Buenaaaas! Después de un largo verano sin Castle y sin escribir ( yo por lo menos), Always-Stanathan y yo (iree47) hemos decidido empezar este fic juntas. Cada capi lo escribirá una de las dos y éste me ha tocado a mi. Esperamos que os guste:* muchos kisses ;*

"Para Kate. Que el dolor abandone tus deslumbrantes ojos.

Richard Castle"

Miraba las letras pulcramente entrelazadas una y otra vez, sin poder creerse lo que acababa de pasarle. Su corazón latía alocadamente de pura emoción y las manos le temblaban.

Kate llevaba horas en una cola interminable. Desde que, un par de semanas atrás, se había enterado de que el famoso escritor Richard Castle firmaría su última novela en una librería de Nueva York, había decidio ir. Incluso había pedido el día libre en la comisaría. La espera había sido larga y aburrida. Cuando por fin llegó su turno, se acercó a la mesa mirándose los pies, ensayando en su mente lo que le diría al escritor. Quería agradecerle el haber escrito los libros que la habían salvado de caer en el abismo cuando murió su madre.

Levantó la mirada del suelo y la clavó en los ojos del escritor. Su mente se quedó en blanco y no fue capaz de recordar ninguna de las palabras que había escogido con tanto esmero. El de seguridad la cogió del brazo y la arrastro sin miramientos hasta la mesa. Castle la miró a los ojos y sonrió. Kate le entregó el libro, aún atontada por la presencia del escritor.

-¿Cómo te llamas?

-Eeemm...Kate.

Castle abrió la primera página de su libro y garabateó con esmero la dedicatoria. Kate miró con timidez a la mujer sentada a la derecha del escritor. Llevaba un vestido rosa chillón, demasiado ceñido en el pecho. Sus ojos azules resaltaban en su cara por la gran cantidad de máscara negra que se había aplicado en las pestañas. Tenía el telefóno en la oreja y parloteaba sin parar, anotando cosas a toda velocidad en una libreta con su mano libre.

-Ejem

El escritor la miraba con una sonrisa dibujada en su cara mientras con una mano le tendía el libro. La chica lo cogió, devolviéndole la sonrisa. En cuanto tuvo el libro en su mano, el segurata la volvió a coger del brazo para que se marchara. Kate guardó el libro en su bolso de tela vaquera mientras caminaba hacia un Starbucks que había en frente de la librería. Pidió un chocolate caliente y subió al piso de arriba. Encontró una mesa libre al lado de un sillón con orejas. Colocó el abrigo en uno de los reposabrazos y se dispuso a abrir el libro mientras absorbía con cuidado el chocolate.

Y allí estaba Kate, leyendo la dedicatoria del escritor, con una sonrisa dibujada en la cara. Sabía que Castle escribía miles de dedicatorias en sus firmas, pero no pudo evitar pensar que la suya era especial. Consiguió salir de su ensimismamiento y pasó la página para leer el libro.

Las horas pasaron con rapidez mientras Kate leía en aquella cafetería. Una camarera le informó que iban a cerrar y la chica se levantó, cogiendo su vaso mediolleno, pues se le había olvidado por completo del chocolate cuando la lectura se puso interesante.

Beckett salió del restaurante con el libro en la mano. Con las prisas, no vió un pequeño agujero del suelo y tropezó. En sus intentos por mantener el equilibrio soltó el libro. Éste cayó al suelo con un sonido sordo y sus páginas se abrieron. Un papelito de color morado salió volando desde dentro del libro y se posó encima de la página que había quedado abierta. Kate se agachó para recoger el libro y reparó en el extraño papelito. Lo cogió con cuidado. Tenía un número escrito al lado de una frase:

"Me gustaría ayudarte a aliviar tu dolor R.C."

Una sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios. Con que así ligaba en las firmas el escritor. "Menudo capullo" pensó Kate "qué sabrá ese imbécil de dolor". Se guardó el papel en el bolsillo del abrigo y se subió a un taxi.

