Hello, my cinnamon rolls!
Nuevamente, otra historia fumada y de mi indecisión entre el Daiyako y el Kenyako (mentira, quería escribir esto desde hace muuuuucho), pero con ayuda indirecta de Ahiru-san, esta historia está logrando ver la luz. Este es un primer capítulo de cuatro, este cuenta todos los puntos de vista, pero resumidos, rescatando eventos puntuales o sólo pensamientos al azar. También es mi primera historia centrada en el tema del poliamor. No sé qué resulte de esto, pero si hasta recibe críticas malas, me daré por satisfecha. ¡Gracias por leer!
Como dije, no es ni Daiyako ni Kenyako ni Daiken... ¡un Daikenyako! Sin más, pasen a leer.
Y así les va
.
.
.
Depende del cristal con el que se mire. Depende de la cabeza que lo esté analizando. Depende del corazón que lo esté sintiendo.
Y ella conoce la lógica de aquello: no existe ninguna. Tiene su cabeza apoyada en el hombro fuerte de Daisuke y Ken descansa su cabeza en su regazo, se turnan un cuenco con botanas que se van pasando, Daisuke les lanza palomitas de manera ocasional y ellos dos se ríen. Sabe que ese acto no tiene lógica alguna, desde pequeña, sus padres le dijeron que estas cosas se hacen entre dos, no entre tres. Pero a una situación sin lógica se responde igual y ella se deja llevar con la corriente. Daisuke se las apaña para tocar de manera simultánea su rodilla descubierta y la mano de Ken. No es una vida muy acomodada y surgen siempre problemas —más bien, Ken vigila que ella y Daisuke no se arranquen los ojos y ella los frena cuando comienzan a discutir en serio, Daisuke impide que se cierna el silencio incómodo entre ellos y así bien les va—, hay gente que lo comprende pero no lo acepta, gente que no acaba de entender, pero que da el visto bueno. Y otros… otros que retiraron la palabra porque no quisieron entenderlo ni mucho menos aprobarlo.
Los tres funcionan de un modo que nadie más parece comprender, porque los tres complementan aspectos que el otro no posee o no ha desarrollado del todo. Uno sabe confortar con comida y besos en el cuello los malos días, el otro con un masaje en los hombros o con besarle las manos hasta que se le va el mal humor. Y ella cuenta algún chiste o acompaña en las maldiciones tiradas a jefes de mierda. Daisuke agradece con un buen desayuno y Ken hace lo suyo dejándole chucherías inútiles o dejándola usar sus suéteres. Y ellos… ellos también saben que son parte de algo sin igual. Antes de irse, cada mañana, comparten un par de abrazos y unos pocos besos y se desean un buen día.
Y así les va. Está bien si nadie lo entiende, está bien si todo el mundo se enoja.
Ella no los negará a ellos ni a sí misma, ni al uno ni al otro. Así les va de bien, pese a que el mundo esté lleno de cosas tristes.
El punto es, hacer lo que el corazón dicte y sentirse bien con uno mismo, si no, ¿qué punto tiene todo esto?
Cuando lo dijo en casa, pensó que se armaría la Tercera Guerra, pero no pasó nada. Jun movió las cejas en un gesto aburrido, su madre se encogió de hombros y su padre dijo que él ya era lo suficientemente mayor para hacer de su vida lo que deseara.
«¿Sabes que no tendrás derecho a quejarte si esto no sale como lo pensabas, verdad?» Daisuke asintió a las palabras de su padre, sintiéndose más hombre y más niño que nunca. Era un regaño velado, un reproche muy bien disimulado, después de todo. También se puede romper el corazón de otras maneras, pero se dijo que se mantendría sereno, tanto como le fuera posible. Esa noche ambos lo escucharon quejarse sin agregar demasiado, luego lo abrazaron entre los dos y se lo llevaron a dormir.
Cada uno tenía una manera de abrazar diferente y a Daisuke no le gustaba inclinarse más por ninguna. Como Miyako es delgada, siempre se pueden posar las manos en su espalda baja y hasta entrelazar los dedos de ambas manos, parece hecha a la medida entre los dos. Ella es de las que abraza con ganas y con calidez. Ken lo abraza apretándole los brazos —para contrarrestar la efusividad marca Motomiya, según él— y dejando una mano en sus omóplatos y la otra en la mitad de la espalda, si bien es menos efusivo que Miyako, sus abrazos suelen ser igual de cálidos.
¿Y quién besa mejor? Depende del día. Por las mañanas, Miyako no da pie con bola pero sus besos remontan a la pubertad, esa de besos torpes y con demasiada saliva de por medio, así que los besos matutinos provienen con mejor calidad de Ichijouji. Y ya, durante el día y más lúcida, a Miyako le gusta besar de la nada, así que la reina de los besos espontáneos es ella. Ken dice que los besos de después de almuerzo no le gustan demasiado, a Miyako le van bien. Él se sabe malo besando (o eso lleva creyéndose toda la vida), pero los dos le dicen que algo tiene que cuesta parar de comerle la boca una vez han empezado.
