Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! es propiedad de Akira Amano.
Claim: Byakuran/Shoichi.
Advertencias: AU. Con el prompt "Hospital".
Notas: Es un pairing que me encanta y a la vez me rompe el corazón (?), así que para escribir de ellos recurrí a la idea de hacer cada drabble/viñeta sobre ellos en los mundos paralelos. So... todo el spoiler que puede haber en el transcurso de esta idea es sólo por personajes.
La relación entre viñetas será mínima, o nula. Yo avisaré en el caso de que ocurra lo contrario.
No le gustaba ese tipo, no quería que él le tocara con sus fríos dedos ni que le pusiera esa sonrisa cuando le veía entrar a la blanca habitación. Odiaba cuando pronunciaba amablemente "Mírame, Sho-chan", aprovechando que estaba en una camilla y él con una bata blanca y un título de doctor a su espalda. Odiaba no poder sostenerle la mirada por más de tres segundos sin sentir como Byakuran podía leer más allá de su lenguaje corporal.
Así como odió el momento en que de nuevo ingresó a esa misma clínica, pero a una habitación donde, se suponía, debía estar otro doctor. No él, no de nuevo.
—Buenas tardes, Sho-chan, por favor toma asiento.
Cavallone, se suponía que el especialista que le trataría en esa ocasión sería el doctor rubio. Tragó saliva avanzando despacio hacia la mullida camilla que le esperaba, dejó con cuidado la muleta a un lado y en ningún momento hizo contacto visual con él. Le temblaban las rodillas y no era precisamente por el grueso yeso que tenía en una de ellas.
Totalmente acostumbrado a las pocas palabras del pelirrojo, Byakuran con su eterna sonrisa cerró la puerta, esa vez sin seguro, antes de acercarse a su paciente. Días atrás cuando se enteró que Irie sería el paciente de su colega, Dino, no dudó un instante en persuadir a su compañero para que le dejara a su paciente favorito en esa consulta.
El silencio era pesado, pero para él no era incómodo. Es más, hasta lo disfrutaba. De alguna forma bastante retorcida le gustaba ver como lograba destrozar los nervios de Shoichi con su sola presencia. Y empeoraba cuando ambos quedaban solos en una habitación.
Irie mantenía su mirada lejos de la acción que se desarrollaba al frente suyo, no quería ver como esa horrorosa máquina se abría paso entre el yeso sin llegar a tocar su piel, ni mucho menos el brillo sospechoso que el mayor tenía en sus ojos. No tenía miedo que llegara a hacerle daño, jamás lo había lastimado, pero aún así…
—¿Te duele? —Byakuran había desechado el endurecido empaste, comenzando con los correspondientes masajes sobre su pierna recuperada. Shoichi reprimió un escalofrío, repitiéndose mentalmente 'odio, odio, odio'.
—No.
Una respuesta seca, como todas desde que le conocía. Byakuran esa vez se permitió dirigir su sonrisa directamente al rostro del muchacho, en ningún momento alejó sus dedos de la blanca piel que tenía a su alcance.
—¿Te arde, Sho-chan?
Sí.
—No, está bien.
—Excelente, entonces —dio unos últimos movimientos en el pie del paciente, luego Byakuran se levantó un tanto para acercársele, rozando la línea del espacio personal —. Te espero en la próxima visita, Sho-chan.
Le dejó un papel en el regazo antes de sonreírle como estaba acostumbrado, cogió la muleta para entregársela, lástima que no pudo rozarle los dedos en el intercambio.
Sintiendo como el oxígeno en el cuarto se hacía poco, asintió sin despedirse antes de irse (de nuevo, sin mirarlo) y cerrar la entrada.
Las piernas le temblaban, y no por la lesión recuperada. Maldita sea, pensó. Seguir visitándolo sería su perdición.
Lo peor es que sabía que Byakuran conocía ese detalle también, él sólo estaba esperando lo inevitable.
