Write on me.
"El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida."
Mario Benedetti.
Capítulo 1. Can´t start again, there´s no eraser.
La blancura de la hoja te asusta, hace que tu corazón duela de nuevo aunque pensabas que después de perderlo a él, nada más podría volver a dolerte. Ha pasado un año desde que él se fue pero el dolor dentro de tu pecho parece haberse calmado simplemente para hacerse más grande cuando su recuerdo te invade de forma inevitable.
Y es que el dolor ya no suele sacudirte como antes lo hacía, ya no terminas tirado en el suelo, revolcándote a causa de un dolor que no es físico y que por lo tanto no puede ser calmado con una píldora o con un analgésico común. Eres tú el que duele, es la vida misma la que se encarga de aumentar ese dolor. Pero ahora, la fiera que parecía vivir dentro de tu pecho parece haberse dormido, como si alguien hubiera lanzado un hechizo sobre ella para adormecerla un rato. A veces, claro, vuelve a despertarse y las lágrimas caen sobre tus mejillas sin que tú te ocupes de limpiarlas. De todos modos sabes que se secarán solas o quizá, simplemente serán reemplazadas por unas nuevas.
Pero por el momento, le fiera amenaza con despertarse para recordarte lo tremendamente inútil que eres estando en frente de la hoja en blanco que antes era solamente la entrada a un mundo fantástico para ti. A través de esa hoja en blanco podías empezar a plasmar todas esas historias que vivían en ti, que vivían por ti. Desde pequeño, tu imaginación vivida te valió el halago de tus maestros. Eras capaz de escribir detalle a detalle todo lo que tus ojos, los ojos de tu alma, veían y los demás no. Antes era fácil sumergirte en la mente del protagonista de tu historia, era sencillo alejarte de tu vida simplemente para vivir las aventuras de un personaje cualquiera que terminaba siendo el héroe de su propia historia.
El año pasado fuiste llamado el mejor escritor que Japón había visto jamás, tu prosa era legendaria a lo largo y ancho del mundo. Fuiste galardonado muchas veces con innumerables premios y sin embargo, la única felicidad que sentías dentro de tu pecho era a causa de descubrir que miles de personas habían compartido el mismo sueño que tú, que esas personas hacían real tu sueño.
El año pasado, Phichit Chulanont todavía estaba ahí, a tu lado, sentado en el sillón que aun ahora está colocado al lado de tu escritorio, leyendo sin prisa uno de los borradores que le habías dado días atrás mientras tu seguías enfrascado en la redacción del final del penúltimo tomo de tu aclamada serie de aventuras "El castillo de hielo".
A tu mente llega todavía el sonido apurado de las teclas de la computadora sobre la que tus dedos danzaban sin detenerse. Tenías el final perfecto para aquel libro, tenías las palabras precisas y podías escuchar la risa suave y alegre de Phichit al leer tu manuscrito. Aquel sonido era la felicidad porque de tus manos brotaba una historia y de los labios de Phichit, brotaba la felicidad más grande que habías conocido hasta ese momento.
-¡Wow, Yuri!- escuchas su voz dentro de tu cabeza-. No sé cómo lo haces pero has superado con creces el libro anterior. Muero por saber qué tienes pensado para el último tomo.
-Una boda- dice tu voz en tus propios recuerdos y la imagen de Phichit sonriendo al lado tuyo es tan brillante que el dolor regresa con todo su poder a anidarse en tu corazón.
-¿Para el príncipe helado y el hada de fuego?- dice de nuevo la voz de Phichit- ¿O debo tomar eso como una propuesta indecorosa por parte de mi jefe?
-Las dos cosas- dijiste tú, lo recuerdas, aquel recuerdo es tan real que aun puedes sentir el calor de los brazos de Phichit alrededor de tu cuello cuando tus palabras hicieron que se levantara del sillón solo para abrazarte. Él te abrazó con fuerza y después te beso con suavidad en los labios.
Sí, aquella seguramente fue la propuesta menos romántica y espectacular de la historia pero sabes que a Phichit no le importó. Él te amaba, de verdad te amaba y tú lo amabas tanto que por eso mismo, cuando él se fue, cuando tuviste que despedirte de él en aquella gris y fría habitación de aquel enorme hospital de los Estados Unidos donde neciamente pesaste que alguien podría salvarlo, el mundo pareció morir también.
