Starmyu y todos sus personajes pertenecen a sus respectivos creadores y son usados aquí con meros fines de entretenimiento. Este fic es mi segundo intento de adentrarme al fandom y, también, un pequeño homenaje a mi OTP: Otohoshi. ¡Espero les guste!

Advertencia de tocamientos indecentes (?)


Yuta Hoshitani nunca pensó que hubiese algo mejor que compartir el escenario con la persona que tanto admiraba y que siempre deseó encontrar. En realidad, la respuesta era muy sencilla: sí, sí había algo infinitamente superior, algo que sólo podía hacerse en la intimidad y no con público de por medio o al menos eso le parecía, porque no se imaginaba haciendo algo como eso delante de otra persona que no fuera Otori-sempai. Tal pensamiento lo hizo enrojecer.

No recordaba con exactitud cómo habían terminado en esa situación: sus pensamientos se perdían (quizá por vergüenza) en el punto en que habían pasado del salón de ensayos a la habitación que compartía con Nayuki. Éste, afortunadamente, no se encontraba ahí sino en una salida con sus hermanas, por lo que podían contar con que no llegaría pronto. De todos modos, sempai había puesto el seguro a la puerta: hombre prevenido vale por dos.

Cayeron a la cama, con Hoshitani encima de Otori quien le dedicaba una sonrisa suave en aquel rostro tan blanco y perfecto, y no pudo resistirlo mucho tiempo, se prendó a sus labios en un beso que dejaba notar su torpeza en esa clase de actos, pero también su ansiedad. El mayor se dejó hacer, tomándolo de la espalda para que continuasen, eso hasta que Yuta se separó de a poco, relamiéndose los labios. De igual modo lo miró fijamente, con las pupilas dilatadas y el sonrojo en sus mejillas. Otori consideró innecesario preguntar si estaba nervioso, era muy obvia la respuesta.

—¿Es la primera vez que tú...? —empezó a decir, pero Hoshitani lo interrumpió violentamente:

—¡N-no! —respondió enseguida, percatándose de que eso no era lo que quería decir —. D-digo, quiero decir que sí… —agregó de manera nerviosa — ¡Pero no es problema, yo daré mi mejor esfuerzo, lo prometo!

Otori no dudaba que lo hiciera, después de todo, el menor siempre daba lo mejor de sí tanto en el escenario como fuera de este. Sin embargo, debía admitir que le provocaba ternura verlo así de preocupado, a tal grado que no lograba hilar las palabras que le salían de la boca. Era muy clara su inexperiencia, pero también era obvio que él no tenía ningún problema con ella. Decidió reafirmárselo:

—¿Qué pasaría si te dijera que también es la primera vez que estoy así con alguien? —preguntó, acariciándole la mejilla. Los ojos de Hoshitani se abrieron de par, completamente anonadado. Ante ese gesto, Otori sonrió. —¿Te he decepcionado? —dijo. En su vida nunca había sido prioridad una relación, ni sentimental ni sexual, pero con el menor era muy distinto: al estar a su lado, le daban ganas de probarlo todo, incluido todo eso que alguna vez se negó.

Por su parte, Hoshitani se había puesto rojo hasta las orejas ante esa confesión, para luego desviar la vista antes de que una pequeña sonrisa se dibujase en su semblante.

—No, para nada —contestó: sempai nunca lo decepcionaba y en ese momento no era la excepción —. En realidad, que ambos seamos los primeros, es... no lo sé. Pero no se siente mal —agregó, sincero. Más bien, se sentía especial. La sonrisa de su adorado sempai lo hizo volver a la realidad, pero más lo hicieron sus palabras y el toque de su rodilla en su zona baja.

—Hagamos que se sienta mejor.

Hoshitani suspiró, mientras sus caderas se movían al ritmo lento de las fricciones de Otori. Él sonrió de lado, volviendo al ataque con sus labios, depositando besos suaves sobre el mentón del más joven. Pasó sus brazos alrededor de su espalda, apenas iba a deslizar la diestra por debajo de la ropa cuando sintió como Hoshitani se removía, separándose unos centímetros para mirarlo fija y seriamente, algo impropio en su persona. Pese a todo, si el gesto del menor lo desconcertó totalmente, más lo hizo la frase que le siguió y que hizo eco en sus oídos una vez fue pronunciada:

—Déjeme... déjeme hacerme cargo —pidió el castaño, decidido a demostrar que podía darle placer a quien más quería en el mundo. Otori lo miró fijamente antes de hacer un esbozo de sonrisa y asentir, no sin cierto nerviosismo: ¿cómo podía entregarse a una persona así nada más, a pesar de que estaba seguro totalmente de que esa persona lo amaba más que a nadie y sería incapaz de dañarlo de cualquier forma? Las manos de Hoshitani entre sus piernas le hicieron estremecer, aunque esperaba que no lo hubiese notado. Sintió como desabrochaba su pantalón con rapidez y después lo deslizaba hacia abajo, ayudándole a apartarlo porque tampoco se le hacía justo que él hiciera todo el trabajo. De pronto, sintió la diestra frotando su hombría por encima de los interiores y ya no pudo contenerse, dejando salir un gemido.

