Lo prohibido siempre atrae.
Nota: Historia alternativa conformada por la dupla Miyagi x Hiroki. No hay muchos fics sobre estos dos, así que se me ocurrió crear uno. Los personajes pertenecen al anime Junjou romántica.
- Buenos días, profesor. Mi nombre es Hiroki Kamijou y trabajaré como su asistente.
El profesor Miyagi aún recordaba el día en que conoció a su asistente. Al principio le pareció un chico engreído y distante. Pero al ver su esfuerzo y perseverancia, así como también su afición por la literatura, aceptó ser su jefe.
Miyagi detestaba las formalidades. Y Hiroki siempre mantenía distancia. Por lo tanto siempre buscaba alguna ocasión para molestarlo, ya sea dándole un abrazo o hablándole cariñosamente.
- Profesor, si sigue haciendo eso, lo denunciaré por acoso sexual.
- Te preocupas demasiado, Kamijou. ¿Por qué no puedes seguir la onda de tus colegas?
- Y usted es un despreocupado. Por eso su esposa lo dejó por otro.
A veces Hiroki tampoco controlaba lo que decía, pero Miyagi no era de los que se enojaban con facilidad. Al final suspiró. Era cierto, su esposa lo había dejado. Quizás debió prestarla más atención. Casi nunca peleaban, pero tampoco se dirigían la palabra. Y eso hizo que poco a poco se convirtieran en desconocidos viviendo bajo un mismo techo.
- ¿Que hay de tí, Kamijou? ¿No tienes novia?
- No - Dijo Hiroki, mientras ponía una expresión de tristesa.
Y es que, a pesar de los años, aún le dolía recordar la vez en que forzó a su mejor amigo a acostarse con él, dado que de esa forma quería demostrarle sus sentimientos. Ya no lo amaba, pero aún le dolía el descubrir que nunca sería correspondido. Y todo porque ese hombre amaba a otro hombre.
Miyagi acarició los cabellos de su asistente, haciendo que éste interrumpiera sus pensamientos y lo mirara un poco avergonzado.
- Kamijou, eres de los que se guardan todo. Aunque seas mi asistente, también te considero un amigo. Así que si pasa algo, no dudes en acudir a mí.
- No se preocupe, profesor - Dijo Hiroki, levantándose y esquivando la caricia - No soy un niño.
- ¡No seas tonto! Solo estoy preocupado por tí.
Aunque la mayoría de las veces actuaba de una forma inmadura para su edad, Miyagi siempre se aseguraba de que su asistente estuviese bien. Y la verdad Hiroki no manejaba esa clase de trato. Desde que ocurrió aquel incidente con su amigo, Hiroki evitó involucrarse sentimentalmente con otras personas, ya sea hombre o mujer. Habían pasado seis años de eso, y aún se mantenía firme en su palabra. Así que el estar junto al profesor lo ponía nervioso. A él parecía no importarle su mal humor, sus berrinches y ni siquiera sus comentarios despectivos. Y en el fondo, temía que Miyagi pudiese controlar hasta sus pensamientos, cosa que nunca se lo iba a permitir.
Miyagi, por su parte, admiraba la dedicación que su asistente le ponía al estudio y a la investigación. Casi nadie poseía esa pasión y ese entusiasmo por su profesión, algo que Hiroki sí tenía y que, gracias a su empeño en mejorar cada día, logró sus objetivos. Y además era bien parecido, ni tan alto ni tan bajo. Y estaba seguro de que si sonriera más a menudo, sería aún más atractivo. Solo unas pocas veces lo veía sonreír, como la vez que le mostró un libro que ya casi no se encontraba en una librería o cuando le dejaba leer la tesis en la que había trabajado para su doctorado. Y fueron en esas ocasiones en que sintió que realmente le atraía Hiroki. Y que quería ser una persona especial en su vida.
Pero no podía. Miyagi también había amado a otra persona, pero esa persona falleció y lo dejó en una tristeza tal, que nunca más amó a otra persona. Solo se casó por imposición social, pero el matrimonio no funcionó. Y ahora estaba a cargo de ese joven orgulloso y distante, el cual despertaba algo en su interior aunque no quería admitirlo.
El trabajo se alargó más de lo debido. Aunque odiara hacerlo, Miyagi no le quedaba otra opción más que pedirle ayuda a Hiroki y quedarse hasta tarde en la Universidad.