Porque con Phichit se fue el hombre que había conocido el amor, el hombre que estúpidamente sentía que lo tenía todo como si hubiera olvidado que el mundo era cruel, que siempre estaba dispuesto a arrancarle la felicidad a los humanos que creían ser lo suficientemente merecedores de aquella felicidad que siempre se dibujaba al final de tus historias. Pero el mundo real no es una historia, el mundo real es despiadado y después de una pérdida como la que tú sufriste, no pudiste encontrar la quieta resignación que una persona necesita para seguir adelante.
Con Phichit, una parte de ti había muerto también. Con Phichit, aquella fuente inagotable de magia que corría en tus venas, aquella fuente con la que dibujabas las mejores historias, se había secado. Tú también te sientes muerto ahora y aquella página en blanco, tan vacía, tan falta de todo como tú mismo, no hace más que recordártelo.
Un suspiro cansado y cargado de desesperación sale de tus labios. No puedes hacerlo, jamás podrás hacerlo, no puedes continuar aquella historia porque quien te inspiró a escribirla ya no está, esa persona que te enseñó que la magia era real se ha ido. Y quizá tú también debas irte, quizá tú también debas intentar una vez más acabar con tu vida. No sería tan extraño, no después de todo lo que ha ocurrido después de que Phichit murió. Las pastillas para dormir fallaron pero ¿Y un disparo en la sien? Navegando por internet has visto que hay venenos letales que terminarían con tu vida en cuestión de segundos y que pueden conseguirse por el precio adecuado en los mercados negros ¿Y si intentar eso detuviera el dolor por fin?
Ya no quieres vivir. Si sigues viviendo la vida será en vano, seguirás viviendo una vida que no tiene sentido. Porque sin Phichit y sin la escritura ¿Para qué seguir viviendo? Apagas la computadora sabiendo que es inútil estar frente a ella. Simplemente quisiste intentarlo para que tu madre sonriera un poco, después de todo ella no tiene la culpa de lo que pasó, nadie la tiene. Miras la taza de té verde que se ha enfriado, tu madre la trajo horas atrás porque sabe que cuando escribes bebes cantidades industriales de ese líquido pero la sequía de ideas y de palabras es tan evidente, que ni siquiera has podido beber un sorbo de aquel elixir.
Estás tan perdido, tan decepcionado de ti mismo. Sabes que estás hundido hasta el fondo, sabes que cuando uno toca fondo no hay más opción que levantarte y luchar por salir pero sabes que no podrás seguir luchando. Todo duele. Todo duele demasiado y tú eres demasiado inútil como para continuar. Todo mundo dice que la vida sigue pero ¿a dónde va la tuya? ¿A dónde tienes que ir ahora?
-Prométeme que vas a darle un final digno a tu historia- dice de nuevo la voz del Phichit de tus recuerdos, aquel suave susurro que apenas podías entender en medio del sonido de las máquinas que lo mantenían atado a una vida llena de dolor que ya no podía llamarse vida-. Promete que el príncipe helado y el hada de fuego tendrán una boda mágica, que las cosas en el castillo de hielo van a resolverse y que todo mundo tendrá un final feliz…
-¿Aunque tú y yo no lo tengamos?- dice tu voz rota dentro de tu cabeza- ¿Cómo puedo escribir un final feliz sin ti?
-Encontrarás una forma de hacerlo, Yuri Katsuki- dice la voz de Phichit, esa voz que hasta el último minuto estuvo llena de amor como el toque de sus manos delgadas y frías entre las tuyas-. Recuerda que cuando todo se pone mal en una historia, es porque las cosas están a punto de solucionarse. Dales un final feliz a ellos y busca uno para ti también ¿me lo prometes?
-Phichit…- dice tu voz que para ese entonces era más un sollozo que otra cosa.
