoco... – Susurró
-¿Qué decías?
-Ah, nada... – Sonrió para disimular – ¿Y bien? ¿Ha llegado ya? – Marinette se ponía de puntillas y movía la cabeza de un lado para otro intentando ver lo que había más allá de las personas que se encontraban por delante de ella con una sonrisa de emoción. Jagged Stone era y siempre sería su cantante preferido
-Aún no, pero no le quedará mucho – Al parecer, Alya estaba demasiado ocupada grabando con su teléfono
-Espero poder conseguir un autógrafo suyo. Sería genial, ¿no crees? Aunque, con la mala suerte que tengo, seguro que me resbalaré, tropezaré y caeré encima de él. Sus guardaespaldas me alejarán de él y tendré prohibido el volver a acercarme a él a menos de cincuenta metros...¡Oh, no! – Marinette agachó la cabeza y se la cubrió con los brazos
Alya se rio
-Tranquila, tranquila. Hasta donde yo sé, Jagged Stone ya te considera una buena admiradora. Hace años diseñaste para él la nueva portada de su disco, ¿recuerdas? – Su amiga le puso una mano tranquilizadora en el hombro – Todo va a ir bien
Marinette asintió convencida con una sonrisa en los labios
El anillo plateado pegó un ligero toque cuando el chico trató de empujar con su mano derecha la puerta para abrirla.
-Da gusto volver – Se dijo para sí mismo
En pocos segundos, una mujer con gafas y el pelo recogido se presentó frente a él. Parecía que tenía un reloj y un mapa por cerebro. Apenas acababa de aterrizar su vuelo, y ella ya se encontraba en el aeropuerto
-Adrien – Dijo
-Nathalie – El joven sonrió levemente
-Bienvenido – Sus palabras parecían denotar cariño, pero su fría expresión no acababa de confirmarlo. Habían pasado años, no muchos, pero parecía que había envejecido. Quizá de los disgustos y el estrés de tener aún a Gabriel Agreste como jefe, y más tras su ida, pensó Adrien con ironía
-Gracias – Adrien avanzó unos pasos para coger sus maletas. Las agarró al vuelo, cargándose una al hombro con facilidad – ¿Eh? – Giró la cabeza hacia la derecha, hacia lo que parecía ser una muchedumbre emocionada, curioso
-Adrien – Nathalie llamó su atención, seria como siempre – No podemos perder más tiempo. Tu padre te está esperando, tenemos que irnos
Él dejó de distraerse y obedeció a la mujer con pesadumbre, pero con educación. Solamente tenía que dar la cara ante su padre durante un pequeño periodo de tiempo, y esperaba que fuera el último
Adrien siguió a Nathalie con una lograda tranquilidad ante lo que se le venía encima cuando, unos metros más allá de su posición, por fin Jagged Stone hizo acto de presencia ante sus numerosos fans que le esperaban a la salida. Las puertas se abrieron y multitudinarios gritos se abrieron paso en la tranquila calle
¡Hola! Hasta aquí el primer capítulo, un poco corto para mi gusto :p
Supongo que algunas personas se preguntaran sobre mi otra historia. El caso es que el primer capítulo de este fic lo tenía escrito antes de publicar siquiera el otro, pero por alguna razón que desconozco, decidí abandonarlo en un rincón de una memoria USB. Ayer lo vi y he decidido publicarlo y continuar con la historia.
En cuanto a mi otro fic, actualizaré la próxima semana. Lo siento, lo siento, pero estoy de exámenes finales y ni siquiera tengo tiempo para respirar...
Y nada más, espero comentarios con opiniones, quejas (espero que no muchas jajaja), críticas...con impaciencia e ilusión. :D