Y así se van sus días, con altos y bajos. Si el mundo le da mil motivos porqué él está equivocado, él alzará la voz y les dirá mil y uno de porqué está en lo cierto.
No podría querer a otra persona. A otras personas, para su alma existen ellos dos, sin comparaciones, los dos por igual. La ama, lo ama. Y ya, sólo ella y él tienen poder alguno en sus decisiones.
Y así le va con los dos, porque todavía existen momentos en los que duda en que pueda ser tan amado por dos personas a la misma vez.
Dijeron que no elegir a uno de ellos por sobre el otro era cobardía. En realidad, la gente está terriblemente equivocada, ¡ellos no saben nada!
Fuera de ciertas heridas del pasado que hoy en día a veces escocían, Ken se consideraba un hombre afortunado. Su madre le acarició la cabeza y le dijo que viviera aquello que lo hiciera feliz, su padre bromeó con lo de un yerno que sabe cocinar bastante bien y una nuera que entiende mucho de cacharros tecnológicos, al siguiente domingo le dijeron que los trajera a cenar con ellos y fue una velada realmente agradable.
Técnicamente, no es bigamia si no existe nada legal, dijo Iori. Él es de los que no entienden del todo, pero acepta más porque son sus amigos y los quiere que porque sea alguien de criterio abierto. Se puede, pero no todo el mundo lo sabe. La gente sólo es egoísta y cree que sólo en ellos reside la razón y que todo aquello que desafía a su entendimiento, está jodidamente mal.
No los culpa, de niño él habría pensado lo mismo. Ken no sabe decir quién comenzó primero a hacerse un nido en su corazón. Ahora, ya no importa. En verano, es gracioso sentir las piernas suaves y recién depiladas de Miyako y al lado, las piernas velludas del salvaje de Daisuke. Una vez hizo el comentario y al otro día se encontró con que Miyako le depiló las piernas al pobre Daisuke, ¡con cera!
—Perdona, te debo una grande por irme de boca floja —lo besó y Daisuke se encogió de hombros, diciendo que si pasaba por el mismo tormento, lo perdonaba—. En realidad, como que no sería tan malo que estés enojado conmigo…
De todos modos, esa noche perdió un poquito de orgullo cuando Miyako le arrancó chillidos con las bandas de cera.
Hay algo de la intimidad con uno o con ambos que siempre le hace un poco de bulla, pero no sabe qué es. Miyako es de las que ama según el día y siempre parte por jugueteos previos. Daisuke no, es siempre directo y frontal y entre las sábanas se vuelve un incendio imposible de apagar. Una vez acabaron los tres un poco golpeados como consecuencia, con Miyako quejándose de que los labios le dolían y él con un serio dolor en la espalda, ¡había que ver!
Daba igual, todo lo malo o lo que parecía defecto daba igual. Los prejuicios, el tener que cuidar el secreto en su vida laboral, todo eso, ambos lo amaban como él los amaba a ellos y eso era suficiente, eso era el Cielo en la Tierra.
Y así les va, llevando la contraria todos los días de sus vidas, manteniendo un secreto que no es tan dulce como unos creen ni tan amargo como pensaron que podría llegar a serlo en algún punto. Ellos allí, en su pequeño infierno de a tres, en su pequeño cielo triple.
Y así les va, comprobando que el amor puede darse en toda clase de situaciones.
Si tú dices que está bien y tú también crees que no hacemos nada malo, ¿qué es lo que podría ir mal? Estamos juntos en esto y los tres juntos vamos a permanecer. Los quiero y lo demás, sinceramente, muy poco importa.
El señor que les renta la casa piensa que son compañeros de piso que desean abaratar gastos en el sector residencial de la ciudad, unos piensan que Miyako es la novia oficial de Ken y que Daisuke es un amigo que vive con ellos, otros se piensan que Daisuke y Miyako son una pareja consolidada y que Ken vivirá con ellos hasta que se consiga algo propio. Los menos, piensan en Ken y Daisuke como un matrimonio gay que convive en armonía con una amiga soltera. Algunas señoras maliciosas apuntan a que "esos tres" viven en pecado. Miyako se aguanta las ganas de gritarles cuando oye los cuchicheos, Ken se lo toma con serenidad milenaria, Daisuke en más de una ocasión ha acabado agrediendo verbalmente a alguien.
Y así les va, mandando cada día al resto al diablo.
Y así les va, compartiendo sus vidas y con besos de despedida y bienvenida en la entrada, tras la puerta y a cortinas cerradas.
Y así les va, los tres persiguiendo una historia sin final para probarle al mundo cuán equivocado está.
Y así les va.
{ 1 }
Y... ¿opiniones? ¿Críticas? ¿Tomatazos, pedradas, amenazas de muerte? ¡Todo lo que guste en los reviews! En fin, gracias por leer... yyyy no, no puedo pagarle terapias (?).
Carrie.