-Tú sabes que hubiera dado mi vida entera por ser ese final feliz para ti- dice de nuevo la voz de los recuerdos-. Pero si no he podido ser yo, sé que encontrarás a alguien que pueda serlo. Le has dado tanta felicidad al mundo con tus historias, Yuri. Nadie más que tú merece ser feliz y lo serás. Prométeme que lo serás, Yuri, prométeme que no dejarás de crear magia aunque yo ya no esté porque ¿sabes algo? Ser tu editor y ser el hombre que te amó, es lo mejor que he hecho en mi vida. Así que hazme esa promesa, escribe finales felices y no tragedias, Yuri…
Tragedias.
No, no escribirás tragedias porque sabes que no puedes escribir nada. No habrá finales felices ni trágicos porque simplemente has perdido la capacidad de escribir. Tu padre, Toshiya Katsuki quien es el director de tu editorial, Yutopia, jamás se rendirá contigo y ha seguido apoyándote. Él se las ha ingeniado para decirle a todo el mundo que tendrás lista la entrega del último volumen de tu saga a finales de ese año a pesar de que tú tienes cero palabras escritas de ese libro.
Tú sabes que si no lo haces, toda tu familia tendrá problemas con las demás empresas que tienen derechos sobre tu obra. Sabes que los agentes de Hollywood que han llevado ya los dos primeros tomos de la saga a la pantalla grande le declararán la guerra a tu familia si llegan a enterarse de que no podrán vender un final digno de las aventuras del príncipe helado.
Conoces todas esas obligaciones de sobra y quizá por eso cada día pretendes que vas a intentar escribir aunque sabes cuál será el resultado. No, no puedes escribir. Todo aquel mundo que creaste en el Castillo helado ha muerto irremediablemente, tú te sientes ahora más muerto que vivo en todo caso.
Te levantas de la silla y miras el mundo exterior desde tu ventana. Está lloviendo. Es un frio y gris día de julio y las gotas de lluvia resbalan por la ventana mientras tú suspiras. Miras tu rostro cansado en la ventana, tus ojos marrones no tienen el mismo brillo de antes, tus mejillas están hundidas en un rostro extremadamente delgado. Hay ojeras debajo de tus ojos a pesar de que cuando logras dormir, alguien tiene que despertarte a la fuerza porque de ser por ti, dormirías la vida entera. Tus lentes caen sobre tu nariz, están sucios y torcidos, y tu ropa oscura parece ser tres tallas más grande de la que en realidad necesitas. Sabes que tienes un aspecto miserable pero no podría importarte menos. No importa, nada importa de verdad.
Te quedas contemplando la lluvia desde la ventana. A Phichit Chulanont le gustaban los días de lluvia aunque lo cierto era que a Phichit le gustaba la vida en general, cualquier aspecto de ella. Recuerdas todavía el primer día que lo viste en la Universidad de Detroit en la que los dos habían decidido estudiar creación literaria. Recuerdas su sonrisa brillando bajo el despejado cielo de los últimos días del verano americano. Él y tú eran un par de chicos extranjeros que por algún extraño motivo estaban demasiado lejos de casa, pues él era originario de Tailandia. Recuerdas que él fue la primera persona que habló contigo a pesar de que aquel primer día de clases, no sabías que él sería tu compañero de cuarto y cuando lo supiste, no pudiste sentirte más feliz. Recuerdas que cuando empezaste a enamorarte de él pensaste que su encuentro desde el principio había sido obra del destino, algo que él también pensaba porque desde aquel primer día los dos habían sido inseparables.
Cierras los ojos tratando de alejar los recuerdos de los días felices pero no puedes. El rostro de Phichit, sus ojos oscuros y profundos, el color canela de su piel, su franca sonrisa, su vitalidad, todo te inunda golpeándote con la fuerza de un huracán. Lo extrañas todos los días de tu vida, lo extrañas y quisieras que la vida fuera una historia para poder borrar ese capítulo en el que todo se puso mal, borrar todo el dolor que te causó la pérdida de la persona a la que más has amado en la vida. Quisieras poder desaparecer ese capítulo amargo y tener a Phichit ahí, junto a ti, tenerlo a tu lado y poder tener una boda de verano con su mano en tu mano, con el sol más brillante coronando el cielo más azul como marco.
Pero no puedes hacerlo. No puedes borrar ese capítulo que marcó un final abrupto en tu vida, un final después del cual tampoco sabes cómo volver a comenzar ¿Por qué la vida tiene que ser así? ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? Tienes ganas de golpear el cristal de la ventana al pensar en ello, pero el sonido de alguien tocando a la puerta te detiene de cometer una locura en el momento justo.
