Disclaimer: Naruto no me pertenece, es de papá Kishimoto.

Línea temporal: Universo alterno.

Nota: Loveless significa sin amor.


LOVELESS

Capítulo 1: Niños.

No eran más que niños…

Tenían cinco y seis años cuando se conocieron. Sakura era la más pequeña, Sasuke era el príncipe encantador. Sus madres se conocían porque, bueno, ellas eran compañeras en las clases de repostería que tomaban por parte del ayuntamiento de la ciudad y de vez en cuando una se reunía en la casa de la otra para probar nuevas recetas, invenciones de las dos mujeres. Ahí era cuando Sakura se encontraba con Sasuke y Sasuke con Sakura.

Sasuke era un niño reservado, casi antipático. Sakura era, entre otras cosas, tímida y se le hacía muy difícil tratar de jugar con Sasuke o incluso cruzar una sola palabra. Sus primeros encuentros se basaron en el intercambio de sus nombres y saludos seguidos de prolongados silencios hasta que era hora de que alguna madre se fuera. Luego todo cambió porque entonces Sasuke se convirtió en el príncipe encantador de Sakura.

Era la quinta visita y, por ende, su quinto encuentro. Era la casa de Sasuke y Sakura se sentía más cohibida que en sus propios dominios. Por lo menos en su casa podía sacar sus muñecas para jugar; dudaba mucho que Sasuke tuviera muñecas y los muñecos se acción le asustaban. Involucraban violencia y explosiones que, aunque imaginarias, ella les temía. Un poco estúpido, pero ella era una niña muy sobreprotegida que no conocía del mal más que en sus cuentos de hadas.

La pequeña niña corría en el jardín, de nuevo Sasuke se negaba a socializar y ella no tenía el valor de dirigirle la palabra siquiera. Sakura veía las flores, las tomaba, las olía y luego iba en busca de otras. Era un gran jardín el que le pertenecía a los Uchiha. Sasuke, por su parte, solamente la miraba sentado desde el porche. A veces a ella, a veces a las flores que arrancaba o a veces al pasto, al cielo, a la nada. Él solamente estaba cerca de ella para que su madre no le regañara después aunque, con mucho, él prefería jugar videojuegos en su cuarto. Su hermano Itachi había comprado una nueva consola y él deseaba probar todos los juegos que tenía guardados en una caja al lado de su escritorio.

Durante una de sus carreras, Sakura, cómo no, tropezó y aterrizó con las rodillas y las manos en el suelo. La raíz de un árbol se había entrometido en su camino. No era la primera vez que se caía en casa de Sasuke o en la suya y, por supuesto, tampoco era la última. Ella era una niña torpe y eso sucedía muy a menudo. Siempre acababa llena de heridas, gasas y curitas. Era una suerte que no hubiera llegado a las vendas todavía. Y, como era una costumbre enterrar la cara contra el suelo y ensuciar los lindos vestidos que su padre compraba para ella, Sakura no iba a llorar y Sasuke no iba a ir en su búsqueda para consolarla. Pero esta caída había sido diferente, pues la frágil rodilla derecha de la niña había caído encima de una roca grande, ocasionando un fuerte crujido. No había sangre, pero el dolor se volvía insoportable.

Pero Sakura, que no era tan cobarde como parecía, apretó sus ojos con fuerza y se mordió el interior de las mejillas, tratando de evitar el llanto que se avecinaba. Dolía, en verdad dolía, pero no quería molestar a su madre. Además, temía que Sasuke y Mikoto la acusaran de tonta y débil. Sus esfuerzos fueron en vano y comenzó a llorar, las lágrimas salían de sus ojos aunque los apretara todo lo que podía. Soltó un gemido de desesperación y luego se llevó una mano a la boca. Por lo menos no iba a gritar. Se levantó como pudo y comenzó a caminar, cojeaba un poco y el dolor no se iba. Caminó pasito a pasito de regreso a la casa. Esperaría sentada a su madre el resto de la tarde, pero el jardín se había vuelto enorme y ella muy lenta.

El infante miraba a la niña andar como podía y, desde la distancia, podía notar claramente las lágrimas que fluían por sus mejillas con total libertad. Por lo menos no estaba chillando como una loca. Permaneció allí durante treinta segundos hasta que se decidió ir en su ayuda. No es que le agradara Sakura particularmente (a Sasuke no le agradaba nadie, en realidad), pero necesitaba ayuda y él había sido criado correctamente por su mamá.

Rápidamente, Sasuke se puso de rodillas frente a Sakura, aunque le estaba dando la espalda. Él no lo vio, pero Sakura hizo una cara de confusión que paró su llanto silencioso por unos segundos.

—Sube a mi espalda —Sasuke dijo y Sakura, tras pensarlo seriamente, le hizo caso. Pasó sus manos y piernas de manera que el niño la llevara de caballito. Trató de hacer la menor cantidad de movimiento posible para no molestarlo y siguió intentando parar el hipo a como diera lugar.

Sasuke la llevó hasta la sala, la dejó en un sofá y desapareció durante unos minutos. Regresó con un par de tiritas en sus manos y, con el silencio que le caracterizaba, se inclinó frente a la niña y las puso con cuidado sobre la rodilla lastimada. Sakura agradeció tartamudeando por causa del hipo y abrazó más el cojín que tenía en sus manos. Sasuke se sentó a su lado y dijo:

—Ten más cuidado —fue en ese momento que se convirtió en un príncipe azul para Sakura.

Más tarde, en su casa, Sakura pensó un poco que Sasuke no era como el apuesto príncipe de la hermosa sonrisa y los dulces besos de los cuentos, el que iba a salvar a la princesa en apuros con su espada y su escudo recitando frases de amor a diestra y siniestra, peleando contra enemigos humanos y dragones con tal de estar con ella. Se alegró un poco por este hecho; entonces su príncipe era más especial que el de los libros.

Que Sasuke hubiese ayudado a Sakura ese día no había cambiado mucho la actitud del niño, pero sí de la niña. Ella seguía a su príncipe encantador como abeja a la miel, hacía todo lo que él decía (cuando Sasuke deseaba hablar) y le parecía el niño más inteligente y divertido del planeta entero. Sasuke se fue ablandando poco a poco con Sakura a medida que pasaba tiempo con ella, era un poco empalagosa y pegajosa, pero le agradaba que no fuera una llorona. Podía soportarla y hasta permanecer momentos cómodo con ella.

Pero entonces el verano se acabó y las clases de repostería terminaron con él; Mikoto comenzó clases de defensa personal y Mebuki optó por inscribirse a yoga. Las madres fueron separándose poco a poco y no solamente ellas, Sakura fue al parvulario y Sasuke a su primer año de escuela. Los niños estaban ocupados con sus propios amigos y las madres en sus propias actividades.

Pronto perdieron el contacto y Sakura no tenía más a su príncipe. Sasuke no tenía más a Sakura. Los recuerdos se fueron olvidando pero las sensaciones de ese verano permanecieron en Sakura.

No eran más que niños y aun así Sakura se enamoró profundamente de Sasuke durante ese verano.


¡Hola!

Antes de que me pidan continuación, les voy diciendo que la va a tener. Este fanfic estará conformado por una serie de capítulos auto conclusivos sobre encuentros de Sasuke y Sakura a lo largo de su vida. Ya saben, el hilo rojo del destino nunca se rompe entre dos personas predestinadas.

Espero que les haya gustado y agradezco de antemano cualquier review que me pudiera llegar.

¡Besos embarrados de Nutella para todos!

:*