La vida de Kate no había sido fácil. Su madre había sido asesinada cuando ella tenía diecinueve años y nunca se encontró al culpable. Por aquel entonces ella estaba estudiando Derecho. Durante meses estuvo perdida, hundida, destrozada. Dejó la abogacía y se metió a la academia de policía. Deseaba vengar a su madre por encima de todo. Se dedicó en cuerpo y alma al estudió y a leer los libros de Castle, el escritor favorito de su madre. Poco a poco el dolor se hacía un poco más leve hasta llegar a un punto en el que pudo hacer una vida casi normal. Cuando terminó la academia fue destinada a la 12, donde en pocos años asumió el cargo de detective de homicidios. Sin embargo, Kate no era feliz.

En su primer año en comisaría comenzó a salir con un apuesto detective, David, unos años mayor que ella. Comenzó sin ser algo muy serio, un buen polvo de vez en cuando y buenos amigos para salir de vez en cuando. Toda su vida cambió cuando David le habló de vivir juntos. Al principio las cosas fueron bien, David sabía que Kate nunca llegaría a amarle como él la quería a ella, pero la respetaba y cuidaba.

A los pocos meses, David comenzó a hacer preguntas sobre su pasado y Kate no quiso responderlas. Comenzaron su primera pelea desde que estaban juntos. Y desde aquel día cada vez se distanciaban más. Apenas hablaban y Beckett intentaba llegar tarde del trabajo para evitar preguntas. En las últimas semanas casi no se habían dirijido la palabra y parecían compañeros de piso, mas que una pareja.

El taxi se detuvo en la puerta del edificio de Kate. Pagó al conductor y subió a su casa. Le extrañó que la luz del salón estuviera dada, pues David solía irse pronto a la cama y aquel día era muy tarde. Entró en el salón para apagar la luz y descubrió que David estaba sentado en el sofá. Tenía lágrimas en los ojos y en su mano derecha sostenía una botella de vodka vacía.

-¿David?

-¿Dónde estabas?

-He ido a una firma de libros y...

No pudo acabar la frase. La botella se estrelló contra la pared silbando peligrosamente cuando pasó cerca de su oreja.

-¡Y UNA MIERDA! Seguro que estabas con alguien. Por eso llegas tarde casa todos los días ¿verdad Katie? Porque no quieres que me dé cuenta de lo puta que eres.

Kate se había quedado sin habla. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos y la ira que sentía en aquel momento casi consiguen que sacara la pistola y le pegara cuatro tiros a aquel hombre. Ya había habido otras peleas y Kate siempre intentaba hacer oidos sordos. Se encerraba en el baño hasta que oia los ronquidos de David en el cuarto. Esas noches solía dormir en el sofá.

Pero esta vez las palabras de su novio le habían llegado al alma y la había hecho añicos.

-¿De verdad es eso lo que crees? Me suelo quedar hasta tarde en la comisaría porque quiero evitar tus preguntas.

David se levantó del sofá y se acercó dando tumbos hacia ella. La agarró del cuello con crueldad pero Kate consiguió zafarse y salió corriendo dando un portazo. Bajó las escaleras a toda prisa y corrió por la calle sin rumbo mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Llegó a un parque y se sentó en un banco, intentando reprimir los sollozos. Consiguió tranquilizarse y metió las manos en los bolsillos para calentarselas. Sacó el móvil y lo encendió. Apenas le quedaba batería. Notó un cosquilleo en la mano que aun mantenía en el bolsillo y sacó el arrugado papelito con el número de Castle. Marcó los dígitos sin pensarlo.

-¿Diga?

-Ehhmm...Esto...hola. Soy Kate, he estado en tu firma esta tarde y...

-¡Kate! Creo que tus ojos son difíciles de olvidar.

La joven policía se subió de nuevo a un taxi. Le dio la dirección que le había dicho el escritor y se abrochó el cinturón. Se había limpiado las lágrimas y en su mirada habia decisión y seguridad. Necesitaba olvidar. El taxi arrancó.

¿Qué os ha parecido? Reviews=motivación. Gracias por leer=)