-Yuri ¿Puedo pasar?- dice la voz de tu padre detrás de la puerta de tu habitación y tú te alejas de la ventana para enfrentarte con algo que no quieres enfrentarte.
Abres la puerta con calma, invitando a tu padre a entrar a tu habitación de la que casi no sales, sabiendo que él está ahí para darte un ultimátum y para hablarte de aquel plan sin sentido acerca del cual lleva parloteando varios meses, ese plan que quieras o no quieras, tienes que aceptar por el bien de tu familia. Porque sabes que se lo debes, sabes que de algún modo él ya ha tenido que soportar demasiadas cosas negativas por culpa tuya y odias estar en deuda con las personas.
-Hola papá…- dices tú sin mirarlo, no puedes verlo a los ojos desde hace tiempo porque sabes que solo has estado decepcionándolo.
-Tu mamá está preparando una cena especial, quiere que comas con nosotros hoy- dice tu padre con calma, sabiendo que cualquier cosa puede alterarte en el estado frágil en el que te encuentras-. Tendremos un invitado especial.
-¿El editor ruso ha aceptado el trabajo?- dices tú con profunda desgana y tú padre asiente haciendo que un peso enorme se instale dentro de tu corazón.
Y es que la última brillante idea de tu padre es que necesitas un nuevo editor a pesar de que dijiste que no querías volver a tener uno o al menos no tener que verte con él a diario como sucedía con Phichit. Además, no hay nada que el afamado editor ruso con el que te tu padre ha hablado por meses pueda revisar. No has escrito nada, no necesitas un editor porque sencillamente no hay ni una maldita palabra con la que él pueda trabajar. Rezabas porque aquel hombre declinara la oferta pero al parecer, como siempre sucede, ningún dios misericordioso estaba escuchándote.
-Victor Nikiforov ha llegado esta misma tarde- dice tu padre con una sonrisa orgullosa-. Ha decidido trabajar de forma exclusiva para ti por lo que vendrá a vivir a Japón. Tardó tanto en llegar porque tenía que dejar terminados sus últimos pendientes en Rusia, pero a partir de hoy solo trabajará contigo.
-Pero papá…- tratas de decir tú a sabiendas de que tu padre no aceptara un pero que valga.
-Ya sé que me dirás que no hay nada que editar, pero sí lo hay- dice Toshiya tratando de que un poco de su emoción se contagie aunque sea un poco a tus ojos apagados-. Están los manuscritos preliminares que tenías para el último libro, él puede leerlos y quizá si vuelves a trabajar con él…
-Papá, de verdad no puedo…- dices tú sintiéndote patético-. No tiene caso que él se quede aquí, él no sabe que no he escrito nada en un año y seguramente querrá irse cuando lo sepa. Él ha trabajado solo con escritores de renombre ¿No es así? Pues me concederás que yo ya no soy uno de esos escritores.
-Él tiene fe en ti- dice tu padre con calma-. Él sabe todo lo que has tenido que pasar y aun así no le teme al reto. Tuve que decirle todo Yuri, él sabe a lo que se arriesga y aun así quiere venir a trabajar contigo porque tiene fe en ti.
-El señor Nikiforov no sabe nada de mí- dices tú sintiéndote enojado al saber que tu padre le ha contado la trágica y patética historia de tu vida a un extraño-. Además, no necesito que nadie me salve. Estoy perdido ¿No lo ves? Un maldito editor extranjero no va a cambiarlo.
-Pero puedes intentarlo, Yuri- dice tu padre sintiéndose un tanto exasperado-. Ha pasado un año desde que Phichit murió ¿Por qué no puedes superarlo?
Sí… ¿Por qué no puedes superarlo? Las palabras de tu padre se clavan como dardos envenenados en tu alma. Él está cansado, claro, él también está harto de que te sientas perdido y que seas tan débil. Tu padre y seguramente toda tu familia están hartos de ti y sabes que tienen razón al estarlo pero aun así, las palabras de tu padre duelen y él sabe que deben doler porque de pronto su expresión se llena de arrepentimiento y de pesar. Él solo quiere ayudarte, Yuri ¿Por qué no lo dejas hacerlo? Sabes que se lo debes y aun así, tus palabras llenan tu corazón de dolor y de odio porque ni tú mismo sabes por qué demonios no puedes superarlo y es que quizá sabes que si sigues adelante te olvidarás de Phichit y no puedes, no puedes ni quieres olvidarlo.