Entretanto, Yuta nunca pensó que el cuerpo de Otori-sempai fuera tan firme, pero a la vez tan flexible, tan fácil de tantear. Ayer parecía que nunca iba a actuar a su lado, a estar a su nivel… hoy podía hacer mucho más que eso. Sin contar que, al menos en ese instante, nada era actuado: ni los besos ni los toques por encima de la ropa. Una parte de sí le decía que sería mucho más sencillo estar debajo de Otori y dejarse hacer dócilmente, guiándose de él tal y como siempre lo había hecho… sin embargo y, tomando en cuenta las circunstancias, eso no era posible ni tampoco deseable. De lo único que estaba seguro era que necesitaba más.

El sonido que emergió de la boca de Otori y que éste ahogó casi al instante, lo hizo detenerse: jamás había oído nada así. Había sido una sílaba que más parecía salida de una canción que de una conversación entre dos personas. Se mordió el labio inferior al recordar que no estaban conversando y optó por hacer el movimiento más insistente, de arriba hacia abajo, todo con el fin de volver a oír aquel sonido que tanto le había gustado y que parecía ser una invitación a continuar, a no detenerse a menos que fuera para tomar aire y seguir adelante. El miembro se endurecía ante su contacto, pero la tela estaba ahí, estorbando. No pudo soportarlo más tiempo, introdujo la mano bajo los interiores y tanteó la zona, húmeda y caliente debido a sus caricias. Otori dejó salir un nuevo gemido al igual que un respingo: aquello había sido impredecible, nunca creyó que el más joven se atreviese a tocar esa parte de su cuerpo. No pudo pensar más en ello al sentir como bombeaba con mayor ímpetu, por lo que ladeó la cabeza olvidándose completamente de que era su deber corresponder a las atenciones del menor del mismo modo en que él lo atendía. Pero estaba tan perdido, tan excitado… apenas y reaccionó al oír a Hoshitani llamándolo, aunque sin descuidar su zona baja:

Sempai… Otori-sempai… —musitó, tenía la necesidad de decir ese nombre, aunque hubo otro que emergió de su garganta sin ninguna clase de recato —. Itsuki.

Otori entreabrió los párpados, sorprendido: Hoshitani jamás le había hablado por su nombre de pila, todo en él eran honoríficos y respeto. Tampoco es como si le estuviera perdiendo el respeto, ¿o sí? En realidad, no quería saberlo, y tampoco pudo ahondar en el tema ya que un escalofrío le recorrió la columna vertebral antes de bajar directamente en su entrepierna: arqueó la espalda y dejó salir otro más de esos sonidos que al parecer Hoshitani se empeñaba en querer escuchar, y dejó que el semen saliera de su pene en chorros pausados, manchándole el abdomen y la mano del menor que continuó aferrada a él. Cayó en la cama, ladeando la cabeza y respirando de forma pausada: jamás había sentido algo como eso, algo así de intenso y maravilloso. Se sentía cansado como después de estar ensayando durante horas ya que no tenía otra cosa con la que comparar la situación, y estuvo unos segundos en completo silencio, obnubilado por la magnitud del orgasmo. Sin embargo, la voz del otro lo sacó bruscamente de su ensimismamiento:

Sempai, ¿cómo estuvo? ¿Lo hice bien? —preguntó Hoshitani, dedicándole una de sus típicas sonrisas. En realidad, esa sonrisa lucía un tanto diferente de las habituales: más amplia, y las mejillas enrojecidas le daban un aspecto no sólo inocente, sino invitador. De buena gana lo hubiera besado, pero estaba demasiado ocupado en recuperarse.

—Sí… Sí, muy bien —suspiró —. Buen trabajo, boy.

Esa respuesta provocó en Hoshitani que la felicidad casi saliera de cada poro de su piel. Se abrazó al cuerpo del mayor, quien se dejó hacer e hizo el esfuerzo de acariciar sus cabellos con suavidad.

—Entonces, estamos listos para lo que sigue —dijo de pronto el más joven, con la cara brillante de ilusión. Otori parpadeó, confundido.

—¿Lo que sigue…? —preguntó, y Hoshitani asintió con la cabeza, separándose un poco para poder verlo.

—Ajá, pero necesitaremos algunas cosas antes de poder llevarlo a cabo —contestó, quedándose pensativo —¿Cómo se llama? Kuga lo mencionó una vez… ¡Ah, sí! Lubricante. También un par de condones… ¿Está bien si los compras tú, sempai?

El rostro de Otori palideció completamente. Al notarlo, Hoshitani lo miró fijo antes de sonreír y atraerlo hacía sí en un nuevo abrazo.

—No pasa nada, sempai, tranquilo. Prometo que no te dolerá —afirmó, con esa vocecilla serena que al otro tanto le gustaba escuchar, a pesar de que en ese momento la historia era muy distinta.

Otori se limitó a tragar saliva y pensar en que, quizá, debería dejar de llamarlo boy.


Tengo un fetiche con los menores dominantes. Sorry, tenía que decirlo (?) y bueno, tenía muchísimas ganas de escribir algo entre ellos, porque soy fan de la pareja desde que salió la primera temporada y ya era justo que les dedicara algo, por pequeño que fuera. Hubiese sido lindo publicarlo el catorce de febrero, pero en general este fic tuvo muchos problemas así que me alegro de haberlo mostrado finalmente. En fin, espero les haya gustado y, de ser así, dejen algún comentario. ¡Gracias por leer!