- Esto no pasaría si hiciese su trabajo a tiempo, profesor - Dijo un molesto Hiroki, mientras Miyagi se lo rogaba con un fingido sollozo.
- ¡Vamos, amorcito! ¡Solo unas horitas más! Si terminamos pronto, prometo llevarte a una nueva librería que se abrió cerca de la Universidad.
Apenas escucho eso último, Hiroki aceptó. Al fin y al cabo, nadie le esperaría en casa.
Eran cerca de las ocho de la noche cuando terminaron. Los dos se sentían muy agotados, pero se encontraron con un problema: empezó a llover.
- Parece que lloverá toda la noche - suspiró Miyagi, resignado.
Hiroki resopló con fastidio. La verdad se sentía tan cansado, que no tuvo ganas de replicar.
Miyagi se sentó en el sofá y miró a Hiroki, quien en esos momentos se sentó en su escritorio a leer un libro. Los minutos pasaban tan lento, que Miyagi sintió que hacia años estaban encerrados ahí. Tenía ganas de molestar a Hiroki, pero lo veía tan concentrado en la lectura que solo se contentó con mirarle. Definitivamente era muy atractivo cuando no fruncia el ceño. Y mientras lo miraba, tomó un cigarrillo y empezó a fumar.
El olor del cigarrillo molestó un poco a Hiroki, dado que le recordaba a su antiguo amor no correspondido. Por lo que se dio vuelta y, mostrando una expresión de molestia, dijo:
- Por favor, profesor, si va a fumar sal del pasillo.
- Solo lo haré si dejas de fruncir el ceño y me muestras una sonrisa.
Como respuesta, recibió un librazo en la cabeza.
Mientras Miyagi lanzaba un sollozo fingido, Hiroki se quedó pensativo. No sabía el por qué el cigarrillo le abrio el baul de sus recuerdos. Miyagi siempre fumaba en la oficina, así que nunca le daba importancia. Pero esa noche sí le molestó. Supuso que era por el cansancio, así que intentó calmarse y seguir leyendo.
Sin embargo, Miyagi notó la actitud cambiante de su asistente, por lo que se levantó del sofá y se acercó a Hiroki, quien le daba la espalda. Hiroki notó su sombra, pero no se movió. Simplemente dijo un cansado:
- Dejame en paz.
Miyagi no se movió. Siguió mirando fijamente a su asistente y, con una voz seria y que solo usaba cuando daba órdenes, le dijo:
- Kamijou. ¿Por qué insistes en mostrarte orgulloso y distante?
Hiroki se levantó y dio la vuelta queriendo reclamar, pero Miyagi le dio un abrazo sorpresivo y siguió hablando.
- Te empeñas en crear un muro a tu alrededor, pero no te das cuenta de que tu corazón está lleno de espinas.
Hiroki sintió que sus mejillas enrojecían. Se sintió extraño, y más al escuchar los latidos de su corazón. Intentó separarse, temiendo que el profesor se diese cuenta de su nerviosismo, pero los brazos de Miyagi lo apretaron aún más, dejándolo completamente inmovilizado.
- Profesor, se lo ruego. ¿Puede soltarme? - murmuró Hiroki, ya a modo de súplica.
- No - dijo Miyagi.
En cuestión de segundos, Miyagi sujetó una de las muñecas de Hiroki con una mano y, con la otra, lo tomó de la barbilla y lo obligó a levantar la mirada. Pudo notar que Hiroki había lagrimeado un poco, lo cual despertó otra clase de sentimientos más profundos, algo que solo había sentido cuando se enamoró de su profesora de secundaria hace tiempo atrás.
Miyagi se acercó y, sin dudarlo, le dio un beso a Hiroki.
Éste reaccionó y, con su mano libre, le dio una bofetada.
- ¡INFELIZ! ¿CÓMO SE ATREVE?
Miyagi mostró una sonrisa pícara, mientras se frotaba su mejilla golpeada. Eso molestó aún más a Hiroki.
- No me molesta ser su sustituto - dijo Miyagi, con calma.
- ¿a... A qué te refieres? - Dijo Hiroki, poniéndose nervioso de vuelta.
- A veces, cuando te quedas dormido en la oficina, mencionas un nombre. ¿a ver... Cómo era? ¡ah,si! ¡Akihito! No te preocupes, no te juzgaré por tu orientación sexual. Para mí sigues siendo una persona interesante.