-No quiero reemplazarlo- dices tú con voz débil y llena de una sinceridad que duele en el alma de tu padre quien sabe muy bien que esa es la voz que antecede a un ataque de llanto-. No intentes que lo reemplace, por favor, no me obligues. Ni Victor Nikiforov ni nadie podrá reemplazarlo jamás ¿entiendes? ¿De verdad lo entiendes papá?
Sí, él lo entiende y por eso mismo se acerca a ti para tomarte del brazo. Tu padre es fuerte y te mira con compasión, no con lastima como el resto del mundo suele mirarte. Sus ojos profundos te sostienen y te obligan a mirarlo con algo de vergüenza. Él también está triste ¿Por qué lo haces sentirse así? ¿Por qué el amor de tu familia no es suficiente para seguir adelante?
-Nadie quiere que reemplaces a Phichit, nadie podrá tomar su lugar nunca, yo sé de eso- dice tu padre con voz pausada-. Hay personas como ese muchacho que solo llegan una vez en la vida y nadie quiere que te olvides de él porque sé que él te hizo feliz y tú lo hiciste feliz a él por más de seis años, hijo. Victor Nikiforov no ha venido a llenar un vacío, Yuri, Victor solo quiere ayudarte porque es tu fan número uno, él me lo dijo. Victor ha leído todos tus libros, aprendió japonés solo para poder leerte en tu idioma natal ¿No te dice eso algo? Además Yuri, te propongo un trato…
-¿Qué clase de trato?- dices tú sintiendo que las lágrimas se secan en tus ojos con la calidez del discurso de tu padre.
-El primer contrato de Victor solo cubre un año de trabajo- dice Toshiya con voz pausada-. Si después de ese tiempo de verdad nada cambia y quieres abandonarlo todo, yo te dejaré hacerlo ¿entiendes? Yo tomaré la responsabilidad y saldremos de esto como mejor podamos pero Yuri, no quiero hacer eso sin verte intentarlo de verdad una última vez. Te lo debes a ti mismo, Yuri, te lo debes porque una historia tan hermosa como la que creaste no puede quedarse sin un final ¿no crees? Trabaja con Victor estos doce meses, verás que el tiempo pasará sin que te des cuenta de ello y si después de eso decides que de verdad es imposible continuar, entonces yo haré lo que tú decidas hacer ¿qué dices?
Te quedas en silencio un largo rato. Doce meses. Un año es un tiempo razonable y mil cosas distintas pueden pasar en un año. Podrías intentarlo. No sabes qué tipo de persona sea Victor Nikiforov pero a juzgar por lo que ha hecho, sin duda alguna es un ser humano excepcional o sencillamente está loco de remate. Ningún otro editor habría decidido trabajar con un escritor que es incapaz de escribir. Ninguna persona que hayas conocido antes habría tenido fe en alguien que está tan roto como tú.
Los ojos de tu padre te contemplan atentamente, espera tu respuesta en silencio. Él espera que tomes la oportunidad, él también tiene fe ciega en ti y es eso, esa confianza que hay en sus ojos a pesar de toda la decepción que le has causado en los últimos meses, es la que te lleva a mirarlo a la cara y a tomar una decisión en ese mismo instante.
-Lo haré…- dices tú y una sonrisa luminosa aparece en el rostro de tu padre-. Lo intentaré de verdad papá y solo espero que ese Victor Nikiforov sepa de paciencia porque si no, tendremos problemas y seguramente querrá regresar a Rusia mañana en la mañana…
-No lo juzgues antes de conocerlo- dice tu padre con una sonrisa enigmática que no habías visto en sus labios por mucho tiempo-. Quizá el señor Nikiforov te sorprenda para bien ¿No crees? Prepárate para la cena, te avisaré cuando Victor esté aquí.
