Momento
Le gusta salir de compras con Ikkaku. Casi le permite olvidar que están a punto de librar la peor batalla en la que tendrá oportunidad de participar jamás.
Caminan con el sol escondiéndose en el horizonte de fondo y el rumor de cientos de personas de un lado a otro, y parece que en ese momento no existe nada más. No hay tensión, ni miedo, ni sangre, ni adrenalina, ni voluntad por preservar su existencia para poder ganar las siguientes luchas.
El pueblo de Karakura es bonito y tranquilo. Yumichika no envidia a los vivos, pero si lo hiciera, sólo sería por poder vivir en paz. Aunque sabe demasiado bien que no es algo que dure eternamente. En parte es mejor, porque Ikkaku y su capitán se aburrirían. Él también, claro, pero en menor medida.
Los humanos son criaturas muy simples, piensa. No tienen que preocuparse de mantener el orden del universo; seguro que una gran mayoría ni siquiera se plantea qué ocurrirá a su muerte. Sin embargo, mientras los ve deambular entre risas, algunos cogidos de la mano… a él también le gustaría ser así de simple.
Y de reojo, observa a Ikkaku caminar distraído a su lado, sujetando en ambas manos las bolsas de plástico, cortesía del supermercado. Él sólo lleva una. Estira su mano izquierda, buscando. Dos pieles se rozan. Ikkaku da un paso más corto de lo acostumbrado y le mira, interrogativo. Yumichika le sonríe con los ojos y luego le quita la bolsa de las manos.
—Yo lo llevaré. —anuncia.
—¡Puedo con las dos! —responde Ikkaku, tan rápido como ofendido.
Yumichika reprime una sonrisa cuando su compañero le arrebata la bolsa con rapidez y la pasa a su brazo izquierdo, fuera de su alcance, dejándose la otra mano libre. Entonces el delicado shinigami se observa la palma vacía, y mira al frente.
—Me siento descompensado. —confiesa, trivial.
Ikkaku le dirige su atención, sin entender. Luego mira lo mismo que él parece estar mirando y se fija en las manos entrelazadas de la pareja frente a ellos. Sus ojos vuelven hacia Yumichika, incrédulos, como preguntando "¡¿no esperarás eso?!". Yumichika aparta la vista y pliega levemente su brazo, apoyando su mano en su cadera de forma distraída. Ikkaku bufa, molesto.
—Qué caprichoso eres, joder…
Pero de un gesto brusco agarra su muñeca con la mano libre, obviando la sorpresa en los ojos de Yumichika. Sus dedos no se entrelazan, ni falta que hace; aunque la sujeción de la muñeca baja hasta el centro de su mano, y Yumichika resbala su piel por la palma de Ikkaku, cogiéndole muy suavemente… por si se quiere soltar.
El quinto oficial del undécimo escuadrón sacude un poco su cabeza para dejar que la brisa acaricie sus acaloradas mejillas. Tendrá tiempo para preocuparse, para considerar estrategias y concienciar a Fujikujaku de que su poder no es suficiente para salir lo suficientemente airoso contra un Espada. Pero ahora sólo existe ese momento… por muy horrible que sea la guerra, nadie se lo podrá quitar.
MagiK / C.Seva