Hiroki se sonrojó por completo. Estaba seguro de haber borrado todo sentimiento por esa persona, pero el subconsciente siempre nos juega a todos una mala pasada. Aún así, no dejaría que ese profesor lo manejara a su antojo, por lo que decidió pasar a otra oficina y esperar a que la lluvia se detuviera. Miyagi predijo el movimiento de su asistente, por lo que enseguida se abalanzó sobre él y, al tropezar por una pila de libros, terminaron en el suelo. Miyagi encima de un consternado Hiroki.
- Ya, esto no es gracioso - dijo Hiroki, empujando a Miyagi. Pero éste lo sujetó por las muñecas y los colocó a los costados, aprisionándolos por el suelo.
- ¿crees que estoy jugando? - dijo Miyagi, volviendo a mirarlo seriamente - es tu culpa por hacerte el difícil. No deberías seguir aferrandote a un amor unilateral, porque no te conducira a nada. Aunque no lo creas, me pasó algo similar. Solo que esa persona falleció y, años después, me case con una mujer que no amaba. Y fue por eso que nuestro matrimonio no funcionó.
Hiroki se quedó sorprendido por las palabras del profesor. Era la primera vez que se sinceraba de esa forma. Y también le impresionó cómo destruyó ese muro con tanta facilidad sin hacer mucho esfuerzo solo para llegar a su corazón.
- Profesor, yo...
- No digas nada. Solo dejate llevar.
Hiroki estuvo a punto de reclamar cuando el profesor lo calló con un beso largo y prolongado. Al principio se resistió, pero luego siguió el ritmo de sus labios, hasta que se le acabó la respiración.
Miyagi, entonces, se separó y procedió a besarle el cuello.
- Profesor, no podemos... - empezó a decir Hiroki, pero volvió a ser callado por otro beso.
- solo estamos los dos - le recordó Miyagi - no tienes que decirselo a nadie.
Miyagi procedió a desabrocharle la camisa y acariciarle el abdómen. Hiroki se sonrojó por completo, y más cuando el profesor tocó sus tetillas, lo cual hizo que lanzara un gemido.
Después de eso, Miyagi bajó los pantalones de Hiroki y palpó su miembro. Hiroki tembló e intentó apartarlo, pero Miyagi volvió a sostenerlo por las muñecas, esta vez con más fuerza.
Minutos después, Hiroki quedó completamente desnudo. Miyagi lo contempló por un rato y sonrió. Definitivamente no se equivocó al decir que Hiroki era una persona muy atractiva.
- ¿Que tanto miras? - le preguntó Hiroki, completamente sonrojado - si vas a hacerlo, hazlo.
- Esta bien - dijo Miyagi, mientras se sacaba la camisa y abría su pantalón, dejando al descubierto su miembro - pero no te arrepientas después.
Y sin previo aviso, abrió las piernas de su asistente y le introdujo su miembro por completo. Hiroki lanzó un grito que fue opacado por el sonido de la lluvia. Las embestidas aumentaron mientras Hiroki sentía que llegaba al orgasmo.
Horas después, los dos se vieron envueltos en una sábana, completamente desnudos. Hiroki se sentía muy adolorido. Hacia mucho que no tenía sexo y se notaba que Miyagi no tenía experiencia previa con los hombres. Y Miyagi se sentía agotado. Temía no poder seguir el ritmo, dado que se llevaban varios años de diferencia. Aún así lo logró y llegó hasta el final, rompiendo de esta forma el fuerte orgullo de su asistente y haciendo que éste se olvidara, de una buena vez, de su antiguo amor.
Cuando amaneció, se sintieron acalambrados. Y es que no era nada cómodo que dos adultos hiciesen el amor en el suelo y durmieran apretujados en el sofá. Pero no les quedó otra opción más que dormir en la oficina, dado que no paró de llover en toda la noche. Hiroki apenas podía caminar, por lo que Miyagi se ofreció a llevarle a su casa.
- N... No se moleste, profesor - dijo Hiroki, con un poco de vergüenza por lo que pasó.
- Ya te lo dije, cualquier problema puedes acudir a mí - le recordó Miyagi, acariciandole los cabellos mientras lo miraba con cariño - no intentes resolver las cosas por tí solo.
- esta bien, ya entendí - dijo Hiroki, desviando la mirada - solo espero que nadie se de cuenta.
Ordenaron el lugar, se vistieron y, sin decir nada más, cada uno se fue a su casa.