Tu padre sigue sonriendo cuando se da la media vuelta y tú sabes que sin responderle, él ya sabía que aceptarías su propuesta. Y es que quizá en lo más profundo de tu ser tú tampoco quieres rendirte, no sin antes cumplir esa última promesa que le hiciste a Phichit y si alguien está dispuesto a ayudarte ¿Por qué no intentarlo?
Suspiras una vez más dejando que tus ojos vuelvan a posarse en la lluvia que parece querer caer sobre la tierra sin detenerse, tus ojos se quedan quietos sobre el cielo gris. No sabes si el señor Nikiforov comprenda la misión sin destino en la que se ha embarcado, no sabes si ese hombre del que solo habías escuchado el nombre dentro de los círculos literarios en los que te has movido desde que publicaste tu primer libro de verdad entienda que tú eres así, que eres gris y triste como aquel cielo nublado que ahora está surcado por rayos y tempestades. No sabes si el señor Nikiforov pueda acostumbrarse a aquella lluvia, porque en tu interior tampoco ha dejado de llover…
No te molesta la lluvia, jamás lo ha hecho.
Tus ojos azules se llenan del cielo nublado que te da la bienvenida al hogar de tu nuevo jefe, el fabuloso escritor Yuri Katsuki y no puedes evitar que una sonrisa boba y llena de anticipación ilumine tus labios.
Las gotas de agua fría mojan tu traje de diseñador y caen sobre el caniche café que camina alegremente a tu lado. A Maccachin tampoco le asusta la lluvia y el señor Katsuki dijo que estaba bien que lo llevaras contigo, dijo que a Yuri solían gustarle los perros desde que era niño, así que tu nuevo escritor no tendrá problema alguno con él y esperas de verdad que tampoco tenga problemas contigo.
-¿Crees que pensará que soy un raro por llegar empapado a su casa?- dices tú al enorme can que ladra alegremente al escuchar el sonido de su voz-. La primera impresión siempre es importante Maccachin, no lo olvides. Si él cree que somos encantadores desde el principio no va a querer dejarnos ir después de un año ¿No crees? Siempre he querido trabajar para él ¿sabes? Desde que leí su primer libro supe que él es capaz de crear música con sus palabras. Maccachin, Yuri Katsuki ha sido mi crush literario desde que lo leí por primera vez…
Maccachin vuelve a ladrar y tú te ríes de tus palabras que son vergonzosamente ciertas.
Recuerdas la primera vez que leíste a Yuri Katsuki, recuerdas esa emoción que te recorrió de pies a cabeza, recuerdas que no te despegaste de su libro hasta que llegaste a la última página y te preguntaste qué demonios había sucedido porque mientras leías, sentiste que no pertenecías al mundo de siempre, era como si las palabras de Yuri te hubieran envuelto en una burbuja que te había tele transportado al mágico reino del castillo de hielo. Sentías que después de ese viaje a través de las palabras de Yuri Katsuki, tú ya no eras el mismo, que nunca lo serías.
Las historias de Yuri Katsuki eran magia pura y desde aquel instante siempre habías querido trabajar con él o con alguien como él sin poder encontrarlo, y aunque los escritores con los que habías trabajado eran sumamente talentosos, dentro de tu corazón sabias que nadie podía igualar a aquel joven Japonés que te había hecho estudiar su idioma en un curso intensivo con el solo objetivo de entender perfectamente la historia que él estaba narrando. Y es que sabias que en el proceso de la traducción hay mucho que puede dejarse de lado, miles de cosas que se pierden y la escritura de Yuri era algo que uno no podía perderse.
Por eso te sorprendió que su padre, quien era a su vez el director de la editorial Yutopia, se pusiera en contacto contigo para ofrecerte el que sin duda era el trabajo de tus sueños. Y aunque el último año había sido de sobra ocupado para ti, no habías podido dejar de notar que el último libro de la serie de Yuri Katsuki estaba retrasándose más de lo que se había esperado. La noticia de que el editor del joven escritor había muerto de forma trágica después de una larga lucha contra una enfermedad mortal llegó a tus oídos de forma casual y tú supiste que el retraso del libro seguramente se debía a eso.
