Si Dios fuera uno de nosotros.
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Título original de PPKAI.
HySy podía esperar unos minutos; el tiempo podía detenerse o continuar su transcurso habitual mientras él se perdía atrapado en los minutos. La nostalgia podía ser divertida si se encontraba con el dolor adecuado. Había llevado mucho tiempo ignorar esa sensación de anhelo que no le sorprendió tenerla en sus manos y sacudiendo su mente cuando Renji ingresó en HySy.
Nunca estaba allí, y el que lo estuviera era como si no lo estuviera.
Porque el golpe seco que le perforó el rostro se sintió como trémulas caricias resbalando por su espina dorsal, como la sangre viscosa y la carne rojiza dentro de su garganta palpando cada célula de su ser.Traidor. No pudo más que atribuirle aquél apodo cuando una diminuta sonrisa acunó sus labios delgados y las memorias recorrieron su cabeza como un rollo fotográfico.
—Has cambiado mucho, Yomo.
Quizá para Uta era más sencillo decir que deseaba volver a los tiempos del distrito cuatro, por que Renji había sido un niño y Uta no, Uta no había compartido esa dicha de ser niño y soñar despierto con volar hasta que tiempo después consiguió HySy. Y si nunca fue niño, nunca pudo crecer. Manos que se resguardaron en los bolsillos de abrigos anchos y otras más delgadas que fueron a parar a una de la estantería de la tienda, jugueteando con los instrumentos de medición.
El silencio prístino barrió el ambiente por completo; fuera no había ni un alma, dentro tampoco había almas mas que los gritos encerrados del cerebro de uno añorando el pasado, y los ritos satánicos que el otro deseaba llevar para el futuro ¿qué había de coherencia en su vida?
—La gente cambia.
Y todas esas huevadas.
Sí, Uta también lo sabía, Renji. Pero Uta deseaba que sus labios volvieran a unirse de manera histriónica como si el distrito cuatro les recibiera con los brazos abiertos.