Para nadie era un secreto que Katsuki y Chulanont tenían una relación más allá de lo profesional, tú mismo los habías llegado a ver en los festivales literarios en los que habían coincidido, parecían simplemente hechos para estar juntos. Y a pesar de que jamás tuviste el tiempo ni la oportunidad para formarte en las enormes filas de fanáticos que esperaban a conocer a su ídolo que Yuri solía convocar a donde quiera que fuera, lo habías visto sonreírle a todo mundo con verdadera gratitud y aquello te había gustado de él.
Porque el hombre no solamente era un genio con las palabras sino que la fama no se le había subido a la cabeza y todavía le pedía a sus admiradores que no dejaran de leerlo hasta el final, ese final que ahora se negaba a ser creado.
Pero para traer ese final a la vida es que habías aceptado el trabajo. Los rumores decían que desde la muerte de Phichit, Yuri había dejado de escribir y que el hombre ya había decidido que dejaría de hacerlo de forma definitiva y aquella idea, la sola idea de que la magia de Yuri se hubiera terminado te causó dolor. Así que ahí estabas ahora, caminando bajo la lluvia de Japón con el solo objetivo de ayudar a traer la magia de Yuri Katsuki de vuelta.
Yakov, el editor en jefe de la editorial rusa en la que has trabajado toda tu vida te dijo que eras un idiota al hacer lo que hacías pero sus palabras no podían haberte afectado menos. Sí, sabes que lo que haces es una locura pero no te importa. En este justo instante solo sabes que debes llegar a Yuri Katsuki, encontrarte con él y de algún modo hacer que vuelva a crear aquella música que solo has podido encontrar en sus libros. Aun no sabes cómo vas a hacerlo pero ya se te ocurrirá algo, siempre logras todo lo que te propones y tienes doce meses para poder lograr que tu escritor favorito encuentre de nuevo la fuente de la magia y de la música literaria que seguramente sigue ardiendo dentro de él.
-Los escritores jamás dejan de ser escritores aunque su corazón parezca muerto y roto en mil pedazos- dices tú con una sonrisa confiada al ver delante de ti el edificio de aire tradicional que es la casa de Yuri Katsuki así como las oficinas de la casa editorial de su familia-. Quizá Yuri solo tiene que recordar eso ¿No crees? Que cuando el dolor es mucho, un escritor puede crear algo hermoso de él, que por eso son artistas, que eso es lo que los hace crear mundos y personajes, toda esa emoción que se trasforma en vida por medio de las palabras…
Maccachin vuelve a ladrar y tú sonríes antes de cerrar tu paraguas y acomodar tu cabello plateado que cae como una cascada sobre tu frente, dejando visible solamente uno de tus ojos azules que en este preciso instante están llenos de emoción. Estás a punto de conocer a Yuri Katsuki, estás a punto de mirarlo frente a ti. Tu corazón late con fuerza, estás emocionado, la lluvia sigue cayendo pero en tu corazón brilla el sol ante la sola idea de conocer a ese ídolo al que solo te has sentido cercano por medio de las palabras.
Estás a punto de cumplir un sueño y como todos los sueños que se vuelven realidad, sientes que todo es irreal. Estás tan cerca de él ahora, que solo una puerta te separa de su lado. Jamás en tu vida te habías sentido nervioso pero ahora te sientes agitado ¿Cómo será él? ¿Vas a gustarle? ¿Pensará que vale la pena trabajar contigo? ¿Te pedirá que te largues en ese mismo instante cuando te vea? ¿O te dejará mostrarle que vales la pena y que crees fervientemente que él podrá lograr cualquier cosa si vuelve a la carga?
La puerta se abre y tú sientes que tu corazón explotará, pero algo dentro de ti se calma cuando la sonrisa de la pequeña mujer quien sin duda alguna es la madre de Yuri, te recibe con una cálida sonrisa llena de un agradecimiento que tú no entiendes.
-Bienvenido, Victor Nikiforov- dice ella abriéndote las puertas de su casa para que entres, tomando tu paraguas sin que se lo pidas y dedicándole a Maccachin una dulce mirada de bienvenida que tranquiliza un poco los alocados latidos de su corazón.
-Muchas gracias, señora Katsuki- dices tú sintiendo un calor agradable cuando la tormenta se queda en el exterior y tú te adentras a la casa de tu nuevo jefe.
-Llámame Hiroko, cariño- dice ella, nada sorprendida de que puedas hablar japonés, seguramente su marido le contó todo acerca de ti-. Toshiya está esperándote ya en el comedor y Yuri bajará en un momento, creo que está un poco nervioso por conocerte…
-¿ Yuri Katsuki no quiere que yo esté aquí?- dices tú con una voz llena de pánico que te avergüenza un poco pues has sonado ridículamente triste al pensar que Yuri Katsuki no te quiere ahí.
-Yuri ha aceptado trabajar contigo, pero debes ser paciente- dice ella con una sonrisa amistosa que sin embargo no puede tranquilizarte porque su respuesta no responde del todo a la pregunta que acabas de hacerle-. Tú sabes que el dolor que causa perder a alguien amado puede destruir a alguien y mi Yuri fue destruido de ese modo. Dale tiempo ¿Quieres? Si le demuestras que puedes ser paciente con él, verás que todo sale bien para los dos, créeme, conozco a mi hijo y sé que él solo necesita que alguien le recuerde que vale la pena seguir luchando…
Tú asientes sopesando las palabras que la madre de Yuri ha dicho, asientes a su discurso porque quieres que lo que ella dice sea cierto, quieres que Yuri recuerde lo maravilloso que es y si tú puedes ayudarlo a hacerlo, entonces serás simplemente feliz. La pequeña mujer sigue hablando animadamente, te cuenta de la cena que ha preparado, te dice que su hija mayor, Mari, no podrá acompañarlos porque está intentando arreglar algunos problemas con los productores de la tercera película de la saga de Yuri que está rodándose apenas. Mari Katsuki es la gerente de relaciones públicas de la compañía, así que infieres que esa mujer ha debido tener mucho más trabajo recientemente debido a la incertidumbre que flota alrededor del joven Katsuki y su obra.
Finalmente, Hiroko abre la puerta de un amplio comedor de mesas bajas que está lleno de aroma a comida recién hecha que te recuerda lo hambriento que estás. Maccachin ladra a tu lado como recordándote que el viaje largo que acaban de hacer también lo ha dejado a él con el estómago vacío y tú sonríes mientras Hiroko dice que llevará a tu fiel caniche al salón de al lado para darle algo de comer al tiempo que el señor Katsuki entra a la habitación y te da la bienvenida formal a su casa con la misma calidez de su esposa.
En seguida notas que has llegado a la casa de una familia unida, cosa que no te sorprende. Sabes que ellos están haciendo hasta lo imposible por rescatar a Yuri y tú te sientes honrado de que hayan confiado en ti para ayudarles en el proceso.
El padre de Yuri te invita a sentarte con él en una de las mesitas sobre la que espera una botella de sake que él abre y sirve después en un pequeño vaso. Tú agradeces el gesto de bienvenida y bebes a la salud de Yuri Katsuki, mientras su padre brinda porque los doce meses de contrato laboral se trasformen en algo un poco más indefinido y tú sonríes porque ese también es el deseo de tu corazón. Los dos siguen hablando acerca del clima y de tu travesía de Rusia a Hasetsu, que es el lugar donde la familia Katsuki vive, hasta que el sonido de la puerta del comedor abriéndose hace que tu corazón vuelva a latir de nuevo de forma demencial.
-Lamento la demora- dice una voz triste y sin embargo cristalina que hace que tu cabeza se dé vuelta hacia la puerta de entrada del comedor y te quedas sin aliento al contemplar al muchacho de grandes y tristes ojos marrones que te mira ahora con una sonrisa algo forzada pero que no por ello deja de ser hermosa de algún modo.
Es él. Nadie necesita decírtelo para que lo sepas, tú lo sabes, lo sientes en cada latido de tu corazón, es él. Yuri Katsuki en persona está en frente de ti y tú no puedes evitar pensar que estar frente a sus ojos marrones, que estar en la misma habitación que él, ese es el sitio en el que te corresponde estar y que no querrás irte de ahí en mucho, mucho tiempo…
NDA: Esta historia me atacó todo el día de ayer y no me dejó en paz hasta que la escribí así que este es el resultado. Ojalá puedan acompañarme también en este viaje que empieza y como siembre, dejo esta nueva aventura en sus manos. No teman decirme qué les pareció :)
